Sexualidad y sexo

Sexualidad y sexo son los temas que aparecen en una revista de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.

 Para muchos, pero muchos, la sexualidad quiere decir “falocentrismo”. Nada más. De ahí que se ha desarrollado toda una simbología y manera de pensar que no va más allá de la erección. Los mexicanos conservamos mucho de la mitología prehispánica que en la actualidad conocemos popularmente  como el “pajarito”. Es un colibrí o una chuparrosa que, se cree, al portador de uno de esos animalitos le trae suerte en el terreno sexual. Los que estén familiarizados con la manera como el colibrí extrae la miel de las flores entenderá por que se le identifica con el acto sexual.


Pintura  del libro:" Maravillas de mundo  Indios Americanos". Autor Oliver La Farge. Ediciones Gaisa,S.L. 1968 

 El colibrí es la representación de Huitzilopochtli, dios de la guerra entre los aztecas. Los imperios de la antigüedad, y de la  actualidad, fomentan la  procreación porque lo que  necesitan es gente que vaya a la guerra. En tiempos de paz, en cambio, se buscan programas para disminuir la natalidad.


Entre más méritos tenía el azteca en la guerra más derecho institucionalizado encontraba para procrear. Era el mejor, el más hombre. De ahí viene que nos interese mucho ahora ser “el más macho”.  Tal pensamiento queda  a través del tiempo en ese pueblo aun cuando ya no es imperio. Y ha quedado de manera tan permanente esa idea entre nosotros que se compran tantos colibríes que estos  están a punto de su extinción.

  El “falocentrismo” es una abstracción del ser humano. Como si dijéramos “senocentrismo” o “vaginacentrismo”. Lo contrario es que  se buscara en el hombre y en la mujer no una abstracción, sino un todo, incluyendo su potencial emocional y cognoscitivo. Estarían las consideraciones de amistad, sentimientos, factores culturales, la comprensión de la pasta humana con sus aciertos y errores, etc. Las relaciones en la que predomina el  falocentrismo son las que ahora denominaríamos como fax track.

Decíamos que la Facultad de Medicina de la UNAM, a través de su revista Atención Familiar, nos ofrece un artículo cuyo tema es el sexo y la sexualidad. Tema omnipresente en todo ser humano pero frente al que también hay mucho desconocimiento y prejuicios. La nota es extensa y muy interesante. Aquí ofrecemos un extracto, apenas una cita. Su título es " Expresión de la conducta sexual en adultos mayores usuarios de la Unidad Médica Familiar”.Vol.17 enero-marzo 2010, páginas 22,23. “La sexualidad es una de las dimensiones más complejas y bellas de la vida humana… La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud sexual como ´la integración de los elementos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual, por medios que sean positivamente enriquecedores y que potencien la personalidad, la comunicación y el amor´. Para Maslow (sigue diciendo el artículo), la salud sexual geriátrica es ´la expresión psicológica de emociones y compromisos que requiere la mayor cantidad y calidad de comunicación  entre compañeros  en una relación de confianza, amor y placer, con o sin coito”.

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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