El binomio del pensamiento de un solo hombre o la democracia.
Ante una democracia tan atomizada, como número de senadores tenía el Foro,Cesar buscaba mantener un centro regulador del poder.Pero lejos de encontrar el equlibrio,se jugó la carta de eliminar al que pensaba diferente.Eliminaron al dictador.Después los dictadores que siguieron eliminaron a la democracia. Es una lección que nos llega desde la antiguedad y que, por desgracia, a lo largo del siglo veinte tuvimos que volver a experimentar continente contra continente, país contra país y en lo interno partido contra partido.
La expresión será según de qué lado de la raya se encuentre parado. Es un dictador que atenta contra la libertad del pueblo. O bien los políticos de los partidos se dan la gran vida con el dinero del pueblo empobreciéndolo.
Lo original, al relatar la muerte de Cayo Julio Cesar (-100 a 44 a C.), es que Shakespeare presenta el dato histórico sin hacer abstracción del texto hasta convertirlo, como suele suceder, en reseña de un partido. Lejos de eso, es una historia en la que hablan los contrarios. Los oradores de uno y otro bando tienen el suficiente vigor para convencer al pueblo. Si bien, más allá de la retórica, al final hablarán los ejércitos de ambos lados.
Tradicionalmente era un pleito soterrado entre el jerarca y los legisladores. Cuando el enorme poder daña la psicología del líder aquellos hacen escarnio de la situación exhibiéndolo como demente.
Por su parte el emperador dice que los legisladores se aprovechan de los triunfos de los ejércitos romanos para vivir lujosamente, con esclavos e inmensas propiedades. Justifican su actitud con discursos que lisonjean al pueblo (con frecuencia los historiadores utilizan otras maneras de referirse al pueblo romano: populacho, hez y turba). El famoso caso de Caligula nombrando senador a su caballo es una de tantas maneras que halló el soberano para manifestar su desprecio por estos acaparadores del poder. Andando los siglos estos serán los señores feudales.
Héroe de batallas increíbles, contra los bárbaros, especialmente contra los aguerridos germanos, Julio Cesar regresa a Roma después de muchos años de guerrear y empieza a hacerse del mando con la filosofía del hombre fuerte. Limita las ganancias de los senadores y las reparte entre el populacho.
Sólo que, como Hernán Cortés cuando regresó a España después de conquistar a México-Tenochtitlán, Cesar se va a encontrar con un mundo cortesano lleno de intrigas. Cortés no pasó nunca de ser una figura de tercer orden en su respectiva patria y debido a eso llegó a morir en su cama.
En cambio Cesar era la figura principal y con enormes simpatías entre los ejércitos. No había esperanza que muriera en su cama o que algún general romano se le enfrentara. Ya los había derrotado a todos desde el paso que empezó con el Rubicón y lo que se conoce como Guerra Civil. Los sicarios no se atrevían a acercársele. De esa manera solamente había una solución, que los mismos senadores lo asesinaran aprovechando su proximidad con él en la asamblea. El que hacía una petición, o formulaba un planteamiento, le entregaba algún documento en sus propias manos. De los conjurados Casio y Bruto fueron los principales. Anteriormente este había sido rival de Julio Cesar en la guerra. Victorioso, Cesar le perdonó y aun le confirió importantes puestos administrativos y a la sazón era senador. Decir Bruto es referirse a un ciudadano nada común pues era ilustrado al punto que el mismo Cicerón escribió una especie de biografía de él. Y fue gran orador.El gran Francisco de Quevedo escribió también una biografía suya.
Así fue como Julio Cesar recibió veintitrés puñaladas de otros tantos senadores. Pero detrás de estos la red de la conjura se había extendido tanto que sólo el número de los que murieron por tal asesinato puede darnos una idea. De inmediato los legisladores se hicieron del mando supremo y ya se disponían a repartirse el poder ocupando los mejores puestos de gobierno. “La gente nos llamará redentores, no asesinos”, dijo Marco Bruto todavía con el cuchillo chorreado sangre de Cesar.
Sólo faltaba que, en lo inmediato, ese mismo día, esa misma hora, justificar el regicidio frente al populacho. Bruto dijo brillantemente (pues era el mejor orador de los conjurados) que lo habían hecho para que el pueblo recuperar la libertad frente al tirano. Lo vitorearon casi hasta el delirio. Alguien propuso llevarlo en triunfo, en hombros, hasta su casa.
Marco Antonio, amigo muy querido por Julio Cesar, también aplaudió la acción de los senadores. Sólo pidió permiso a estos para leer el testamento de Cesar. Se lo concedieron. Y así, de un solo plumazo, Marco Antonio cambió toda la situación. Leyendo dijo que Cesar había dejado su fabulosa fortuna a la plebe, en dinero, incluidos propiedades para que, convertidas estas en paseos, caminaran en ellas las familias del pueblo.
Lo aplaudieron hasta el delirio. Otro propuso llevarlo en hombros hasta su casa. La gente empezó a descuartizar a cuanto senador conjurado pudo encontrar. Más adelante Mézala, del partido de los conjurados, comenta con estos: “El joven Octavio y Marco Antonio y Lépido, han hecho matar a cien senadores” .
Bruto, Casio y otros principales de la conjura huyeron ese mismo día de Roma. Porque además acababa de llegar a la ciudad Cesar Octavio, casi hijo de Julio Cesar, al mando de un veterano y fogueado ejercito.
Pero los conjurados también disponían de fuerzas militares capaces de enfrentarse a Octavio y a Marco Antonio. El encuentro tuvo lugar uno en Sardis y otro en Filipos. Fueron desbaratados por Octavio y Marco Antonio.. Bruto y Casio se suicidaron. En el momento del suicidio Bruto exclama: “¡Oh, Julio Cesar!, ¡Aun eres poderoso! Tu espíritu nos persigue y hace tornar nuestras espadas contra nuestras propias entrañas!”
El final que Shakespeare da a la obra contrasta con el tratamiento que en la actualidad se da en los medios todos los días, especialmente la televisión, a los que pierden la guerra. Particularmente Bruto es respetado después de muerto. El mismo Octavio ordena que lleven su cadáver a su tienda. Quiere estar cerca del que había sido un gran hombre y tan ilustre, en el terreno de las letras que, como adelantamos, el mismo Cicerón consideró un privilegio tener su amistad.
“Todos los conspiradores- escribe Shakespeare, poniendo estas palabras en boca de Marco Antonio-, excepto él, hicieron lo que hicieron sólo por envidia al gran Cesar. Sólo él, al asociarse a ellos, fue guiado por un pensamiento de general honradez y del bien común a todos”.
A la postre, los conjurados, queriendo restablecer la democracia, la hundieron. En los siguientes trescientos años los romanos tuvieron emperador. Es probable que con esto el pueblo haya querido manifestar su rechazo a esa manera de conquistar la democracia.
Parte de la biografía de Shakespeare posee, al igual que todos los grandes poetas, un gran poder de síntesis; escribía con todo el idioma y contaba con un léxico matizado y extensísimo. Cuidó la estilización retórica de su verso blanco, con frecuencia algo inserto en la tradición conceptista barroca del Eufuismo, por lo que en la actualidad es bastante difícil de entender y descifrar incluso para los mismos ingleses; rehuyó sin embargo conscientemente las simetrías retóricas, las oposiciones demasiado evidentes de términos. Su estilo es el asiento sobre el que reposa su fama y prestigio como pulidor e inventor de neologismos comparables a los de otros dramaturgos y poetas de su época de renombrad a trayectoria, como los españoles Miguel de Cervantes, Lope de Vega y Luis de Góngora
- . Comedias:
- La comedia de las equivocaciones, 1592-1593
- La fierecilla domada, 1593
- Trabajos de amor perdidos, 1594
- Los dos hidalgos de Verona, 1594
- El sueño de una noche de verano, 1595-1596
- El mercader de Venecia, 1596-1597
- Mucho ruido y pocas nueces, 1598-1599
- Las alegres casadas de Windsor, 1599
- Como gustéis, 1599-1600
- Noche de Reyes, 1600
- A buen fin no hay mal principio, 1602
- Troilo y Cressida, 1602
- Medida por medida, 1604-1605
- Pericles, príncipe de Tiro, 1608
- Cimbelino, 1610
- Cuento de invierno, 1610
- La tempestad, 1613
- Tragedias:
- Titus Andronicus, 1594
- Romeo y Julieta, 1595
- Julio César, 1600
- Hamlet, 1600-1601
- Otelo, 1602
- El rey Lear, 1605
- Macbeth, 1605-1606
- Antonio y Cleopatra, 1606-1607
- Coriolano, 1608
- Timón de Atenas, 1608
- Historias:
- Enrique VI, 1592
- Ricardo III, 1593
- Ricardo II, 1595
- Enrique IV, 1597
- Enrique V, 1598
- El Rey Juan, 1597
- Enrique VIII, 1613
- Poesía:
- Venus y Adonis, 1593
- La violación de Lucrecia, 1594
- Sonetos, 1600-1609
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