______Rembrandt en el tema religioso__________________________________

 Lo raro fue esa extraña inclinación del pintor por los temas bíblicos, tanto del Viejo como del Nuevo Testamento. No se sabe si lo hizo por encargo o como motivación interior. Temas bíblicos pero también rostros, paisajes, manos y autorretratos fueron los motivos de Rembrandt.

Autorretrato Rembrandt joven
En los pintores holandeses, de la época, había predilección por lo cotidiano para llevar a sus telas, como un niño espulgando a un perro, una ama de casa vaciando la leche, los holgazanes, los extraños paisajes sepias con nubes también sepias...

La Holanda del siglo de Rembrandt estaba apartada del tema religioso. Rembrandt fue de los pocos pintores que incursionaron en él. Se cree que, entre pinturas y dibujos, el pintor tuvo una producción de unos 800 cuadros de asuntos místicos. Sin embargo estas pinturas nada tienen que ver con las iglesias. No van a dar a la iglesias católica ni a ninguna cristiana liberal que acepta la representación de La idea metafísica por medio de las imágenes.

Autorretrato Rembrandt adulto
Rembrandt nació en 1606, holandés, protestante calvinista y después menonita. En sus templos, pues, no hay imágenes y su inusitada inclinación debe tener un simbolismo de su tiempo que ahora ya no entendemos. Hay austeridad en el misticismo de sus pinturas religiosas. Las figuras, Jesús, no son heroicas sino humildes.
También se destacan en sus obras las manos. Tiene éstas una expresión especial. Como si fueran una unidad aparte del cuerpo a las que pertenecen. Recuerdan las manos de Teotihuacan por medio de las cuales se representa a la divinidad. En La escena del Hijo Pródigo parecieran las manos del mismo Dios las que están cubriendo al hijo que regresa derrotado al hogar y necesitado de comprensión y amor, y no tanto las manos del padre terrenal. El reproche del hijo bueno, el que jamás abandonó el hogar, queda perdido entre la oscuridad.


Muy propio del barroco Los claros oscuros que tanto utiliza. Pómulos y puntas de la nariz iluminadas drásticamente. Se destacan más sobre el hecho que el resto de la cara, o de la escena, se encuentran sumergidas en la oscuridad, a la que poco le falta para ser completa. Son pinturas a base de sombras, no de luces. Sólo el detalle que importa está iluminado y el resto se diluye en la negrura. No falta quien haya creído que esa oscuridad se deba a la inclinación protestante de identificar a las sombras con el Mal, muy al contrario de Rubens, el pintor católico, en cuya obra abunda la luz, alegoría del Bien.

Autorretrato Rembrandt anciano
La pasta, demasiado gruesa, que el holandés utilizo en sus pinturas, fue sobre todo en los rostros de personas ancianas. También en esa obsesión que mostró por sus autorretratos ( 64 autorretrato se hizo). Tal vez sea muestra de un superego, o bien esa inclinación casi científica por llevar el registro del paso del tiempo descubierto en sus propias arrugas de su rostro, como un moderno Huehueteotl.

Notas tomadas por el autor en una conferencia que dio Rita Eder, del instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, titulada ‘El significado de La Luz en la obra de Rembrandt” en el Colegio de San Ildefonso, de Justo Sierra, en el centro histórico, hace algunos años, no recuerdo La fecha exacta.
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Tormenta en el lago de Galilea


  "Artista holandés del barroco, es uno de los más grandes pintores de la historia del arte occidental. Su nombre completo era Rembrandt Harmenszoon van Rijn. Fue un intérprete excepcional de la naturaleza humana y un maestro de la técnica, no sólo pictórica sino también del dibujo y del grabado. Su obra produjo un gran impacto en sus contemporáneos e influyó en el estilo de muchos artistas posteriores. Es probable que no exista ningún pintor que haya igualado a Rembrandt en su utilización de los efectos del claroscuro o en el empaste vigoroso. Rembrandt nació en Leiden el 15 de julio de 1606. Su padre era molinero. A pesar del hecho de provenir de una familia con escasos medios, sus padres le procuraron una educación esmerada. Rembrandt empezó sus estudios en la Escuela Latina, y a la edad de 14 años fue admitido en la universidad de Leiden. Sin embargo la abandonó pronto para estudiar arte, al principio con un maestro local, Jacob van Swanenburch y después, en Amsterdam, con Pieter Lastman, célebre por sus pinturas históricas. Tras seis meses, después de dominar todo lo que había aprendido, Rembrandt volvió a Leiden, donde pronto se le tuvo en tan alta consideración que, a pesar de no tener más de 22 años, empezó a contar con sus primeros discípulos, entre los que estaba Gerrit Dou. En 1631 Rembrandt se trasladó a Amsterdam, su matrimonio en 1634 con Saskia van Uylenburgh, prima de un conocido marchante de arte, le ayudó a impulsar su carrera, al ponerle en contacto con clientes adinerados que le encargaban retratos de forma continua. Un ejemplo magistral de este periodo es el Retrato de Nicolaes Ruts (1631, Frick Collection, Nueva York). Además, sus cuadros de carácter mitológico y religioso tenían una gran aceptación. Pintó numerosas obras maestras de gran dramatismo".Wikipedia



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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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