LA DROGA RITUALIZADA EN EL MEXICO PREHISPANICO




La vida cotidiana de los aztecas
Jacques Soustelle



Alucinarse por medio de las drogas es una práctica milenaria en México.


Las etnias lo han usado dentro de un panorama religioso. Dioses, diosas y sacerdotes presidían de manera calendárica rigurosas ceremonias. Se hacía de manera comunitaria y era controlado por la sociedad. Su uso no estaba prohibido, sólo regulado.  Se perseguía una vivencia espiritual, no yoica. El que lo hacía a título personal era reo de severos castigos que podrían llegar hasta la muerte por lapidación.

Ome Tochtli,dios de la embriaguez


 Se consideraban  blandengues a los individuos de una nación hegemónica  que consumían drogas fuera del programa calendárico, llamado tonalamatl. Los pueblos sojuzgados sí podían consumir lo que quisieran. Una oración o ruego que los aztecas hacían a Tezcatlipoca, supremo dios del cielo mexica, para vencer a sus enemigos, era: “Señor, vuélvelos borrachos”. No le pedían fuerza ni coraje ni armas. Sólo que fueran borrachos. El resto ellos lo hacían.

Los que bebían pulque iban a la cárcel  (Códice Florentino)


Recuérdese que la  historia de la gran civilización tolteca basa su derrumbe en la leyenda del pulque. Tezcatlipoca, dios de la guerra, se las ingenia para hacer que el rey Quetzalcóatl se emborrache. 

No lo mandó  matar ni levantó a su pueblo contra él mismo Quietzalcoatl ni pensó en invadir su palacio mediante el recurso democrático de  soliviantar a la turbamulta, sólo lo emborrachó...



Pero no había cárceles de larga duración. Se consumiría comida y haberes que el pueblo trabajador necesitaba.

Quetzalcóatl  es la personificación del 
bien y las costumbres que llevan al pueblo hacia la felicidad y la prosperidad( como ahora  lo entiende la civilización occidental). Sólo que en la borrachera Quetzalcóatl cometió cosas reprobables. Eso él mismo no se lo perdona. Era de la estirpe de los gobernantes que gobiernan con el ejemplo. 

Una transgresión a las sanas costumbres,por parte del gobernante,ponía el ejemplo de corrupción y en ese pueblo la corrupción se generalizaría.

Ha fallado y él mismos se obliga a  abandonar su reino. Marcha hacia el oriente y al llegar al mar se embarca en una balsa y en ella se incinera.

El borracho camina dando traspiés (Códice Florentino)


A partir de la conquista española en el siglo dieciséis, los mexicanos han laicizado la ingesta de las drogas en nombre de la libertad individual. 

Ahora la medida de la ingesta es del tamaño  de su ego. Se revela así un solipsismo que suele conducir a las personas a la cárcel, al manicomio o al cementerio.

A veces los reos eran ahogados con una soga (Códice Florentino)


Los españoles de la conquista entendieron el punto y laicizaron el consumo de las bebidas embriagantes. El "proceso blandengue" empezó y la transgresión a la  ética ya no era ninguna molestia.

 Fue un gran negocio de las haciendas pulqueras que pronto empezaron a organizarse en varios estados del centro del país. Y también una medida  de control militar. Perdida la disciplina psicofísica de los aztecas, el dominio español duró en México trescientos años.


Muerte a palos por embriaguez (Códice Florentino)


Algunas drogas como el tradicional pulque, la cerveza, el tequila, el mezcal, el ron, los vinos y otras, se adquieren ahora  en un marco legal. 

Otras son consumidas fuera del marco de la ley. Ante el debate si las drogas se legalizan o no, los legisladores mexicanos a la sazón no han definido su postura.  Se les pregunta a los políticos y a los intelectuales,siempre susceptibles de orientar la opinión, según los intereses propios, o de grupo, si se legaliza, cuando debería preguntársele a la ciencia médica.

En forma de pordiosero Tezcatlipoca ofrece el pulque a Quetzalcoatl (Códice Florentino)


Varias de las cincuenta etnias del territorio mexicano, al estilo de los huicholes, sostienen  el antiguo modo  en la droga ritualizada (peyote, hongos o mariguana). 

Conservan  su propio  estilo de vida religiosa y en alguna medida la  civil. Como parte de la federación política de México deben rendir cuentas en lo civil, pero tienen la autonomía suficiente para conservar sus costumbres.

El modo de ver el tema del consumo de drogas no es cosa menor para la sociedad. De manera sancionada ( o vigilada) por el grupo, teniendo,  con el principio de razón suficiente de ser, alguna meta de valores trascendentes.

 O bien consumida de manera individual, lúdica, que lleva a un cuadro patológico a la comunidad. Se considera que la esperanza de vida se redujo, en algunos países, por el consumo de droga y opiáceos: "El cambio más notable entre las causas que explican este fenómeno inusual en los países ricos son las muertes de sobredosis" (El País, 23 de diciembre de 2017) 

Las etnias y su rituales religiosos resistido con éxito la entrada a toda clase de cristianismos, del laicismo y de  la diversión televisiva. También han sabido mantenerse al margen de la mercadotecnia y el consumismo.

 Varios antropólogos  han realizado valiosas observaciones e investigaciones de los huicholes y los tarahumaras (Carl Lumholtz, Robert  M. Zingg). Esta unidad étnica parece más consolidada en contraste del eclecticismo disolvente de las ciudades del país.

Lumholtz hasta pensó en quedarse a vivir para siempre entre los huicholes pero, extrañaba su dieta mediterránea, incluida la leche, que obtenía de haber comprado una vaca. ¿Cómo vivir comiendo nada más frijoles, tortillas y chile?
Solamente a los ancianos se les permitía beber pulque en cualquier tiempo fuera de calendario (Códice Florentino)


La vida cotidiana de los aztecas, de Jacques Soustelle (Fondo de Cultura Económica, México, 1972) ha logrado una excelente obra de contenido y de  presentación. De ella tomamos referencias y varias ilustraciones de diferentes códices  relacionados con el tema de la drogadicción.























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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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