“El universo
es una novela cuyo héroe es el ego”, escribe George Santayana en su obra Diálogos en el limbo.
Cada novela
y cada poema salen de un ego muy
particular. Y aun cada ensayo y cada historia también se escriben desde un ego
único. Los poetas saben de lo que estamos hablando. Un personaje de Ibsen le
dice a Peer Gynt, parados ambos en las arenas de Egipto: “Grito en alemán y la
pirámide me contesta el eco en alemán.”
J.W. Goethe decía que cuando escribía poemas escribía como Goethe, cuando escribía novelas escribía como Goethe, cuando escribía ensayos escribía como Goethe...
J.W. Goethe decía que cuando escribía poemas escribía como Goethe, cuando escribía novelas escribía como Goethe, cuando escribía ensayos escribía como Goethe...
Santayana
invita a escribir. Lo que sucede en una novela sólo es cierto en esa novela. Su
escaso o amplio valor didáctico, terapéutico o patológico, está en relación a
la manera en que toque zonas semejantes al pensamiento de otros.
No se trata de una verdad absoluta, sólo de una verdad parcial. Una verdad que le pertenece sólo al que escribe. Si el otro no está de acuerdo al leer esta novela, ya puede escribir su novela.
Diario El País, España 15-2-2013 |
Así se hace
hasta en algunas esferas de la academia. Hay historiadores que no están de acuerdo
a cómo sucedieron las cosas y se meten a recomponer el pasado. Su lema es
“Contaremos lo que nos hicieron y callaremos lo que hicimos”.
Santayana
dice de estos historiadores que “su virtud no es ser verídica sino estar bien
inventada…Sin embargo los historiadores clásicos no se contentan con citar
palabras registradas: componen discursos para sus personajes, bajo la confesada
inspiración de Clío; o menos honradamente, en los tiempos modernos, explican
cómo se sentían sus héroes, o que
influencias obraban en el espíritu de la época, o qué dialéctica dirigía la opinión pública de un sentimiento a otro. Todo
esto es descarada ficción; y su valor, si alguno tiene, está exclusivamente en
la elocuencia, la sabiduría o la información incidental que encontramos en el
historiador.”
De la
Batalla de Waterloo hay al menos cien historias diferentes que hemos podido encontrar. Es el subjetivismo
del historiador. Es su Batalla de
Waterloo. Está en el pleno ejercicio de su libertad hacerlo. La
perversión está cuando la mercadotecnia quiere convertir esa verdad parcial, en
verdad absoluta.
Esto sucede hasta en las mejores familias. En filosofía es común presentar la abstracción por la generalidad.
Esto sucede hasta en las mejores familias. En filosofía es común presentar la abstracción por la generalidad.
Los mejores novelistas son los que meten a sus personajes en el juego dialectico: “Una mente libre debe vivir en sus propios términos y creer en ellos, porque no son inferiores al mundo en torno. La adoración del hecho sería, por consiguiente, una falta de gusto y de moral.”
El País,España 15-02-2013 |
De la manera
más natural se dicen las cosas. Describir una escena de enamorados hay más de
un modo de decirlo. Desde la experiencia propia o echando mano de la intuición:
“Observo una pareja de amantes y no necesito tener perspicacia sobrenatural para ver si el amor es verdadero, si crece o decrece, si es irritable o seguro, sensual o amistoso. Puedo convertirlo mentalmente en núcleo de mi pequeña novela, y dependerá de mi particular imaginación y de mis dotes literarios el que pueda ir desarrollando los giros de leguaje y de sentimientos capaces de expresar todas facetas las de la conducta de los amantes.”
“Observo una pareja de amantes y no necesito tener perspicacia sobrenatural para ver si el amor es verdadero, si crece o decrece, si es irritable o seguro, sensual o amistoso. Puedo convertirlo mentalmente en núcleo de mi pequeña novela, y dependerá de mi particular imaginación y de mis dotes literarios el que pueda ir desarrollando los giros de leguaje y de sentimientos capaces de expresar todas facetas las de la conducta de los amantes.”
La mayoría
de nosotros alberga en su ser grandes reservas de fe y de escepticismo. San Agustín
dice que no hay fe más grande que la fe que duda. El escepticismo es una de las
grandes herramientas del método científico. Busca encontrar incoherencias en lo
ya establecido. Lo derriba o lo confirma.
La teoría evolucionista está presente. Habla el antropocentrismo: “No hay destino, sólo cuenta lo que hacemos.” Dice el niño en la película Terminator 2, de Arnold Schwarznegger.
La teoría evolucionista está presente. Habla el antropocentrismo: “No hay destino, sólo cuenta lo que hacemos.” Dice el niño en la película Terminator 2, de Arnold Schwarznegger.
Por otra
parte la fe pertenece a la teoría creacionista. Donde todo está hecho y el
humano tiene la gran responsabilidad de conservar en buen estado lo que el
cielo hizo.
Desforestación de bosques y selvas, contaminación de las aguas marítimas y continentales, glaciares que desaparecen por el incremento de las temperaturas locales y globales fuera de su ciclo natural, explotación de las masas por medio de la moderna esclavitud conocida como outsourcing, no es lo que el cielo quiere. Al menos eso no lo que postula el cielo de la cultura occidental.
Desforestación de bosques y selvas, contaminación de las aguas marítimas y continentales, glaciares que desaparecen por el incremento de las temperaturas locales y globales fuera de su ciclo natural, explotación de las masas por medio de la moderna esclavitud conocida como outsourcing, no es lo que el cielo quiere. Al menos eso no lo que postula el cielo de la cultura occidental.
Moverse en
la teoría evolucionista y en a la creacionista es lo que le da movimiento a las
novelas de los grandes escritores. Un ejemplo: El factor humano de Graham Greenne. Un arquitecto ateo que por
alguna circunstancia tiene que vivir entre sacerdotes que sostiene un lazareto
en alguna parte de África.
En palabras
de Santayana: “Pero lo importante no es cómo se llega a la intuición, sino que,
cuando se llega, revela una esencia que no pertenece por sí misma a esto ni a aquello, sino que es
eterna y sin fecha.
G.Santayana |
“Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, más conocido como George Santayana (Madrid, 16 de diciembre de 1863 – Roma, 26 de septiembre de 1952), fue un filósofo, ensayista, poeta y novelista hispano-estadounidense. A pesar de ser ciudadano español, Santayana creció y se formó en Estados Unidos. A los 48 años dejó de enseñar en la universidad de Harvard y nunca más volvió a los Estados Unidos. Escribió sus obras en inglés, y es considerado un hombre de letras estadounidense. Su último deseo fue ser enterrado en el panteón español en Roma. Probablemente su cita más conocida sea «Aquellos que no recuerdan el pasado, están condenados a repetirlo», de La razón en el sentido común, el primero de los cinco volúmenes de su obra La vida de la razón o fases del progreso humano.”
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