MARCO AURELIO, MODOS DE CONSIDERAR EL TIEMPO EN FILOSOFÍA


 

Hablar del tiempo da la impresión que estamos perdiendo el tiempo.

Hasta se niega que el tiempo exista. Pasando por alto que de diez individuos ocho llevamos reloj en el brazo y los otros dos lo buscan en el teléfono celular. Y aún queda gente en el campo que se guía por los amaneceres y los ocasos.

En Grecia es un dios que se llama Cronos (los del  positivismo  le llaman “héroe cultural”). En México también es un dios y su nombre es Huehueteotl. Éste se manifestó en Cuicuilco, lado norte de Ciudad Universitaria, Ciudad de México, hace varios miles de años.

Casi todos los sistemas filosóficos se ocupan de la existencia, o de la no existencia, del tiempo. Sin embargo el asunto del tiempo nos es casi ajeno como tema de conversación.

 De cien estudiantes universitarios mexicanos tal vez no lleguen a cinco los  que estén familiarizados con Cuicuilco. Y del medio millón que habita la zona cuicuilca pocos también son los que conocen el sitio arqueológico.

En otros países parece que no es distinta la situación con respecto de estar familiarizados con los temas filosóficos. Francesc de Carreras, profesor en Derecho Constitucional, en una universidad de España, escribe: “En la última reforma de la ley de Educación, la Historia de la Filosofía pasa a ser optativa y las horas de Literatura  disminuyen. Sólo con este mero hecho a los estudiantes-y a la sociedad en general- se les trasmite  la idea que estas materias no son importantes porque no sirven para abrirse paso en el mercado de trabajo.”(Diario El País, España,24/10/2015)

Dibujo tomado del libro
La psiquiatría  en la vida diaria
De Fritz Redlich,1968


Max Scheler:

“La “duración” de las cosas aparece como una extraña resistencia activa, como una auto- afirmación que las cosas rinden de por sí frente al desencadenado torrente del tiempo.”(Idealismo/Realismo)

Jean Wahl:

“Los racionalistas admiten la importancia de la experiencia. Nos basta leer el Fedón para ver que siempre partimos cronológicamente de la experiencia, aunque poseemos ideas lógicamente anteriores a ella.”(El camino del filósofo)

Manuel García Morente:

“El ser de las cosas es un ser real, es decir, temporal y causal; mientras que el ser de los objetos ideales lo llamamos ideal porque no es temporal ni causal.” (Lecciones preliminares de filosofía)

 

 

San Agustín:

“Aquellos dos tiempos, el pasado y el futuro, ¿cómo son, puesto que el pasado ya no es, y el futuro no es aún? En cuanto al presente, si fuese siempre presente no pasase a pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad.” (Confesiones)

José Ortega y Gasset:

“…vivir es sentirse disparado hacia el futuro rebotamos en él como en un hermético acantilado y vamos a caer en el pasado, al cual nos agarramos hincando en él los talones para volver con él, desde él, al futuro y realizarlo. El pasado es el único arsenal  donde encontramos los medios para hacer efectivo nuestro futuro:” (En torno a Galileo)

Séneca:

“Algunos carísimos varones reciben gajes de otros, y por ellos alquilan su trabajo, su cuidado y su diligencia, pero del tiempo no hay quien haga aprecio; usan de él pródigamente, como de cosa dada gratuitamente. Enfermos dicen estar dispuestos a dar toda su hacienda por conservar la vida.”(De la brevedad de la vida):

 

Marco Aurelio:

“Todo aquello a que deseas llegar por un rodeo, puedes tenerlo desde ahora si no te lo escatimas a ti mismo, es decir si dieres de mano al pasado, remitieres el futuro a la Providencia y dirigieres sólo el presente hacia la santidad y la justicia.”(Pensamientos)

 

Kant:

“El tiempo es  solamente una condición subjetiva de nuestra (humana) intuición(la cual es siempre sensible),es decir, por cuanto somos afectados por objetos, y no es nada en sí, fuera del sujeto.” (Crítica de la razón pura)

MARCO AURELIO
“Marco Aurelio Antonino Augusto2 (apodado el Sabio) (26 de abril de 1213 – 17 de marzo de 180) nacido en Roma, fue emperador del Imperio romano desde el año 161 hasta el año de su muerte en 180. Fue el último de los llamados Cinco Buenos Emperadores, tercero de los emperadores de origen hispano4 y está considerado como una de las figuras más representativas de la filosofía estoica.”WIKIPEDIA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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