La máscara tiene la intención de
aparentar lo que no es y de esconder lo que se es.
El desierto, y sus altas temperaturas,
más que un área geográfica, es una metáfora.
Obligan estas temperaturas al
individuo a despojarse de sus ropas. La mínima prenda, y delgada, apenas para
evitar el impacto directo con el sol.
Travesía nuestra en el desierto de Samalayuca. Chihuahua, México. Al fondo la sierra del mismo nombre. En la foto Luis B. P y Armando A.A. |
Aquí, al revés de cómo se estila en
las ciudades, nadie se cubre el rostro (como sí se hace en desiertos de otros
continentes). Para los habitantes de las ciudades del Altiplano Mexicano, que
nos metemos en la llanura sonorense o en la chihuahuense(es la misma región
geográfica), hasta ponerse lentes, para protegerse de la fuerte luminosidad, es
insoportable.
Eduardo Arroyo, escritor y pintor,
tiene un valiente y desusual punto de vista de las máscaras. Lo expuso en una
entrevista que le hizo el diario El País en marzo de 2016
Dice que el que se pone una máscara
esconde algo. Por lo general su cobardía.
Sabemos que en el teatro para los
actores la máscara tiene un lugar común. Un mismo actor desempeña varios “papeles”.
El actor hombre se viste de mujer o la mujer de hombre. Shakespeare
utiliza este recurso. Aunque sea feliz
en la vida real, el actor tiene que llorar en la escena si así lo pide el libreto.
O una mujer dulce y cariñosa en la vida real tiene que ser la terrible Medea en
la escena.
Del libro El Arte de los indios Norteamericanos |
Filósofos y escritores escribieron en alguna etapa de su vida, con
seudónimo, el cual también es una máscara. Recuérdese lo que al aspecto del
seudónimo se dice de Shakespeare y de Cervantes. Schopenhauer declara que en un
principio de su carrera de filósofo escribió algunas cosas con seudónimo.
Algún candidato a diputado puede ser ultraconservador pero, por allegarse los votos en las urnas, no dudará en ponerse la máscara y declararse a favor del matrimonio igualitario.
Algún candidato a diputado puede ser ultraconservador pero, por allegarse los votos en las urnas, no dudará en ponerse la máscara y declararse a favor del matrimonio igualitario.
Los sacerdotes, que la gente llama chamanes, por lo general tiene máscaras
para representar lo característico de la divinidad.
Tláloc es un dios en la cultura
náhuatl, mexica, que representa a la naturaleza. Dios del agua, los rayos y la
nieve. Sin piedad, como conocemos los humanos a la naturaleza, que igual da la
vida que la quita. Seguramente siguiendo una causa eficiente, pero que nosotros
desconocemos y a la que llamamos
Evolución.
Máscara de Tláloc |
Los sacerdotes de Tláloc se ponían mascaras
para mostrarse exteriormente impasibles, imperturbables, a la hora de arrancar
el corazón de los niños que eran sacrificados en su nombre, para, a cambio,
obtener de Tláloc la lluvia, y buenas cosechas para el bien estar de la
comunidad.
Los padres tenían que estar, por ley,
presentes en la ceremonia. Los que no soportaban, y se quebraban en llanto,
eran duramente amonestados y conducidos a los límites del “reino”. Ahí se le
decía: “En adelante pueden vivir en cualquier reino del mundo, pero no en
México-Tenochtitlán.
Si esto parece de una crueldad
increíble, pregunten a los padres que en la actualidad han perdido a sus hijos,
en esta o en aquella guerra, para el bien estar de la población que se queda en
casa, y no va a la guerra, si es diferente su dolor que en el México
precristiano.
El sacerdote mismo de seguro no estaba
del todo ajeno a las emociones y por ello se ponía la máscara de la divinidad
impávida.
Lo que sucede con las máscaras es que
gradualmente se va identificando con el papel que representa y después ya es como la máscara. Mis amigos y
yo debíamos vestir traje, día a día, porque el trabajo en la compañía así lo
exigía. Cuando ellos se jubilaron, ya sin la obligación de usar el traje,
siguieron usándolo olvidando que en el origen era muy molesto.
Las etnias de Norteamérica y las de
lo que ahora es México, fueron (y siguen siendo) prolíficos en la creación y
fabricación de máscaras, una para cada tipo de función o actividad.
La editorial Fondo de Cultura
Económica, México, publicó en 1967 una obra (de lujo en sentido editorial) y
bella en su ejecución, titulada El arte
de los indios norteamericanos, cuyos autores son Erna Siebert y Werner
Forman. “En efecto-indican los autores-, el amor de estos indígenas por la
decoración constituye quizá un caso único en el mundo entero.”
Oliver La Farge, desarrolló también
un bello trabajo artístico y literario respecto de las máscaras de las etnias norteamericanas
comanches, hopis, navajos… Se llama Maravillas
del mundo, Indios Americanos, Ediciones
GAISA,S:L: Valencia, España,1968.
Del libro Maravillas del mundo, Indios Americanos |
Como se anotó ya, la máscara tiene la
intención de aparentar lo que no se es y de esconder lo que se es.
Arroyo hace la disección de nuestra
sociedad contemporánea, mediante el uso de máscaras. Dice del modo de vestir
para esconderse, como el vestir para mofarse, y se refiere a Lorca:
“Una de las cosas más tontas que yo he visto en mi vida es un folleto que
publica la Residencia de Estudiantes donde ves
a Lorca, a Buñuel y a Dalí vestidos de curas; a estas alturas me parece
un estupidez mayúscula.”
A una pregunta del entrevistador, en
el sentido si se ha producido una elevación del enmascaramiento del país,
Arroyo responde:
“Cada vez más. En un cierto sentido
la máscara es la exaltación del cinismo,
sobre todo en estos momentos de
exagerada corrupción y el que se enmascara
piensa que no le van a descubrir.”
Para que eso se dé, el enmascaramiento, se necesita un
contexto ad hoc.
Y el desierto, como decimos, por su
alta temperatura, no permite ninguna acción de esconderse.
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