Se considera que el tiempo y el
espacio son el lenguaje de Dios.
Antes están los juicios de los
filósofos, no de los jueces ni de los teólogos.
¿Tenemos sombra-espíritu sólo en el
día?, preguntó Toci en el segundo vivac
en el Desierto de Altar.
Habíamos hecho una pequeña fogata en
la depresión bajo las dunas. En la seguridad que en 100 kilómetros a la redonda
nosotros éramos los únicos antropoides. No les gusta y digo primates. Tampoco,
homínidos, tampoco. Homo sapiens, ese sí. ¿Mónadas? ¡Mejor!, dicen.
En las montañas que hacen el Valle de
México jamás hacemos una fogata. Estas montañas están infestadas de bandidos y
en caballos pueden remontar hasta cotas elevadas, al menos al límite del bosque,
en los 4 mil.
Aquí, en Altar, lo único que nos
causa zozobra, en las noches, son las luces en el cielo. Las vemos cada ocasión
que volvemos al desierto de los hohokam, en Sonora, pero no en el desierto de
Chihuahua.
Parecen estrellas “fijas” algunas de
esas. Suelen desplazarse, de súbito, a una velocidad y en ángulos de quiebre
imposibles de explicar con la idea que tenemos de los vuelos aéreos
convencionales. ¿Qué avión puede dar vuelta, de pronto, en 90 grados? A
semejanza de un vuelo de papalote. No creemos en la ciencia ficción pero de
todos modos observamos intrigados el
cielo.
Nunca nos abandona la sombra, dijo
Yuma. En el día el sol, en la noche la luna o la luz de las estrellas.
Toci: Esa es una idea dada por la
experiencia, lo que en el kantismo se llama juicio a
posteriori.
Desconocemos, de primera mano, qué
hay de los 100 kilómetros “vacíos” que hemos de caminar hacia el sur hasta las aguas del Golfo de
California.
En teoría sabemos que sólo hay dunas,
nada de agua y nada de sombras y seguramente 50 grados calientes.
Eso es lo que Kant llama un juicio a priori. Antes de la experiencia, sólo en la teoría. En la ciencia
de investigación juega mucho el a prior.
Pero no ciertamente 100 kilómetros
vacíos, eso es un subjetivismo. ¿Vacíos de qué?
Por lo pronto están llenos de espacio
y de tiempo. El espacio lo vemos en el lejano horizonte y el tiempo en la
duración que el viento y demás agentes de la erosión han necesitado para
convertir esto en el desierto que vemos.
Se cree, dijo Toci, que son el
espacio y el tiempo en el que Dios y el humano llevan a cabo sus proyectos. Les
cito lo que Jean Wahl dice de ello:
“Para Newton son el espacio y el
tiempo los medios con que ve Dios todas las cosas. Para Kant son el tiempo y el
espacio los media con que organiza el
hombre lo que ve.”
(J. Wahl, Introducción a la filosofía, capítulo VI)
El sol en el cenit y nosotros nos
quedamos quietos bajo las sombras que hemos procurado “hacer” extendiendo una
manta sobre nuestras cabezas. Igual que nuestras mochilas, ocupamos espacio con
nuestro volumen y el tiempo con nuestra acción, aunque esto consista en no
moverse.
Aunque volteemos para otro lado
siempre está presente la antinomia del espacio y el tiempo.
La palabra no es atómica pero irrumpe
en el espacio. No sólo estamos en el espacio, como las mochilas, sino que
además hablamos. “Una cosa no está sólo donde está; está también donde actúa”
escribe Wahl y continúa: “la realidad primordial son las cosas y su densidad y
opacidad.”
Seguramente se debe a los 50 grados
pero eso sí ya nos parece complicado. También la sombra está exenta de átomos,
y sin embargo, como la palabra, y sus vibraciones, ambas actúan dentro del tiempo y del espacio.
Personalmente creo que todo eso se
reduce a la insolación que nos provoca la intensidad del sol y su “deslumbrante
luminosidad”. Está la forma (inmaterial) y la materia y nos preguntamos si el
espacio intelectual es una mera ficción. “Un espacio como sólo un intervalo que
aparece entre lo real y lo real.”
Sólo en teoría, a priori, sabemos lo que nos espera en los siguientes 100 kilómetros de dunas. En la foto Luis Burgos P. y Armando Altamira A. |
Tautológicamente Toci: Nos encontramos a medio camino
de lo sentido y lo pensado. Están la forma (inmaterial) y la materia y nos
preguntamos si el espacio intelectual es una mera ficción
De alguna manera estamos metidos no
sólo en el desierto sino entre la filosofía de cantidad y la filosofía de
cualidad pero,
como digo, hace mucho calor para seguir con eso. A estas alturas
del termómetro ya no sabemos si el espacio es finito.
Yuma: La vieja película de la
humanidad, de la humanidad pensante, es que piensa y piensa hasta que llega a
la frontera. No creemos que el pensamiento tenga fronteras pero….Wahl lo dice
de esta manera:
“El espíritu humano va sin cesar de
los átomos al éter, del éter a los electrones y así sucesivamente, descubriendo
siempre algo nuevo que descubrir, hasta detenerse por último ante lo que ya no
cabe estudiar científicamente.”
Bien visto, este desnudo y desolado
desierto, en medio del cual estamos, da material para todas las actividades del
humano. En lo científico, geólogos, biólogos, zoólogos, y en las humanidades
como poetas, filósofos y escritores.
El desierto es una vacío con
contenido, si puede hablarse así, como la antinomia de Platón, que trata de unir con su “imagen fugitiva de la
eternidad”. La forma (inmaterial) irrumpiendo en la materia.
En otras palabras, para los católicos,
sería Cristo como Jesucristo. O "El Verbo se hizo carne", etc.
Yuma: A condición que no se haga
abstracción, dice Whitehead, y se materialice el proyecto porque
hay riesgo en considerar la cualidad, fuera de la realidad, ya que lleva
a “una concepción mecanicista de la naturaleza,”
Pero el mismo Whitehead advierte lo
opuesto, cuando extrememos las ideas esenciales: “Una consecuencia de la
creencia en la realidad de las cualidades sería, Segú Berkeley y Bergson, la
destrucción del materialismo, al menos en su forma clásica de cualidades,
puesto que para él está la materia hecha solamente de cualidades primarias.”
Hay francotiradores en ambos modos de
pensar. Metafóricamente hablando. Materialistas contra idealista y viceversa. Aunque también hay
filósofos con pensamiento ecuménico. En un breve párrafo Wahl resume todo,
agrega Toci:
“Encontramos doctrinas que tienden a
reducir la cualidad a cantidad (Descartes), doctrinas que tienden a negar la
importancia de la cantidad en favor de la cualidad (Bergson, Duhem, Whitehead),
y doctrinas que tratan de conciliar
ambas a la vez.”
Durante siglos algunos filósofos se
taparon las orejas, hicieron abstracciones, y cada quien se fue a refugiar a su
trinchera ideológica. Les siguieron lo escritores desde su secta cultural.
Sólo eran unas palabras de Platón que
no querían escuchar: “El uno sin el otro sería una pura abstracción.”
Jean Wahl nació en Marsella, en 1888. Falleció en
París en 1974. Filósofo francés. Tras ejercer como profesor en EE UU, regresó a
Francia (1945) para enseñar en la Sorbona y fundó el Colegio Filosófico de
París. Es recordado, sobre todo, por su estudio sobre La
desdicha de la conciencia en la filosofía de Hegel (1929). Otras obras a
destacar son, entre otros títulos, Filosofías pluralistas de
Inglaterra y América (1920), Hacia lo concreto (1932) e Introducción a la filosofía (1948).
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