EL RUMOR DEL GLACIAR


Novela

EL RUMOR DEL GLACIAR
Registro Público del Derecho de Autor Número  03-2008-030410220500-01 México, D. F. a 24  de marzo de 2008

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                

 

 

                                                                                 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                               1

                                                                                I

Escribir una novela empezando por el final y retroceder hacia el principio. No es que  le gustara hacer experimentos  con la literatura.  Este return to the beginning sólo se lo leía con placer al Hombre que fue jueves, de Chesterton. O a Quentin Tarantino en el western de 2015 Los odiosos 8.

La idea le había llegado un día soleado y frío de diciembre del año anterior. Observaba la pirámide de Tenayuca, en el noroeste de la ciudad capital. Lo primero que ve el visitante es la última fase del edificio. Y el corte que dejaron los arqueólogos mostraba las otras cinco fases primeras, retrocediendo en el tiempo y la historia. ¡Como un viaje hacia los orígenes! ¡Como un escapar del presente! En total seis pirámides, una cubriendo a la subsecuente por medio de una capa de material blando para proteger hasta los más finos, salientes y delicados detalles de la anterior. El relato de la sociedad que edificó cada una de las fases haría una historia completa. Y se llegaría a los principios de ese pueblo. De pie frente a la escalinata de la fachada parecía el procedimiento más lógico.

Por lo demás, esa era la técnica periodística, donde todo se dice en el principio y después se puede extender a lo largo de las cuartillas que se quiera.

Empezar la biografía de Julio Cesar en el momento que es apuñalado y terminar en sus días de niño cuando jugaba con otros niños en las orillas del Tiber…Con una sonrisa regresó al desierto.

Sabe que  el desierto es un mundo spengleriano en el que sólo es posible seguir con vida en la medida que se mata. En cualquier matorral están al acecho las pulsiones de Nietzsche más allá de todo razonamiento. Criaturas simples que, después de todo no conocen el pensamiento de un Marqués de Sade. Para ser perverso primero hay que ser humano. Una víbora sólo busca comer. Los ángeles, allá entre las nubes, están más cerca de  la perversidad que los animales del desierto. Y entre todo ese panorama de mandíbulas y tripas hambrientas va el confiado Cork que mira hacia las estrellas “Cabrillas”, donde los viejos de su etnia le han dicho que está el Paraíso… 

Sabe que tener  sed tiene más complicaciones de las que cualquiera se imagina. El organismo necesita mucha agua. Ahora que se encuentra en el desierto empieza a entender el pensamiento de la gente de su etnia, en el sentido de su agradecimiento que sienten de la naturaleza lejana y cercana en todo momento. Cada vez que alguien orina, defeca, copula o come, levanta los ojos al cielo y da gracias. Cosa absurda en la ciudad. No se dan cuenta cuándo están sanos. Solamente hasta que han enfermado. En este momento del día, de todos los días, los hospitales del mundo están llenos de gente que no puede orinar y en los lechos del amor muchos ya no alcanzan la erección. Tener conciencia de esas funciones fisiológicas es mostrar agradecimiento con nuestro propio cuerpo. Como eructan los nepaleses de satisfacción después de una buena comida. También en Michoacán se eructa en tal situación. El que padece de hemorroides se levanta de la taza y la ve llena de sangre en tanto siente un dolor inmenso que llega hasta el alma. Y con infinita nostalgia recuerda, ahora sí, cuando gozaba de salud.  Es hasta que perdemos la salud que pensamos en la salud.  

Regreso al tema de los filósofos, me dice,  y digo que, en lugar de reunirse en congresos, a seguir con su eterna guerra florida entre los opuestos, mejor practicar la diáspora voluntaria. Agarrar la mochila e irse cada quien por su rumbo. Como los antiguos califas que, disfrazados de mendigos, se mezclaban con el pueblo del mercado. Sospechaban que sus consejeros y aduladores no les decían la realidad de la calle. En el mercado escuchaban...Conocían esa realidad.  Se ejercitaban en el verbo escuchar. Sería  el secreto de Oscar Wilde como escritor. Estaba atento de lo que  la gente decía. Cuando pasaba volando la idea la aprehendía. Y la moldeaba. Lo anterior me hace pensar en un mundo lleno de filósofos de valía y de asombrosas filosofías. Pero que navega en...  No hacen caso de los maestros de las diferentes Edades. Algunos  pensadores son parricidas. “¿Es que ni los muertos nos hacen buena compañía?” se pregunta Eduardo Nicol cuando recuerda a su maestro Husserl. Se la pasan matándolos en los congresos.  Se quiere inaugurar una Edad pero consideran que para ello es necesario sepultar al rey que acaba de morir. El pueblo maya veía en el  cadáver, del soberano que bajaba al submundo, un ente nutricional que aun muerto seguiría alimentándolo. Sócrates, en cambio, ha recibido más cicutas que arenas tiene el desierto. Alegoría tras alegoría. Porque sucedía en ocasiones que el trono se quedaba vacío. O éste quedaba muy grande para el sucesor. Cada vez que veo en la calle a un muchacho, dentro de un enorme pantalón de los llamados “cholos”, me acuerdo de esos filósofos parricidas de los congresos.

Como sea, el hombre no puede vivir sin un mundo, observa Emerson. ¿Qué soy yo sin mi microscopio, mi contexto académico y social y mi tarjeta mágica? Ha, ¿y sin teléfono celular? La verdad debo confesar que el desierto amenaza apabullarme. No tanto por su inmensidad si no porque, de pronto, me he visto aislado de mi hermoso contexto citadino. Aquí, un correcaminos o una serpiente y no se diga una águila, están en su elemento. Por millones de años sus mecanismos de adaptación se han desarrollado. Un hombre no debería ir a ningún lugar al que no pueda llevar consigo  toda su esfera o sociedad, agrega cruelmente Emerson. En la ciudad se sigue considerando a la Edad Media, y a la Reforma religiosa, como episodios antitéticos de la historia. No me gustaría seguir escuchando ese cuento de aldea a mi regreso del desierto. Ya sé cómo soy allá. Me pregunto ¿cómo seré aquí? Por lo pronto voy con mi mochila a cuestas como el cangrejo lleva su concha. Es toda mi casa, mi cocina, mi recamara y mi sociedad. Todo eso en una simple bolsa. De pronto me abruma la consideración de la doble tarea. Descubrir el mundo del desierto y el descubrimiento que no me conozco cabalmente a mí mismo. En un mismo mundo vivimos hombres rudos y otros refinados. Las grandes ciudades- Estados sucesivas del Valle de México, de la antigüedad, se habían degenerado y caído mucho antes porque se volvían muy refinados. O se tiraban a la molicie. Como los ejércitos germánicos cuando eran mercenarios de los romanos. Llegaban fuertes a Roma y, cuando algún tiempo después dejaban la ciudad, eran unas piltrafas. Así los chichimecas.  Eran las sucesivas aportaciones de hombres bárbaros de la estepa norteña los que  revitalizaban a esos “reinos” del gran valle. Generaciones más tarde, cuando estos también conocían cierto nivel de finura, llegaba otra oleada de salvajes y a su vez eran barridos…

La conquista española fue lo que salvó a los aztecas de un final humano…   

 

                                                               II

Al fin cae la noche y, en este universo de soledad que va cruzando, ve que  hay cosas reales que jamás se alcanzarán. Están las impresionantes miríadas de estrellas que  cuelgan sobre la cabeza y el techo de la tienda. Su número es de tal modo abrumador que parecería la obra de un pintor al que se le hubiera pasado la mano con la escenografía y cayera en la exageración. Y, si presta atención y se queda  viendo por un buen rato hacia la sima negra del cosmos, ve que éste está  más vivo y con un movimiento mayor que la gente al cruzar atropelladamente las atestadas avenidas de la ciudad. Dado que nos encontramos alternativamente parados en este planeta y suspendidos apenas de los pies con la cabeza hacia abajo y otras veces hacia arriba o en posición horizontal, podemos escribir la  palabra “cielo” de manera indistinta como sima o cima. Una  serpiente luminosa, de por lo menos mil universos, se retuerce arriba. ¿Cómo es que somos parte de ella y nos es dado  observarla al mismo tiempo? ¡Así de grande es! Cuando cruzamos el mar en barco sólo podemos apreciar un horizonte lejano pero al fin y al cabo reducido con respecto a cómo es en realidad. Esto lo sabemos por los días que dura la travesía o al consultar el mapa. Pero aquí podemos ver la inmensidad del cielo de un solo vistazo. Se pregunta qué tiene de extraño que la pirámide de Tlahuizcalpantecutli, en la Ciudadela de Teotihuacán, muestre una enorme serpiente de roca al pie del tablero. Y que la figura de la serpiente sea omnipresente en el México antiguo. Cree Ernest Jünger que para Nietzsche la serpiente  tiene una gran significación y que éste  la nombra como el más inteligente de los animales. Pero debemos advertir que aquí ya se cambió  la jugada toda vez que se trata  de la cultura occidental. Allá es un sabio y acá un ente divino.

A través del mosquitero de su tienda Cork, tendido en el piso, bajo cuarenta y ocho grados, veía el cielo “Aquí sí que hay estrellas- le decía a Toci en el “correo-.¡Impresionante, casi tengo miedo! ¿Qué ves tú sobre los Andes, arriba de tu cabeza en noches despejadas? ¿O te ocupas en pintarte las uñas?”

La muchacha miraba a las estrellas y  contestaba: “Casi siento nostalgia por el siglo catorce europeo. Por las encantadoras polémicas de los filósofos y teólogos medievales que se preguntaban si la tierra es la que se mueve o son las estrellas y nuestro planeta permanece fijo. Me acuerdo sobre todo de Nicolás Oresme. Pero Heráclito ya había tenido esa intuición que la tierra es la que se mueve”.

De inmediato se arrepintió de haber escrito la palabra “intuición” porque el otro, desde el desierto de los hohokams, podía soltarse con una parrafada de veinte cuartillas sobre el tema de la intuición. Por lo que se apresuró a decirle: “¡Ya deja de estar molestándome con eso de que me paso los vivaques pintándole las uñas”.

-¿Sabes por qué- me preguntaba, a mí, hasta mi isla del centro de América- a la cultura y al mundo occidental, estando en el este, se le llama occidental? Porque así se le decía desde China. Acuérdate que  China  está en el mismo paralelo que la bota italiana, pero en el este…Es decir en el oeste, visto el asunto desde China.

Te aseguro que hay personas que, sin estar acostumbradas a ver el cielo del desierto, se impresionan de tal manera, al observarlo, que llegan a experimentar mareo y se apresuran a bajar el ángulo de visión. A mi me sucede  cada vez  que levanto la vista en la noche hacia la  increíble serpiente de luz, pienso en esa cosa que nos contó Newton. Y también que si tan sólo un segundo esa fuerza aflojara, caería yo como manzana hacia la sima sin fin. ¿Puedes imaginar la carretera llena de vehículos que va de México a Pachuca llevando sus “quemacocos” hacia el vacío y sus llantas pegadas y rodando a toda velocidad hacia “arriba”, como una hilera de hormigas que recorrieran la parte inferior de la rama de un árbol? Te escribo desde la insolación, no bajo la sombra del  peyote.

Y en tanto el desierto y estos paralelos se abrasan por falta de agua, sabes que  en el sureste del país el agua se vuelve letal. Grandes laderas se desgajan y sepultan pueblos debido al reblandecimiento de sus laderas. La naturaleza distribuyó el agua de una manera y los hombres la llevamos de manera distinta. Muchos conflictos por su distribución están estallando entre los países y otros peores siguen gestándose. En México se busca crear una “cultura del agua”.Se abusó de la tala de bosques y no se enseñó a la gente a leer libros. Parecen temas tan lejanos uno de otro...El petróleo, la electricidad y demás cuestiones energéticas pueden tener otra oportunidad con sucedáneos. Pero el agua no. No recuerdo si ya te habré contado que hace dos décadas se perforaban pozos en el Valle de México a cien metros de profundidad. Después los taladros debieron irse hasta los trescientos. Además de estar sellando cada cincuenta  para evitar que la contaminación de los niveles superiores se filtre hacia abajo. La tecnología y costo que eso implica es enorme. Pienso todo esto acuciado por la sed. Como en la ciudad no se tiene sed, no se piensa en ello. En verdad te digo que, con el agua que alguien lava su automóvil, se podrían salvar cinco vidas en el desierto.

Estoy lejos de las aguas contaminadas por el mercurio, el arsénico y el plomo. Creo que mi sistema nervioso está a salvo de estos potentes neurotóxicos. En tres siglos de colonia española se utilizaron en México cuarenta y cinco mil toneladas de mercurio para la minería. Volátil por el calor, de los mantos freáticos se va a los ríos y lagunas, el sol lo evapora y vuelve a precipitar. Algunos animales que cazo para comer vienen de lejos, sobre todo las aves, y esos traen el mercurio. Si las frágiles mariposas van de Canadá hasta Michoacán, da por seguro que esas aves vienen de Zacatecas, Guanajuato, Hidalgo y San Luis Potosí, distritos eminentemente mineros. Puedo refugiarme en mis latas de atún, salmón, pez espada y tiburón que llevo en la mochila. Gran recurso. Los sedimentos de los ríos, su cauce y sus estuarios, tienen altas concentraciones de mercurio. A esto hay que agregarle el temible conservador “botulitis” de las latas. En las plantas silvestres de las márgenes de los ríos y lagunas hay contaminaciones altas de metal. Estas plantas silvestres las  comen las aves que a la noche estaré dando vueltas sobre las brazas de mi fogata para una sabrosa cena. Me doy cuenta que necesito cambiar el rumbo de mis deducciones pues de otra manera acabaré mis días en una sala de hospital golpeado por el cáncer. Más tarde frente a la fogata, en tanto doy vueltas a mi ave sobre las llamas, miro las estrellas y pienso en las culturas  que se tragó el desierto, como hacia  Kayam con un jarro de vino en la mano. Y acabo diciendo en voz alta, como él, solo entre la noche y en la inmensa llanura: un vaso de vino, una muchacha (es decir: Toci) y después otro vaso de vino...

Si miras  con más cuidado, encontrarás que, ya en un plano más cercano, hay “estrellas” que se mueven de una manera que es difícil encontrar la explicación del  desplazamiento increíble. He podido observar, por ejemplo, una” estrella estática” que de pronto se pone en “movimiento” recto o lineal y en término de diez segundos, o algo así, se hace tan pequeña a la vista que la pierdo  en el horizonte. Otras estrellas, o lo que sean, están “paradas” y al rato se ponen en movimiento pero siguiendo una trayectoria completamente absurda. La manera más simple y exacta para describirte esto es que te imagines a un “papalote” en el cielo llevado y traído por el viento, en ocasiones cambiando de dirección bruscamente, en ángulos de noventa grados o regresando de pronto, en ciento ochenta grados, llevando instalado una fotolámpara brillante de esas que utilizan los fotógrafos. Ya sabes que se han desarrollado hipótesis  de civilizaciones  extraterrestres que nos visitan o de armas secretas de los gobiernos. O brujas que viajan montadas en sus escobas envueltas en una bola de fuego. Como sea, te aseguro que  estoy impresionado por estas cosas, que pasan arriba de mi cabeza algunas noches. En ocasiones he sentido temor.   No lo vas a creer, pero hay veces que  hasta me he abstenido de prender mi lámpara de mano o encender la fogata... ¿Puedes entender que siendo yo el único habitante en una extensión de doscientos kilómetros de erg a la redonda, y mil de llanura, o más, tenga miedo que alguien me observe desde las estrellas? ¡Solo en mil kilómetros a la redonda! ¿Imagina el inmenso poder de adaptación que tiene el humano! El mes anterior estaba en una calle atestada de Nueva York, tomando cerveza con un marinero de origen irlandés, y ahora en la planicie desolada. Solamente el tremendo calor sigue más allá de la aclimatación que haya podido lograr. Los habitantes de las  poblaciones situadas en climas templados no creen mucho en esto de las altas temperaturas. Chicago, un poco al este y al norte del país, se vio azotado de pronto en 1995 por una onda cálida y húmeda procedente del Golfo. En tan sólo pocos días murieron quinientas veinticinco personas a causa de  temperaturas que subieron a los cuarenta grados.

Pero te estaba contando de las cosas próximas que tienes en el desierto y  no se alcanzan. Otra es el Sol. Los norteamericanos han instalado en Carrizo, California, muchos kilómetros de celdas para aprisionar energía solar y la están aprovechando de lo lindo. Tan lógico como el utilizar las caídas de agua para el mismo fin.

Por las mañanas brota el sol, casi de pronto, de entre las arenas, como cuando lo ves salir, grande y rojo de entre las aguas del mar, frente a la Isla del Carmen en Campeche. Parecería que es suficiente correr a lo alto de la duna de enfrente para poder tocarlo. En las tardes es algo diferente pues su ocultamiento detrás de la sierra o de las arenas rojas proyecta una sensación de lejanía.

La otra situación que sucede en el desierto es que en ocasiones, en el cielo cercano arriba de la cabeza, se juntan vientos de tan diferentes temperaturas que se arma una verdadera revolución atmosférica de todos los diablos. Como si fuera a caer la más grande de las tempestades. Y, sin embargo,  pueden  transcurrir años sin que en ese lugar caiga una sola gota de lluvia. Lo que sí cae es granizo como no te lo imaginas. Son bolas de hielo tan grandes que matan al ganado. Golpean  y hay que poner la mochila en alto a fin de proteger la cabeza. Un poco en la exageración, algunos dicen que son del tamaño de una pelota de béisbol, pero sirve para dar idea de lo grande de esos hielos.

Hay veces que veo indias casi desnudas, en la aldea comanche, bailar por las madrugadas en derredor de una enorme fogata orando de esa manera hacia la Luna, en el fondo de las grandes dunas. Veo a Toci...Luego despierto y  tengo conciencia de las cosas. Pienso  en lo que me  escribió  cuando bajó a Mendoza: “Consulté a un médico. Esperaba que me recetara algo para cuando pienso en ti y me sube mucho la temperatura. Salió del consultorio a un cuarto del fondo. Regresó con su miembro erecto y mostrándomelo. Dijo que era mejor que cualquier pastilla sedante. Le arrojé el cenicero en la cara y llena de coraje salí a la calle. Sobre todo enojada conmigo misma. Debí haber ido con una doctora. Eso me proporcionó la oportunidad para poner en claro, o reafirmarme, en el propósito de no traicionarte”.

No podrías traicionarme, le contesté. En realidad no hay ningún compromiso entre tú y yo. Eres completamente libre. En tanto no te comprometas y me prometas, en el centro de una ceremonia de la etnia, ya sea religiosa o civil, que renuncias a tu soltería. Nadie te obliga a hacerlo y yo no te lo pediré. Conmigo se acabaron esos tiempos. Entre tanto, puedes hacer lo que se te pegue la gana con tu cuerpo. Hasta puedes permanecer soltera. Llegado a este punto no te lo recomiendo. Estoy de acuerdo con Lawrence cuando dice que toda mujer debería casarse aunque fuera con el hombre que no le conviene…Más vale tirarse al agua y veremos qué pasa que permanecer en la playa contemplando por siempre al mar. Acuérdate de una vieja y hermosa melodía que cantaba una de las hermanas Landín y cuya letra decía en una de sus partes: “la juventud se va aprisa como el viento. Hay que tener valor y darse de una vez sin miedo, juguemos el albur, juventud hay una y nada más.” ¿Qué te parece? Y me contestaba: “¿Que qué me parece? Que ahora ya somos ciento treinta millones de mexicanos… Y pronto seremos el doble… Y tú sales con esas ocurrencias. ¡Ah, y ni creas que te escaparás! ¡Te conozco y sé que piensas en mí para siempre!” 

                                                                  III

En la tribu comanche los estereotipos de cultura y sociales son patriarcales. Sus creencias duran cientos y hasta miles de años. Tienen que ver con los mitos religiosos y con la forma de organización del grupo. La actitud del conjunto a través de los ancianos. Sus entornos de subsistencia y la referencia con los otros grupos semejantes o diferentes a ella. En la ciudad la acción de la publicidad rebasa a la enseñanza de las aulas universitarias, inclusive. Tiene una movilidad vertiginosa. Se desplaza en función de la ganancia. Erige estereotipos o los arroja a la basura. Tiene esta su servicio un ejército de capaces profesionales. El enfoque de los masculino y lo femenino está en el centro de la cuestión y desde ahí se mueve al comercio. La hepatitis mata más millones de vida en todo el mundo y es un dato casi desconocido. En cambio la publicidad asegura que  el sida es lo más mortal y en torno de ellos se desplazan muchas cosas de la industria. En la Universidad Nacional  el cincuenta y tres por ciento de la matricula son mujeres (en la Facultad de Odontología el ochenta por ciento).Te digo esto porque la publicidad está diseñada para señalarles conductas a seguir en lo que destacan  la obsesión por la belleza y el mundo maravilloso de la compra fácil. La publicidad no quiere estereotipos ajenos a los suyos y mucho menos que duren mil años. Se deshidrataría  como el microbio dentro de un frasco de azúcar. Lo que necesita es vender.  La publicidad lo primero que vende es la idea y después vende el producto para subsanar esa prefabricada necesidad.  Nos dice de la inmensa soledad que padece el habitante de la ciudad a la vez que empieza a fabricar   celulares. Por eso vamos encontrando por todos lados que la vida de la etnia parece un mundo anquilosado. Y el ataque es más salvaje en la medida que sus productos suntuosos no pueden penetrar en ella. La etnia tiene otro tipo de suntuosidad.

 Toci sabía que Tom Sawyer era feliz yendo y viniendo por donde se le pegara la gana. A la hora que quisiera y con quién él decidiera. ¡Hasta que conoció a Becky Thatcher...Si, Tom prefería ser, todo un año, bandido en la selva de Sherwood mejor que presidente de los Estados Unidos toda la vida, porque él no podría imaginar la vida sin aquello que tocaban sus pies y llenaba su vista y su alma.

-Por lo pronto-le decía Cork- espero que, en la Cordillera Central de los Andes, en el sector en el   que te encuentras trabajando, traten bien al turismo. Te digo esto porque ya sabes que el crecimiento de la población de las ciudades es un factor importante que tiene que ver con los turismos tradicionales y al que han llamado alternativo. Ambos generan muchos millones de pesos al año. Por varias razones la ciudad es un lugar maravilloso para vivir, por más deficiencias de planeación y lacras sociales que tenga. 

-Tienes razón. Escuelas para estudiar, teatros, oficinas, fábricas, cines, salas de concierto, parque de esparcimiento, cervecerías...Siempre será una gran cosa haberla inventado. Pero la excesiva proximidad de las personas hace que de manera cíclica la abandonen temporalmente. Se van a descubrir lo que hay más allá de la última calle. “Nadie quiere vivir donde está, todos quieren vivir una fantasía”, lo oí en la película norteamericana Bajo el mismo cielo.Ven que hay montañas, bosques, desiertos y valles bellos e infinitos. La cantidad de dinero que derrama el turismo por todos lados es importante. Beneficia al comercio organizado y también al improvisado. Este quizá sea el mejor librado porque no paga impuestos ni renta. Empero,  esta industria no sabe cuidar a sus clientes de los depredadores. Pasa lo que en el famoso barrio de Tepito de la Ciudad de México. Les interesa la ganancia pero no están dispuestos a invertir en la seguridad de los que compran. Tanto el turismo de las ciudades como el de la aventura alpina sufren continuos asaltos y hasta asesinatos y desaparecidos. Hay pueblos en los que los atracos reiterados quedan impunes para siempre. En el elevado puerto entre el Popocatépetl y la Iztaccíhuatl hay diez kilómetros del más hermoso panorama alpino para acampar. Los asaltantes suben de los pueblos de las vertientes oeste como de la del este. Hace mucho que ya no se ve una tienda de campaña ni en Altzomoni ni en la Joya. En la Iztaccíhuatl, arriba de San Rafael, ha habido asaltos a grupos de jóvenes estudiantes que han robado y violado de manera multitudinaria. En el cráter del Nevado de Toluca, lugar extremadamente hermoso para acampar, arriba de los cuatro mil y al borde de la laguna de deshielo, ha habido asesinatos sin que   los montañistas hubieran logrado siquiera salir de sus tiendas de campaña. La carretera de veinte kilómetros para el Popocatépetl que lleva a las montañas nevadas, saliendo de Amecameca, en el Estado de México, muy frecuentada por toda clase de turismo, es lugar inseguro a partir de San Pedro Nexapa. Un poco antes de llegar a Tlamacazcalco hay un sitio, en la margen derecha de la carretera y próximo a ella, muy amplio entre el bosque. Bellísimo porque desde ese sitio se tienen a la vista las dos grandes montañas nevadas y un panorama alpino inmenso. Como el que se ve desde la cumbre del Tupungato. En la temporada alpina, que en México comprende invierno y primavera, acampaban al menos cincuenta tiendas de extranjeros procedentes de Asia, Europa y Estados Unidos. Se iban y llegaban otros. Un día fueron asaltados por un grupo que llevaba armas de fuego y, según dijeron, algunos hasta metralletas, como en las películas y todos cubiertos el rostro con pasamontañas.  Cuando regresaron a su país, dieron aviso del hecho a las agencias de turismo del mundo. A partir de ahí una x  se puso en los itinerarios a visitar de la propaganda escrita. Desde entonces ese lugar permanece abandonado. De esta manera México reafirmó en este renglón, el turismo de montaña, su fama de bárbaro. Y abajo, en Amecameca, Chalco y la misma Ciudad de México, los hoteles, moteles y restaurantes, vieron mermadas sus ganancias.

Al menos por negocio tendrían que sanear las poblaciones subyacentes a los volcanes.

                                                                       IV

Cualquier insomne  en la montaña puede abandonar su tienda y caminar un poco por el sendero  del bosque, me contaría  más tarde Cork. Yo no puedo hacer eso aquí en el desierto. La fauna nocturna podría dar cuenta de mí en cualquier momento. Hay muchos ojos rojos atisbando hacia mi refugio de tela. Entonces entiendo que  es el tiempo que me enderece dentro de la  tienda y encienda mi computadora para escribir. Al final pensaré si te la envío o se la mando a Toci. El caso es que  en la primavera asistí a una conferencia sobre el pensamiento nietzscheano, en la Facultad e Filosofía y Letras de la Universidad Nacional. El público, todo universitario, que llenaba el amplio auditorio, tenía un promedio de edad de unos veinticuatro años. ¡Doscientos jóvenes potenciales dueños de la voluntad de poder! Era en realidad la presentación de un libro recién salido de la imprenta cuyo tema desglosaba algunos aspectos del pensador alemán: Apolo y Dionisos, estar en posición de descubrirlo y estudiarlo todo a partir de la muerte de Dios, el hombre fuerte sobre el hombre masa...Salí a tomar una taza de café en el recibidor del auditorio antes que terminara la presentación. Fue cuando daba el tercer sorbo a mi delicioso café negro que me llegó una frase desde el recinto cercano: “Pensar desde la ausencia de perspectivas establecidas”, recomendaba  Nietzsche. Era la muerte de la tradición. Imaginé a esos países que, para que produzcan un geólogo, no cuentan por ahora en sus Facultades universitarias con la carrera de Ciencias de la Tierra. Desde luego carecen de los estudios de postgrado como maestría, doctorado y posdoctorado. Estaban en la posición ideal. Tenían que partir de cero, como soñaba Nietzsche. Lo que se llama cero. Cuando puedan establecer por fin un doctorado, habrán pasado cinco siglos. Y los países que  ahora tienen ya el doctorado, les llevarán cinco siglos de ventaja. Y entonces  no sería difícil  que  se repitiera el infanticidio, de Herodes, aplicado a los científicos en potencia. Podría ser por medio del presupuesto a la universidad pública. Se me ocurrió que es así  como un pensamiento, al parecer revolucionario, puede llevar a la dependencia y a la esclavitud. ¡Que descubran otra vez la vida mientras nosotros llegamos a las estrellas!

Si es verdad que nuestro ego creó el universo (una de tantas maneras de restarle méritos a Dios como creador) debo confesarte que mi ego, puesto en medio de la inmensidad de la nada del desierto, se encuentra un tanto apaleado. Y más que creador me encuentro en la posición de aprendiz. Esto del ego, es cierto, rebota lleno de suficiencia en todas las oficinas y calles de la ciudad. Y es inevitable el choque de egos. Pero aquí el ego está desnudo. No hablo del dionisismo nietzscheano ni de la disolución del ego heideggeriano. Sólo que el mío está impresionado con el hábitat. No quiero dominar el hábitat. Quiero sentirme a gusto en él. Tampoco tengo dificultad en aceptar que aun puedo personalizar al desierto. Ninguna novedad, por cierto. Nuestras etnias personalizaron y seguirán haciéndolo, a  los elementos naturales. No hay montañas sin valle ni aparato volcánico sin rocas ígneas. ¿Por qué tendría que haber un desierto tan bello sin alma? Yo no lo creo y,  si es como pienso, ¿por qué tendría que sentirme solo? Una de las creencias étnicas es que todo está animado por sí.  Es el rico panteísmo indígena. Sólo que ahora algunas tienen forma de  cuarzo, saguaro, cuetzpalin o, como se dice en estos lugares, lagartija, lechuza, serpiente, viento, humano. Esto último se parece a la metempsicosis… ¡Y enhorabuena! Hay respeto por cada manifestación de la naturaleza. ¡Mira a qué grado de destrucción nos llevó el razonamiento puro! ¡Que vengan al desierto  todas esas voluntades de poder y acabarán como perros flacos en medio  del Periférico en un día de viernes por la tarde! Casi puedo asegurarte que, para explicar al mundo, recurrirán, como en una telenovela, al socorrido recurso de deus ex machina, no al razonamiento lógico. Se reían los europeos del siglo dieciséis cuando observaron que en México un sacerdote (nada de sahaman ni héroe cultural ), a la cabeza de un grupo de gentes, y todo respeto, quemaba copal antes de derribar a un árbol: “Debes de saber- le decía el sacerdote  al bosque-, que no es sin motivo por lo que vamos a cortarlo. En verdad lo necesitamos”. El sacerdote indio fue asesinado y arrojado al barranco. Y tras esa risa burlona llegaron los aserraderos organizados y la tala sin compasión ni reforestación. La Comisión Nacional del Agua tendría ahora  otro panorama por delante si nadie hubiera tocado, ni derribado, al Dios Tlaloc de la cumbre de la montaña del mismo nombre...Ahora hay que perforar a mil quinientos  metros de profundidad en la antigua laguna de Texcoco. En pocos años habrán llegado al nivel del mar…

No se puede romper el tabú y salir incólume. Tabú es una señal de alarma frente a lo que hay que andarse con cuidado. Sólo se le puede aproximar mediante procedimientos de reverencia y precaución. Y hay que observarlo bajo peligro de perecer. Desde luego tiene su lógica. Hubo quien se reía de eso y mataron a aquel sacerdote de Tláloc. Ahora nuestros bosques han desaparecido. Hay en su lugar laderas desnudas y los mexicanos se dan prisa en cruzar la frontera norte antes de perecer. Es como cuando el médico le recomienda al joven iconoclasta que va a la fiesta donde abundarán las bebidas embriagantes: no tomes más de un highball por cada hora que permanezcas en ese lugar. Si el muchacho no hace caso a los mecanismos metabólicos acabará loco y siendo el payaso o el terror de la fiesta. Algo parecido sucede con el peyote o la marihuana laicizados. Nadie puede salir ileso sino hay respeto frente a las potencias espirituosas. Puede perecer víctima de actos irresponsables o amanecer en una celda de la que no saldrá con facilidad, a menos que papá tenga toda la plata de las montañas de Hidalgo, Zacatecas y San Luis Potosí. Pero en adelante, en lugar de tener enfrente a un tabú llevará cargando un estigma por todos los días de su vida. Solamente en el cristianismo apostólico romano puede el hombre enfrentarse con Dios, desobedeciéndolo. Si después hay una reconsideración del transgresor todo volverá a la armonía en el Cielo y en la Tierra. Ome Tochtli no es así.   Es más contundente que  el Dios de los musulmanes. Alá todavía advierte. Ome Tochtli, dios del vino,  puso de tal manera las cosas que se van a la causa y el efecto de manera inevitable y sin marcha atrás. El que se tomé libertades con El, tendrá que pagar las consecuencias en la medida (o en la cantidad) de su falta. Si el hombre es respetuoso, entonces será distinguido  por la deidad con el premio más apreciado por hombres y sobre todo  por las mujeres y es la virilidad de su miembro. Si abusa, la impotencia será la primera señal del castigo.

Al caer la noche encendió una pequeña hoguera con ramas de pequeños y ralos arbustos que crecen entre la depresión de las dunas. Luego de quitarle la cabeza y la piel a una víbora, que hacía tres horas se le había cruzado en el camino, la arrojó entre las brazas. Fue una fracción de tiempo corta en que se decidió el combate. De otra manera Cork hubiera sido el que estuviera en ese momento recorriendo el camino lento pero inexorable hacia el interior de la serpiente.  

Rodeado de las crestas de arena estaba protegido contra esos vientos nocturnos impredecibles que suelen adquirir una destructora violencia. En otras ocasiones buscaba deliberadamente instalar la tienda en lo alto de las dunas. Aprovechaba así hasta la más débil corriente de aire que lo refrescara dentro de la temperatura agobiante.

Con la primera mordida que dio a un trozo de carne casi carbonizado, recordó fugazmente todo un bagaje cultural de su pueblo. Fortalecer el cuerpo con las proteínas y recuperar las energías perdidas. Pero también la energía espiritual que aquel animal representaba. Doble alimento. La base del canibalismo ritual. En México - Tenochtitlán sólo se comía a los guerreros enemigos tomados en cautiverio. Jamás a los otros. De otra manera no se podría explicar cómo, en el largo sitio de mil quinientos veintiuno, morían muchos aztecas de hambre teniendo sus calles llenas de cadáveres. ¡Si la gente supiera cuantos ejércitos modernos, de nuestros tiempos, se han visto en la necesidad de comerse, literalmente, a sus enemigos!

Todavía pensó, antes de dormir, que la vida y la  comunidad de una tribu se deriva del pasado, por medio de sus tradiciones. A diferencia de la comunidad de un sindicato que tiene su base de sustentación en el contrato colectivo que siempre estará viendo hacia el futuro. Pero que una vez conquistado el CCT también estará viendo  en ocasiones hacia el pasado pues será parte de su historia. La etnia sólo funde el tiempo pasado-presente.

 

 

                                                                                 

 

 

 

                                                                                                                                    

           

 

 

                                                                                

 

 

 

                                                

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                          2

                                                                           I

Tienes razón. El artículo sobre Rembrandt lo elaboré sobre unas  notas tomadas  en una conferencia que dio Rita Eder, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, titulada “El significado de la luz  en la obra de Rembrandt”. Fue  en el Colegio de San Ildefonso, de Justo Sierra, en el centro histórico, de la Ciudad de México.

Sola entre montañas, escribió Toci, entiendo el insospechado valor que tienen los pueblos en las maneras de comunicarse. Hablar y expresarse anímicamente. En la ciudad es un constante comunicarse unos y otros. Y en tanto se habla se apoyan las palabras con los movimientos de las manos, la cara y los ojos. El cuerpo todo. Hacerlo, y recibirlo, ya sería suficiente para que reinara la felicidad. ¿Cómo se puede sufrir soledad existencial en un ambiente cálido  donde hay semejante interrelación? A los treinta minutos de estar sola en la montaña  me doy cuenta que “estaré usando mi yo como contracción del nosotros”, dijo la superficial Libby a la encantadora Bruja Adolescente, Sabrina. También se descubre que es tanta la comunicación que más bien hay que seleccionarla. Empezando por dejar de lado al que usa su yo como contracción del nosotros. Ese se ama tanto que haría bien en plantarse frente a un espejo y hablar él solo. Es monologuista de nacimiento. Trasmisor obsesivo. La versión humana del aparato de televisión. Necesita receptores totalmente pasivos y sin que cuenten con posibilidad de réplica.

Las mujeres de su etnia estaban organizadas en la fabricación de artesanías desde dos generaciones atrás. Era en realidad un pequeño negocio pero floreciente que había logrado extenderse, con algunas mujeres mazahuas que vivían en Estados Unidos y en Canadá. En la Ciudad de México Toci ayudaba a atender el negocio, en las banquetas de las calles de Coyoacán, al término de las temporadas alpinas. Tenía una maestría  en matemáticas y su cultura, que había abreviado desde niña leyendo cuanta obra de filosofía y novelística caía en sus manos,  era de un nivel superior a cuanta secta literaria bogaba en   los presupuestos oficiales.

Todo eso le daba una comprensión real de la situación en la que viven los jóvenes en algunos países al sur de la frontera. Condenan sus gobiernos a  millones de ellos a no existir. A los cuatro millones de desempleados, adultos, hay que añadir cincuenta millones de jóvenes no empleados y no escolarizados. Los países que no tiene una economía sana no cuentan sus habitantes con la manera de realizar sus potencialidades fiscas e intelectuales y darle contenido a sus vidas. “No hay existencia sino hay un contenido de la existencia”, leía en Jean Whal de su obra Introducción a la filosofía. Sus sistemas de educación además eran pésima para los pocos que sí lograban entrar a estudiar. México en 2016 era de los más bajos para la Organización para la Cooperación  y Desarrollo Económicos (OCDE): “México se encuentra muy por debajo del promedio de la OCDE en ciencias, lectura y matemáticas, al obtener en estos tres campos una media de 416 puntos frente a los 492 de los 34 países que conforman el organismo.”

 Sola en la Cordillera aprecio todo eso. Puedo cantar un rato pero, con quién hablar. ¿O con quién reír? Aprecio más que nunca que, nada más sentarse a charlar con el otro, en una mesa del café, es todo un acontecimiento. ¡Quiero hablar y que me hablen! Comunicarme con la computadora es un buen sucedáneo. Pero así solamente veo lo que dices, pero no te escucho. Me hace falta  ver cómo apoyas las palabras con los movimientos de tus ojos y de las manos.

En el silencio vivo de los cinco mil, al borde del glaciar, parece una bobada el juego con el que los habitantes del valles entretienen sus ocios.   El anarquismo es una rebelión contra el conservadurismo y el conservadurismo es una rebelión contra el anarquismo. Como veo la cosa es que en los próximos cuarenta y cinco millones de siglos seguiremos entretenidos con tan maravillosa antinomia.

En ocasiones, al descender al valle, se metía en alguna ermita del desolado sendero andino y oraba al Dios de los católicos. Se sentía  a gusto  con si Declaración  de Principios que es la defensa de la vida a través del amor expresado en la caridad. En dos mil años eso ha sido así. Recordando las palabras de Chesterton: “La Iglesia no puede desviarse ni el espesor de un pelo, si es que debe seguir su grande y osado experimento del equilibrio irregular”. El oficio del alpinismo lleva a ver con frecuencia la proximidad de la muerte( a semejanza del que limpia ventanas en los edificios altos del Paseo de la Reforma, que los guerreros en combate, que los toreros o que los bomberos), de ahí que las ideas que estén por la vida sean para ella bienvenidas. Se inclinaba al Dios de los cristianos con el mismo respeto que lo hacía con ls dioses de su etnia. Le gustaba la manera de practicar el amor al prójimo mediante la fórmula que une al cielo con la tierra (eso que durante siglo han buscado los filósofos con su razón práctica)y que se conoce como las tres virtudes teologales. Fe, Esperanza y Caridad. Esta última es la que ha dado fuerza a la Iglesia durante veinte siglos. Sin la Caridad, se decía a sí misma, las dos primeras virtudes será puras paparruchadas. Y la Iglesia quedaría convertida en una de tantas iglesias, nido de oradores y, para oradores, se dijo la muchacha al colgarse su mochila al hombro, tenemos de sobra en cualquier partido político, maestros de la sofistería. Se persigna y reemprende su descenso por el sendero que la lleva a la aldea. Siente, mientras camina, que el futuro está condicionado por el pasado pero ahora la Caridad supera la antinomia de Evolución y Creación y es de esperar, con bases firmes, un ascenso en la calidad de vida de las personas.

Va entre un mundo geológico de inmensas laderas que se desintegran y se rehacen en su finitud. Recordó a su filósofo favorito, Jean Whal: “dentro de esta finitud vamos más allá de nosotros mismos”. Si la filosofía es la comprensión de la existencia real, la Caridad es el boleto para el cielo de lo irreal.

Y en esta soledad del sector central de los Andes, entre las más altas montañas del continente, percibo otra manera de comunicación. Es la forma que tienen los pueblos por medio de la arquitectura. Guanajuato, por ejemplo. Hay ahí todo un compendio de historia. Política, cultural, tecnología, antropología... ¿Quién podría decir todo lo que hay en la Ciudad de México? ¡Un caos de expresión! ¡Síntesis apretada de historia! En los lugares en los que podemos descubrir homogeneidad es en los fraccionamientos habitacionales. Funcionales lo mejor posible según el espacio disponible. Más ya no es la expresión de un pueblo. Es la de cada individuo. Nuestros  arquitectos tienen la preparación necesaria, pero el cliente, que es el que paga, no siempre la tiene. Sólo quiere una casa “así o así”. El resultado es que la misma solución de vivienda la encontramos en Brasil, Perú, Estados Unidos o en España. El diseño de las viviendas ya no se elabora en el alma del pueblo, si no en las mesas de trabajo de las compañías constructoras. Dejaron de ser expresión cultural de la gente... 

Yo acabó  de leer un trabajo interesante sobre cosas del idioma español. Créeme que nos parece que somos diestros en eso de escribir pero luego de este trabajo que te mencioné como que empezamos a ver   cosas, que dábamos por muy conocidas,  de otra manera.

Arrigo Coen Anitua escribió un  libro con  las faenas lingüísticas que van encaminadas al buen decir. Abundan las etimologías y no son raras las consideraciones filosóficas. Es, en rigor, una serie de relatos, experiencias del autor que casi siempre se detiene para rastrear el origen filológico. Trabajo pensado para el público pero que debería ser conocido por todos aquellos que de alguna manera u otra trabajan de intelectuales. Ya sea porque su actitud profesional sea leer, escribir y publicar o bien para el que escribe  por el placer de escribir. Con el tiempo, a algunos de estos el mundo los conocerá como escritores cuyas obras alcanzaron los vuelos del ensayo o la novela.

Toci tenía desde niña el hábito de leer cuentos, novelas y poemas. Todo después de haber leído su “tarea” diaria  del Copleston, que ella misma se había impuesto desde esos tempranos días de su vida. Además, cosa inusitada en el país, llevaba un diario personal. En ocasiones y debido a lo apresurado de las actividades, era más bien “semanario”. Más en la primera ocasión se metía  a un café y ahí lo ponía al día. Era una pésima lectora de diarios. Compraba El País de España, los sábados, por el suplemento cultural. Pero tardaba días en empezar a echarle un vistazo. “Para ser un país centroeuropeo, con todos los siglos de cultura que tienen, mencionan pocos  clásicos añejos”, se quejaba.

Esta educación literaria la alternaba, en las páginas de su cuaderno, con al menos cuatro factores de la configuración sexual de los años de su niñez y adolescencia. Ella misma era uno de esos factores. Seguían de manera inmediata las costumbres ancestrales de su etnia. Luego los valores que se manejaban en la ciudad. Finalmente la perspectiva, que había encontrado en Plotino y Lawrence, respecto que pudiera ser diferente la educación de los hombres llevada a cabo por las madres y las abuelas, cuando somos  niños.

De esta suerte, era a la vez lectora y escritora. Se preguntaba si alguna vez hubo un escritor que no fuera lector. Le fastidiaba la cháchara en las que las mujeres se enfrascan, entre sí, en un afán de competencia por las cosas y por los hombres o contra ellos. Con el tiempo había aprendido que, las lecturas de cierto nivel, se podían abordar sin importar la tendencia ideológica que contuvieran. Esto la remitía por lo general hacia el terreno de la filosofía. Decía que los filósofos se observan, aprenden y critican unos a otros procurando al menos un mínimo de información. Porque le sucedía con frecuencia que  se encontraba con escritores de partido, y sus tendencias a aldeanizar todo, que iban por el mundo ejerciendo la profesión de críticos literarios.

¿Es Heidegger tu guía existencial?, recuerda que le había preguntado a Cork. No, contestó el otro, mi guía es Tom Sawyer. Luego de un rato, Toci casi gritó: ¿Estás loco? Buena broma.  La gente de la ciudad tiene necesidad de aventurarse en su isla  ignota, pero siempre a la vista de la ciudad. Como una vez lo hicieron Tom, Huckleberry Finn y Joe Harper. Siguiendo sus portentosos sueños, aprendieron, sobre las incomodidades de las playas de la Isla de Jackson, mucho sobre la vida cómoda que se tiene todos los días en la ciudad, empezando por los afectos. Heidegger estudia la vida, y empezó a estudiar el fenómeno de la muerte. Tom Sawyer vive la vida. Y lo hace con la inocencia de los grandes soñadores. Este personaje de Mark Twain es para leerlo a los niños en la edad que juegan a las canicas o al trompo. Y es el libro capaz de sacar lagrimas a los humanos que lo lean cuando han alcanzado los setenta años de edad.     ¡Es una broma, también me gusta Heidegger!

                                                                              II

Esa noche y parte del día siguiente cayó mucha nieve sobre el glaciar en donde Toci tenía instalada su tienda. De tal manera que se vio obligada a permanecer casi cincuenta horas encerrada en su pequeño refugio de tela. Pocos sistemas nerviosos resisten tal prueba. Desde el fondo de la muy confortable bolsa de dormir sacaba la cabeza para investigar respecto de las condiciones atmosféricas. Escuchaba al fuerte viento y a la nieve azotar su refugio. Entonces se volvía a perder en el fondo de su sleeping y, amodorrada por la inactividad, se quedaba otra vez dormida. Al despertar encendía su estufa y calentaba  agua para el café negro.

 Al día siguiente abrió su computadora  y empezó a escribir. Toci anhelaba que Cork le escribiera, a ella,  cosas de amor como hacen dos que no son indiferentes. Mejor aun, que le dijera de sexo, aunque fuera por computadora. Era un experto. Si hubiera estudiado sexología de seguro que tendría ya su doctorado en derredor de ese órgano femenino, pero, ¡estudiaba piedras! Y, por si fuera poco,   sabía que a ese muchacho le gustaban los temas viejos de la historia. En cierta ocasión había viajado a   Toscana y anduvo vagando como un desapercibido turista durante dos meses por la vieja Etruria entre el Tíber y los Apeninos, el mar Tirreno y el río Magra. Sentía una fuerte atracción por el período etrusco. Resignada, Toci empezó a escribirle  algo de la vieja Roma:

La figura de dictador, o emperador, debió llegar a ser repulsiva para los romanos de la antigüedad. Tal vez esta experiencia les venía desde Troya o de sus cercanos y antiguos enemigos y después aliados y finalmente romanos los etruscos.  El caso es que, como una opción democrática, el Senado llegó a ser órgano colegiado que gobernaba a Roma. ¡Ha, la bella democracia! Los senadores eran las salvaguardas de la república. Esto sucedió un poco más de medio siglo antes de nuestra era.

Pero, con el tiempo, alcanzó tan gran medida la perversa voracidad de los senadores, tanto para los pueblos oprimidos por las guerras de conquista, como para los romanos mismos, que llegó un día que los romanos aceptaron la figura salvadora de un dictador. No se trataba de borrar al Senado si no de que, por encima de él, existiera una figura con el poder suficiente para hacerle equilibrio. Algo así como la figura  del presidente dentro del sistema parlamentario actual.

Pero el Senado estaba tan bien estructurado que cualquier señal que amenazara sus posiciones políticas y económicas depredadoras era borrada los más pronto posibles y para siempre.  Salustio   dice que el número de senadores, en esos días, se había elevado  a seiscientos.  Para meter en orden a semejante poder, buscando la salud del pueblo, se necesitaba realizar una verdadera hazaña. Desde luego que ya para entonces se hablaba de la necesidad de tener un sistema parlamentario para lograr la salud del pueblo frente a un dictador. Y es que cuando sucedía que llegaba un dictador lo primero que hacía era cortarles cuantas prebendas podía  a los senadores.

Como sea, la pugna entre los senadores de esa época de Roma  y el emperador no va ser muy diferente de la pugna que más tarde, en la alta Edad Media, van a sostener la monarquía y la nobleza feudal de los reinos romano - germánicos. Es decir los otrora senadores que quedaran con vida después de la caída de Roma y que pudieran convivir con los conquistadores germanos. Como ves, te estoy hablando de los abuelos senadores, romanos, de los que más tarde la historia conocerá como los terribles  señores feudales europeos.

El caso es que tres personajes de mucho prestigio, en la guerra y en la política, se pusieron  de acuerdo para constituir esa fuerza por arriba de los senadores. Estos fueron Cayo Julio Cesar, Pompeyo y Craso. Hicieron lo que sería conocido como el primer triunvirato. Un poco antes, otra figura había intentado hacerse del poder absoluto de Roma y éste fue Catilina que ya te he mencionado. Pero parece que esta  era una figura negativa. Al menos así la han transmitido los Senadores que lo vencieron en ese pleito (porque luego sucede que los historiadores son de la familia de los vencedores, o al menos  tienen que ver con sus mecenas, y ya puedes imaginar  lo que conoce la posteridad) y al final Catilina no contó con el suficiente apoyo.

Tal vez estemos de acuerdo en que  hay historiadores que mueven su pluma según los intereses económicos y subjetivos. Cicerón se expresaba del rey Deyotaro de Tolistobogi como de “excelente” porque era aliado de Marco Bruto. Ya sabes que éste era amigo de Cicerón. Y cuando la suerte de la Guerra Civil inclinó la balanza a favor de Cesar, Cicerón salió en defensa de Deyotaro en un discurso pronunciado en el Senado. En una plática con Bruto y Tito Pomponio, dice Cicerón. ”Fue nuestro fiel aliado”. En efecto, se trata de un diálogo elegante entre estos tres altos personajes del Senado romano. Pero deja mucho que desear de la veracidad de sus escritos respecto de los violentos acontecimientos tanto políticos como guerreros que protagonizó el triunvirato Cesar, Craso y Pompeyo. Y hasta hay ocasiones que, mediante un argumento justificante, se comete con toda premeditación la inexactitud. Ático dice, en ese momento, a Cicerón y a Tito Pomponio: “Como quieras, pues se permite que los retóricos deformen la verdad en lo que se refiere a los hechos históricos para que sus narraciones puedan tener más interés”. Esta frase ha hecho escuela en los últimos veinticinco siglos a tal punto que nadie siente ya rubor ante la inexactitud consciente.  Con  escepticismo, algunos escritores,  desde Cicerón, actor principal de la conjura contra Cesar, piensan el lema de la historia como contaremos lo que nos hicieron y callaremos lo que hicimos. Todo acontecimiento tiene al menos dos verdades. Cicerón decía en todos los foros, y en sus libros, que Cesar había asesinado a la República. Los del lado de Cesar cortaron la cabeza de Cicerón y atravesaron su lengua  con una aguja. Postrer modo de hacerlo callar y despejar el camino al hombre fuerte que vendría después.

 Pero dejemos eso.  El caso es que el historiador Salustio hace un retrato de Catilina  verdaderamente repulsivo. Esta personalidad no le ayudo mucho a Catilina cuando tuvo que irse a la guerra. En un momento quedó solo y murió en el campo de batalla. 

Como sea, pronto el triunvirato Cesar- Pompeyo- Craso empezó a combatirse entre sí, en la carrera por el lugar número uno del poder político en Roma y todo el extenso mundo que esta potencia dominaba por ese tiempo. Cada uno contaba con ejércitos que los seguían  y morían por ellos. Los senadores, por su parte, hacían su juego apoyando unos a éste y otros a aquel. Así se desgastaba la figura del dictador y quedaban bien con él en caso de que llegara al poder máximo. Este periodo de guerras intestinas es lo que se llamó la “Guerra Civil” y de la cual Julio Cesar  escribió varios libros.

Mario Lucino Craso marchó a Siria como procónsul.  Se dice que cayó con sus hombres  en una emboscada tendida por los partos y fueron masacrados en el año cincuenta y tres. Después de largas guerras entre sí, Cesar venció a Pompeyo. Este se fue a refugiar a Egipto y, lo mismo que Craso, cayó en una emboscada en la que también fue masacrado junto con sus compañeros.

Finalmente, Julio Cesar alcanzó el máximo poder en Roma. Era una figura muy querida por el pueblo de todos los niveles, en particular por el estándar o, como entonces se decía, por la plebe (a la plebe mexicana, de recién la independencia,  Ward dice que está compuesta de léperos).  Está por demás decirte que la gente de guerra llegó a considerar a Julio César como un dios. No era raro en un imperio en que el emperador era la representación de Dios en la Tierra. Fue un gran general y un ilustre historiador. Además de escritor sobrio y ameno. Parece que no confiaba gran cosa en los historiadores y prefirió escribir su versión de la historia. Gobernaba al pueblo del sótano, como ahora se le llama, cuidándolo del abuso de los senadores.  Comprenderás que, por todo ello, llegó a ser un estorbo para los intereses de  estos magistrados.

Fue asesinado, masacrado, de más de treinta puñaladas, por Marco Bruto y otros senadores conjurados en el año  cuarenta y cuatro. Dijeron que lo habían asesinado para que la república democrática volviera a vivir. En el discurso que Bruto  dirigió al pueblo, inmediatamente, ese mismo día del asesinato, dijo: “Pueblo romano: Julio Cesar es el muerto, yo soy el matador: la vida que le quité es la propia que él había quitado a vuestra libertad: si en él fue delito tiranizar la república, en mí ha de ser hazaña restituirla”. Recuerda, Cork, que Bruto era la persona más querida por Cesar y a la que más confianza le tenía. De ahí la frase que se ha hecho célebre cuando alguien traiciona a su amigo: “¿Tú también, Bruto?”

Debo decirte que  Francisco de Quevedo y Villegas, ese  escritor  español del siglo diecisiete, consideró que Marco Bruto era una figura singular, culta y bien intencionada. Escribió una obra cuyo título es “Marco Bruto” y en ella relata el magnicidio de Cesar con abundante detalle.

La guerra civil duró todavía algunos años, entre Marco Antonio contra generales apoyados por el Senado. Y, como te he dicho, tal antagonismo de los senadores contra la figura del rey o dictador de hecho siguió durante siglos. Aquel episodio de Calígula que nombra senador a su caballo es un reflejo de ese pleito de intereses. Pero, como los senadores  escribían la historia inmediata, dijeron que este emperador era un engendro del infierno.

Como sea, se trata de magnífico ejemplo de cómo los reinos o repúblicas entran en la disolución…

Perdemos el tiempo en lugar de enriquecerlo. El afán de matar a Dios o de revivirlo, en cada página, es lo que realmente ha maniatado el pensamiento. ¿Qué se gana o se pierde con eso? Si existe o no ya lo sabremos algún día, dijo alguien en la película norteamericana El Secreto del Éxito. Si es un ente que vive por sí mismo nuestro entretenimiento es un juego  de niños pataleando porque no queremos comer el cereal. Es un ancla absurda. En el siglo veintiuno mexicano seguimos en el solipsismo del siglo diecinueve. Un pensamiento lógico con el ochenta por ciento de creyentes religiosos. ¡Igual que si fuera al revés! El discurso de los políticos en campaña, en la Cámara de Legisladores, en la industria cinematográfica, en la literatura y en el teatro, se repite hasta el infinito y sin visos de imaginación que nos permita abrigar la esperanza que eso pudiera cambiar algún día. ¡Que bueno que haya libertad de pensamiento pero que malo que existan las anclas! La tesis sociológica con su obsesión del parricidio y el matricidio nos impide avanzar. La idea antropológica,  en cambio, es el estilo de la naturaleza que contempla despegar a las generaciones nuevas. ¡Entre el análisis epistémico de los trabajos que los otros han logrado y la crítica de la secta, que con frecuencia ejercemos, queda poco tiempo para desarrollar las ideas propias!

El “hombre moderno” occidental empezó hace dos mil seiscientos años, cuando se dio lo que puede decirse el “Nacimiento”. El “Renacimiento” que tuvo lugar seis siglos atrás, de nuestros días, en Europa fue porque desenterraron a aquellos grandes pensadores. Esa valiosa tradición a su vez generó  otros grandes pensadores como los que aparecieron en los siglos posteriores en los países del centro de Europa. Después de haber dado una exhaustiva revisión a lo antiguo, ellos a su vez empezaron a decir lo suyo. Acuérdate que Schopenhauer  aconseja leer a los antiguos. Los modernísimos tienen compromisos…                                                                     

                                                                III

Esta noche he logrado una fogata para hacer café, me escribió. Con su luz ilumino unos tres metros a la redonda y con ello intento tener un control visual  de los animales peligrosos tanto chicos como mayores. Ellos poseen el gran recurso del mimetismo pero yo espero descubrirlos mediante el movimiento. De pronto se me ha ocurrido que estamos revolviendo biología con filosofía.

El desierto, con su inmensidad, es el reino de las limitaciones. Sin pensamiento subjetivo los humanos estaríamos atorados en el ascensor descompuesto. Pero muy lejos del empirismo, créeme, andaríamos desvariando como borrachos al amanecer. Entrar al mundo de los hechos es entrar al mundo de las limitaciones, leí en Chesterton y lo ilustra con la idea que nadie puede pintar una jirafa con el cuello corto, pues, sabido es, lo tienen largo.

Hay que volver al desierto y a las montañas. De la misma manera los filósofos tendrían que volver a las fuentes mismas. Si no es así nuestro mundo acabará llenándose de telarañas. Parecerá una actitud nueva y radical esta rutina, en el panorama de la naturaleza abierta, de la que nunca debimos habernos olvidado. No pienses que estoy  en el lugar común de los aspirantes a iconoclastas que empiezan por querer ponerle nombre nuevo a las mismas cosas. Como las nuevas generaciones de escaladores que suben por donde escalaron otras generaciones ¡y le ponen nombre nuevo  a la vieja ascensión! Y, ya en la senectud, después de haber escrito toda su vida en ese sentido los iconoclastas, tienen que aceptar que sólo dijeron una de las mil utopías que los hombres han imaginado a través de los siglos. Es decir que ni destruyeron ni construyeron, sólo hicieron bronca generacional. Exaltados arrebatos de lirismo como resultado del tedio y el aburrimiento.

Volver a dormir bajo las estrellas y caminar entre la ventisca, aplastados por el Sol, es revitalizar esos grandes sistemas de pensamiento de las construcciones teóricas en las que seguimos creyendo. Volver a observar las ideas  establecidas  y muy vilipendiadas pero que siguen perenes. Es el famoso eclecticismo con síntesis.

No creas que se trate de hacer un monumento a la costumbre. Después de todo, si al hombre desnudo lo arrojaras a los bosques de las montañas y a la estepa, te lo encontrarías cien siglos más tarde tan adelantado que ya habría construido un avión.  Tendría una casa para él solo. Se lamentaría de la decadencia de la filosofía.  Sería dueño de una televisión a colores con control remoto. Ella tres hombres y él dos o cuatro mujeres. Ah, y una mochila con la que volvería lleno de nostalgia a las montañas, el escenario abierto del que un día salió. Te pregunto: ¿con las mismas cantidades de ácido desoxirribonucleico  podría ser de otra manera?  Nietzsche ha declarado muerto a Dios y no quiere saber nada del etnocentrismo. Ahora se interesa por las cosas. ¿Otro pensamiento con las mismas características hereditarias en la sangre? ¡Buscando la esencia de las cosas! Veinte contra uno que volvería a aparecer otro Kant con su Crítica, otro Heidegger con su Ser y su Tiempo y otros Schopenhauer y  Husserl  con sus fenomenologías. Habría otro Marx regresando a las cosas mismas. ¡Otro H.D. Thoreau señalándonos  el camino hacia la naturaleza!  Y otra Margarita Mitchell contándonos los grandes  sueños de los hombres cubiertos de piojos y muriendo de diarrea. ¡No! Cien contra uno. Si hay tanto  determinismo en la biología como en la teología, ¿por qué no en la sociología y en la filosofía? Emerson se refiere  al granjero que, “colocado en un nuevo planeta sabría precisamente  por donde comenzar”.

Volvería el hombre a vagar por los bosques dando vida  a los elementos, como  Nezahualcoyotl lo hizo. Como el mismo Emerson   personalizó a la caliza, al agua, a la gravitación y al tiempo. Esto lo hizo cuando se encontraba en el interior de un cueva.  Maravillado por el trabajo que estos habían hecho formando estalactitas y estalagmitas, les llamo “ingenieros”. Vuelvo a la pregunta que si hemos concebido dos portentosos sistemas de pensamiento llamados empirismo e idealismo ¿por qué nos afanamos en borrar uno de ellos? ¿Tenemos acaso inclinación al robotismo más que al eclecticismo? Los que dicen soy amante de la diversidad de pensamiento pero odio los fanatismos. Y uno se pregunta a cuáles fanatismos se refiere a los vitales o a los empíricos. Sospecho que la respuesta está entre las estrellas. Con que nuestra “tarjeta” en el cerebro o en el ADN contuviera uno solo, ya estaría borrado el libre albedrío.

Entre tanto, el campo de visión de mi fogata se ha reducido a dos metros y me voy a dormir. Subo los cierres y pronto estoy instalado en mi sleeping. A través de la tela del refugio veo crepitar la fogata que se extingue. Los animales empezarán a acercarse más cada vez pero será inútil. Sólo las fieras de uña pueden rasgar de un manotazo las paredes de tela. Pero el humano, después de tres días de no bañarse, huele horrible. Y yo llevo ya varias semanas ¡Estoy completamente seguro! Lo  que querrán hacer esos felinos sería apresurarse a poner distancia de por medio. Un poco antes de entrar a la región del sueño sigo pensando en la física, en la metafísica y en la teología. Pensamiento lineal y la invariable repetición.... ¿Qué sucedería si pensáramos en un sistema  lineal de rocas Ígneas, sedimentarias, metamórficas, pero ahora sólo Ígneas,  ígneas, ígneas, ígneas...?

Bueno, al menos estoy seguro que ni siquiera los alacranes se me acercarán…

Conocí  una aldea hopi en donde se procura una formación plural para los niños. Desde luego tienen mucho cuidado con la cantidad de tiempo que ven televisión y el contenido de los programas. Pero aquí la conducta del individuo es observada, más que inducida. El niño sabe que debe ir a la escuela, hacer sus tareas domésticas en el hogar, ayudar a tener limpia la casa, lavar los trastes. Cooperar en las tareas propiamente profesionales de los padres. De esta manera va recibiendo orientación tecnológica. Luego está cómo relacionarse con los demás. Tal conducta la va a seguir en las sucesivas edades por las que irá pasando. Cuando alguien se vuelve adicto a alguna droga su proceder es conocido desde el momento que rompe con el patrón de conducta comunal. En adelante su preocupación será conseguir el estupefaciente y disfrutarlo. Estudiar, trabajar, compartir, dormir, tener sexo e incluso comer, adquirirán para él una importancia secundaria. O hasta mostrará desinterés  completo  por las cosas. Pero la misma falta de balance en su vida tiene lugar si el individuo es absorbido por alguna actividad lícita. Donde más se ve es en el terreno religioso. Igual dejará todo para leer en lo sucesivo un solo libro y hablará de un solo tema. Lo que hace esta comunidad hopi es, en el caso del adicto a las drogas, platicar con él y canalizarlo con los especialistas de la ciudad más cercana en la que se encuentran los centros de rehabilitación y orientación. En el otro caso, y sin que abandone su libro, que lea otros libros y participe  en actividades de la comunidad. Si al individuo le da por la filosofía o  cualquier otra actividad científica, que no deje de ir a los bailes  y que no se ausente de las tertulias donde se platican cosas generales y hasta triviales. Me imagino que en este remoto lugar del desierto de Arizona (o tal vez ya esté caminando  en Nuevo México)  no conocen a Heidegger pero acuérdate que este alemán creía que dominar lo cotidiano es un arte. Y Kim Novak dijo en la película Sortilegio de Amor a su tía, que se creía muy especial, que puede ser agradable ser monótono.

De todas maneras les advertí  que Heidegger sabía pensar  pero nunca  aprendió a  escribir…

Cork me decía  desde alguna duna perdida en el desierto que en  este país hay universidades en todas partes y abundan las instituciones privadas de enseñanza tecnológica. Además de cursos a través de Internet. Algo similar  está sucediendo en México. Si bien aquí se busca  entrar a la Universidad Nacional. La razón inmediata es de orden económico. Se necesita gratuita y se prefiere su laicismo no agresivo y mejor si permanece autónoma de todo poder hegemónico. Desde luego nada está más en el centro de la tormenta recurrente que la Universidad Nacional Autónoma de México. Es el precio que debe pagar por tales postulados. La razón de fondo para querer estudiar en ella es que  investiga, preserva, enseña y difunde la cultura del pueblo mexicano. La mayoría de la investigación científica que se hace en el país se lleva a cabo en esta universidad. Cuida los estándares de la educación que se observan en los convenios internacionales. Una de esas tempestades que sufre procede de las agencias privadas como parte de su mercadotecnia que privilegia el  negocio de la educación. Una educación  en la que se ha eliminado  el  pasado indígena.

Me platicaba también  que los niños indios norteamericanos se enfrentan con la misma vulnerabilidad social que en los países del sur. Son miembros de familias precaristas y deben incorporarse a la fuerza laboral antes de haber dejado de ser niños. Los padres que pueden enviar a la escuela a sus hijos ya adolescentes muestran comprensión ante la situación que estos deben enfrentar los problemas propios del aprendizaje académico, al mismo tiempo que las situaciones de su evolución social, biológica y psicológica. Es la edad cuando se descubre el amor, el sexo, el alcohol y la convivencia con otros muchachos de su edad con los que pueden hablar de las mismas cosas y fantasías. Es una época intrínseca y valiosa en la que se aprende a fuerza de ir descubriendo el mundo social y el mundo geográfico. Algunos se distraen de tal manera que ya no pueden  seguir avanzando en la escuela. También deben buscar integrarse de manera prematura al mercado del trabajo.

Quién pudiera  tener la sabiduría de un Montaigne para comprenderlos en esta etapa, decía.

                                                                      IV

Cork me comentó después de una noche de sueños eróticos que en el desierto no solamente se tiene sed de agua. Recordaba la piel de Tocí, su olor y su mirada. Todo eso despertaba sus sentidos y podía hacer abstracción de esa muchacha entre la multitud. Entre todas las criaturas y las cosas del planeta y del cosmos, ella le importaba. No le importaba su historia. Quería ser parte de su historia. Competir con sus recuerdos y derrotarlos. Sabía que muchos están de acuerdo en que las mujeres deben tener experiencias sexuales. ¡No faltaba más, los tiempos han cambiado! Y empezaban a criticar los Derechos del Hombre de la Revolución Francesa por no haber incluido los Derechos de las Mujeres. Muy evolucionados pero  a la hora de casarse buscan a una virgen.              

Sabía del amor y el deseo erótico que Tocí sentía por él. Pero quería que se lo dijera con palabras. La palabra fija la idea sobre los supuestos. Exige pensar una y otra vez. Cuando se dice, aun la primera vez, es señalar que ya se tiene mucho andado en ese camino. El universo estuvo en el caos hasta que apareció la palabra. Enseguida llegó la metáfora como herramienta de enlace entre lo que se ve y no se ve. Pero en tanto no se diga, hablado o escrito, no hay compromiso.

Esa noche no le habló de erotismo sino de Joyce. Leí lo que me mandaste de Joyce. La cultura, al igual que la política, se maneja por bloques. Cada bloque sigue intereses concretos. Menos creas cuando te dicen que es el trabajo literario más grande. ¡Imagínate! ¿Quién puede decir qué es lo más grande en literatura? Es como cuando en los concursos de belleza te presentan a la mujer más bella del mundo. Y en la banqueta de la calle de la colonia popular  te encuentras a una muchacha igual o más bella que la del famoso  concurso. Siempre hemos oído que el Quijote es la novela más grande del mundo. No sólo del mundo de habla española sino de todo el planeta. Y cuando se conoce la historia política del continente te das cuenta que todo el calificativo se reduce a un pleito entre Santiago Apóstol  y San Jorge. Las reinas de Inglaterra, entre ellas Isabel, se afanaban por conseguir balancear el poder en Europa,  ayudando a Flandes y desafiando con ello a España. Los piratas, la Armada Invencible... Cervantes ridiculiza en el Quijote la práctica de caballería tan extendida en los ingleses desde las Cruzadas. Cuando advierte que no hay por qué adornar el libro del Quijote con citas de filósofos “... esta vuestra escritura no mira a más que a deshacer la autoridad y cabida que en el mundo y en el vulgo tienen los libros de caballerías...”. En estos autores hay altura pero para mi gusto Shakespeare ocupa el primer lugar en la lista  de  mis cien favoritos. Más, lo que es una hipérbole para mí, no lo tiene que ser para ti sólo para darme gusto. Dejarías de ser tú. Ahora que si coincidimos en ello, tanto mejor.  

Extraviado por el excesivo calor, escribía que caminar en el desierto es como el devenir que se queda en  una potencialidad que no llega a ser. En un eclecticismo sin síntesis. Cuando pensaba yo que estaba escribiendo bajo el efecto de algún trozo de peyote, agregaba que al menos esa era la impresión que tenía esa tarde. Y pensaba con intensidad que tiene calidez el hecho de vivir entre la gente que llena las calles y los parques. Si bien esta vida comunitaria puede entrar en la descomposición del hacinamiento. En México sólo el diez por ciento de los niños juega en los parques. Sabía que la niñez que no juega tarde o temprano acaba suicidándose de una u otra manera. La televisión los tiene sujetos en el sedentarismo. La inseguridad de las calles les impide la convivencia en el exterior. Y faltan áreas verdes. En el la  Ciudad de México apenas se llega a tres metros cuadrados de áreas verdes, por habitante, frente a las normas mundiales de salud que establecen que estos espacios sean de doce metros. París cuenta con veinticinco metros por individuo y Washington cincuenta. Una multitud tan concentrada, como en el Valle de México, entra en descomposición social y aparecen las conductas delictivas en los niños que más tarde serán los depredadores de la sociedad. Las áreas verdes en la ciudad vienen siendo así algo más que simples ornamentos de jardinería. Si al menos se le hiciera caso a la arquitectura...La  arquitectura, como todo arte, condiciona el estado de ánimo: Teotihuacán…

Me contaba anoche, un poco antes de irme a dormir en mi camarote de la pequeña plataforma petrolera  en medio del mar, esta noche con olas encrespadas  y muy altas,que la historia profana y la historia providencialista son dos maneras de ver la vida de los pueblos que han hecho mucho ruido dentro de la cultura occidental. El hombre como meta de la historia o el cielo como meta de la historia. Ambas interpretaciones jalonean al hombre como en las competencias de la cuerda entre dos grupos de individuos tirando en sentido contrario. La idea de Roma imperial  como ciudad eterna se quebró cuando las invasiones de los bárbaros. Esa eternidad resultó ser finita. La visión cristiana llevó la idea de la eternidad a un plano donde no pudiera ser quebrada de nuevo y fue en el cielo. Agregó que los indios tienen el mito. En estos pueblos jamás ha  habido crisis de credibilidad en el mito. Ellos son  creaciones directas de los dioses, dice el Popol Vuh, y no permiten que nadie ni nada ponga en duda la veracidad de tal principio. Si deben desaparecer, como muchos indios norteamericanos o como los aztecas, es que era parte del mito. En la historia secular los humanos desaparecen reintegrándose a los nutrientes del subsuelo. En el mito los huicholes pasan a ser parte del séquito solar, sin perder su yo. Desde ahí iluminan el camino de los que aún quedan en la tierra. De esta manera los pueblos indios alcanzan también la idea de la Ciudad de Dios de San Agustín. Igual que la Jerusalén celestial sobrevive a las múltiples destrucciones que ha sufrido la ciudad santa. El poeta mexica ya lo había dicho mucho  antes que llegaran los blancos refiriéndose a su ciudad en el lago: mientras el mundo exista, la gloria de México- Tenochtitlan vivirá. Los indios deben  convivir con un mundo capitalista a la vez que  secularizado y espiritual. Pero como no es ni su lógica ni su espíritu ni su capital, conservan sus valores míticos. A la larga los otros vencieron con el poder de sus armas, pero su pensamiento no fue lo suficientemente vigoroso frente al mito.

También me decía que los indios tenían el conocimiento preciso de las hierbas medicinales de su lugar. De alguna manera a través del tiempo la gente sabe para qué sirve este o aquel preparado. De ahí que proliferen los que curan. Pero conocer con exactitud los ingredientes y recomendar las cantidades, sólo ellos. Una misma planta curativa podía calmar los nervios pero una sobredosis afecta la salud. En ocasiones hasta el grado de envenenamiento. Por ejemplo el anís es un te aromático y sabe agradable pero una variedad de él puede provocar convulsiones. O el sabroso fruto del capulín si se quieren aprovechar sus hojas como infusión ya contiene veneno. Este preciso conocimiento fue obtenido  con los siglos a base de prueba y error y con la disciplina de hacer anotaciones en sus pinturas. Y cuando por azar de la guerra son los primeros que mueren para acabar con los guías de ese grupo, queda un conocimiento popular deficiente.

 Observó que en estos lugares la comunidad tiene varias granjas en las que cría  serpientes, liebres...Se aprovechan como alimento y para otros fines prácticos. Son buenos curtidores de pieles y con las serpientes, además de comer su carne, se fabrican zapatos, cinturones y chamarras. En este desierto hay, les decía  a los indios que le daban alojamiento,  millones de víboras. ¿Por qué hacer granjas para criar víboras? También en los bosques había millones de árboles, le contestaban, y ahora ya no hay bosques. Una granja es el equivalente a cortar árboles y enseguida reforestar. “No somos cazadores furtivos depredadores”, le decían. Tener a la vista la armonía del panorama, con los animales, como sólo un arquitecto del paisaje podría lograr. Es cierto que los animales como las liebres andan hasta en la calles de las poblaciones del desierto. Pero son animales carroñeros que nadie aprovecha como alimento. En las granjas tenemos control de limpieza. Pero la idea de calidad es que enseñamos a nuestros jóvenes a respetar el mundo. No hay que olvidar que en la actualidad el segundo delito que más dinero deja, después del narcotráfico, es el comercio de especímenes y pieles. En África los colmillos de elefantes y rinocerontes…Lo comete una sociedad que no tiene necesidad de exterminar de esa manera pues sus requerimientos son con fines suntuarios, no primarios.

Las familias indias que pueden, y aun las que no pueden, de todas maneras intentan hacerlo, llevan sus hijos a la escuela para que hagan de esta practica una forma de vida. Difieren de la concepción no india que envían a sus hijos para que aprendan una actividad en la que se pueden insertar en una economía de mercado. Ambos desembocarán tarde o temprano en la búsqueda de recursos para vivir, pero el medio es diferente. En una concepción, muy orientada hacia el solipsismo, tienen bien marcadas las etapas de la edad con los grados de escolaridad que para entonces se deben haber alcanzado. En la otra manera de entender la situación importa más el valor que tiene lo que se está aprendiendo. En unos se atienden valores tales como la belleza, dignidad, justicia. En la otra la persecución de la ganancia hace que los individuos entren en un campo de batalla cuyo primer requisito para tener las posibilidades de quedar triunfadores es el solipsismo. Atendiendo a la idea de hacer líderes, los programas de enseñanza de las escuelas privadas y públicas se modifican de tal manera que se busca eliminar de ellas los valores del humanismo. Se privilegia la formación de los hijos que a determinada edad ya estén ganando tal cantidad de dinero, no que hayan leído a Sócrates, Catulo o Ezra Pound. La historia enseña que precisamente los mundos de triunfadores en la violencia acaban colapsándose. La tendencia mercantilista de la producción es la violencia. Los otros son los que no sólo le dan trascendencia sino que ofrecen un panorama lleno de belleza y moral en la literatura, la interpretación de la astronomía, el estudio de las ciencias de la Tierra, la arquitectura...La sociedad comercial se apresura a decirse heredera del progreso en tanto los que permanecen  pegados a la naturaleza humana son considerados como seres obsoletos...

 

 

                                                                            

 

                                                                  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                    3

                                                                      I

Toci aprendió desde niña, en su etnia, que frente a la naturaleza hay que conservar la armonía o de otra manera llega el  desequilibrio. Para ella y para la naturaleza. Más tarde entendió que frente a los libros era necesario proceder de la misma manera. Cuando Don Quijote era como toda la gente, gustaba de ir de cacería y estaba al pendiente de la administración de su hacienda. Convivía con su sobrina y con su ama de casa. Y aun observaba cómo su mozo ensillaba el rocín y manejaba la podadora. Después se metió a leer libros y fue cuando se volvió loco. No porque leía libros sino porque leía de un solo tema. De caballería. Se especializó tanto que se imaginó ser caballero. Todos los otros temas fueron dejados de lado. Aprendió que el que lee acaba por ser escritor. Y puede ser que de la letra salte a la acción. Como Don Quijote. Más los grados de su horizonte van a  depender de la variedad de temas y el cuidado que le haya puesto a su lectura. Antes en la ciencia los sabios eran los que tenían un conocimiento universal de las ciencias. Ahora la especialización obliga a detenerse en un solo punto pero eso no debería impedir al menos leer los demás. Don Quijote no hizo caso de tal principio y acabó hablando de un modo que ya no era el de la generalidad. Pudo haber hablado como un caballero pues sus lecturas le habían costado pero descuidó  la manera de irse comunicando con los demás. Igual que Hölderlin o Nietzsche o Van Gog. Soltó amarras y un día la gente se dio cuenta que entre ella vivía alguien con el que ya no podían platicar. En su comunidad mazahua había un grupo de Alcohólicos Anónimos que, de la misma manera, hablaban  un lenguaje tan especializado que ya ni con su propia familia podían comunicarse. Ella no quería entenderse nada más con el mundo de los alpinistas. Por eso cuando estaba en México se apresuraba a consultar la Gaceta de la Universidad Nacional en la sección de “conferencias”. Apuntaba los temas que le interesaban y asistía con entusiasmo. Iba al mercado donde tenían su taller las otras mazahuas, que fabricaban muñequitas de trapo, que vendían en las banquetas de la calle, y les ayudaba en sus tareas. Y en su hábito de leer diario libros seguía cuidando la diversidad. Aun la diversidad de una misma disciplina. Y observaba divertida cómo hasta los  filósofos habían  acabado haciendo sus sectas.

¡Y los poetas sus “corrientes”! ¡Y los pintores sus “escuelas”!¡Y los indios sus “etnias cerradas”!

Iba entre cactáceas de muy grandes variedades. Sabía que en el planeta hay muchos tipos de ellas pero en las zonas áridas se puede apreciar su mayor diversidad. De crecimiento lento y vida longeva. Biznagas de cuatrocientos y setecientos años. Las había que ya estaban ahí desde mucho antes que Sócrates viviera. Conocía bien que son de manejo delicado. Que se les mantiene bajo control y hasta con beneficios terapéuticos. En tanto se ritualiza permanece en conexión con los dioses. Pero que unos alcaloides laicizados suelen llevar a la destrucción del individuo.

Ni siquiera Tocí conocía el nombre totémico de Cork. Igual que Isis, la gran hechicera, se las había ingeniado para que el dios egipcio Sol Rá le revelara su nombre. Así Tocí lo había intentado pero ella sin éxito y el otro seguía sin decirle  su nombre original.

- ¿Por qué no quieres decírmelo? – le preguntaba.

El sabía que iría corriendo  con las ancianas de su grupo y quemarían yerbas, copal y comerían hongos ceremoniales con tal de trazar entre las estrellas un sendero que lo arrojaría  en sus brazos. El la deseaba intensamente pero no quería llegar con los brazos atados. “Despréciame y me tendrás por siempre a tus pies”, le había escuchado a una de las tías de Sabrina la Bruja Adolescente. Lo que deseaba era el equilibrio. Pero sabía que en el amor el equilibrio es infinitamente más difícil que cruzar caminando en un alambre sobre  las Cataratas del Niágara.

- ¿Por qué lo escondes?- volvía a preguntar.

- Para que la muerte no me encuentre- le decía riendo - . Por más modernizada que esté, siempre buscará en su computadora en el archivo de los nombres totémicos. No en el de los inventarios industriales. Mientras guarde yo el secreto, estaré a salvo.

 - ¿No confías en mí?

- Las dos son mujeres...Aun cuando  tú y yo estemos en buenos términos, puede ganarte la tentación de hacerle un comentario al respecto. Y si alguna vez nos enojamos, correrías a decírselo...

Tenía elementos para relacionar  su nombre totémico con Ome Tochtli: nunca se emborrachaba…

Quería que Tocí fuera ella misma, no un retrato o remedo suyo. Que tuviera cultura de manera independiente. Etnica pero que conociera la o las culturas del mundo. Por eso le urgía a que le contara un libro o le desglosara algún hecho histórico. De preferencia algo que él ignorara. Le proporcionaba información cultural propia pero no como un legado insuperable para ella. No tenía que pensar como él. Le decía que por terrible que parezca el capítulo doce de La Tournée de Dios, de Poncela, hay que convenir que se acerca a la realidad de una manera tremenda. Ya sea por agradar a su hombre o por carecer de temas y repetir las que  oye al compañero, la mujer pasa a ser una copia. Si el marido es  taxista ella hablará de tenencias, placas y permisos. Si es revolucionario se parecerá  a la novia de Marcos de Chiapas. Si es magistrado estará recitando en cada reunión códigos y leyes con sus amigas. Si es mormón ella sea apresurará a aprenderse las enseñanzas de Joseph Smith.   Si es boxeador habrá que cuidarse de esa mujer. Si es futbolista será fanática del equipo tal. Y cuando él cambia de giro ella también lo sigue. ¿Qué clase de democracia es esta? Puede ser formidable que haya coincidencia de gustos pero a condición que se establezca desde el principio de la relación o posteriormente con toda autonomía. Y sin que haya guerra por esta causa.

El prefería servirse de las cactáceas como  alimento. En especial el nopal. Había observado que duraba buen tiempo sin descomponerse. Tal vez se debiera al clima  caliente y seco pero observó que muchos alimentos de la aldea hopi permanecían sin sufrir daño por ciertas clases de toxinas que en otras partes afectan a las frutas secas, lácteos y especias. La inocuidad de algunos alimentos no eran afectados por los hongos. Nopales y papas crudas en el fondo de su mochila siempre daban confianza cuando ya los otros alimentos se habían agotado. Varias veces alcanzó la siguiente aldea cuando ya sólo le quedaban esos últimos recursos...

Observó que el nopal no se “oxidaba” en tanto no le quitara las espinas…

-¿Cómo lo sabes?-le preguntaba Toci. Sabía que de la intuición Cork pasaba a formular una hipótesis y ver si acierta o se equivoca. En cualquiera de los dos casos salía ganando. Era algo muy ecléctico. Es de los que creen en el método científico y no que los átomos anduvieran en un rebotar anarquista fuera de toda causalidad.

-Lo sé- y agregaba-: Bueno, después de todas no creas que soy tan ajeno al hábitat, como lo sería, por ejemplo, un suizo. O un mexicano habitante de la ciudad sureña. O una mazahua  como tú, cuya etnia ha tenido siempre su asentamiento en los bosques altos y fríos al pie del Nevado de Toluca. Por miles de años nosotros hemos vivido en el desierto. Acuérdate que pasando la ciudad de Zacatecas empieza el gran desierto. Y durante diez generaciones los de Aztlán caminaron por el desierto en busca del gran lago alto al pie de las montañas nevadas. Durante diez generaciones comieron serpientes cascabel, alacranes, lagartijas, tunas y nopal de donde extraían agua y azúcar. Azúcar natural. Y peyote. Durante diez generaciones comprobaron que la noche pertenece al mundo de los espíritus. Y en todo ese tiempo aprendieron que el peyote puede convertirse en  dueño del hombre, por más fuerte que éste sea. Sólo los que tienen permiso de los dioses pueden comerlo sin sucumbir.   Como yo no soy de esos privilegiados, me parece que lo mejor es saludarlo con respeto y pasar de largo. En un combate, de poder a poder, no tendría yo la menor oportunidad. Quedaría convertido en una piltrafa. Solamente siendo humilde se le puede vencer. Y hasta ahora lo he logrado. La vida nos urge a conocer nuestras fuerzas y nuestras debilidades. Hay que verlas de frente. El otro que también conocía sus debilidades era Ulises, el de la leyenda griega, ¿te acuerdas? Por eso pidió que lo amarraran al mástil de su barco al pasar frente a la isla habitada por las encantadoras sirenas...En la vida he conocido a muchos que desafiaron a este poder y acabaron con el hígado destrozado en una cama de hospital. O en un manicomio. Un tiempo, en mis años de estudiante, trabajé como fotógrafo en el anfiteatro de la Facultad de Medicina y sé de lo que te estoy hablando...

Cuando los navajos sabían que  no llevaba sueros contra los crótalos o los alacranes, le decían con afecto al despedirlo: “Adiós maloliente perro”. Siempre le divertía esa antelación del adjetivo con respecto al sujeto. No sabía si lo decían por los días que no se había bañado o pensando que en breve podría estar convertido en composta, debido a una mordida de víbora...  En el desierto no es nada raro que un orgulloso  humano aparezca, un mes más tarde,  en forma de excremento de víbora....En ausencia de sueros le hacían dar una vuelta en derredor de  sus dioses de madera... Los tótems indígenas no son sus dioses vivos y presentes, si no la imagen de lo que es y permanece detrás de los totems. La vida comunitaria, la práctica endógena y la relación simbólica con algún animal o elemento de la naturaleza...El Sol detrás del sol. El Águila Solar. El Viento, el Venado, como en los huicholes, etcétera. Es el eterno y polémico tema  de la idea y la representación. De la dualidad del ser y del fenómeno que tanto preocupaba a Heidegger en su Ser y el Tiempo o a Schopenhauer con  El Mundo como Idea y  Representación. Por cierto, me recomendaba,  que debes leer a Heidegger. Es cierto que da palos de ciego porque pierde el camino y luego lo vuelve a encontrar. También que sabe pensar aunque le faltó la brillante prosa de Nietzsche. No corta la redacción. Sus largos párrafos “pegan” varias ideas y entra cierta confusión. Pero nada de eso le quita que sea un pensador que ayuda a vivir. Y si pensamos que este tipo de intelectuales no se dan en maceta... 

Ya sabes que me gustan  los lugares comunes, seguía. Las frases gastadas. Saboreo  todo esto. Digo que pocos se ponen a pensar a estas alturas  en la inmensidad que significó para todos el invento de la lámpara incandescente. ¡Ni siquiera les impresiona ya ver cientos de toneladas de hierro a diez mil metros de altura surcando las nubes y además llevando en su interior a cuatrocientos pasajeros! ¡Los millones de vidas que salvó la penicilina! Sostengo que se trata de conquistas que tuvieron lugar en algún momento de la historia de la sociedad y que se siguen conservando. ¡Son extraordinarios lugares comunes!, si cabe la expresión. Los exquisitos no deberían olvidarlo. ¡Al menos yo estoy dispuesto a recordarlo hasta el último día! ¡La repetición  oral diaria y eterna en la tribu de los huicholes! Los mismos relatos de nuestros padres que escuchamos durante tres décadas o más. Homero se sabía un gigantesco lugar común que iba repitiendo por toda Grecia. Escribir con la misma ortografía, las máximas de Confucio, el eterno repetir  El Corán con toda exactitud, sin quitarle ni agregarle una de sus 323, 631 letras y 77, 934 palabras. Volver a leer el libro que tanto nos gustó. ¡Siete  veces he  leído El Gran Gatsby, de Fitzgerald! Es como moverse estando encima de una banda sin fin. El Eterno Retorno de Nietzsche es una mayúscula repetición de frases. Recuerda Guillermo: no me hables del solitario que maldice la rutina y  busca la soledad pero viviendo entre uno de los pisos del condominio y a media tarde se dirige a comer a Sanborns. Es como haber perdido la capacidad de asombro ante algo que  nos gusta. San Francisco de Asís y el Marqués de Sade son los dos extremos de una misma cosa, o persona. Me quedo con el hombre rutinario y mediocre. El que construye y conserva en los mejores términos a la sociedad de todas partes. El hombre mediocre es el que reúne en una sola persona al innovador revolucionario y al conservador. Al hombre rutinario y mediocre no le gusta que lo aldeanicen ni lo conviertan en la mitad de algo.   Pero es una gran tentación para los sectarios, que se lo quieren llevar para su cubil. Por eso el rutinario debe leer y más leer.

                                                                     II

Al abandonar por las mañanas su tienda entre las arenas veía hacia el este y exclamaba  ¡Maravilla, volvió a  salir! Otro lugar común es dejarse ir  de cabeza en los 37 grados de la mañana, a través de los horizontes en los que  todo está por comenzar. El eterno comenzar una aventura también llega a ser una rutina. Pensaba  en los héroes de la leyenda. Pensaba en las grandes batallas que el individuo tiene que librar consigo mismo todos los días. El fumador de sesenta cigarros al día. En el que no puede dejar de beber alcohol en cualquiera de sus manifestaciones. La gran batalla contra la báscula...  Primero es necesario conquistarse uno mismo y después pensar en salvar al universo. ¡Si es que el universo en realidad necesita ser salvado! Decía que es fácil ser reformador de la sociedad y las grandes utopías llenan nuestros libros. Pero que  la empresa que tenemos frente a nuestras narices cuando nos vemos en el espejo... El individuo que conoció en Nueva York fumaba como Bruce Willis en El Ultimo Boy Scout y como Juan Orol en Gangster contra Charros del Tenampa, se la pasaba hablando de la libertad que el humano debería de tener.

¿Y dónde cabrones quedó la libertad en medio de tanto determinismo?, decía. Si escupes para arriba la saliva te caerá en la cara, si tu familia murió de diabetes tú, si te descuidas, morirás de diabetes. Veinticinco años más tarde, cuando la acidez cambia o el tricomoniasis que hasta entonces permanecía agazapado e inocuo en alguna parte de la vagina, empieza a manifestarse. “Uno no debe confiar demasiado en sus propios planes pues la Fortuna tiene los suyos”, recomienda Petronio. Y el urólogo agregaría que se pueden emprender los más atrevidos proyectos en tanto no empiece a crecer en los hombres  esa membranilla llamada próstata. Mientras eso no suceda se pueden hacer berrinches reclamando la amada libertad. Pero igual no se puede  jugar con el colesterol más allá de ciertas cifras. O con la glucosa o con los triglicéridos o con el ozono o con la democracia. Seguiría el caos y la dictadura. Stalin parecería un ángel de Dios ante el imperativo de tomar pastillas para controlar esto o aquello todos los días que quedan por delante.

- Es posible dormir a pierna suelta en las sabrosas y oscuras horas de la noche. Pero cuando las placas Norteamericana y Cocos se muevan allá abajo, hay que  salir corriendo si no se quiere  terminar aplastado-, le contestaba para seguirle la corriente.

El tipo  estaba ya  borracho por completo.

- Acuérdate lo que dice Gosling de la droga laicizada.

- No he leído a Gosling.

- Un inglés que escribió un enorme trabajo crítico sobre las ideas de Platón. Tipo curioso. No creía en el filósofo y pasó su vida estudiándolo. Pero lo hace desde la episteme y por eso vale la pena conocerlo. Bueno, este Gosling dice que si alguien busca en lo personal o defiende públicamente, pasar la vida tomando estupefacientes, está propugnando por un  proceder que conduce a la destrucción... ¿Por qué los ebrios, en lugar de ver una sola cosa, ven dos?, le preguntó el geógrafo a El Principito

- No sé pero yo me he preguntado ¿hasta dónde nuestro ácido desoxi le permite al cerebro volar sin necesidad del peyote? Me acuerdo que Emerson decía, en su mundo cada vez más utópico, que los hombres van donde los lleve su costumbre. Los hombres de fe religiosa al templo, los lectores a sus libros, los futbolistas a la cancha de las  espinillas rotas y nosotros aquí estamos, en el bar.

¿Hay remedio? ¡Un núcleo hirviendo y moviéndolo todo! ¡Y no hay que olvidar que el cambio viene desde el exterior, como pregonaba Spengler! ¿Del cielo? Si quieres. Las fuerzas del universo presionan la corteza terrestre...Pero déjate de pendejadas. ¡Mejor maravíllate si mañana vuelve a salir el Sol y, si esto sucede, exclama como Kayam: “un jardín, una jarra de vino y una joven!

Ayer caminaba entre una zona de saguaros, me contó por la compu. Empezaba a buscar un lugar para pasar la noche cuando una tormenta de polvo empezó a barrer el chaparral. Como de todas maneras ya pensaba parar de caminar e instalar la tienda, se apresuró a armar los dos aros de la estructura en forma de iglú. Es cosa de tres minutos pero aun así apenas tuvo tiempo de arrojar la mochila hacia adentro e introducirse en el lugar. Subió todos los cierres y quedó aislado en el interior del refugio de tela. Escuchó durante una hora cómo eran golpeadas las superficies por los granos de cuarzo de todos tamaños arrojados  por el viento. Pero en el interior se  estaba bien y ni siquiera las partículas más finas molestaban las vías respiratorias. Encendió la pequeña estufa para preparar el café. Como después de dos horas el huracán seguía allá afuera, moviéndose dentro de una temperatura de cuarenta  grados calientes, se puso a leer un poco. Después abrió la pequeña computadora para enviar hasta los Andes la reseña de algo que había leído estos  últimos días. Leía por las mañanas antes de empezar a caminar y por las tardes, cuando ya había instalado el campamento,  aprovechaba  la luz antes que oscureciera. O bien leía a la luz  de la vela ya que procura no emplear mucho la lámpara con la idea de proteger la vida de las pequeñas baterías.

Le enviaba las  impresiones de la mencionada lectura. Pero antes le decía  que ya con los últimos minutos de luz salió un poco  de la tienda para los inevitables procesos fisiológicos de la condición humana.   Se encontró con el maravilloso espectáculo del atardecer de un día de tormenta de arena. Una espesa nube de polvo  fino cubriendo todavía el chaparral  sobre el que sólo destacaban los altos saguaros. Y en el cielo, entre la noche que ya había caído, una enorme Luna  semivelada en su parte inferior por el polvo de  arena. Desde su sitio parecía velada  la mitad inferior  de la deslumbrante esfera blanca.  Encima el Lucero de la Tarde ¡Tlahuizcalpantecutli! brillando fuertemente un poco arriba del medio círculo de Meztli! Son esas escenas que  taladran el cerebro y quedan grabadas para siempre en el alma...

Tenía mucha sed y poca agua. Piensa que la recirculación del agua en las ciudades y en los ríos contaminados ya es viable. Pero muy costoso el proceso. ¡Y el avance tecnológico va muy adelante con respecto a la irresponsabilidad de la gente para manejar este vital recurso! No hacemos caso cuando escuchamos por todas partes que el mundo tecnológico no humaniza. Aquí están las consecuencias. Tirar mil litros a la alcantarilla no les dice nada. ¡En el desierto-lo repetía- puedes salvar la vida con la cantidad de agua que necesitas para rasurarte! Tiene sed y recuerda que es el tiempo en el que los flamboyanes florecen en México y las bugambilias llenan las calles de Cuernavaca. Las banquetas se cubren de enormes manchas color blanco y azul pálido por las moras que caen de los árboles. ¡Ni siquiera en un cuento de hadas podría haber tanta belleza! Por esas calles caminaron los personajes alcohólicos de Lowry. ¿Te acuerdas de Malcon Lowry?, me preguntaba.

Estar en el desierto y cruzarlo  tiene aspectos idénticos, en cierta manera, con el acto de escalar. Hay temor y angustia en la medida que el acto de escalar es potencial y se encuentra a la distancia. Esa situación, vista ya de cerca, intensifica el sentimiento de angustia. Ascender los primeros centímetros de la roca o caminar los primeros metros en la estepa, casi borra todo lo anterior. El gozo que se experimenta  se debe a la realización en sí que está teniendo lugar. La solución inmediata del siguiente tramo exige atención, fuerza y audacia. Pero también hay gozo porque la acción ha desplazado toda aprensión. Por eso el insomne anhela que ya amanezca para librarse de los pensamientos que  han encadenado  su mente y no lo sueltan. La última consideración sería que por fin se ha dejado de sufrir con la espera. Esta espera que implica tanta angustia.  Los peligros que  llegaban a la mente no existen ya  o han sido superados.

Se dijo que lo mismo en el amor. Imaginó a Toci temblando de emoción, en los helados Andes…

Despierta al oír que las paredes de la tienda se agitan entre  la noche cerrada. Busca la cuerda a la que le ha amarrado un mosquetón. Es todo su arsenal bélico. Si un puma, lobo o coyote lo atacara, ese mosquetón, su inteligencia y su adrenalina tendrían que sacarlo del apuro. O sus ligeras piernas para correr más que el  depredador. De otra manera, se decía riendo, el otro se habrá ganado su almuerzo. Cargar con un arma de fuego ya le parecía vesánico. No se consideraba con propensión a matar ni tampoco creía sentir un miedo tan grande como para llevar una escopeta. Dejemos  esos instintos guardados a buen recaudo. Tranquilos, que nadie los despierte. No era de los que negaban que los mexicas llegaron a hacer de la guerra un deporte y la ceremonia familiar, después del sacrifico gladiatorio, era comerse los corazones de sus prisioneros. Atravesar con la lanza  el vientre de la mujer embarazada de la etnia enemiga o azotar al niño contra las rocas hasta que muriera era una elemental medida  de táctica preventiva de los chichimecas. Ellos no tenían campos de concentración. Se los llevaban para las comidas ceremoniales. Los aztecas eran poetas y grandes observadores del cielo. Los salvajes eran los chichimecas que gustaban de comérselos crudos y sin sal.    Ahora hay que dejar  que  la naturaleza haga su juego. Sin la ventaja de la tecnología.  El mosquetón manejado con habilidad al menos igualará el poder de las garras de las fieras. “Acabaré en su panza o él acabará en mi plato”.

Pero no había tal peligro. Era el vientecillo frío del norte el que agitaba las paredes de tela. Había instalado la tienda en lo alto de la duna para aprovechar hasta le ráfaga más débil. Se asomó por la mirilla del mosquitero y vio entre la oscuridad que la arena se levantaba unos veinte centímetros. Al chocar los granos de cuarzo hacían un rumor que iba por las crestas de las dunas y descendía hacia los valles. Todavía no llegaba el rocío nocturno y las arenas no se habían humedecido. Se quedó viendo hacia la oscuridad. No podía penetrar la noche con la vista pero esperaba descubrir algo que le indicara cómo se presentaría la situación atmosférica. Cómo estaba la relación de los vientos fríos y los calientes.  Eso podía desatar el infierno. Después las arenas se fueron apaciguando hasta quedar otra vez en reposo. Miró hacia las estrellas. Siempre lo hacía. Casi era para poner los pelos de punta. Qué impresionante serpiente monstruosa se retorcía sobre su cabeza. Miles y millones de cosmos queriendo llenar a Tezcatlipoca eterno. Buscó hasta localizar a las lejanas Cabrillas. El Paraíso de los mexicanos en el cielo. Y siempre que miraba se acordaba de Cronin. Las estrellas miran hacia abajo. Y Cork se preguntaba ¿o miran hacia arriba? Si así fuera entonces lo que lo mantenía pegado al planeta eran los dos metros por uno del piso de su tienda.

Entendió que no podría conciliar el sueño tan fácilmente. Extrajo  su pequeña estufa alemana  de escalador de la bolsa de su camisa, la desplegó y puso a calentar el agua para prepararse un café. Prendió la vela y consultó su Alaska. Había una nota de Toci. Todavía medio dormido no entendía de qué se trataba. Por fin fue leyendo   que Don Quijote imita a Lancelot du Lac en su figura de caballero andante y se sirve de algunos de sus versos. Lancelot es el personaje romántico que da vida a novelas y leyendas bretonas. La obra de Cervantes es una sabrosa parodia entre dos naciones enemigas que divierte a los españoles a costa de uno de los grandes personajes de la literatura inglesa de ese tiempo. Imagina, le decía,  a El Chapulín Colorado que divierte a millones de indoamericanos y latinoamericanos de los países del sur a costa del Superman de los angloamericanos. Pero es una parodia tan bien escrita por Cervantes que llegó a gustar a ingleses como Chesterton. A lo mejor por eso muchos ingleses no quieren a Chesterton. Lo que mueve a Lancelot  es algo que tiene que ver con la espiritualidad plasmada en la búsqueda del Santo Grial. Cervantes circunscribe el leit motiv de la actividad de su personaje a un antropocentrismo cuyo destinatario va a ser una mujer tan idealizada que ya nada tendrá que ver con la Aldonza Lorenzo de carne y hueso propensa a que se le descalcifiquen los huesos o se le piquen las mueles. Dulcinea está más allá del tiempo.

                                                                     III

Camina dentro del calentamiento del desierto y del planeta. Piensa que la gente está familiarizada con las épocas de las glaciaciones. Sino de recubierta helada general sí en los polos. Pero le parecería extraño, me escribía Cork, que le hablaran también de la contraparte que son los calentamientos globales de la Tierra. El calentamiento presente coincide con la aparición de la civilización industrial y sus emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. Ha llegado la paranoia. La inclinación del eje de la Tierra, las características y los cambios del suelo, la vegetación, los océanos, los volcanes y la radiación solar hacen lo suyo. Entretanto el hombre carga ya con el sentimiento de culpa de haber enviado desde los motores de sus máquinas, una importante cantidad de dióxido de carbono. Alguien tendría que decirles que puede dormir tranquilo. Es más bien una manifestación de ego. Su orgullo saldría lastimado si se pusiera a medir fuerzas con la Tierra y provocar un sismo de cinco grados a lo largo de mil  kilómetros. Lo que está fuera de duda es que el calentamiento global provoca la proliferación del mosquito anofeles…En los frentes de guerra, en el Canal de Panamá, ha causado miles de muertes de humanos.

La tercera semana caminaba entre el matorral con cincuenta y dos  grados. Me diría después que tenía la impresión que deliraba pues le pareció de pronto que la obra del escritor ruso era imperecedera porque hablaba de cosas inmortales como son los instintos en la perspectiva de los hábitos. Le gustaba la habilidad del autor para hurgar en la conducta humana. Le gustaba su experiencia y técnica como escritor. En ocasiones sentía que Dostoievski necesitaba lectores masoquistas sobre todo en Crimen y Castigo. Pero aquí es el mundo de los jugadores. El propio Dostoievski es un jugador y sabe de lo que habla. Es un adrenalínico y necesita esa tensión de alto voltaje para vivir muriendo. Miserable y luego millonario en sólo dos minutos o el tiempo que necesite para que la ruleta se detenga una vez que ha sido puesta en movimiento bajo la mirada llena de tensión de los apostadores y  de los mirones, la mayoría  jugadores arruinados. O millonario y luego miserable en ese mismo lapso de tiempo. En realidad no importa el resultado. Lo esencial es vivir la tensión del juego. Como un morfinómano,   un alcohólico,  un fumador,  un apostador de carrera de caballos,  un sedentario que juega el juego mortal echado en el sofá,  un escalador compulsivo, un torero,  un soldado en el frente de batalla...De una u otra manera el resultado destruirá a la larga  o a la corta. Pero no importa, lo que importa es jugar el juego de alto riesgo. Cuando Alexei Ivanovitch gana y vuelve a ser rico, se apresura a despilfarrar ese dinero. Lo  que él quiere  es el juego, no el dinero...En quince días vive como ni siquiera un rey soñó. Y una mañana se despierta con que no tenía ni siquiera para el almuerzo. Trabaja por ahí en cualquier empleo manual que le haga ganar algunas monedas. Digamos, un sueldo mínimo o dos. Con impaciencia esperará a que abran  el casino y pondrá cinco pesos al zero o al rojo o al negro. Y, con suerte, en una hora volverá a ser rico. Y si lo limpian, si en su bolsillo no queda ni siquiera para pagar el pasaje urbano...

Al llegar a la cima de la primera duna  se sentó a mirar el panorama y beber un trago de agua. Había tantos grados que serviría  para preparar un café negro...La soledad era tan impresionante que se  olvidó de Dostoievski. En cualquier dirección que mirara sólo había desierto, cielo y un sol deslumbrante. Siempre acababan juntándose. Sintió un nudo en la garganta y una enorme nostalgia por encontrarse entre la gente. En la esquina del café El Jarocho de Coyoacán.   Ni siquiera el preso que ha permanecido un año en la celda de castigo podría entender esta soledad. Sabe que al otro lado de la pared se encuentra la gente. O que alguien le arroja la comida por debajo de la puerta sin siquiera verlo. Se rio en tanto pensaba en los que escribían de la soledad. O como dicen los norteamericanos, franceses y españoles: se enmierdarían. Pero ni siquiera estas materias fecales malolientes daban idea del asunto. Solamente existe una palabra en el universo que puede dar idea de tal estado de ánimo: chingada. La chingada, como todos los mexicanos saben, se localiza más allá de todas las galaxias...

Cuando estaba en la ciudad añoraba la soledad de las montañas. Era el eterno oscilar del péndulo. Sabía que el individuo puede recibir influencias del medio ambiente pero seguirá siendo como fue troquelado por su composición genética. En el centro de una manifestación de un millón de personas  o solo en la soledad del desierto, será lo que siempre fue. Internarse en el desierto es ir con ánimo de no descartar lo inesperado o alguna expectativa no considerada en el plan general de la travesía.

En las manifestaciones más multitudinarias y apelmazadas de la calle la persona encuentra su relación con respecto a los otros y con ello afirma su individualidad. Chesterton encierra en pocas palabras todo el complicado asunto que los filósofos llaman devenir: “Un hombre se sube al ómnibus porque está cansado de caminar o camina porque está cansado de estarse quieto.”

El tema de la antropofagia volvió a su mente. Pero no supo por qué.

Al otro día lo mismo. ¿Acaso tenía hambre?

Al tercer día lo mismo. ¿Sentía miedo? Al cuarto día pensó que la antropofagia podría volver a nuestro mundo… La economía…La sobrepoblación… La gente evita este horrible pensamiento…

Un cuervo volando a baja altura lo previene que en las proximidades puede encontrarse un coyote. El cuervo localiza desde el aire algún animal muerto. Después, por un extraño mecanismo de asociación, el cuervo desciende y con ello el coyote llega al cadáver y el ave se aleja elevándose. Por lo general el coyote anda en pareja para facilitarse la caza de comidas veloces. La liebre corre en grandes círculos. Dicen los indios que  un coyote la sigue media vuelta y el otro coyote la otra media vuelta. Así es como acaba por detenerse extenuada. Los indios adoptaron esta técnica de caza de liebres. Cork observaba el vuelo del cuervo. Si perdía altura se desviaba de la dirección en que el ave iba descendiendo. De esa manera él evitaba el lugar en que con mucha probabilidad se encontrarían los coyotes... Los ancestros de Cork llegaban al Valle de México y al regreso en el desierto contaban de las grandes poblaciones de aves endémicas. Y en especial de la migratorias. Grandes polinizadores que ayudaban en el control de insectos y roedores. Hacía ya  doce siglos caminaban a pie durante meses desde Arizona y Chihuahua. O de regreso de Chihuahua hasta el desierto que llaman de las Cuatro Esquinas, en lo que sería Estados Unidos. Al alcanzar las pequeñas serranía de Tepeyacac, en el Valle de México (en ese tiempo Valle de Anáhuac)  se consideraban al final de su camino. Caminaban treinta kilómetros hacia el sur hasta llegar  a Tenayuca. Aquí  había (aún está) un hermoso templo a el   dios del norte, “el más grande de los dioses”. Siglos más tarde los aztecas construyeron calzadas entre el enorme lago y hubo que caminar otros veinte kilómetros hacia el sur. En México – Tenochtitlan estos habían construido otra bellísima pirámide a Tezcatlipoca, como se llama al dios más grande. Ahora solamente dos horas les llevaba llegar en avión a la capital desde los desiertos del norte y otra media hora en taxi para entrar al recinto del antiguo templo en el “Zócalo”. Pero siguen fijándose en las aves. Ahora, debido a la contaminación brutal   eso casi  ha llegado a su fin.  Ya sólo quedan unas cuatrocientas especies endémicas. Todavía llegan las migratorias pero también estas han disminuido mucho. Solo un lugar muy reducido les ha quedado en el centro de lo que es la cuenca de la antigua laguna a la que arriban cisnes, patos y gansos. De las otras han podido distinguirse palomas, gorriones, tordos, colibríes, golondrinas.

Olió el aire sobre la duna. Caliente y seco. Se dijo satisfecho que estos son dos factores que mantendrán lejos a los “contaminadores” Si bien el desierto no está a salvo de que las corrientes de aire que le dan la vuelta al planeta traigan contaminantes. Pero todavía no son una amenaza. Pensaba que la deforestación, erosión y contaminación de suelo y agua no son extraños fenómenos  a los desiertos. Aunque somera ya pueden estar ocasionado una señalada merma en la población de reptiles. Además está el tráfico ilegal de animales. Tal vez no falte mucho tiempo para que el balance del ecosistema desértico se descontrole...De trescientas especies de serpientes que hay en el país sesenta son venenosas y siete son temibles para el humano. El monstruo de gila, una especie de  lagarto de los llamados “enchaquirados” o “perlados” y  las “coralillos”. Hasta estas están bajo amenaza por la lejana pero incontenible contaminación del mundo moderno.

 Se dio cuenta de inmediato que aquí no había estridencias. Como sea, consideró que al menos veinte decibeles habían desaparecido en el trayecto de Nueva York al principio del desierto. Como los reflejos agresivos son para la vista, y la gente utiliza lentes polarizados para atenuarlos, así el exceso de decibeles. Con la diferencia que los altos ruidos se producen de manera deliberada. Una generación sorda de la ciudad no tendría mucha oportunidad de sobrevivir en el desierto. Aquí  hay que poder escuchar el aviso de unos mortales cascabeles  que advierten...O el minúsculo trasiego del escorpión que se acerca...O el trotecito monótono de los coyotes o el muy esporádico reacomodo extremadamente silencioso del lince que observa desde el otro lado del bosquecillo de la gobernadora o el vientecillo que empieza a agitar las arenas y en quince minutos más puede haberse convertido en un tornado...

 

 

                                                 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                 

 

 

 

 

                                                                   4                  

                                                                   I

 Una de las tribus hopis por la que pasó era centenaria. Una  de las razones de su existencia se debía a su manera de gobierno, tan común a todas ellas. La otra a que la libertad de que gozaban, como elemento de equilibrio a la mencionada autoridad, estaba sustentada en la lectura de los libros. Tenían una buena biblioteca común. Además que en las casas, el libro era parte de los enseres y cacharros de la casa. Abundaban por todos lados junto con los zapatos, las bolsas de cosas o los trastes. En el retrete habían instalado un mini librero para consultar cualquier cosa en tanto permanecían sentados. Sabían que las ferias de libros servían para difundir y vender textos. Pero que el hábito de la lectura sólo en la casa y en la escuela se forma. Otras tribus entraron en el desacato de la autoridad a la vez que  descuidaban la lectura cultural. Con el tiempo presentaban una tendencia a la desaparición. Finalmente, cuando ya sólo quedaban unas veinte familias, buscaron salvarse y  rescatar sus costumbres uniéndose a otras tribus. Eclecticismo integrador. Cuatro de esas familias fueron recibidas en la tribu hohokam. Desde la primera tarde sus niños fueron llamados a que se integraran al círculo de lectura.

 Cork se refería al eclecticismo disolvente que impera en las ciudades.

 -La ciudad es el mundo moderno de la ciencia y la tecnología, y la cultura-arguía yo.

 -¿Qué ciencia, qué tecnología, qué cultura? -Replicaba.

 -¿Con menos de 3 mil doctores graduados, por 10 mil habitantes, en el año 2008 en México, contra 49 mil en Estados Unidos? 1(uno) científico en México en el año 2 000 en 10 mil habitantes, por 39 en Alemania. Con el 0.35 de gasto % del PIB  en ciencia  y desarrollo en el año 2 000 contra 4,27 en Suecia…Si eso no es eclecticismo disolvente dime cómo se llama lo sucede en nuestra maravillosa ciudad.

 Sólo se tomaba unos segundos para agregar:-

 -Es sólo la mitad del asunto. La otra mitad es que esos científicos egresados no encuentran fuentes de trabajo sustentable. Sólo el empleo en contratos renovables cada mes,  en trabajos de obreros, sin prestaciones, que nada tiene que ver con la naturaleza de sus estudios universitarios.

 -¿Cuál es la solución, según tú?

 -No hay recetas de cocina. Pero es obvio que los “países de punta”, del planeta, en este siglo veintiuno, están ahí porque le dan mucha importancia a su desarrollo de ciencia y de tecnología pero, primordialmente, a que procuran mantener, en niveles lo más bajo posible, a la corrupción y a la impunidad de su población.

 -¿Y quién es el guapo que llevaría a cabo tan revolucionario cambio?

 -Lo primero compete a las universidades. Lo segundo a las iglesias y sistemas filosóficos que privilegien los valores éticos.

 Cork sabía  que muchas de las bibliotecas públicas de México son meras  bodegas de cachivaches…

 Las vetas de oro, los yacimientos de petróleo o la adquisición del espacio vital siempre fueron detonantes para las guerras de conquista, ¿estás de acuerdo? Me preguntaba a mí, que me la pasaba explorando o explotando pozos de petróleo. Pero enseguida entendí por qué aquel viajero solitario del desierto lo hacía. Bueno, lo mismo podría suceder en breve tiempo por carencias en el abasto de agua. ¿No crees? Escucha. Al menos cuarenta países están ahora en esa perspectiva. Créeme. Si no hay acuerdos de cómo utilizar los acuíferos podría haber  crisis internacionales con inevitables escenarios bélicos. Como en el pasado. Unos  matarían o morirían por controlar el agua. No es ninguna idea loca. Hay en la actualidad países del desierto arábigo muy ricos por los hidrocarburos pero que deben importar agua. Imagina si este líquido dejara de llegarles...Pero también en América y África y en otros continentes se piensa en los aseguramientos de las fuentes del agua, ríos, afluentes, veneros o costas de seguridad nacional. Piensa en Egipto y en Sudán con respecto al río Nilo. En el pasado se cortaban cabezas de reyes y plebeyos y los ejércitos invadían naciones, al grito de ¡viva la libertad! Concepto con el que bien se podía uno  pasar al menos un año filosofando sentados en torno de una mesa tomando cerveza. Imagina cuando se trata de algo con lo que puedes morir si te falta cuatro días...Créeme que el 22 de marzo, que es cuando se conmemora el Día Mundial del Agua, está destinado a ser más importante que cada 16 de septiembre, 4 de julio o Primero de Mayo o cualquier otra fecha gloriosa que se te venga a la memoria...Estarás pensando que el setenta por ciento de nuestro planeta se encuentra cubierto por el agua. Es cierto pero de esa cifra considera sólo el tres por ciento de agua dulce. Y de esta nada más el uno por ciento está al alcance de nuestra mano y pésimamente mal distribuida. No necesitamos ir lejos para verificar este fenómeno. En Chiapas hay más ríos que en el mismo Tlalocan. En cambio en el norte del país...Para acabarla de empeorar al calentamiento global ya no le queda mucha   nieve de las montañas blancas para fundir. Y lo que por la misma causa  se derrite en los polos, se mezcla en el agua salobre de los mares...

 El agua es el primer jardinero, observaba Emerson, porque siempre planta hierbas y flores. Dos siglos más tarde la princesa heredera de Suecia patrocina un premio anual para quien, entre los jóvenes, presente el mejor trabajo que considere cómo  preservar el líquido. En ese país fue creada la Fundación del Agua. No obstante en México el diez por ciento de la tierra con riego se abandona por escasez del agua. Los mantos freáticos se secan y el noventa por ciento de los ríos están contaminados. Esto sucede en un lugar que albergó, en una de sus  montañas arriba de los cuatro mil, al dios del agua y que Cork conocía bien desde niño. Ascendía a la cumbre y  estaba familiarizado con el mito.  En el siglo dieciséis se derribó su ídolo  representativo de esa cumbre. Sí, a partir de entonces se dejó de transmitir a las generaciones que siguieran la sabiduría ancestral y respeto por el agua. ¡Ahora estamos entrampados en nuestra propia trampa! Se laicizó el agua y los niveles freáticos están secos. Si solamente hubieran entendido que se trataba de una imagen, un ídolo, un símbolo que representa algo que no se puede destruir a riesgo de destruirse a sí mismos. En realidad todos saben que el agua jamás se destruye. Pero si cambia de lugar. Los que se quedan en ese terreno, si no quieren sucumbir por la tala, la erosión y la ausencia del agua, deben emigrar para acá, para Estados Unidos. Sí Guillermo, se desterró a la mitología y con ello se fue también el agua. La Comisión Nacional del Agua, de México, ahora pasa grandes apuros para llevar el líquido a la ciudad. Hace un siglo se derribaban bosques y cegaban sus lagos para edificar conjuntos habitacionales. Ahora ya no hay bosques y en cambio, por cada cuarto de litro de orina que expulse de sus riñones, cada individuo de esos edificios, se necesitan siete litros para desalojarlos de la taza. Dato nada romántico pero cruelmente real.

 Como sea, Tláloc no se ha olvidado de su pueblo. Cada tormenta que se generaliza en el Valle de México, al oeste del Popocatépetl, es como un embudo de cien kilómetros por sesenta que envía millones de metros cúbicos al suelo. Pero sus hijos cabezas duras se dan prisa en regresarla al mar mediante los canales de las alcantarillas y el drenaje públicos. Paralelo a eso  apresuran la empresa de  talar los bosques sin reforestación.

 Toci encontró una comunicación de Cork que decía: “En tres días llegaré al Tlalocan”. Casi se horrorizó al leerla. ¿Era literal o metafórica? Lo primero quería decir que, efectivamente, había alcanzado Kaibito. Y aunque no se tratara naturalmente de un paraíso, de seguro que la población tendría sus prados verdes. Pero, si fuera una metáfora significaría que estaba agonizando y en tres días estaría en el Tlalocan espiritual, lo que geográficamente se conoce ahora como Sierra Nevada, en el sureste del Valle de México. Los grandes aparatos volcánicos al este de la Ciudad de México con sus extensos y helados bosques sobre   los tres mil. Al escribir esas palabras Cork sabía que Tocí entendería. Tenía cultura para ello. En la Ilíada Aquiles dice a Ulises que piensa retirarse del sitio de Troya y llegará en tres días a la fértil Phta. Sócrates en su celda le comunica a Critón que ha tenido un sueño y una mujer bella, esbelta y vestida de blanco, le decía al filósofo: “Dentro de tres días llegarás a la fértil Phta”.Critón le dice que puede comprar a los guardias y él podría escapar. Es decir que, en caso de que no acepte, en ese lapso de tiempo Sócrates ya habrá muerto. Jesús en el Huerto de los Olivos vive también el inminente peligro de su fin. Si lo apresan pronto habrá muerto. Jesús siempre había dado a entender  que después de tres días  que todo hubiera acabado él estaría sentado junto a su padre en el cielo.  ¿En qué sentido Cork escribió estas líneas? Toci se comunicó conmigo para contarme esa situación que para ella resultaba alarmante pues no tenía nada claro. Le contesté que, efectivamente, en tres días Cork llegaría a Kaibito. Es decir, que hacía ya dos semanas que debería haber llegado a ese lugar.

                                                                           II

 Sucedió entretanto que  yo había viajado a México para tomar parte en los festejos de la Semana de la Ingeniería Petrolera. Lo último que recordaba era el momento de llegada al gran patio del Palacio de Ingeniería. De pronto vi al menos veinte vasos de cerveza que se dirigían hacia mí de antiguos colegas de clases. Cada quien andaba ahora por prácticamente todo el planeta. Pero cualquiera podía apostar que este día se encontraría en este lugar, con un vaso en la mano para brindar.

  Días más tarde, cuando estuve en posición de pensar con alguna claridad y viajar de regreso al centro de América, fue cuando por fin pude contestar a Toci.

 En el mundo blanco y mestizo se cuidan  por la relación que hay entre lo habitable de las casas y la calidad de vida que tiene esa familia. La relación de vida familiar depende mucho  cuando el inmueble no es adecuado. Le dan todo el peso a los ambientes artificiales. Procuran cuidar la privacidad y evitan el hacinamiento. Y a pesar de esto, se encuentran en el ambiente fuertes tensiones entre sus miembros que en ocasiones alcanzan repercusiones mayores. Antaño vivía una familia india en una misma tienda. Al dormir sus cuerpos hacían los radios de la circunferencia interior. Comían   algo parecido como lo que ahora  se conoce como “buffet”. Los víveres dispuestos en la mesa y todos sirviéndose a gusto propio. Y pocos pueden imaginar una convivencia tan paradisíaca como a la hora de ir al retrete común. Un enorme cuarto excavado en el suelo y encima un piso de madera. Y sobre éste una larga tabla con tres o cuatro hoyos practicados en la madera donde sentarse a defecar. Platicando tranquilamente y algunos, entretanto, fumando desapercibidamente. La vida occidental, con sus individualidades, no ha borrado tales costumbres por completo en las etnias mexicanas. Salma Hayek, en la película Sólo los tontos se enamoran, 1996, sentada en la taza del excusado,  plática con su novio Alex (Matthew Perry).Este se retira por cierto pudor pero aquella se levanta, con las pantaletas abajo, lo regresa, ella se vuelve a sentar en la taza y reanuda la conversación…

 Ahora todo se ha hecho tan complicado que hasta los orinales públicos de la ciudad son individuales…Entre menos natural más refinados. Como los romanos en su última etapa…

 Cincuenta y dos grados  calientes suben  por la movible superficie de una duna. Es cuando tiene la idea que hay gente en la ciudad que se pasa negando cosas o seres que a su juicio no existen. Si no existen ¿para qué negarlas? Tenía un amigo que una mañana le había dicho que había terminado con su novia a la cual no quería más. Por la noche seguía escuchando que, en verdad, había dejado de quererla. Un mes más tarde oía lo mismo...Como un alpinista que durante el atardecer se embelesara en contemplar el paisaje de picos nevados y lejanos valles profundos bordeados por el bosque. Y al llegar la oscuridad de la noche asegurara que todo aquello ha dejado de existir. Le asaltan recuerdos y se dice que no porque Joseph Conrad se negara a hablar de Dostoievski quiere decir que el ruso no existía. O Berkeley persiguiendo a la razón vital no por eso la materia no existía. O por más que Paúl Valery se inclinara por el catolicismo y los jesuitas, el protestantismo no fuera una realidad. O porque Goethe se rebelara contra los determinismos del cielo no aceptara los determinismos de la naturaleza rebelados en la biología. O porque Beriloz haya negado todo genio a Beethoven, después de haber escuchado las últimas y más geniales de sus obras, haya impedido que Bakunin saltara sobre su butaca fuera de si trasportado aun antes que Wagner terminara   de ejecutar la Novena.

 Se podrán contar los sucesos en verso o en prosa y de entrada ya tenemos la diferencia. Y esto es un principio también desde Aristóteles. La prosa, herramienta del historiador, dice cómo pasaron los hechos. El verso del poeta dice cómo debieran haber sucedido las cosas según él o los intereses del grupo al que pertenece.  Hace mucho tiempo que en los asuntos indios los historiadores se la pasaban escribiendo en verso para agradar al poderoso que con frecuencia era su mecenas. Hasta que la Academia universitaria decidió poner orden. Ya pocos vivillos podían colarse hasta esas sabias y tranquilas esferas del entendimiento. Era cuando los fenomenólogos y los metafísicos se sacaban la lengua en tanto hablaban de libertad.

 Solamente en el segundo nivel, los medios, lo siguen haciendo. De eso dependen las ventas…

                                                                III

En un medio geográfico tan brutalmente seco como es el desierto, todo debe organizarse y procurar su desarrollo con la máxima economía posible para efecto de evitar despilfarros de energías. El desierto no es el mundo del consumo y desecho de la ciudad. En ese panorama de cosas la sociedad de las etnias es matrilineal. Lo demás es perder el tiempo y desaprovechar potencialidades en experimentos que ya la naturaleza hizo desde milenios pero que la civilización occidental fue cambiando artificialmente. Se construyeron grandes presas y se desviaron los ríos y, te aseguro, que la naturaleza se la cobrará. Se desatarán los cielos, las ciudades se inundarán y las montañas, reblandecidas, se vendrán abajo con todo y poblaciones afincadas en sus laderas.  Sí. Todo empezó a hablar en singular y se fue olvidando de lo plural. En la ciudad manda el que gana más dinero. El dinero es el poder de su firma. Por eso tanta angustia de no perder su posición económica y la defenderá así tenga que ir contra todo principio elemental de convivencia y aun estar dispuesto a mejor vivir en la cárcel por el resto de sus días. Es el  individuo llevado a extremos del cuento de Somerset  Maugham “cada uno para sí, y al último que se lo lleve el diablo...No hay sino una fórmula para triunfar en la vida, y es hundiendo al que se atreve a hacernos frente”.

  Cork recordó en voz alta que así era la ciencia clásica hasta el siglo diecinueve. Cada disciplina vivía y procuraba desarrollarse solita. Hasta que se aceptó que la vulcanología, geología, sismología y meteorología pueden avanzar más si se interrelacionan. Así es la sociedad pero no falta quien saque ganancias del grupo sin comprometerse a colaborar en lo mínimo... ¿Por qué se acordaría de Critón tratando de salvar a Sócrates urgiéndole a la huida? Conocía bastante bien los principios de la cultura occidental para saber que ésta  había sido traicionada. Si la cultura griega sólo hubiera escrito un libro, uno solo, Critón, con eso hubiera  pasado a la eternidad.

  Se dio cuenta que estaba desvariando. Consultó su termómetro y se  sorprendió pues apenas llegaba a los cuarenta y tres... Hace poco en las ciudades españolas tuvieron cincuenta grados. Es la cantidad de líquidos que se tengan a la mano lo que hace grave la situación. En la aldea la abuela y la madre trazan las conductas a seguir, aunque su capital económico esté en ceros.  Pero como está acostumbrada a disponer,  también procura tener alguna presencia en los procesos de producción

 Tiene mucha sed y se da cuenta que le queda poca agua. Sabía bien, como habitante que también era del desierto,    que con el proceso de deshidratación no se juega.

 Me escribió que Toci es capaz de pasar largos ratos viendo televisión. Decía que era pura filosofía negativa. Se aprendía mucho más que lo que encontraba en Aristóteles. Si eres capaz, solía decir, de encontrar el contra molde, o antinomia, de cada basura de lo que ahí pasa, entenderás la riqueza de lo que se llama filosofía negativa.

 ¿Cómo imaginar, nos decíamos Cork y yo, a una joven india de pura cepa, con sus vestidos multicolores de su etnia estilo que no se parece a ninguna otra etnia, caminando por vocación sin zapatos para sentir el contacto directo con Chicomecoatl, la Madre Tierra primordial de los pueblos indios de México, leyendo  a Frederick Copleston?

 Al cerrar la pantalla y meter su “Alaska”, en la otra  bolsa de la camisa, en donde la cajetilla de cerillos ocupaba más espacio, con la que le había escrito un correo electrónico a Tocí hasta la cordillera central de los Andes, pensó en los escritores del primer tercio del siglo veinte. Escribían con lápiz para después pasar el escrito a máquina en su  Rémington. Enorme, pesada. Bella, como diseñada para terminar en una sala de museo. Y, ¿cuándo mi  “Alaska”, que ahora puedo ocultar con solamente cerrar la palma de la   mano, haya  que  mandarla  al museo? ¿Qué habrá en su lugar? Ni idea. Habrá lo que ahora no podemos imaginar. El pensamiento, las ideas... No necesitaremos computadoras ni celulares para comunicarnos. La materia no existirá…Berkeley...

 No importará. Mientras haya ideas, lo demás serán medios de comunicación. Que importa volver al tambor o a las señales de humo…La tragedia sería que del otro lado no hubiera  alguien con quien comunicarse.

 No creas, le decía,  que nada más es armar la tienda en cualquier punto del infinito desierto. Sabes que en la montaña tampoco se puede eso. Tienen que tomarse en cuenta la dirección de los vientos dominantes o la comunicación con el resto del grupo. En el desierto hay razones menos visibles pero también poderosas.  Si decido que su puerta esté orientada al oeste ya estoy echando a andar todo un mecanismo de espacialidad y arquitectura que tiene que ver con los parajes. También con el panorama cosmogónico. Con el cultural. ¿Te he contado que el cementerio inglés de Real del Monte, en el Estado de Hidalgo, tiene orientadas sus tumbas hacia Inglaterra? ¿Y que las cruces de los caídos en el Nanga Parbat himaláyico  “miran” hacia Alemania?

 Regreso a pensar en los “Jardines regados por corrientes de agua”, como  prometió Alá. Conocí un lugar que se ajusta a esta mención del cielo mahometano. Es el oasis que está en el extremo noroeste de la Sierra de Samalayuca, en Chihuahua. Apenas a unos treinta kilómetros de Tlamatzinco, mi casa en el desierto de Chihuahua, al otro lado de la sierra del Presidio.

Siempre regresaba a Tlamatzinco. La cultura de que formas parte, los libros que has leído, las arenas que el viento arroja han golpeado su rostro, el Sol  con una fuerza como pocas veces se encuentra en otras partes del planeta. ¡Eso es él! Tan cierto como la composición sanguínea que va por sus venas. Los que no sienten esto, decía  Xyster a Cork en la taberna  “Los átomos de Demócrito “en aquel suburbio de Nueva York, o son anarquistas o nacieron en un avión cuando cruzaba dos fronteras. Se puede ser universal, pero sin alejarse de su clan tribal, como universal es Shakespeare y que  nadie niegue que nació en Stratford-upon-Avon, Inglaterra.

 Para conocer toda la potencialidad que esta frase: “Jardines regados por corrientes de agua” encierra, es necesario estar ahí y poder conocer el contraste. No se trata de sólo jardines. Piensa en jardines regados por corrientes de agua, ¡pero en medio del desierto seco, infinito e inclemente! Entonces se tiene una aproximación  a la idea del Paraíso de los árabes de la religión de Mahoma. Para que tengas una idea piensa que muchos en la ciudad, que vagan con la mirada pérdida a través de las calles de la desolación, encuentran su oasis en la sonrisa de una mujer.

 Aquí se puede estar seguro. Llegará el día en que el agua cueste más que el petróleo… ¡De hecho ya…Un litro de petróleo cuesta cinco pesos y uno de agua diez.

 Cuando al atardecer llega la hora de agarrar el libro me encuentro con que la geografía me indica el tipo de lectura.  Heidegger se me facilita cuando hace frío. Es decir, sólo en las madrugadas. Pero en los treinta grados de las nueve de la noche sólo tengo ánimo para leer las travesuras de Tom Sawyer. Seguía con interés y riéndome en la soledad con los desesperados empeños de la Tía Polly para convertir al travieso en un muchacho con futuro. Se me ocurre que si Heidegger hubiera sido capaz de meter su filosofía dentro de la forma literaria, su Ser y Tiempo habría llamado más la atención del pueblo estándar que el mismo Zaratustra de Nietzsche. Pero la restringió para un panorama casi de especialistas. “Hablar  entre ellos” siempre tuvo connotaciones sectarias.

 Ver el desierto es como estar ante una obra de arte en el interior del museo. Puedo ser lo más crítico que se me pegue la gana, pero hasta ahí. Las cosas están dadas sin haber intervenido nadie de los presentes  en su elaboración a través de los siglos. Es una creación que satisface a su creador. Sea el hombre o la geología. Con independencia del criterio del observador. La administración del museo la está mostrando, no está  pidiendo ninguna opinión al respecto. Si alguien se identifica con lo que tiene enfrente, o lo rechaza, es algo que atañe al espectador, lo cual al administrador lo tiene sin cuidado. ¡Ya sabemos que la obra de arte no se somete a votación democrática! Pero encuentro que sí puedo ser parte del desierto. Esto en la medida que me interne en él. Que lo viva alegre, que lo sufra. Inclusive  que esté dispuesto a arriesgar  mi vida misma por él. Es el mensaje más profundo del cristianismo enunciado por Cristo en Getsemaní. No quiero morir ni siquiera  sufrir. Pero en último caso no parece que haya otra solución para conseguir tal conquista. Yo sé que lo entenderás con facilidad. Un escalador ama la vida. Pero, ¿cuál es el precio que ofrece por hacer la práctica de la escalada? ¡La vida! Parece que la vida no es  lo más importante, después de todo. Por la libertad muchos se juegan la vida, por escalar también, otros en la fería de San Fermin en Pamplona, otros hasta por asaltar un banco…

 Me imagino al viejo Schopenhauer riéndose de nuestras ocurrencias…

 México – Tenochtitlán está bajo la sombra de Meztli. Se trata de un dios del mito teotihuacano bajo el binomio Meztli – Tecuciztecatl. Satélite y mitología. Pero la poesía náhuatl convirtió todo esto en algo distinto. Colloxahuqui. Su corazón se lo arrancó su hermano Huitzilopochtli y lo arrojó a la laguna. Todo el simbolismo del águila y la serpiente descansa entonces  sobre un símbolo femenino. Una ciudad fundada sobre el corazón de una mujer, la misma ciudad que en el siglo dieciséis se volvió machista.

Tlaxcala es la cuna, la primera cuna, del mestizaje de todo el continente, pero al precio de haber sacrificado la mujer su hegemonía en el hogar.

 Más el Sol sigue siendo un cronocrátor. Cuando el Sol se ponga este día, se habrá cerrado la historia del presidente número cuarenta de los Estados Unidos, dijo George Bush en junio del año 2004, en el sepelio de Ronald Reagan.

 Bueno, estamos en el siglo del razonamiento lógico pero, por las dudas, oriento mi tienda al oeste.

 Una práctica que Cork encontró  en algunas comunidades de los navajos es que forman figuras simbólicas en el piso a base de arena de varios colores.  Tal costumbre la conservan también algunos mexicanos de la capital. Estos hacen las imágenes religiosas, principalmente de la Virgen de Guadalupe.  Sobre el suelo y a base de aserrín que pintan de varios colores. Por lo general  dura  especialmente para ese acto. De manera invariable se lleva a cabo con la celebración oficiada por el sacerdote.

 Los navajos fueron desde la antigüedad india, es decir, de tiempos precristianos, cazadores, guerreros y depredadores como todas las tribus del norte de América. Pero no quedaban ahí. De todos lados aprendieron a hacer tejidos hermosos con dibujos propios, diferentes a como lo hacían las otras tribus. Cuando llegaron los españoles aprendieron de ellos a hacer verdaderas obras de arte. De los mexicanos la alfarería a la que imprimían sus propios símbolos. El azteca era un pueblo que había emprendido el camino de las luces. Como un día lo hicieron los olmecas o los griegos. Pero no tuvieron tiempo. Su mérito es que no cayeron  en los argumentos de la conquista. Se adaptaron a los nuevos tiempos y ahora tratan de aprender de la ciencia occidental  mediante el pueblo norteamericano y tratar de descubrir  quién está detrás de la transmisión de la noticia. Trabajan en fábricas e ingresan a estudiar a las universidades. En el terreno de las ideas metafísica siguen siendo ellos.  El modo occidental la ha  emprendido contra el tótem, y el concepto del símbolo, pero ellos siguen danzando en derredor de la hoguera y cuando es Luna llena.  ¡La naturaleza sigue llena de animismo inmediato y concreto! Se resisten al mesianismo religioso. Siguen lo que todos hacen sin perder de vista a la individualización. Esa búsqueda  que explora pero que tiene en el fondo un gustillo de poner distancia de por medio de las necesidades del grupo.

 Es interesante, me decía, ver cómo el mundo indio conserva costumbres que son diferentes al gran mundo blanco que lo rodea por todas partes. En este, la mujer blanca ha emprendido desde hace dos siglos una lucha tenaz por nivelar la balanza frente a su compañero hombre blanco. La mujer india, en cambio, se mueve en su entorno como alguien que dispone desde hace milenios cómo deben de ser las cosas y las costumbres. Como un ejemplo te diré que ni siquiera necesita hablar para hacerse entender. Con una mirada le está diciendo a su hijo cómo comportarse. ¡Y la abuela se lo dice al hijo nieto casado! Con otra clase de mirada la muchacha  le señala al hombre que pueden hacer el amor. Con otra le puede  estar manifestando a alguien  su odio.

  La mujer blanca debe experimentar uno de los desgarres más profundos del alma cuando se separa de su pareja. Tanto que eso la marcará toda su vida. Al grado de tener que consultar, las que pueden hacerlo, al psicólogo. “Vamos a dejarnos, y después a llorar por haberlo hecho” dice Eugenia León  en una de sus canciones. Además entablar toda una batalla legal  para que sus hijos y ella no queden desamparados económicamente. Y el infaltable síndrome de Medea: ¡haber quién se queda con los hijos! Y desde el lugar de los hijos casi siempre se van a encontrar con un enemigo declarado o soterrado en el padrastro o en la madrastra.

  La mujer navajo simplemente cierra la puerta de su casa, el gran símbolo de su cuerpo, y no la vuelve a abrir para ese hombre. Y, como dice Faulkner, ¡ahí acabó todo! ¿El odio a la suegra? ¡Ni pensarlo en este mundo femenino! Pero si crees que el hombre navajo e indio en general es falto de carácter, te equivocas de la A a la Z. Fueron proverbiales sus dotes de guerrero. Escucha lo que al respecto dice Oliver La Farge: “Para los apaches y los navajos, la guerra era su ocupación. Hablando con propiedad, no era guerra, sino un latrocinio, armado, acompañado con actos de brutalidad...Se convirtieron en los más duros  seres humanos, diestros en el combate, agudos observadores, y capaces de ocultarse hasta un grado que parece de magia. Todas estas cualidades las poseían cuando llegaron los blancos y los presionaron. Los cochises, por ejemplo, con menos de doscientos guerreros, mantuvieron a raya al ejército de los EE. UU. Durante más de diez años y al final forzaron al Gobierno a hacer la paz con un enemigo a quien no pudieron vencer”.

 La presencia de la mujer en la tribu es carne y sangre a través de las generaciones. Ellas son las que hacen el mundo a través de los procesos generatrices, trabajando los campos, luchando en los frentes de guerra bajo la legendaria figura mexicana  de “Adelita”, levantando las viviendas después de la guerra y produciendo en las fábricas. Entre tanto, criando, es decir, educando, a sus hijos. La mujer india no es ninguna presencia suntuosa.  Eso da el resultado de la solidaridad en el grupo. Naturaleza y sociedad. Presente y pasado. La presencia femenina en la tribu es como el ácido desoxi en la sangre: no se ve pero nos mueve. El hombre es el que se mueve y por eso está seguro que es el que marca la pauta...Pero no hay que pensar en que hombre y mujer compiten, se rebasan y dominan, como es la pugna en la ciudad. Aquí se complementan, como el colibrí y la flor. Espero que puedas apreciar esta manera tan poética de decir las cosas. Ya puedes imaginar cómo lo hubieran dicho Bukowski y Fadanelli...

 Agregaba. Observo el rostro impertérrito de la mujer india y me pregunto si de verdad sale incólume de todo esto. Pienso en las heroínas de las comedias de Eurípides. O en las valkirias germanas. Lo que puedo ver  es que ella no se queda en el esplín. Ocupa  su tiempo en trabajar y cuidar de sus hijos. Los propios y de las otras mujeres de la tribu. Abuelas, madres,  hijas e hijos hacen una comunidad (como una guardería o kindergarten)  que se mueven en pos del trabajo diario.

 Pero dejemos eso. Ahora lo que te quería comentar es un trabajo de Graham Greenne en el que Querry es un arquitecto inglés al que le fastidia que lo crean especial y le molesta la fama profesional que ha alcanzado en Europa. Harto, esa es la palabra que utiliza, se larga a China. “Esas mismas personas que arruinaban mis iglesias eran las más entusiastas, después, para elogiar mis construcciones. Los libros que escribieron sobre mi obra, las piadosas motivaciones que me atribuyeron...Bastaron para hartarme del tablero de dibujo”. Por algún detalle de última hora en las salidas del aeropuerto no alcanza boleto. Bien, dice, que sea a cualquier otra parte. ¿África? ¡Está bien, a África! De esa manera va a dar a cualquier lugar del continente negro. Sólo que ese “cualquier lugar” es un lazareto edificado y atendido por sacerdotes y monjas. Irónico porque él es ateo. No obstante, acaba por sentirse a gusto en aquel lugar de dolor, austero y apartado. Trata de ser útil y les diseña algunas construcciones que están por edificarse para los leprosos. Cerca hay una plantación de palmeras que atiende André Rycker y su esposa Marie, a los que visita en una ocasión. Los padres del lazareto se dan cuenta que Querry anda huyendo de algo. ¿Tal vez de algún lío de mujeres? Casi hasta el final se darán cuenta que anda huyendo de la fama. Pero no es fácil que Querry logre tal propósito. Parkinson es un periodista que, como todos ellos, anda en busca de noticias. No tarda en descubrirlo y fabricarle una historia haciéndolo pasar como un hombre de ciencia que ha ido al lazareto para ayudar en esa misión inhumana a los sacerdotes... Lo pone casi como  un santo. ¡Un ateo santo! (¡O un ateo que se toma en serio la ética!). Desde luego Querry se molesta por lo que  dice de él y porque lo ha vuelto a hacer  famoso. O porque lo ha sacado de su anonimato.

 Entre tanto, Marie no soporta a su esposo Rycker e intenta una especie de huida de la plantación de palmeras. Aprovecha que Querry va al pueblo cercano al lazareto en su auto y le pide que la lleve hasta ese lugar. Esa tarde, y esa anoche, intiman un poco bajo los efectos del vino, sin llegar ni a menores ni a mayores.

 Marie acaba de darse cuenta que está embarazada. Desde luego es de su marido Rycker pero miente y dice que es de Querry.  Usted sabe que no es verdad, le dice éste. Entonces ella le da una ingeniosa aunque sincera explicación. Sucedió la vez que usted nos visitó en la plantación de palmeras. Cuando estaba con mi marido pensé en usted. Lo hice con tal intensidad hasta lograr humedecer mi vagina: “Si no hubiera pensado todo el tiempo en usted, habría estado completamente seca, y en esos casos los niños no vienen tan fácilmente. En cierto modo, es hijo suyo”. Al final ella regresará sola, y su embarazo, a Inglaterra.

 Entre tanto  Rycker cree que el niño es de Querry, como Marie le ha dicho, y lo busca borracho y furioso. Lleva una pistola y le da dos balazos. Querry muere. Los sacerdotes lo enterraron en el panteón de ellos, no obstante haber sido Querry un ateo. Llegaron a quererlo y lo respetaron hasta después de su muerte. Deciden no poner cruz en su tumba.

 En Un Caso Acabado, que es el trabajo al que me estoy refiriendo, como en la Montaña Mágica de Tomas Mann, unos cuantos personajes se la pasan dialogando en torno de los tópicos de la cultura occidental: teología, filosofía, arquitectura, el dolor humano... Alguien le dice al otro cuando opina que la religión es una mera superstición: “¿Y qué importa? Si vivo por algo es por la superstición. Hubo otra superstición, totalmente falta de pruebas, y Copérnico la sustentaba, según la cual la tierra giraba alrededor del Sol. Sin esa superstición, ahora no podríamos disparar cohetes a la luna. Tenemos que apostar por nuestras propias supersticiones. Como Pascal apostó por la suya”

 El que no respeta  la memoria de Querry es Parkinson, el periodista. Contra todo deseo que Querry tenía de vivir olvidado por el mundo estando en el lazareto, él vuelve a escribir sobre la “Muerte de un científico santo”.

 A la postre, sin embargo, Querry logró lo que andaba buscando. Descansar en un lugar desconocido y lejano de Europa.  

  Desde hace tiempo ese lugar lejano ya no es África sino México. Muchos emigrados legales pero sobre todo ilegales.… También Estados Unidos, también Europa.                                 

 La gente de la llanura lleva una vida idílica y a la vez la más dura imaginable. Vivir en el desierto donde no hay agua, tierra fértil ni agua y prevalecen temperaturas arriba de los cuarentas o en las madrugadas por debajo del cero, es propio de los pueblos indios. Por lo demás, esa lucha diaria la obliga a desarrollar actividades que implican un gran gasto energético. Tiene hábitos alimenticios bien establecidos con horarios definidos y en general su vida es más desahogada. La tensión y el sobrepeso se mantienen a raya. A diferencia de la vida en las zonas urbanas que es más propensa a desarrollar todo ese paquete de enfermedades que vienen de la báscula exagerada en el que la fast food da tantos dolores de cabeza. ¡Y de colón! Gente en la que abunda el tejido adiposo como consecuencia de comer carnes sin moderación, azucares de todas  las formas imaginables y alimentos muy hervidos o abundantemente guisados en grasas y aceites.  Y su gran cómplice la televisión que nos agarra de la garganta y nos mete sin remedio en el sedentarismo. Es  el mundo de más calorías y menos gasto  energético. El universo del bisturí para borrar la acumulación de grasas pero que no puede desaparecer la hipertensión arterial, la insuficiencia cardiaca, las arritmias y la diabetes mellitus.

 “Creo que me he convencido a mí mismo una vez más”, dijo Cork y echándose la mochila al hombro emprendió el descenso de la duna. Y en tanto lo hacía hundiendo sus pies en la arena movediza, recordaba a los que seguramente en ese mismo tiempo corrían y caminaban dando vueltas en los Viveros de Coyoacán. Gente que se afana por ser  responsable, decía.

 Todo eso decía para si porque, de todas maneras, a Cork le sobraban unos cuantos kilos. Debido a una interpretación con el tonalamatl, a la hora de bautizarlo, uno de los sacerdotes indios de su aldea del desierto, hizo lo necesario para que nunca se emborrachara y por eso ganaba en cuanto concurso de cerveza participara.De lo que no podía librarse era del “sobrepeso cervecero”.

                                                                        I V

 En uno de esos Encuentros de filosofía que se dan en la Universidad Nacional Autónoma de México, me escribió Cork, le escuché a Juan Manuel Navarro que es necesario plantear cuestiones actuales, pero que provengan de una tradición, porque de la apropiación de las tradiciones surgen actividades críticas, cívicas y políticas vinculadas con el quehacer filosófico. Juan Manuel Navarro era a la sazón decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.

 Una cuestión actual, que proviene de una tradición, en la etnia de Toci, es el orgasmo. Como la cuestión social es diferente en su gente y la mujer lleva la batuta, sabía que, llegado el caso, tendría que no fingir orgasmos, como lo hacen en los personajes femeninos de las películas... Ni tampoco echar mano de alguna clase de frigidez para triunfar sobre el hombre. Ella no trasladaría a la cama la lucha por los derechos femeninos. Ella pondría su cuerpo, la humedad de su vagina, la mirada más dulce posible y la mejor voluntad para realmente llegar al orgasmo. Si yo no lo logro ya era cuestión mía, no de ella. No sería menos mujer si su hombre no lograba la eyaculación. ¡Quién sabe qué carga de situaciones desfavorables trajo ese día! Además, le había comentado su idea de no tener muchos hijos. Creía  que las mujeres de su etnia  no se habían dado cuenta, después de casi cinco siglos, que en México ya no hay Tlalchinolli. “Siguen con sus familias numerosas como en los tiempos de la guerra como deporte. Ahora hay que jugar otra estrategia contra la economía que se maneja desde lejanos centros financieros…La gran fecundidad, como elemento de política expansionista, estaba ahora en manos de otros pueblos, pero no del mazahua. Pero, había agregado, cuidarse de una gran contracción de la natalidad al punto de llegar a desaparecer”. Ya desde ahora se daba cuenta que ella tendría que observar un inteligente equilibrio entre la voluptuosidad y la frigidez. Después de todo, recordó algo de Stekel, la calidad de un Estado no depende de la cantidad de individuos, sino de su aptitud para la vida.

 Ese asunto ya estaba decidido por ella. Tendrían la cantidad de hijos suficientes para no condenar a su etnia al suicidio, como había sucedido con algunas tribus  norteamericanas por diversas causas. Y con el etnocidio se extinguieron su lengua, su religión y sus costumbres. Sucumbieron los hombres de la sabiduría. Precisamente las clases pensantes de todos los países, en la actualidad, abrigan el anhelo  que todos los habitantes del planeta fueran cultos y supieran tanto como ellas pero, oh contradicción, son las que menos hijos tienen. ¿A quiénes  van a transmitir sus adquisiciones éticas y culturales? En cambio, la que prolifera es la clase que carece de oportunidades para educarse…La universidad pública sería la esperanza… Los presupuestos que recibe son cada vez más miserables…Cork sonrió al ocurrírsele lo que probablemente sería la última utopía, de tantas que ha imaginado la humanidad. Que los filósofos copularan tanto y tuvieran tantos hijos, o más, que los campesinos… Pero la mayoría de los filósofos viven con sus libros, no con sus mujeres.

 Arriba un cielo despejado exhibiendo tal cantidad de estrellas que casi le daba miedo. Abajo, en el fondo de las dunas, y a dos metros de la entrada de su tienda, una hoguera. Y entre las llamas una víbora que había puesto sobre una vara y que, junto con el café negro sin azúcar y las tortillas duras, constituiría su deliciosa cena.  Proteínas, carbohidratos, cafeína y agua…

 Pensaba  a la distancia, en el tiempo, a cinco años de la caída de México – Tenochtitlán, cuando todavía no se retiraban la totalidad de escombros de las pirámides, ya los primeros conventos estaban ofreciendo instrucción elemental a los hijos de los nobles indígenas. A quince años de haber caído en el silencio los atabales que llamaban de día y de noche a los aztecas para combatir a los extranjeros, los frailes agustinos y los dominicos ya habían organizado la enseñanza superior bajo la dirección de Fray Alonso de la Veracruz. Les seguirían los jesuitas que se encargaron de la educación intermedia. Cinco años después abrió sus puertas el colegio de Santa Cruz en Tlatelolco. Los cronistas coinciden en que esta fue la experiencia educativa más audaz del gobierno colonial. Los indígenas cursaban en ese lugar los estudios medios y superiores como lo harían de haber tenido una universidad. Y tan sólo a tres décadas de que la ciudad de los aztecas dejara de existir, la universidad de México ya había sido fundada, empezando sus cursos de manera formal dos años más tarde, el 5 de junio de 1553.Una experiencia nueva en esta tierra pero con cuatro siglos de antecedentes dentro de la sociedad medieval europea. Apenas dos siglos tenían de haberse detenido las invasiones bárbaras que invadieron el corazón de Europa y ya la influencia cultural y científica de la India, Grecia y Arabia, habían permeado gran parte de ese continente. Si bien todos gustan de señalar El Pensadero, como Aristófanes llamaba a la humilde casa de Sócrates, como la primera universidad, y a la Academia de Platón, ya más organizada como instituto de investigación y enseñanza, como la segunda. Pero, pensó Cork, en tanto daba la primera mordida a su víbora, una realidad viene arrastrándose desde las universidades medievales y es que nunca ha sido satisfactoria  la autosuficiencia económica de sus maestros. Desorganizados al principio, fue el Papado, al comienzo del siglo trece, que otorgó el reconocimiento oficial a la corporación de los docentes. Y en 1179 el Concilio Luterano dispuso que no se negara la licencia, otorgada por el obispo, a ningún aspirante a estudiar que fuera idóneo y les recordaba la obligación de concederla gratuitamente. Así las autoridades de las universidades  medievales debían oscilar entre el Papado y el poder laico para obtener su presupuesto económico y modos de conducirse.

 En el siglo veintiuno, se dijo Cork, cuando la segunda mordida, sigue esta historia pero ahora los rectores de las universidades públicas mexicanas deber de ir cada año a tocar puertas entre la Cámara de Diputados y las del Gobierno Federal a través de su Secretaría de Educación Pública. Y, por más fuerte que toquen…De ciento veinte millones de mexicanos, a finales del siglo veinte, en 1996 solamente habían podido entrar 48 mil estudiantes a la Escuela Nacional Preparatoria, 59 mil al Colegio de Ciencias y Humanidades, 15 mil posgrados en el sistema escolarizado y apenas mil 900 personas en la investigación. Para el año 2 000 el número de científicos en México era de 0,65 por cada 10 000 habitantes en tanto Japón tenía el 42.0… Una idea formidable en la dirección que el pueblo estudie. Pero cada vez el pueblo crece en número y presupuesto se torna más flaco…  La universidad  colonial Real y Pontificia transformada en Universidad Nacional, de México a principios del siglo veinte, y menos de tres décadas después la Universidad Nacional Autónoma de México.  Entre tanto, cabildeo y cabildeo cada año con los legisladores.… También se preguntó Cork, cuando daba el último bocado de carne  de su   serpiente asada, si su microscopio ya por fin habría salido de la aduana…

                                                                          V

 Tenía tres meses viviendo en medio del océano, entre bellos amaneceres y, con frecuencia, ciclónicos anocheceres, cuando pude salir momentáneamente de ese mundo acuático para tomar parte en una mesa redonda en ese país del centro del continente. Participaban varios países de la región, México entre ellos. El tema era la densificación de las ciudades.

 Me pregunté por qué había sido invitado. No soy  arquitecto ni sociólogo. Mi profesión era extraer todos los días líquidos del subsuelo  y pronto encontré la explicación. Esperaban les hablara del agua. En varios países de América, donde se habla español, se carece de una política de suelo urbano. Y entre todo este triste panorama destaca la Ciudad  de México, con sus treinta millones reales de habitantes, la mayoría fijos y una tercera parte en tránsito. Fue la primera ciudad en el país, de las vivientes, que empezó con una planeación técnica con objetivos claros y definidos. Bella, con la traza religiosa de la Cruz de Quetzalcóatl en México- Tenochtitlán y le siguió la concepción europea con la conquista española. Ahí está, como una encomiable muestra de museo vivo y actual que se conoce como “Centro Histórico”.

 Después el caos provocado por una carencia de  política de suelo urbano. Y entretanto una tremenda e imparable densificación horizontal de la urbe. Sin tomar en cuenta el desequilibrio que se da entre la inyección y la extracción del agua en el subsuelo. El Valle de México, en el que se encuentra la ciudad central, es un embudo de ciento cincuenta kilómetros norte - sur por noventa este-oestes para captar el agua de lluvia. Pero la densificación poblacional le va impidiendo esa captación.  El mayor volumen lo envía por el drenaje fuera de la cuenca y el subsuelo se va quedando con enormes cavernas vacías. Los edificios siguen hundiéndose y las grietas aflorando a la superficie.

 Con una fe ejemplar mis colegas en la mesa seguían buscando un plan de desarrollo urbano que permitiera llevar a cabo el redoblamiento poblacional en mejores condiciones para sus habitantes.

 Por la tarde fuimos a tomar  cerveza. Conocí una chica guapa que resultó más divertida que los formales conferencistas de la “mesa redonda”. Por la noche, cuando había logrado introducir mi mano entre sus piernas, escuché que me preguntaba:

 -¿A qué te dedicas?

 - A extraer líquidos…

 Pero retiré mi mano, pagué generosamente a la muchacha y el resto de la noche me dediqué a tomar cerveza. Sin poder desterrar un pensamiento al que le faltaba el entusiasmo de los otros conferencistas que con encomiable afán continuaban buscando la solución de la urbe.

 Entre trago y trago pensaba que la ciudad central está llena de colonias populares, villas de miseria, inmensos fraccionamientos modernos y muchas zonas residenciales de verdadero lujo. Como sea, me dije en la madrugada que regresaba borracho a mi hotel, todos piden agua. ¡Y pocos la pagan!

 Mis colegas continuarían al día  siguiente buscando la solución a los grandes males de la ciudad como son la falta de empleo, la inseguridad, el transporte, miles de toneladas de basura cada día y el acceso a la universidad.

 Uno de los sociólogos seguía sosteniendo la tesis que responsabiliza a los pobres de ser generadores de la violencia. Un día perdían su empleo y a la mañana siguiente agarraban la metralleta y se iban a asaltar bancos y matar gente. Quince años más tarde, con varias cuentas en los bancos de Suiza, propietario de una mesa de juego en Monte Carlo y un agente en la Bolsa de Nueva York, ese pobre desempleado seguía asaltando bancos…

 Yo era  primitivo. Seguía pensando en las cavernas del subsuelo que van cediendo su paso a la retirada de los mantos acuíferos. El siguiente choque, me dije mientras eructaba con sabor a Bohemia, el siguiente choque de las placas Cocos y Americana harán el resto…Ya no necesitarán los irresponsable el agua para llenar los socavones…Es un planeta vivo…

 Una semana después le envié una nota  a Cork, donde se encontrará, en la que le comentaba que había asistido a un partido de futbol en esta encantadora nación centroamericana. Toda la población estaba esa noche en el estadio. Se jugaba contra el equipo de otro país de la región. Una verdadera guerra entre naciones en la que no hubo  un solo muerto pero sí algunos heridos. Le decía que me pareció que el futbol era la versión moderna del atlachinolli de los aztecas. Al final todos volvían a sus casas luego de haber liberado una enorme cantidad de energía acumulada. El encuentro se esperaba desde dos semanas atrás y se comentaría por las otras dos semanas siguientes. El efecto terapéutico servía para un mes. La gran meta era ganarle al equipo de Estados Unidos. No se le podía disputar en un verdadero encuentro en el campo de batalla y al menos buscarían vencerlo en el pasto del estadio. Eso era antes. Ahora varias figuras mundiales del futbol han sido contratadas por los “gringos”. Ya han empezado a golear a los otrora imparables, entre ellos a México, ¿Sabías que el origen de la palabra gringos viene de Irlanda? El futbol es un gran deporte que sirve a las sociedades no nada más mundiales sino también locales. Sin este deporte ¿qué harían esa semana los muchachos del barrio para sobrevivir al tedio?

 El otro terreno de juego de las naciones es en  el “ranking” mundial que ocupan las nueve mil instituciones de educación superior. En la clasificación correspondiente, a las artes y las humanidades,  México estuvo situado este año entre las primeras veinte universidades. Sólo superado por Harvard, Oxford, Cambridge, Berkeley, Yale…Berkeley, le recordaba entre paréntesis, es aquel filósofo de la razón vital y poco o nada de la material. Sí, el mismo por el que un Estado de Norteamérica se llama así, lo mismo que una de sus universidades.

 Pero el campo de las ciencias requiere mayores recursos económicos y la Universidad Nacional Autónoma de México no ha podido remontar por ahora el lugar 93 en la clasificación anual que hace The Times Higher Education Dupplement. En algunos estados sus universidades tienen los sueldos de sus maestros en la precariedad y ya ni pensar en la investigación científica…

 ¡Cómo no podemos remontar el “ranking”,  seguiremos jugando futbol!                                                                                                                                                       

 

 

 

                                                                   

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                                                                   

 

 

              

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                             

 

 

 

 

                                                                     

 

 

 

                                                                      5                                                                              

                                                                       I

En Puerto Peñasco alquiló una lancha de motor que lo llevó sobre las aguas azules y frías de la ribera noroeste del Golfo de California. Se detuvo en la playa de La Purísima, en la punta de la Bahía de Adair. Se antojaba el lugar más solitario del universo. Antes de emprender el regreso el propietario de la lancha le preguntó:

- ¿Está seguro que quiere que lo deje en este lugar solo y lejos de todas partes?

- Sí. Estaré bien. No se preocupe. Gracias.

- Podría apuntar el número de mi celular y enviarme una señal si se encontrará en alguna emergencia...

- Voy hacia Tacna, en  el desierto de Yuma. ¿cómo podría auxiliarme?

- En Caborca hay un equipo de salvamento aéreo. Yo me comunicaría con ellos.

 - No tengo celular.

- ¡Vamos hombre, le doy el mío! Yo puedo conseguirme otro llegando a Puerto Peñasco.

- Se lo agradezco pero no quiero llevar ningún celular ni nada que se le parezca.

Se rascó la cabeza.

- No entiendo que bicho raro le picó que quiere quedarse en este desierto- fue cuando se dio cuenta y gritó: - ¡Desierto de Yuma! ¿Está loco? Se encuentra en el paralelo más lejano del Desierto de Altar y piensa llegar a Yuma? …No se olvide que en el desierto hay al menos cinco cosas por lo que es probable no se llegue a alcanzar nunca  la otra orilla Y son que se pierda, que se le termine el agua, el veneno de las serpientes, el no menos letal veneno de las arañas y la de los alacranes. ¡Cinco,  no se olvide!

-Lo tendré en cuenta. No sabe que un irritila es un caminante por excelencia. O debería serlo. Se sorprendería  más si le dijera que he caminado a través del tiempo… Si me oyera decir que sé que hace tres mil quinientos millones de años el planeta era… un mundo lleno de volcanes rodeados de agua, con muchos pequeños continentes y mares poco profundos. Con estanques de agua caliente y… bacterias…

Cuando el otro se perdió con su lancha  en la distancia marina Cork se dio vuelta hacia el desierto. Percibió mucho silencio hacia adentro del continente. En los lados las olas frías  morían en las arenas. En esas horas el Sol producía sobre las playas silenciosas un enceguecedor color plateado de lejanía en el este. Es de mañana cuando empieza a andar y alejarse del Golfo de California. En esa medida me desalejo del desierto de Yuma - me escribiría esa tarde-. Antes, es cierto, tendré que cruzar el desierto de Altar. Inútil hacer la reflexión si dispongo de agua suficiente para tal empresa. No iría a ningún lado más allá de dos  jornadas en dirección norte.

¿Y le había mentido al lanchero! No llevaba celular pero sí una computadorcita del tamaño de una cajetilla de cerillos. Pero esta tampoco la usaba siempre. Lo que tenía era un reloj-teléfono de pulsera. Como la que usa James Bond. En la década anterior era una arma secreta del espionaje internacional, en efecto.

Vuelto hacia el desierto arenoso, que termina en las mismas playas heladas, se encuentra en la nada y en  ninguna parte. Pero algo es absolutamente cierto y es que no se siente extraño. Piensa que los genes de sus ancestros vagaron por estos lares por lo menos veinticinco mil años. Seguramente algunos hohokam llegaron alguna vez hasta Samalayuca, del desierto de Chihuahua. Y lo siguen haciendo! El hombre es como es, dijo Alan Ladd en Shane.  Cork pudo agregar que el hombre es de donde es, no tanto donde se encuentra.  ¡Los genes hablan! Como las mariposas que viene de Canadá, y mueren en el trayecto, pero ya dejaron la información de todo el programa a seguir en los capullos que están por abrir.

Es cierto que para poder gozar de un panorama de libertad primero hay que ser libre uno mismo. Puedes estar en la estepa infinita y ser presa de horribles angustias y temores, se dijo en voz alta y sus palabras se perdieron entre el ruido del oleaje del Golfo.

Hacia la sierra del Pinacate, que veía a la distancia desde ese lugar, había una región en el que se habían encontrado restos arqueológicos de grupos hohokam que vivieron hace cientos de años en esas regiones, cuando el clima era diferente. Algunos entierros con cuentas y tiestos, y con ello la creencia en un mundo después de la muerte. 

Una pregunta que siempre se han hecho los montañistas,  y arqueólogos de aquellas regiones en las que ahora se encuentra Toci, es si el Aconcagua permaneció al margen de toda  actividad religiosa. Hasta hora lo que se ha encontrado,  en mil novecientos cincuenta, en   el collado cimero que une a las dos cumbres más altas  de esta montaña, es el esqueleto de un huanaco. El enigma es que sólo de manera muy inexplicable pudo haber llegado hasta ahí por impulso propio. Es todo. Como ves en este lugar tan famoso, jubiloso y trágico para los alpinistas  que llegan cada año de todas partes del mundo donde se practica alpinismo, queda con respecto al Aconcagua, todo el misterio arqueológico por delante. Personalmente pienso que  la  altitud no pudo detenerlos. Los adoratorios del Llullaillaco solamente tienen menos de trescientos, con respecto al Aconcagua. Actividades religiosas, más allá de los seis mil  metros, desarrollada cientos de años antes de la llegada de los europeos a América.

Procedente de Kaibito,  había pedido un “aventón” en la carretera 191. Pasaron muchos vehículos sin detenerse. Con sólo verlo se daban cuenta que llevaba kilos de mugre y apestaba a perro muerto de varias  semanas. Finalmente una camioneta descubierta lo levantó. Antes de llegar a Chinle pidió que lo dejaran en el primer motel que pudo divisar. Pagó una habitación, se dio un baño en la regadera y después permaneció varias horas nadando en la alberca. A la mañana siguiente  viajó hacia el sur hasta Sanders, tomó la 40, luego la 17 y finalmente llegó a Phoenix. Compró un boleto de avión para Caborca. Por la tarde se encontraba tomando una cerveza “Corona” en “El Cañón de Bachimba”, una cantina donde servían carne seca de burro  como botana, conocida en el país como “chito”.

 Habló por teléfono a México, al  instituto de investigación donde trabajaba, y preguntó por su microscopio. Todavía no sale de la aduana, le dijeron. ¿Ya terminaron mis laminillas delgadas de las muestras de roca  que dejé? Escuchó que dijeron, desde el hermoso valle al pie de los grandes volcanes llenos de nieve: “Se descompuso el disco donde se devastan, pero ya encargamos un engrane que mueve la polea. Consideramos que en dos semanas podremos reanudar con ese trabajo”.

 Esa noche durmió lejos, hacia el oeste de Puerto Peñasco, y ya muy lejos  de las frías aguas del Golfo de California.

Caminar  solo de noche entre la vegetación de la llanura... ilustra con exactitud lo que Epicteto dice del hombre en el sentido que no son las cosas en sí lo que perturban sino la opinión que él tiene sobre las cosas. Se necesita poseer todo un baúl lleno de simbolismos para creer que una simple rama de arbusto es alguien o algo que tiene vida. Siempre sabrá que se trata de la rama de un arbusto pero lo que saltó primero fue lo que él creyó que era. Ya de día, iluminadas las cosas en sus justas proporciones por el Sol radiante, seguirá en cierta manera ese subjetivismo. Veinte personas observando una pintura de Rafael, tendrá cada una de ellas opinión distinta. Otra vez la racionalidad cedió el paso a la simbología. Por eso la dificultad, dentro del salón de clases, no es entender lo que dice el maestro sino ajustar la simbología propia a la simbología del maestro.

Ir a través del desierto es caminar entre la magia de la cultura original de los indios y en especial de los mexicanos hohokam. Lo más común es encontrar una serpiente o escuchar su cascabel. Coatepantli se llama el Muro de Serpientes, de la pirámide de Tenayuca, en el noroeste de la ciudad de México. Ciento treinta y ocho serpientes de roca labrada en derredor de su basamento. No sólo eso. Los solsticios de verano y de invierno están representados y orientados por dos serpientes pétreas.

Aplastado por  los cincuenta grados de temperatura, piensa  en  Nietzsche que  se resiste a ser como los demás. Encarnaba el espíritu individualista que arremete por la despersonalización y la burocratización. Y que la devoción que los jóvenes indios profesan por sus guías ancianos no debe confundirse con el parricidio que anidaba en el alma de este filósofo. Veía un gobierno ancestral de respeto. En otro era un mundo  que tenía enfrente al estado totalitario que destruía individuos y familias.

Y más allá de los ancianos indios, la autoridad de la mujer. Mariano Rojas, un indio ranquel, de autoridad entre los suyos, siempre hablaba con Mansilla de la autoridad (decía “acción”) que tiene la mujer sobre el hombre. Bob Hope decía lo mismo de la blanca  sociedad norteamericana...

Apenas hubo levantado la tienda, tomó un largo trago de agua que a la sazón, como había caído la tarde y bajaba la temperatura, esa agua  debió de tener  40 grados.

 50 grados en la ciudad no es lo mismo que 50 grados en el desierto. No para el humano. En la ciudad la gente tiene (sin mencionar la calefacción artificial) al menos dos recursos para luchar contra ese calor tan elevado.1-la sombra de las casas.2- líquidos para rehidratarse y bajar la temperatura corporal.

En el desierto no hay nada de eso.

 Se quedó inmóvil, como tratando de recuperarse del esfuerzo desarrollado durante la jornada de bajar y subir montañas de arena por demás inestable. Se sacudió al mirarse las manos y la ropa. Tenía finos granos de cuarzo hasta en las pestañas, orejas y entre el cabello. Recordó  su libro El Americano Impasible. Una trama de corte policíaca entre los asiáticos. Graham Greene era un escritor al  que podía leer en cualquier momento sin importar el estado de ánimo o cansancio que experimentara. Recordaba con claridad las notas  del instrumento de cuerdas que servía de fondo a la película El Tercer Hombre, novela con trama al final de la Segunda Guerra Mundial y su mercado negro con  penicilina alterada. Había conseguido una edición de bolsillo y le era práctico llevarlo en la pequeña bolsa de su “short”. Lo cerró y dio otro trago de agua.

Hasta entonces empezó a extraer las cosas de la mochila. Volteó para todos lados aguzando el oído. En verdad que el desierto de Altar era un país solitario. Pensó que no sería exagerado decir que él era el único humano en cien kilómetros a la redonda. Puerto Peñasco, en el sureste, y San Luís Río Colorado en el noroeste, se encontraban a un universo de distancia. No dijo “Tezcatlipoca” esta vez, sino “Orenda”, en voz baja. Como si Orenda escuchara mejor en tono quedo.  Orenda, como el Dios de los cristianos, no se le ve por ningún lado. Pero, decía Nube, siempre está por ahí cerca, en alguna parte. Como un padre que quiere que su hijo actué con toda libertad y no quiere imponerle su presencia. Lo verás si corres hasta el otro lado de la duna. O si volteas de pronto. Tal vez descubras que no te pierde de vista. Como si quisiera negarse para dejar que pienses en ti. Así nacieron ciencias como la filosofía y la psicología. O “corrientes” tan interesantes como el Humanismo y el Existencialismo. Si no se ve, entonces cómo saber que está ahí. Oppenheimer decía que estaba seguro de ir por buen camino cuando se le paraba el pelo de la nuca. Este comentario se lo había leído a Norman Mailer. No sucede así con el criterio mercantilista que sólo conoce costo y beneficio y no valores. La filosofía a través de los siglos nos ha legado el Humanismo. ¿Qué encontrarán nuestros sucesores después de siglos de consumo y deshecho.

-Más ofertas-le decía yo.

-¡Llegamos a las estrellas!- había exclamado Xyster. Y agregado:-. Con el tiempo, a corto plazo más o menos, esos conocimientos llegan a la gente de la calle.

- Es progreso que llega al que lo puede pagar.  Resuelve necesidades inmediatas. El pensamiento humanista, en cambio,  puede llevar bienestar hasta a los ricos... ¡Llegaron los norteamericanos, nosotros no lo hemos logrado!

“el instinto-dice  George Steiner en una entrevista que publicó el diaro El País de España- me dice que no tendremos otro Shakespeare ni un Mozart ni un Beethoven ni un Miguel Ángel ni un Dante ni un Cervantes el día de mañana. Pero sé que tendremos nuevos Newton, Einstein, Darwin, Hawking…”

El año anterior Cork, Armando A.A. y yo, habíamos dado la vuelta a la base del Poyahutécatl (Citlaltépetl) y más conocido como “Pico de Orizaba”, en una altura de los cuatro mil doscientos metros. Necesitamos cinco días para volver al albergue de Piedra Grande, en el norte, de donde habíamos partido. Dos días estuvimos en el lado este, que es el barlovento para esta montaña, pues de ese lado le llegan los vientos cargados de agua procedentes del Golfo de México. Todo el tiempo, desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, escuchamos el ruido que hace la sierra eléctrica. Pasamos, en nuestro alto recorrido, por varios  aserraderos casi en las cabeceras de las cañadas.

Recientemente conocí el trabajo de Víctor Luís Barradas Miranda que ha hecho estudios en esa vertiente hacia la región de Xalapa. Propiamente en la también alta y amplia montaña Nappatecutli o  Cofre de Perote. A la sazón él era integrante del Laboratorio de Ecofisiología Tropical del Instituto de Ecología y trabajaba con especialistas de la Universidad Veracruzana.

Le envié una nota a Cork en la que Víctor Luís Barradas decía que, debido a la deforestación, en la región del Cofre de Perote, el número e intensidad de las lluvias había disminuido, situación que afecta a la ciudad de Xalapa y a diversas comunidades en Veracruz. Aquí  los mantos acuíferos habían dejado de recargarse. El bosque mesófilo estaba perdiendo humedad, lo cual podría cambiar la biodiversidad de ese ecosistema, desaparecer ciertas especies, así como alterar la composición y la estructura florística. Añadió que se trataba de bosques fragmentados y perturbados, enfermos, no de plagas sino por la presencia humana y la extracción ilegal de madera, a pesar que desde 1932 el Cofre de Perote es un Parque Nacional. Aseguraba que no basta la reforestación, que en la mayoría de los casos sólo es efectiva en 30 por ciento o menos, y la cual implica, como mínimo, medio siglo para lograrse. Sino que también era necesaria la participación de las autoridades, los dueños de las tierras, de los científicos y las comunidades para lograr el cuidado óptimo de los recursos forestales de esta extensa y bella región.

                                                                          II

Cork sabe que en el momento que ataca la duna, una duna entre un millón de dunas, en medio de la nada,  hombres respetables de Europa, Asia, América y África, diligentes y preocupados por el bienestar de la humanidad, hacen desde los foros universitarios una revisión al desempeño financiero del orbe. Lo que no impide que en otros frentes en este mismo minuto, antes que llegue a la cima de la duna, estén desarrollándose veinte guerras y cien guerrillas en el entramado de paralelos y meridianos del Planisferio. Se rio de su inocencia al sacar de su inventario, de preocupaciones nacionales, y  abogar por el uso de energéticos fósiles por renovables como la energía solar, la eólica, hidráulica en pequeña escala, la mareomotriz y la  geotérmica… Casi llegó a sentir afecto por la gente que en ese día, buscando escapar del estrés, buscaba otras opciones para controlar y manejar el malestar, recurriendo al tai chi, a  la musicoterapia y a la meditación. Se acordó de la bella Clemencia, aquella  bella muchacha que hacía meditación en Kumarila, del bosque de Chapultepec. Así como hay gente que entra de vez en cuando a la clínica de cirugía facial, ella se retiraba cada cierto tiempo a su sobria y confortable salita de Kumarila y se entregaba a las prolongadas meditaciones….Como contraste, otros siguen impertérritos, como los hombres del canotaje, en pos de los más peligrosos “rápidos” que pudieran encontrarse en aquel temible río. Trajo a la memoria que  en México ocurren anualmente cincuenta mil muertos por consumo directo del tabaco. Vuelan hacia el Sol igual que el intrépido que muere en el río. El fumador deja tras de sí graves daños en la familia y en el entorno comunitario. Es un problema emergente en el área médica que exige recursos de manera inmediata e inaplazable. Con frecuencia hay que desviar partes importantes del presupuesto nacional de la Secretaría de Educación para el Sector Salud. Los maestros protestan, cierran las calles con sus marchas desatendidas y la economía del comercio de esas arterias de la ciudad capital se va a pique. 

Luego volteaba hacia su tienda. Reducida  en el sistema solar y más pequeña, sólo un punto, en el universo. Pero que importante era este espacio tan reducido de su tienda. ¡Y los cacharros esparcidos en los rincones eran un tesoro que no cambiaría tan fácilmente! Era su universo lo que tenía a la mano y lo que le permitiría seguir viviendo en el desierto. La Vía Láctea, fría y hermosa, después de todo, no tenía más valor que una escenografía. Muy impresionante el cielo de Sonora. En ese solo cuadrante, que percibía desde la ventana de tela, había más estrellas que en toda la Ciudad de México…Y al igual que el que viaja en el carrousel de la fería de diversiones y ve que la ciudad gira en su derredor, así Cork veía que el cielo entero pasaba por encima  a su tienda a una velocidad  realmente impresionante. ¡Y luces que iban para allá y para acá más veloces que las otras! ¡O se paraban de pronto! Un mundo en constante e inusitado  movimiento que ha dado pie para las más diversas interpretaciones…Una de ellas, lo había visto en un programa de televisión, es su procedencia de la Alemania nazi. Otra, los extraterrestres.

Se imagina en la mañana tomando un vaso de café negro. Casi hirviendo, sentado en la banca de una calle de Coyoacán. Hojeando un diario y esperando con toda su alma encontrar congruencia periodística y honestidad intelectual en las primeras páginas. Sólo tiene un ejemplar, no tres del mismo día y del mismo nombre, como hace Xister. Temiendo la deformación de la realidad y  la mezquindad como común denominador de algunos diarios. De los que se dará un “refrito” en los “diarios de la tarde”. Cediendo a menudo a esa fuerza publicitaria que son los políticos de primer nivel. Y en “páginas de adentro”, si bien en una etapa intelectual superior, algunos historiadores declarando “haberse atrevido a sugerirle” significados y sentidos a la historia. Reconociendo que si bien la historia tiene un método científico pero que  en si no pueden establecerse leyes de nada. Construyendo historias con documentos de “autores afines”, con frecuencia. No antagónicos, se decía, para que se eche a andar  la dialéctica.

Entre tanto la Universidad Nacional Autónoma de México, y la Sociedad de la Función Pública, realizando su tercera edición de Premio Anual en Investigación sobre Corrupción en México. Estudiando y proponiendo cómo combatir la deshonestidad y mejorar el ambiente moral  y ético del país. Mediante el desarrollo de trabajos e investigaciones. Pensó que  a México le sucedió como a Europa cuando quiso laicizarse al filo de la Edad Media. Con la diferencia que allá el nivel filosófico sí laicizó al grueso de la población. En tanto en México se llegó el  laicismo a llenar ese vacío por su sustento filosófico a nivel de la población general. Laicismo es una parte de la filosofía, a conocer y practicar, no solamente una declaración de principios. Ahora se ve por la Academia que es necesaria la educación mediante la preparación de mujeres y hombres con un alto sentido ético y moral. Con “un recto comportamiento en sociedad conforme a las disposiciones legales”. Y aquí estamos, Sócrates, con un reto a que la universidad forme nuevas generaciones de ciudadanos comprometidos con el laicismo filosófico, había dicho Xyster-.

“La riqueza pierde mucho de su valor si no sirve para comprar vino”.Era un acertijo que le había puesto Xyster en la taberna cochambrosa de Nueva York, La Navaja de Ockam.

Por no recordar el autor de ese pensamiento había perdido  la apuesta que le costó cinco rondas de cerveza. Con la sed lo recordó:¡Emerson!”

Llevaba otro libro de un cómodo formato para “lectores de calle” que podía transportarse para todos lados. Una novela de John Updike titulada “Busca mi rostro”. Un párrafo que leyó le dio la idea del contenido que debería tener su próxima nota que escribiera a Toci. “…Europa estaba a la vista, aunque la gente olvida lo encarnizado que fue el avance hacia Alemania, aún no parecía imposible que Hitler nos hiciera retroceder de nuevo al Canal de la Mancha. Hitler hizo lo imposible. Era una figura surrealista, era el coco que se escapó del subconsciente colectivo y encontró un país al que dirigir…”

 Dice   que fue en ese preciso momento que se hizo la pregunta ¿cómo andaba la muchacha mazahua en historia contemporánea mundial?

Se pueden imaginar muchos peligros en la noche del desierto (Pero  sólo el dos por ciento que los de la noche de la ciudad). ¡La cantidad de peligros está en la medida del neurótico que los imagina! Sabía que lo más sano es esperar ver cómo se presenta la realidad. Con frecuencia ésta ofrece intersticios circunstanciales que ni nos imaginábamos y podemos acceder por ahí a la solución satisfactoria. Además de aliviar el efecto que la emoción tiene sobre los riñones y más adelante en el hígado, que es el lugar donde empieza la diabetes. ¿Cuántas diabetes se desarrollaron por causa de una preocupación que nunca se hizo realidad? En esa línea se inscribía su actitud de emprender la travesía de un desierto con cuatro litros donde se necesitarían por lo menos trescientos para un solo individuo… Desde luego sabía que en la parte estadounidense de ese desierto habían perecido cientos de hombres y mujeres por falta de agua…El iría lejos de las rutas de emigración ilegal pero era el mismo desierto. Esperaba que la patrulla fronteriza aérea no fuera creer que era un ilegal y disparar desde el helicóptero antes de haber investigado…

Pensó en Toci y en su erotismo. Cork no era de los hombres que le echan la culpa a la ciencia. En el caso de no alcanzar la plenitud sexual con Toci, no diría que la psicología es la ciencia de conocimientos hipotéticos. Por el contrario creía que la mujer insensible no existe. Lo que hay son amantes inexpertos. O impedidos.  Si hay alguna que lo cree es sólo que no ha encontrado aun la manera de su plena satisfacción. Por fortuna Toci era una mujer étnica y no había el riesgo de las  cien frigideces de que habla W. Stekel.

Pero no por estar pensando en las nalgas de Toci descuidaba su entorno en la arena. Sabía bien que en México hay dos especies de arañas por demás ponzoñosas. La “viuda negra” y las conocidas como “violinistas”. Tienen un veneno neurotóxico que causa dolores abdominales, adormecimientos de extremidades inferiores y superiores y paros cardiacos. Su veneno es necrótico y destruye el tejido en el área donde muerde. En el caso de los alacranes están ocho especies de importancia médica que pertenecen al género centruroides. Examinó su lugar y se dijo en voz alta: 

“Me gustaría saber si la línea internacional entre México y Estados Unidos detiene estos arácnidos. En ambas direcciones”. Resignado agregó:” Se estima que en el mundo hay ochenta mil  especies de arañas…”.

En la zona de dunas solía recurrir al recurso de comer hormigas. Pero en la llanura de matorral tenía más posibilidades de ampliar el menú. Serpientes y mariposas pasaban a enriquecer su dieta. Debía ser cuidadoso para no caer en su propia trampa. Por el afán de ir tras las mariposas podía descuidar su visión del piso y quedar a la distancia que una víbora necesita para lanzar la mordida. La civilización industrial ha alcanzado las estrellas pero apenas empieza a explorar las posibilidades alimenticias que ofrecen los insectos. Estos, como los hongos, en el reino vegetal,  son muy conocidos desde siempre por las comunidades rurales pero habrá mucha resistencia para que la gente de la ciudad empiece a  aceptarlos. ¡El hambre nos obligará!

El otro recurso es mojar el desierto. Con semejantes temperaturas esto sería un granero inagotable. Pero en el desierto hay tanto calor que la lluvia se evapora antes de llegar al piso. Solamente los huracanes barren con todo. Desde hace tiempo se han llevado cristales artificiales de hielo para provocar la lluvia. O las partículas de yoduro de plata esparcidas por una avioneta entre las nubes para producir agua.

Encontraba irónico que el 70  por ciento del planeta fuera agua y él no tuviera en ocasiones ni siquiera para llenar un vaso. Sabía que en Berguen, costa oeste de Noruega, ni siquiera se imaginan que pueda haber tanta sequedad. Hacen un festival del agua. En 1990 la lluvia cayó sobre ese lugar durante 83 días. Por eso, cuando Toci le escribía para quejarse diciendo “Me estoy congelando” Cork le respondía: “Tienes treinta y cinco grados bajo cero pero llevas un saco de dormir para cincuenta grados…Hay que aprender a vivir con el tiempo que prevalezca en la región. El equipo y nuestros mecanismos de adaptación nos sacarán adelante…Y la dieta”

El clima seco del desierto tenía algunas ventajas que Cork sabía apreciar. En Ciudad del Carmen, frente a las masas de agua salada, podían pararse en su cuerpo hasta mil mosquitos en un minuto. Algo para enloquecer a cualquiera. En San Luisito, el barrio de Monterrey, que es cruzado por un río, el pequeño mosco Anófeles le había inyectado la malaria, fiebre que hasta la fecha sigue cobrando miles de vidas al año en todas partes. Desde entonces prestaba especial atención a esos pequeños bichos. Cuando iba a navegar a los pantanos, entre la Laguna de Términos y Jonuta, o los grandes ríos de Veracruz y Chiapas, llevaba una enorme manta gasa para cubrirse, Simplemente se la ponía encima y quedaba aislado del peligro letal, aunque lo siguieran miles de  chupasangre y preparados con sus hipodérmicas inyectadoras de quién sabe cuántas pestilencias mortales. Por las noches, cuando se echaba a dormir en el fondo de la canoa, bamboleándose sobre las aguas del río, simplemente se cubría con el velo y ya  podía dormir plácidamente sin preocuparse del ruido que hacían diez centímetros de su rostro desesperados por no poder alcanzar su sangre. Y cuando estaba de buen humor, se despedía en voz alta: “Buenas noches Anófeles”. “Buenas noches zica”.O algo del cuento del Deshollinador: “Por la chimenea entre los tejados se asoma la luna”. En el desierto no había encontrado hasta entonces  zancudos pero sí  arañas casi invisibles por su tamaño. Y tan mortales como los zancudos. De modo que, aunque estuviera dentro de la hermética tienda de campaña tipo iglú, se cubría con la manta de gasa.

Podía sopesar las diferencias pues había estado en Finlandia. Cubierta la tienda por la nieve durante cuatro meses. ¡Pero un día llega el Sol! En el desierto la nieve podía llegar durante tres días cada diez años. Vivió en el paisaje lacustre de Finlandia, con sus sesenta mil lagos y millones de pequeñas islas. También, como aquí, se puede vivir sin toparse con otro humano al menos en  una vida. En el sector central había pasado cuatro meses viviendo en sus islotes. Cualquier mañana levantaba su tienda tipo iglú y echando las cosas en la pequeña lancha se cambiaba de islote. Después llegó la nieve y tuvo que refugiarse en Lisalmi.

En ocasiones en Altar escuchaba, dentro del sueño de la madrugada, el ruido de alguna avioneta que pasaba no más allá de trescientos metros de altura sobre las crestas de arena. Quería volverse a dormir pero la continuación de la idea de la avioneta  lo mantenía despierto todavía por unos minutos.  O bien se levantaba a preparar, en su pequeña estufa plegable de escalador, de débil luz, una taza de café negro. Se acordaba de un pensamiento que había leído en un café de Coyoacán: “El café puede ser veneno, pero debe actuar de forma muy lenta porque hace 85 años que lo tomó y me siento muy bien”. Se lo adjudicaban a Voltaire.

Vivir en el campo, la montaña o el desierto, hace que el humano piense en el valor de las cosas como jamás hubiera pensado en la ciudad. Cualquier alpinista que ha llegado a los cincuenta años sabe que el más grande descubrimiento que ha hecho el hombre, en los últimos tres mil años, es la taza del retrete. Cuando Robinson Crusoe descubrió el vegetal aloe y la caña de azúcar, se puso muy contento. Pero acto seguido, cuando quiso aprovechar los recursos que tales descubrimientos le podrían proporcionar, tuvo que confesarse que no sabía: “no llegó a conclusión alguna”. Desligado de la evolución tecnológica de la humanidad, había dado un salto enorme hacia atrás en el tiempo. Confeccionar una pala, un cesto, le parecieron empresas por demás formidables. Meticuloso en un principio, para llevar la cuenta de los días, acabó por “perder el hilo”. Yo tuve la idea, y se la dije a Cork, que una escala para medir la vejez se podría llamar “Escala Huehueteotl” o “Huehueteometro”. Consiste en, llegados a los cincuenta años de edad, sentarse en cuclillas. A más edad menos se puede hacer el cuerpo hacia los talones. Todos nosotros éramos jóvenes pero yo había visto que en provincia los campesinos viejos deben defecar casi parados por no poder flexionar ya sus rodillas. Pero ese inmensurable invento de la humanidad jamás lo podrán apreciar los que habitan la ciudad.

Platón creía, y lo seguía Leibniz, que el universo debe interpretarse como algo organizado inteligentemente. ¡El mejor de los mundos posibles!

Casi de inmediato nos llegó una nota desde los Andes, de Toci, que en esos días daban, ella y sus clientes japoneses, la vuelta completa al monte Ameghino, con la idea de trazar en el futuro algunas nuevas rutas. Se refería al mundo perfecto de Leibniz.

-Leibniz-decía la muchacha mazahua - encuentra la existencia de Dios en su idea de la armonía preestablecida.

Schopenhauer dice que, por el contrario, es el peor de los mundos dada la inclinación de los hombres al conflicto, agredirse y hacer trampas mil entre ellos.

Robarse “legalmente”   algunos políticos el dinero del pueblo, meter a la cárcel a inocentes, etc.

A tal punto es la corrupción, y la impunidad, dice este pensador, que es mejor que el mundo no existiera.

Pero, ya que estamos aquí, mejor confiar en los perros, que en los hombres. “Entre más conozco a los hombres más quiero a mi perro”, era su lema.

Edgar Lee Masters escribió en su obra sobre Emerson:

“La naturaleza se empeña  en crear cerebros con una diátesis (predisposición orgánica a padecer una enfermedad) para la superstición, la violencia, la codicia la lujuria, la ignorancia incurable, por lo que su tarea no se encamina  siempre a conducir  al país por el camino que lleva a la justicia y a la nobleza.”

Se llega a tener esta impresión, del mal dominándolo todo,  por los noticieros, los informativos, de los medios. Más  los electrónicos. Destacar la nota roja como recurso  que la televisora rival no le gane en el rating.

Es una abstracción comercial que deja fuera toda otra actividad de la sociedad emprendedora.

Copleston ha observado que no es tan sencilla la religión de la armonía  proclamada por Leibniz. Verla con detenimiento parece plantear más problemas que los que soluciona. La libertad del individuo, por ejemplo, que parece más bien quedar robotizada.

“La doctrina de la armonía preestablecida hace esos problemas aún más agudos de lo que son, en todo caso, en una filosofía teísta.”

Como sea, Leibniz busca alejarse de escepticismo, como el de Schopenhauer, y de toda corriente decadente que intenta llevar los valores esenciales al mundo de la fenomenología y que destaca, como los programas referidos, la nota roja en una abstracción sin hacer caso de la generalidad.

(Siempre hay irresponsabilidad en utilizar el término escepticismo como sinónimo de ateísmo. Copleston mismo anota que un escéptico puede tener una fe más profunda y por eso indaga, duda, cuestiona, practica la antítesis contra la tesis, al estilo de san Agustín, antes de su conversión al cristianismo)

El delincuente más famoso, de este lustro, ha ocupado la atención de millones de televidentes.

 Ya pocos se acuerdan que en el mundo hay miles de  investigadores científicos buscando la verdad, en la última revelación de la materia, que les permiten sus instrumentos de laboratorio. Pero estos no cuentan para el rating.

Y otros miles de individuos, de religión, que buscan la verdad en los mundos ininteligibles. Estos tampoco cuentan para el rating.

La idea de la armonía preestablecida de Leibniz  busca apoyarse en estas filosofías de progreso material y espiritual, no en las patologías sociales.

En cosas del bien y del mal no vale la democracia. No es cuestión de mayorías. Ya desde la antigüedad escuchamos que alguien  intentó detener la destrucción de una ciudad por estar habitada por perversos. Hasta a los ángeles, que llegaron de noche, querían tirarse.

El último justo que quedaba en ese lugar trató de salvar a la ciudad ¿si quedan diez justos suspenderías la destrucción? ¿Si quedan cinco justo suspenderías la destrucción? ¿Si quedara un solo justo suspenderías la destrucción? Un solo justo salvaría a todos.

Sabido es que no  perdonó porque la armonía preestablecida se había roto. Aléjate  y llévate a tu familia porque voy a destruirla.

Y con la destrucción se puso claro que hay recompensa y castigo. Así como entre los humanos hay leyes que hablan, y aplican las recompensas y castigos, cuando la armonía social se rompe.

Por eso hay contratos colectivos patrón-sindicato para dejar preestabelcida una armonía de trabajo. Y sus cláusulas de sanción cuando esa armonía se rompe.

La idea de Leibniz, dice Copleston, es que todo apunta en la vida hacia el bien, hacia la armonía:

“En todo caso, la pretensión general de Leibniz es que hay incomparablemente  más bien que mal en el mundo, y que el mal que hay en el mundo pertenece al sistema total al que es como totalidad como hay que considerar.”

Pero la idea de la armonía preestabelcida no quiere decir  que la vida cabalga en la filosofía perenne, caduca, inmóvil y ¡vamos a echarnos a dormir en la hamaca porque ya todo hecho para nosotros!

Todo lo contrario, el espíritu de la cultura occidental es la acción, el movimiento, la persecución utópica de lo nunca alcanzable. Por eso Copleston anota:

“Al decir que el mundo es el mejor  de todos los mundos posibles, Leibniz no quería dar a entender  que en cualquier momento dado haya alcanzado su máximo estado de perfección: el mundo progresa y se desarrolla constantemente. Eso es todo con respecto a Leibniz, ¿qué les parece?

                                                                         III

Desde luego, aceptaba, Cork, que en el desierto hay fuerzas en armonía, en equilibrio. Sólo el humano ha ido a meterse sin siquiera pertenecer a él.

Sobre todo su sed lo hace pensar en la escasez del agua por la desertización y la degradación general de tierras debido al recalentamiento de la Tierra. Nada queda incólume de este proceso. La urbanización vertiginosa y la industrialización de algunas regiones afectan áreas lejanas como África y Asia. Pero este aumento de la temperatura global que perjudica a las grandes selvas como Amazonia, también causa estragos en las regiones polares como la Antártica y el Ártico. Sabía que tal fenómeno empieza a poner en apuros serios a físicos y ecólogos y a las comunidades que viven en las islas de poca altura o ciudades erigidas a la orilla del mar. Pensaba que a  la nueva capital de la cultura mundial, ciudad de Xyster, decía éste, se la puede llevar la chingada envuelta en olas. Ya Nueva Orleans había pasado lo suyo. Ya imaginaba las botellas de cerveza, de  La navaja de Ockam, flotando hacia la calle y perdiéndose en el mar. Eso si que puede ser una tragedia.

Y, sudoroso, se apresuró a preguntarme  cómo andaba el mundo. Sigue dinámico, como siempre, le contesté. La gente va y viene llenando el día con cosas de valor y también se da tiempo para las actividades propias del ocio. Ahora la gente habla mucho por teléfono celular que lleva en la mano. En cuanto a la actividad de los políticos, a nivel de relaciones internacionales, puede resumirse su conducta con aquellas palabras que Robinson Crusoe le dedicó al pobre cabrito que apresó un día al matar a su madre. Recordarás que quiso alimentarlo para que no pereciera de hambre: “Como no quería alimentarse de mi mano, me vi obligado a matarlo y comerlo”. Por cierto que Robinsón dejó de llevar su diario en la Isla de la Desesperación cuando se le acabó la tinta. Tú y yo no tenemos esa preocupación. Nuestras computadoras no necesitan tinta para poder comunicarnos. Si Crusoe hubiera dispuesto de una computadora, y con el poder de observación que desarrolló en su soledad,   de seguro habría escrito una obra más  voluminosa y más interesante. “No necesita tinta pero sí requiere baterías”, pensé. 

Robinsón pudo haber observado que el cascabel de la serpiente advierte que hay que mantenerse alejados y de esa manera ahorrará su veneno para cuando lo necesite. O que en junio hacen cincuenta grados centígrados en Altar. Que en agosto hay mucha electricidad en el cielo queriendo hacer contacto con la tierra. Que las serpientes de cascabel se aparean en otoño, que es cuando se dan los rituales combates entre los crótalos. Pero que será un encuentro de fuerzas solamente, porque una mordida de cualquiera de ellas sería mortal para su enemigo.  Habría descubierto que el acto de beber agua es más amplio que el que nos imaginamos. Cierra los ojos e ingiere medio litro y tendrás suficiente para rehidratar tus tejidos por lo pronto. Pero si acumulaste  la deshidratación en el caminar por la estepa y bajo cuarenta y cinco grados por largo tiempo, eso no basta. Necesitas mirar el agua antes de beberla. Es como si la mente, que tanto ha pensado en la sed, necesitara también su imagen del agua. Imagina  una analogía con el erotismo y habrás encontrado mucha semejanza.

 Robinsón encontraría  especies desaparecidas y otras en peligro de extinción por estar seriamente amenazadas. Material genético perdido para siempre. Ecosistemas destruidos por la explosión demográfica. O mercado potencial de las especies silvestres. En el pasado ha habido destrucciones por causas naturales como fenómenos climáticos globales.  Habría coincidido que la actual destrucción se debe a la civilización.  Que ya no es necesario que el hombre esté cerca. Los fenómenos de destrucción ecológicos se han globalizado y cabalgan sobre el viento a grandes distancias. Si alguien fuma un cigarro en Coyoacán, ese humo dará la vuelta al planeta calentando y contaminando, Hong Kong montado en alguna corriente de aire, decía una y otra vez.

Otra cosa que hubiera observado es que el contacto con la naturaleza descansa los nervios, vigoriza el cuerpo y tranquiliza el espíritu. Que encerrarse en las ciudades es lo contrario de lo anterior. Aquí se sobrevaloran las cosas. Aun las necesarias prácticas o intelectuales. Uno, dos o tres individuos en medio del desierto o en la montaña o en el mar, no se pueden dar ínfulas con su ego. Para salir con bien tiene que ser humilde. O para decirlo de otra manera, tiene que desarrollar una actitud muy parecida al animismo. “Sino respetas tu entorno, mueres”, dice el Corán.

En sus noches de inmenso calor, y falto de agua en sus cantimploras, Cork se acordaba del poema de Emerson  “Árboles con cabelleras verdes y movidas por el viento”

Caminar a través de la estepa sólo, durante semanas, da significado a la existencia de Cork. Aunque en medio de tan altas temperaturas y amaneceres helados no ve claro cómo puede alcanzar así la perfección última. Aunque ni siquiera está seguro que sea  esto lo que anda buscando. Siempre ha dicho que no tiene la vocación de los krisna.  Pero si así fuera, y por más importancia que ello pueda tener en lo individual, no ve cómo algo o alguien lleguen a ser perfecto sino se puede realizar dentro de lo que  se llama el interés común. Los anacoretas cristianos de los primeros tiempos lo comprendieron así y acabaron por reintegrarse a la masa. Comunicarse él solito, para él, con la Perfección, le parece que es la mejor manera de hacerse pendejos. Mas le valdría ponerse  frente a su narcisista espejo…El solito comunicándose con su Dios y a los otros que se los lleve la…

Al despertar, Cork pensaba en ese día. Era como una página en blanco frente a la que era ineludible una decisión. Podía dejarla en blanco y eso ya era una actitud a desarrollar. Como el que no acude a las urnas a votar. Si no vota ya está votando. ¡Me gusta que todo siga tan podrido como hasta ahora! Personalmente pensaba que sería estupendo dejarla la hoja en blanco. ¿Cuanto podía garrapatear en ella? Ahora bien, ¿qué escribiría? ¿Deslizar el lápiz haber qué se le ocurre? O intentar plasmar algunas ideas. ¿Narcisistas ideas? ¡Tampoco vas a presumir de original! Con honestidad hace cinco mil años todos venimos citando pensamientos que el otro ya dijo pero lo hago desde mi subjetividad, que es lo que me salva. Conque no le ponga comillas ya es mío.Ideas que siempre nacen de todas partes. Que rebotan de aquí para allá. O bien que son originales de cada individuo. Era la tradición que siempre nos sale al encuentro, aun para los originales que descubrieron ese día la generación espontánea. Era necesario calcular en lo posible el potencial contenido y la superficie de la que disponía. De otra manera corría el riesgo de dejar incompleta la idea. Así era la vida de cada día en el desierto. Desarrollar las diferentes etapas propuestas era su leit motiv sobre la marcha. Mucha importancia había tenido la jornada anterior pues le había hecho fuerte para este día. ¿Qué podía escribir sino tuviera la experiencia del ayer? ¡Podía escribir a priori! ¡No, eso es para Kant! Pero ayer había quedado atrás y era necesario dejarla en su justa proporción de referente. Como un banco de datos al que se le consulta de vez en cuando. Pero no vivir  en él. El Sol de ayer ya se ha ido, dicen los Alcohólicos Anónimos. Y la jornada de mañana quedaba aun lejana e imprecisa. ¿Qué características  presentaba el primer kilómetro de ese día? ¿Cuánta agua quedaba en la mochila- cantimplora? En todo caso, Tezcatlipoca – Orenda señalaría el camino. Cualquier camino…

Después de todo, se repitió esa mañana al empezar a caminar, y mientas se acomodaba la mochila en los hombros, si los árabes creen en una alfombra voladora, los judíos en una roca de la que brota el agua con tan sólo tocarla con una vara, y los cristianos en Lázaro saliendo de la tumba para regresar a la vida después de haber muerto, ¿por qué no creer en que Orenda habita entre las dunas? Los valores esenciales están en todos los continentes y en todas las épocas. “Curiosa la idea que la divinidad se haya circunscrito en un solo continente”, había dicho Xyster en tanto se limpiaba los bigotes llenos de cerveza de un tarro que acaba de engullir de una sola vez.

Cork me escribía que su reloj fisiológico seguía funcionando muy bien en esas  condiciones extremas que hay en el desierto de Sonora como son excesiva luminosidad, alta temperatura y sequedad. También frente a la invisible pero poderosa presión que significa la amenaza de los depredadores. En especial los pequeños como la serpiente y el escorpión. Sabe que por la falta total de agua puede agonizar durante dos o tres días. Pero de la mordida de uno de estos animales sólo sería cuestión de pocas horas.  Conocía de la existencia de arañas mortales tan pequeñas que ni siquiera sentiría la mordida. Tal era el caso de la “Araña Violín”. O bien la “Hormiga de Fuego Roja” que han causado  estragos en las poblaciones del suroeste de Estados Unidos. Se dice de  la última que puede resultar más peligrosa que las serpientes mismas. Originaria del Brasil, llegó a Estados Unidos en 1977. Su mordedura, y las consecuentes sustancias que inyecta de esta manera, afectan el sistema inmunológico de las personas. Se presentan reacciones alérgicas, se cierra la garganta, se dificulta la respiración y puede conducir a la muerte. Todo esto en pocos minutos. Recordó la experiencia de haber observado bajo el microscopio una araña que a simple vista resultaba pequeña. Fue mientras buscaba meter en el área de enfoque aquel espécimen que descubrió, sobre la ramita, aquella otra araña cuyo tamaño era imposible de observar sino se recurría a instrumental tan especial como el que se encontraba manipulando. Semejante micro fauna ya no podía ser detenida por ninguna cremallera que cerraba la puerta de su tienda o por las áreas de la misma que sirviéndose de tela de malla le permitía observar hacia el interior y obtener ventilación.

 Su sistema circadiano le había permitido hasta entonces, con su gran adaptación al medio, no caer en el terror y salir corriendo enloquecido ante la idea de micro arañas invadiendo su refugio. ¡Dios santo, me dijo que se dijo, cuantos eones de tiempo necesitó el humano para llegar a adquirir los sistemas que tiene su cuerpo que le permiten ir y venir con posibilidades de éxito por los más increíbles ambientes del planeta! Y de ahí pasó a la pregunta obligada. ¿Cuánto contribuye  la ciudad a conservar esos adelantos fisiológicos o cuánto los deteriora? ¿Qué habrá pasado con el libro de  Alexis Carrel, aquel norteamericano, Premio Nobel en  medicina que aconsejaba vivir periódicamente al aire libre bajo los efectos del viento, sol, frío, sed, fatiga…? ¿Acabaría en el cesto,  como tantos viejos premios Nobel que el  siglo veinte arrojó a la basura?

Otra pregunta que se había hecho Xyster-en tanto vaciaba otro tarro de cerveza-¿hasta dónde puede considerarse reducible un grano de arena, más allá del átomo?

Recordaba haber asistido en Ciudad Universitaria, apenas dos semanas antes de partir para el desierto, a una conferencia  del alemán Hans G. Erkert, que hablaba de la evolución del sistema circadiano y cómo regula éste la función del organismo en mamíferos y en el hombre. La evolución de los organismos no ocurrió en un ambiente  constante o aleatorio. Se efectuó en diferentes zonas bioclimáticas sujetas a diferentes periodicidades geofísicas ocasionadas por la radiación solar y la gravitación. El resultado son las marcadas periodicidades ambientales diarias, anuales, lunares y de mareas. Un reloj fisiológico que representa una adaptación previsible a los grandes cambios periodos de muchos factores geofísicos y biológicos…

Antes que alguien pudiera inventar la cantimplora para almacenar agua y poder intentar cruzar el desierto, otros cambios habían tenido lugar para que él pudiera encontrarse este día sobre las dunas…

 

 

                             

 

 

 

                                                                  

                                                                       6

                                                                        I

¿Cómo fue que tus genes llegaron a México?, me preguntó esa tarde cuando ya había levantado la tienda para preparar la cena.  Se disponía  a pasar la noche entre el lugar donde confluyen los vientos de varias direcciones en esa parte del desierto. Queda en el extremo sur de las sierra del Rosario. Este sistema montañoso, de treinta kilómetros de extensión norte- sur,  desvía para allá las corrientes de aire y provoca una configuración caótica de elevadas montañas de arena, solitarias y bellas. Se puede jurar que  ese lugar es  el sitio más desolado del planeta.

 Fue la maldita obsesión que Cork tiene por la historia que me hizo recordar cosas de mi familia. Muchas, muchas, veces se las había escuchado a mi abuelo y las tenía grabadas en mi mente de manera indeleble. Siempre se decía abuelo para referirse a un antepasado que había vivido Dios sabría cuántas generaciones antes. Aquel lejano abuelo se las había transmitido  al abuelo más cercano. Había jurado, ante San Patricio, que yo sería el último abuelo. Que conmigo acabaría ese relato.   Pero… Adivinando mi resistencia, Cork me había preguntado: ¿Cómo no hablar de aquellos hombres blancos de pelo  rojo que fueron ahorcados en San Ángel, Tacubaya y Mixcoac? Fueron los que trajeron los genes de los que tú naciste…

El relato de los abuelos siempre empezaba así: tu abuelo Guillermo Stenbergheen llegó con el  ejército de invasión de los Estados Unidos en el siglo diecinueve. En algún momento de la campaña por razones religiosas y sociales análogas a las de los mexicanos, y sociales históricas entre Irlanda e Inglaterra, se pasaron al bando del ejército mexicano él y otros doscientos irlandeses. Hicieron la campaña con valentía a lo largo de todos los combates hasta el momento de la última batalla en Churubusco en que, al mando de Anaya, se perdió la guerra y junto con los mexicanos, fueron hechos prisioneros. Semanas más tarde los irlandeses empezaron a ser ahorcados en diferentes poblaciones del sur oeste del valle de México. Desde entonces todos los descendientes del abuelo Guillermo Stenbergheen se llaman así. Guillermo Stenbergheen. Por eso tú te llamas  Guillermo Stenbergheen. En el lado oeste de la plaza de San Jacinto, arriba de San Ángel puedes encontrar su nombre, entre otros que murieron en ese lugar.

 En recuerdo de estos irlandeses, la plaza del ex convento de Churubusco lleva su nombre: “Plaza de los Irlandeses”, así como una calle que converge al mismo lugar. A unos metros a la derecha de la puerta de la entrada principal al ex convento, cerca también a uno de los cañones utilizados en esta guerra, se encuentra una placa metálica que dice: “Plaza Batallón de San Patricio” y más abajo: “En memoria de los mártires irlandeses de la guerra de intervención de 1847”. Esta placa fue puesta el 13 de septiembre de 1981 por el entonces presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, José López Portillo. Y una calle que converge directamente a esta plaza lleva el nombre de: “Capitán John O’ Reilly, comandante del Batallón de San Patricio”. Según la tradición, este capitán fue el primero que decidió pasarse al bando de los mexicanos y después lo fueron siguiendo otros irlandeses. Te repito que fue aquí, en San Angel, que murió el primer Guillermo Steenberghen. Su hijo, que sería el primer abuelo, nació tres meses después que a él lo mataron. En recuerdo de su padre, su madre mexicana le puso a su hijo Guillermo Steenberghen.  Y, como diría Faulkner, eso fue todo.

Esa semana marcó un “punto muerto” en cuanto actividades de los tres. Y lo aprovechamos para escribirnos. Toci acababa de regresar de la provincia de Salta y se recuperaba en su casa de Cuevas. Cork se había propuesto acampar en aquel asentamiento de la tribu hopi, a la que acaba de arribar, con al idea de rehidratarse de las jornadas de poco agua al atravesar aquella parte del erg del desierto de Arizona. Y yo debía permanecer otras dos semanas en la plataforma, del pozo en la fase de exploración,  en medio de  cien kilómetros a la redonda de océano frente a las playas de Costa Rica. Conectamos el maldito Internet y nos enviábamos escritos, al mismo tiempo, que cada quien  iba componiendo, si bien con base en algo que había leído. Yo fui el primero:

 “Un amor  templado es mucho más duradero que un amor violento que somete al individuo entero y lo hace juguete de las pasiones”. Esto lo dijo Wilhelm Stekel, psiquiatra, hace casi un siglo en un tratado que escribió sobre la psicopatología de la vida amorosa de la mujer. Las palabras de Stekel podrían servir de epígrafe para este cuento del novelista inglés W. Somerset Maugham titulado “La Carta”. Otro epígrafe para el mismo cuento sería algo nuestro en  la pieza musical del género de danzón, muy popular a mediados del siglo pasado, y que se llamó “Olga la Tamalera”. Eran relaciones tan violentas  que un día Olga mató a su pareja sexual y lo preparó en tamales. Luego se puso a venderlos con su bote tamalero en la calle... Los hombres que maltratan a las débiles y abnegadas mujeres  ignoran que con esa actitud   están despertando al tigre.

Y no hay que olvidar a Medea. Sigue diciendo Stekel: “Las potencias repulsivas que aspiran a la separación reaccionarán con mayor violencia... Hay pequeñísimas  disonancias y un día tiene lugar la catástrofe; el odio explota con una violencia elemental. El odio aspira a la destrucción del individuo odiado”.

El cuento de W.Somerset Maugham comienza cuando una mujer, Leslie Crosbie, descarga seis tiros de pistola sobre un individuo llamado Hammond. Dijo que había intentado violarla. Enseguida llega John Witers, el jefe del distrito. Tres horas más tarde llega también Roberto Crosbie, el esposo de Leslie. Tanto él como sus amistades comprenden a Leslie y se afanan en rodearla de atenciones. De seguro, dicen, las autoridades tomarán en cuenta que Leslie  haya defendido su libertad y su persona. Claro que  está el extraño detalle que cuatro de los seis tiros hayan sido disparados cuando el cuerpo de Hammond se encontraba ya en el piso...

Hay que tomar en cuenta, les dije, que la homosexualidad de este gran novelista que es Maugham lo va a llevar a repetir el estereotipo que desempeñan las heroínas de sus novelas y obras de teatro. Capaces de las actitudes más violentas. En contra tesis de la actitud mesurada de los hombres. Así fue en sus novelas Servidumbre Humana, Al Filo de la Navaja, La Otra Comedia...

Leslie fue acusada de asesinato y encarcelada a pesar de que todos estaban de acuerdo en que había obrado en legítima defensa. El proceso duró varias semanas. Ella demostraba una entereza enorme y causaba la admiración de los jueces por la precisión de su relato. Roberto, el esposo, estaba indignado de la lentitud de la justicia y muy especialmente de que la última audiencia del día siguiente fuese pública. Al final Leslie fue absuelta por los jueces y se convirtió en heroína. De inmediato pudo reunirse con su marido en su plantación de caucho, en la que vivían, y en la que había tenido lugar la tragedia, en los alrededores de Singapur.

Mientras duró el proceso se habían desarrollado algunas situaciones que darían un giro a los acontecimientos. Un abogado chino, llamado Ong Chi Seng, sabía de la existencia de una carta que Leslie le había enviado a Hammond. Le pedía encarecidamente que se reuniera con ella en su casa.

En realidad Leslie y Hammond eran amantes pero éste estaba a punto de abandonar a Leslie. Había otra mujer de por medio, una china. Leslie le reclamó a Hammond y hubo una escena de celos muy fuerte. Pero al final Leslie terminó aceptando la situación al declararle que no podría vivir sin él. No obstante, Hammond se mantuvo firme en su intención de dejarla e irse a vivir con la china. Y esto fue lo que Leslie no pudo soportar. Aceptaba el triángulo pero no que la dejara por la otra. Fue cuando sacó el arma y le disparó dos balazos mortales. Y aun muerto Hammond, y yaciendo en el suelo, le disparó otros cuatro balazos.

El chino Ong Chi Seng le dijo a Joyce, un amigo de la familia de Leslie, que tenía la carta y que la china pedía por ella diez mil dólares. Era una cantidad enorme y Joyce tuvo que decirle la verdad a Roberto, el esposo de Leslie. De otra manera la carta iría a dar a manos de los jueces y el caso se reabriría. Leslie seguramente sería condenada a morir ahorcada.

La carta se pagó, Leslie quedó libre definitivamente, la verdad del asunto se puso al descubierto al interior de la familia  y Roberto abandonó a su esposa. Los que lo conocían sabían que a la postre acabaría regresando con Leslie pues la amaba y era un hombre noble.

Fatigada y soñadora, Leslie bajó al jardín. La Luna la perseguía por el camino, alcanzando su figura vaporosa donde no la cubrían las sombras profundas de la plantación y, por un segundo, la Luna iluminó también otra figura que sigilosamente pasó detrás...Joyce salió , acompañado por  Roberto,  alarmado a buscar a Leslie cuando pasó el tiempo y se percataron que no regresaba. Fueron llamándola por el jardín. De pronto tropezaron con un cuerpo inerte al borde del camino. Era Leslie que yacía muerta. “En el suelo brillaba una daga china y junto a la hoja, húmeda y letal, parecían destilar odio los ojos fosforescentes de un dragón”. Leslie no perdonó a Hammond que la dejara por la china, pero la china no perdonó a Leslie que hubiera matado a Hammond...

                                                               II

Por lo visto Cork no estaba para cosas serias y nos envió algo ligero:

La acción se desarrolla en el tiempo que Estados Unidos y la Unión Soviética eran enemigos pero sus respectivos espías llegaban a amarse apasionadamente. Al menos así sucedió con Donald Evans y Olga Zarkov.

Jacob Kessler es el maldito astrónomo alemán  que después  de la Segunda Guerra Mundial  instala, nada menos  que en Florida, un enorme  laboratorio para construir satélites provistos de bombas nucleares y desde el aire destruir a Estados Unidos y a la Tierra misma. Piensa dominarla o destruirla. Después de lo cual, de todas maneras,  se irá a habitar a otro planeta. Ya ha puesto a prueba sus armas destruyendo en el espacio adelantos científicos que hacen los norteamericanos. A este  proyecto el alemán   lo llama “Andrómeda”.

Como en el principio los angloamericanos no saben quién los ataca, llaman a Donald Evans para que descubra al enemigo. Evans es un superagente al servicio del Departamento Atómico Nacional de Seguridad (DANS) y su clave es EO- 002. (Apenas iban en el “002”). Está entrenado para descifrar cualquier enigma, salir ileso de cuanto peligro se encuentre  y de paso destruir al enemigo trátese en singular o de un grupo de matones. Maneja desde una automática de mano hasta un complicado tablero para hacer explotar bombas. Pero, sobre todo, está capacitado para amar a cuanta mujer hermosa y “buena” se cruce en su destino. Y como todas las que van a su encuentro  son espías enemigas, al final tiene que matarlas, por buenas que estén.

Desde luego que el tenebroso científico Jacob Kessler dispone de una extensa organización de agentes y  asesinos. Estos intentan acabar en varias ocasiones con el 002 pero el supera gente se les adelanta y los aniquila. Al final 002 descubre la ubicación del laboratorio en el que  se desarrolla  el proyecto  Andrómeda.

Logra introducirse en él y acaba con todos. Una bella agente enemiga que intenta detenerlo es desintegrada. ¡Carbonizada! con una arma secreta de la cual dispone Evans. ¿Qué arma es esa? Un oftalmólogo especialista le ha practicado una operación en la córnea. Si cierra los ojos y los abre tres veces seguidas, sale de ellos un rayo que carboniza al oponente. También el científico Jacob Kessler muere carbonizado por una mirada mortífera de Evans y ahí acaban sus sueños de dominar al mundo.  Donald Evans, el agente del imperialismo norteamericano y Olga Zarkov, la espía bolchevique, acaban haciendo el amor entre las nubes en tanto viajan en la avioneta desarmable que el agente 002 lleva a todas partes dentro de un pequeño maletín...Cork comentó al final:

Si en México se leyeran al menos 12 libros, como promedio al año, por individuo y el contenido de la lectura fuera de cierto nivel, este género de literatura que acabo de relatarles sería poco menos que nada. Pero según cifras de la Secretaría de Educación Pública, el promedio es de dos libros al año, eso quiere decir que no hay que apresurarse a opinar.

Por lo demás esta literatura es un fenómeno que deberá llamar la atención a todo aquel que escribe con la idea de ser leído. Trabajos de filosofía e historia, con tratamiento cuidadosamente epistémico, salidos de nuestros centros de alta cultura, tal vez agoten una edición de mil ejemplares en quince años. La novelita ligera que acabo de relatar  vende millones de ejemplares al año. En abril de 1994 la portada de este libro dice: 24 millones. Y lo que debemos aceptar, y buscar, es que estas publicaciones deben ofrecer otras cosas más que el mensaje subliminal. ¿Por qué tienen un éxito de venta semejante? Lo primero que salta a la vista es el manejo que se le da a su redacción. Es ágil, sencillo. Breve y a base de diálogos.

Ni los teóricos de los partidos políticos ni los filósofos han logrado en México semejante habilidad de redacción. Véanse las publicaciones de los partidos políticos que, pese a los adelantos de diseño computarizado, de ahora, son auténticos ladrillos, casi como los que se editaban a mediados del siglo veinte. Sólo Nietzsche, con su personaje Zaratustra y sus aforismos, logró incursionar en el nuevo modo de hablarle de filosofía a las masas no especializadas. También Holderlin con su Hiperión. Heidegger ni pensarlo. Si tuviéramos a la mano las cifras de venta de los libros de estos tres pensadores veríamos de una sola vez el contraste de lo que estamos diciendo, esto al margen de los contenidos y tratamientos de sus respectivos temas. Así pues, si  nuestros escritores no se han decidido redactar para llamar la atención de las multitudes, habrá que seguir leyendo al 002 contra Andrómeda. Al menos una cosa se habrá conseguido con eso y será el hábito de la lectura. Y ya armados de este vital recurso, es probable que se incursione en la lectura de otros géneros.

Le tocó el turno a Toci y lo hizo con una obra de don Pedro Calderón de la Barca:                     

“Yo sueño que estoy aquí/ destas prisiones cargado,/ y soñé que en otro estado/ más lisonjero, me vi”.

Este año se cumplen exactamente 381 años de haber sido editada por primera vez “La Vida es Sueño”, dijo. Una obra, multicitada pero en realidad poco leída, que es un portento de filosofía expresada en verso. El llamado “verso calderoniano” lleno de metáforas e imágenes retóricas. El panorama cultural español en el que tuvo lugar fue el Barroco. Se trata de uno de los más bellos poemas que ha propiciado y “producido” la humanidad. No basta con hacer sino que hay saberlo captar para describirlo. Y esto es lo que hace Pedro Calderón de la Barca.

Se refiere a lo real y a lo falso de las cosas y a los hechos. Un panorama social donde la realidad es llevada y traída por los más encontrados intereses. “¿Tan parecidas a los sueños son las glorias,/ que las verdaderas que son/ tenidas por mentirosas,/y las fingidas por ciertas?”

Pero no es el tema del empirismo sino de la libertad. ¿Cómo considerarse libre si al despertar tenemos enfrente un panorama existencial y social que nos lleva para acá y para allá? ¿O cuando estamos soñando, lo antes vivido nos lleva dormidos,   por otros rumbos? Y ya despierto hay cuestiones contra las que soy impotente imponiéndome un estilo de vida con el que no estoy conforme. Sobre peso, neurosis, hábitos negativos como el fumar, beber, etc. Todo eso es más fuerte que mi cacareada libertad. ¡Hasta de mis hábitos buenos soy esclavo para no caer en los malos!

Estamos programados genéticamente para ser libres pero, si estamos programados ya no somos libres. ¡Pura ilusión que somos libres! ¡El cielo me traza un camino y la genética me traza también un camino! Las cadenas que tiene prisionero a Segismundo, el personaje central, en una celda del castillo de Polonia, son una metáfora de sus arranques destructivos. Todos estamos prisioneros en nuestro castillo de Polonia aunque vivamos en Coyoacán o en Nezahualcóyotl o en el Pedregal o  en Juriquilla...

Del castillo de Polonia Segismundo es sacado para que asuma el papel de soberano. Recibe muchos aplausos y comete numerosos errores. Después hace la guerra al rey, su padre, y lo vence.  Vuelven a levantarse los aplausos. Aquí es donde Segismundo asume la experiencia de la primera. Es cuando Segismundo se detiene pues conoce ya la volatilidad de los aplausos.

La obra es actual más que nada. Cuando escuchamos declarar en la televisión a multiasesinos que asaltaban bancos porque “les gustaba vivir bien”. Se la pasaban años escondidos de la justicia, eran reaprendidos, seguían años en la cárcel de donde volvían a escapar para esconderse  otros años y, vuelta a ser apresados. Así Segismundo fue regresado a su celda del castillo de Polonia (o volvimos a caer en el hábito de fumar o en el sobre peso) y Pedro Calderón de la Barca dice: “Que vida infame no es vida”.

Pero también hay filosofía en la obra. Los poetas nahuas se preguntaban simplemente: “¿Vivimos o sólo soñamos?”  Calderón dice: “La vida es sueño, y el sueño es al despertar como la vida al morir”. En la primera experiencia Segismundo tiene empañada la razón   a través del poder. En la segunda experiencia hay una cierta conversión y busca actitudes que trasciendan a base de apoyarse en valores positivos para el individuo y para la sociedad, dentro del orden establecido.

Uno de sus biógrafos dice: “Segismundo es la personificación sucesiva de dos grandes posturas del hombre ante el ejercicio del poder político. La primera es la concepción de la vida como soberbia, y sirve de fondo a toda la primera época de Segismundo, traduciéndose prácticamente en el maquiavelismo con que actúa el príncipe...La segunda es la concepción de la vida como sueño, que logra derrocar a la anterior por el triunfo del desengaño, y sirve de base definitiva a toda la época posterior de Segismundo, inspirando el prudencialismo de su política”

Tenía 35 años de edad el poeta cuando vio publicada la obra a la que me estoy refiriendo. Ignoro cuánto tiempo necesitó para gestarse en su alma, en su experiencia y en su técnica literaria. Tuvo que pensar mucho en la persecución que los hombres hacen del poder, ejercerlo, escuchar los halagos y los embriagantes aplausos y...después perder todo eso. Los aplausos se los ha llevado el viento y en su lugar queda el silencio. Peor aún: los antiguos amigos y los antiguos enemigos se han unido  en el vituperio...

 Dos soliloquios de Segismundo ilustran la obra. Cuando tiene el poder:”Sueña el rey que es rey, y vive/ con este engaño mandando,/disponiendo y gobernando;/y este aplauso, que recibe/ prestado, en el viento escribe,/ y en cenizas le convierte/ la muerte...”. Cuando es aclamado para que ejerza otra vez el poder Segismundo exclama casi espantado: “ ¿Otra vez queréis que sueñe grandezas/ que ha de deshacer el tiempo?/¿Otra vez queréis que vea/ entre sombras y bosquejos/ la majestad y la pompa/ desvanecida en el viento?”

Aguijoneado por la fiesta que le habíamos hecho por su “Andrómeda”, Cork cambió de giro y nos envió algo del sur del continente: ¿Será cierto que estamos o sólo soñamos? Este pensamiento del poeta náhuatl desconocido puede ser una síntesis apretada para explicar la novela Todos los nombres. Todos los nombres que existen en los expedientes de los vivos en el Registro Civil. Todos los nombres de los muertos que hay en los expedientes del Panteón civil. ¿Cuál es la diferencia de fondo? En los dos se registran. Con que a los del panteón se les quite la cédula de defunción ya no contarían entre los muertos. ¡Regresarían de alguna manera al mundo de los vivos!

Entre la brutal realidad del Registro Civil, y la febril imaginación de don José, el lector se va metiendo en un relato raro al principio y misterioso más adelante, aterrador y a la vez encantador. Sólo la imaginación de un pobre y oscuro escribiente puede cambiar y dar realidad a tan extraordinaria aventura.

Don José es un modesto escribiente que durante más de veinte años se la ha pasado anotando los datos de las personas en los expedientes del Registro Civil. De pronto le da por investigar la vida de una persona de un documento que de manera fortuita se le cae de las manos. Era el de una niña pero que ahora ya debe ser una mujer de treinta y tanto años. Le dedica las siguientes semanas a esta labor y sólo para descubrir que era casada, divorciada y  acababa de suicidarse. Eso no lo detiene y empieza a sentir una pasión necrófila hasta el punto de ir a conocer la tumba en la que la mujer  fue enterrada.

El mismo Saramago explica, ya muy avanzada la novela, todo el meollo de la trama: “ una mujer que se suicidó por motivos desconocidos , que había estado casada y se divorció , que podría haber vuelto a vivir  con los padres después del divorcio, pero que prefirió  continuar sola , una mujer que como todas fue niña y muchacha, que ya en ese tiempo, de una cierta e indefinible manera, era la mujer que llegó a ser, una profesora de matemáticas que tuvo su nombre de viva en el Registro Civil junto con los nombres de todas las personas vivas de esta ciudad, una mujer cuyo nombre de muerta volvió al mundo vivo porque este don José fue a rescatarlo al mundo de los muertos, apenas el nombre, no a ella, que no podría un escribiente tanto”.

Es otra vez la metáfora del hombre solo aprisionado por la sociedad en la que hay   compañeros de trabajo, pero no amigos, y cada uno de estos son potenciales enemigos, siempre impacientes a manifestarse para agradar al jefe. El sol, la risa de la gente, el calor de la familia, el trato próximo y cotidiano de la mujer no existen para don José, personaje central y casi único de la novela. Es otro de esos trabajos en los que predomina el soliloquio sobre el diálogo.

El Registro Civil, donde trabaja don José, despiadada institución que lleva la memoria de los nombres de los individuos vivos. Sombría, obsoleta tecnológicamente y a la vez eficaz en su cometido. Tarde o temprano cada uno de los nombres formará un expediente que será arrojado a sus polvosos anaqueles.

Como  en Camus, es la vida sin color, el destino implacable que avanza impertérrito con sus engranes triturándolo todo a su paso. Schopenhauer, el patrono de los escépticos, parece estar detrás de todo esto, dictando página tras página al autor y dirigiendo los pasos de los personajes.

Sin embargo no es la prosa de Dostoweski que exige lectores casi sádicos para seguir la trama. La prosa de Saramago es amena, familiar y en todo momento invita a seguir leyendo. Es como si su escritura buscara en todo momento no incomodar al lector. Y, como te digo, Saramago no te vende argentinidad.

Cierto que su redacción, como la de varios novelistas suramericanos,  parece tener la influencia de Joyce. Usa los puntos y seguidos y el  aparte. Pero con más frecuencia pone una mayúscula después de una coma. No utiliza los recursos para saber quién está hablando o deja de hacerlo. Tampoco  los signos de admiración. En el mismo renglón pueden estar dialogando dos personajes, sin separación previa  que advierta este hecho. Y ahí mismo el autor meterá sus observaciones en tercera persona a rajatabla. Confiando que sea el cerebro del lector, no la técnica de redacción, la que separe convenientemente todo el embrollo.

Más no hay problema de entendimiento en este anárquico modo de presentar la redacción. Efectivamente, la mente del lector va ordenando, separando y uniendo las diferentes partes del asunto aunque muchos elementos del mismo estén juntos a lo largo de un párrafo de cinco o diez páginas. Es como en el relato oral en el que el interlocutor no necesita que el que habla vaya diciendo: punto y aparte, sigue coma, ahora punto seguido. Simplemente oye y ordena el relato.

Desde luego también  podemos ver a don José como una criatura nietzscheana rebelde que se levanta desde su mundo gris contra el sistema, la rutina, la tradición y el Estado. Saramago, al igual que Camus, escribe llenando la imaginación de públicos antitéticos. Es el escritor que ofrece con éxito  la Fata Morgana entre los intelectuales. Las diversas ideologías lo reclaman para sí: “Es de los nuestros”, se les oye decir.

Entre tanto  la obra fue adquiriendo, casi de pronto, un cierto ambiente de ultratumba, como en Juan Rulfo. Un extraño pastor que lleva a sus rebaños de ovejas a comer al panteón y se entretiene en cambiar de tumba los nombres de los muertos ahí sepultados. Aquí es cuando Saramago ofrece una reflexión para los que en esta vida se la toman muy en serio. Hay una escena en el panteón en la que el curador del lugar ordena presentarse en persona a unos contendientes. La moraleja parece ser de qué sirvió pelearse en esta vida, ser vanidoso, fatuo y neurótico, si al final los huesos de todos andarán para allá y para acá, revueltos, impotentes, entre la tierra del panteón.

                                                                          III

Para la  semana siguiente Cork se había internado de nuevo en el desierto. Toci volvió al Aconcagua. Yo tuve que defenderme como gato boca arriba porque a la sazón había llegado, a nuestro mar Caribe, un ciclón de categoría 5 que amenazaba barrer la plataforma donde me encontraba. Casi todo el personal fue evacuado con anticipación. Yo fui uno de los seis que nos quedamos de “guardia”… En dos ocasiones tuvimos que subir a lo alto de la torre y amarrarnos con cuerda y mosquetón para no ser barridos por las gigantescas olas…

En un “correo electrónico” le dije que acababa de leer un libro interesante de psicología recién salido de la imprenta, y presentado por la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, cuya autora era Nicole Diesbach. De entrada me mandó al Diablo. Dijo que no quería saber nada de esa ciencia. ¿Por qué, le preguntaría más tarde? Me contestó que los psicólogos mexicanos estaban como los alpinistas mexicanos: no escriben. En el país hay noventa mil psicólogos y échale un vistazo a su aportación bibliográfica.

- Mayor razón para que se lea lo que haya salido de nuestras imprentas- le dije.

- Tienes razón, envíamelo- me contestó en seguida.

Entonces le remití hasta su computadorcita Hacia un nuevo paradigma.

Después me comentaría que veía con buenos ojos a la psicología porque siempre está rascando en la memoria, en la historia del individuo y en la del grupo. Le gustó el trabajo de Diesbach. Y pasó a citarme algo de Will Durant: “La cordura del individuo se basa en la continuidad de su memoria, la del grupo en la continuidad de la tradición. En ambos casos la rotura de la cadena implica reacciones neuróticas y disturbios que hacen peligrar la vida”. Y agregó:”Si dudan de esto que dice Durant les recomiendo vean más de cerca algunos casos de personas atacadas por el Alzheimer: quedarte parado en la calle y no saber ya quién eres ni dónde vives ni quien fuiste”

Y aprovechó para contarme algo del estilo de gobierno que tienen en las tribus. Una especie de oligarquía de los ancianos que ha sido puesta a prueba por los siglos. Propiamente se trata de un “servicio” o apostolado pues no se recibe remuneración alguna.  Pasaba a observar que el Estado de los blancos, aun el parlamentario, se ha tenido con frecuencia como un ente represor.  Pero si no existiera un Estado de todas maneras los fuertes cometerían arbitrariedades con los débiles. En cambio los ancianos de la tradición india son individuos que ya han vivido etapas y el cetro del poder en sus manos no es garantía contra el error pero sí contra la injusticia, en lo que esto cabe dentro de la naturaleza humana.

Cavilaba que   la sabiduría de la tribu nos parece “anquilosamiento” a través de una serie invariable de ceremonias rituales atrapadas en el tiempo. Pero ellos desde su campo simbólico han observado que las revoluciones que triunfan acaban con la libertad del individuo y que el ideal que gana pronto se convierte en un represor. Si la escala de la historia humana: Egipto, Grecia, Roma, México - Tenochtitlán, Mayapán…se pudiera ver en la escala paleontológica, asistiríamos a una serie de confirmaciones de lo anterior. Y volvía a citar a Durant cuando dice que la aglomeración de gentes en las ciudades deshace la moral de buena vecindad que era fuente de orden espontáneo. Todos los impulsos egoístas quedan libres bajo el anonimato protector de la multitud. “Donde el orden natural es todavía fuerte, como ocurre en las comunidades rurales sencillas, hacen falta pocas leyes y donde el orden natural es débil, como sucede en las grandes ciudades, la legislación se hipertrofia”.

De nuevo sacó a colación lo de las cosas que, laicizándolas, se vuelven contra la comunidad. Me recordaba aquel caso sucedido hacía algunos años en la Costa Grande de Guerrero. Un hombre de veintidós años de edad había matado a once personas. Esta tragedia fue en San Jerónimo, cabecera municipal del municipio del mismo nombre. A setenta kilómetros al noroeste de Acapulco. Todos “suponían” que había sido bajo el efecto de las drogas, revueltas con esa otra droga tan familiar y también laicizada que es el alcohol. Había empezado por matar a golpe de roca a su sobrina de diez meses de edad. Con el rifle que le quitó a uno de los policías de la localidad se había ido después por la calle matando a cuanta gente se cruzara en su camino, uno de ellos fue el médico local. Las autoridades tuvieron que llamar a la Policía Preventiva Federal. Siguió poniendo resistencia y lo mataron ahí mismo. Comentaba que la droga laicizada saca al hombre de la influencia de la comunidad, lo lleva  hacia la individualidad de, todo para él y, por último, como en este caso del Estado de Guerrero, lo vuelve contra la comunidad.

Por mi parte recordaba que en los primeros años de este siglo se habían aprobado más de ochenta leyes nada más para una ciudad: México. Y todo mundo se preguntaba ¿Cuántas cosas torcidas había que se necesitaban tantas leyes? Con lo que un observador avezado repetiría que tanto los que poseen demasiado, que viven en esa ciudad, como los que nada tienen, son enemigos poderosos de la comunidad. Este estado de cosas provocaba una tremolina constante que requería aprobar al menos ochenta leyes en un año…Y luego estaba aquel proverbio chino que dice que una nación que comenzaba a tener muchas leyes es que está cayendo en la senilidad. 

Después de esto Cork regresaba al punto inicial: más educación científica y humanística y menos leyes. Pero, ¿si el presupuesto anual para las universidades públicas se toma como un molesto renglón que hay que atender después de otras prioridades… Y se sumía en una serie de reflexiones relacionadas con la educación que a la sazón tenía lugar en México: tapón para los investigadores jóvenes. La investigación, la docencia y el apoyo administrativo y técnico de la Universidad Nacional Autónoma de México, lo llevan a cabo en su mayoría gente de la tercera edad. Con tan raquíticos salarios nadie de la gerontocracia quiere jubilarse. En los institutos, las facultades, las oficinas y los talleres es frecuente ver salir a la gente con los pies por delante antes que jubilarse. Entretanto un penoso panorama de decaimiento físico y mental muy propio de cuando la juventud se va quedando cada vez más lejos y Alzheimer más cerca cada día. Siempre hay dignidad en las canas pero donde no hay dignidad es en el horizonte económico de nuestra sociedad. Hacía una cita: “Hacen falta por lo menos otros 500 centros científicos y 20 mil plaza en universidades e institutos de investigación”, había dicho José Luis Fernández Zayas, coordinador general del Foro Consultivo Científico y Tecnológico”.

Me encontraba en una animada reunión de chapopoteros que acabábamos de regresar del mar. Hasta el fondo del bar “Los átomos de Demócrito”, el ambiente estaba caliente con música tropical, rones y chicas hermosas y buenas. Una chapopotera, no muy bonita pero con unas curvas en el cuerpo de esas que para nada necesitan ninguna cara bonita, y  con la que, por razones de economía, compartía mi habitación en el hotel, me entregó dos cuartillas de algo que el pesado de Cork me acaba de enviar desde quién sabe que meridiano del desierto. Es difícil leer cuando se está en una tertulia en la que van para todas direcciones senos, copas y risas y todos hablan al mismo tiempo y nadie entiende un carajo de lo que se intenta decir porque la verdad nadie termina la frase empezada. Pero eran dos cuartillas y  aquel desgraciado solitario había encajado un tema serio entre tanto bullicio y por un rato no me fue posible apartarlo de mi mente.

Decía que en la lenta pero imparable fusión de los pueblos de los tres países más septentrionales de América, se están dando desde hace tiempo fenómenos sociales más trascendentales que el valor de sus respectivas monedas. Las masas del idioma español, predominantemente indoamericanos, aridoaméricanos, más que hispanoamericanos, llevan una preparación inicial deficiente de tecnología. Y también, justo era reconocerlo, de  conocimientos religiosos. Pero que   esa pobre preparación teológica encierra el germen de algo que no tiene precio. Y es la libertad tan esencial para la creación artística. Esto fue desde el principio del Renacimiento europeo en el que había tantos mecenas laicos como Papas y obispos. De otra manera los cuerpos semidesnudos de Dios y el Hombre de Miguel Ángel no habrían podido darse.

 Ese dinero tan anatematizado de las clases sociales de arriba, es lo que facilita el acceso a esa ventana de la cultura. Y la parte norte de América ahora tiene ese dinero. Tom Wolf, el novelista norteamericano, lo dice de esta manera: “cuando hay una clase compuesta por zánganos lo bastante indolente como para escribir y leer esas cosas, aparece la literatura”. Y si las masas de indoamericanos creen que esos zánganos todo pueden representarlo ya sea con el pincel, el cincel o la pluma…En el México prehispánico hubo una gran escuela de tlacuilos, artistas que pintaban en los códices la historia. Cuando los mexicanos en México se hacen protestantes, borran toda clase de representación de la idea que otrora llenaba las paredes de sus habitaciones. En adelante dedicarán todos los momentos de su vida a los cantos, lejos del taller del artista y de los debates de las mesas redondas de los filósofos…Los católicos en cambio pueden leer al católico Shakespeare, al escéptico Shopenhauer, al católico Cervantes, a Tolstoi con su raro cristianismo, a Victor Hugo con su también raro  cristianismo, al agnóstico Hegel, al irónico Voltaire. Y hay quienes aman  al descreído   Mark Twain.

De todos modos, me dijo, no pierdo de vista que me encuentro en un país donde, en materia de religión, los peregrinos puritanos de Nueva Inglaterra querían marcar a los cuáqueros con hierros candentes porque no pensaban como ellos (Como hicieron tlaxcaltecas y españoles con los de Tepeaca). Y en el que los católicos romanos de Maryland establecieron la primera libertad de cultos en Estados Unidos. Y para complicarla más, insistió que no estaba hablando de religión, sino de arte.

Para que éste florezca, añadió, tiene que haber libertad. Imagina a este  pueblo sin arte ni belleza. Sobre todo que desde mediados del siglo veinte empezó a trasladar, o a clonar, la capital de la cultura de Europa hacia Norteamérica. Además que tenían valores por mérito propio, hicieron como después harían con el fútbol soccer. Muchos pensadores y gente de la cultura y la ciencia psicológica vinieron de Europa por un tiempo o a quedarse, cuando la Segunda Guerra Mundial, como Jean Wahl, Werner Jaeger… Así se fue enriqueciendo todo culturalmente. Sin dejar de mencionar a valores propios, como el gran Emerson. Me considero, dijo, conocedor de la literatura norteamericana pero más bien de la vieja guardia. Te menciono a Irving, Cooper, Poe, Thoreau, Melville, Whitman, Beecher Stone, Dickinson…Por supuesto ya sabes que Margaret Mitchell es mi preferida.

 Agregó que el mayor enemigo del arte y la belleza es la práctica del cristianismo que busca encerrarse en cantos estridentes y suprime a la representación de la idea.  “Sin imagen no hay religión” dijo alguien que ahorita no recuerdo quién, tal vez Santayana. En tal ambiente las masas del proletariado no tienen esperanzas de respirar oxigeno. Como una vez lo hicieron los católicos con el Renacimiento.

Al final de la nota decía que al hablar de esa apertura mental estaba pensando  en el elemento indio, sobre todo. Y recordaba que en 1524, apenas a tres años de la destrucción de México – Tenochtitlán, cuando aun había escombros de pirámides por todas partes… los indios ya habían aprendido latín, español y daban clases no solamente a los hijos de los principales mexicanos que habían sobrevivido a la guerra de conquista sino a los hijos de los mismos conquistadores…

 Como sea, pensaba en tanto regresaba al mundo de las bellas y de los rones y de los ritmos alegres, que girara el mundo, como girara, una cosa resultaba cierta y era que aun éramos jóvenes pues nos comunicábamos para contarnos libros o cosas vigentes de la vida. Al contrario de cuando los amigos son viejos y se reúnen y pasan horas desgranando enfermedades…Y cuando ya no tienen más enfermedades que desglosar, se ponen a hablar por su teléfono celular...Me di cuenta de lo anterior porque, aun en medio de las sucesivas murallas de agua verde que se nos venían encima estando en  aquella torre perdida literalmente en el océano, pues por momentos permanecíamos sepultados por el agua, me acordé de un relato de Salgari…Cuando su buque era llevado y traído por la tormenta, como una simple cascarita y el fin era inminente, los corzos amarraban pequeñas bolsitas que contenían aceite en derredor de la nave y esta adquiría cierta estabilidad. ¿Sería cierto? Me pareció un tema para comentar en la siguiente comunicación con mis amigos (si es que salía  de aquella tempestad). Y entre chubasco y chubasco pensé si Salgari…Había sido uno de los autores favoritos de mi niñez pero…Algo me decidió. Si Cork había salido con el maquiavélico investigador alemán y su Andrómeda... ¿Por qué no? ¿Por qué perder la sencillez en la lectura?  Por qué no iba yo a contar de Salgari…Y, ahora que me acordaba, en Salgari hay mucha observación de la naturaleza… ¡Estaba decidido, la próxima vez les escribiría de Salgari…!

Esa noche Cork le escribió a Toci una nota (que por hipervínculo también me llegó a mí) un poco antes de quedarse dormido: “Me despido por ahora haciéndote la observación respecto de lo que dije que dice Schopenhauer, de los que leen mucho.

En efecto, trina contra los que leen mucho, pero se refiere a los autores modernísimos. Les tiene fobia por los compromisos de grupo que los mueve o sus intereses por los premios. La sed de ser famosos. Hecha esta salvedad, recomienda conocer a los antiguos, en especial para todo aquel que, de lector, quiera o necesite ser escritor: “Para llegar a ser un gran escritor es hasta indispensable formarse por la imitación de los modelos de la Antigüedad, antes de entrar, motu propio, en la composición”.

Por eso la naturaleza le dio orejas y, ojalá, dice el filósofo, las tuviéramos tan grandes como la de los murciélagos pues oiríamos mejor. Percibiríamos a mayor distancia el cascabel de la serpiente que acecha. También le dio al hombre (ni esperes que Schopenhauer diga el y la, como ahora se acostumbra en los tiempos de la lucha de géneros, sólo dice el hombre) la  vista, el olfato y la adrenalina para huir o para atacar. Si hubiera hecho al hombre para pensar nada más, lo hubiera dotado de cerebro, ya que lo demás, vista, nariz y orejas, lo distraen. Pero la naturaleza le dio todo eso. Pero además,  le dio algo que, muy debatido por teólogos y filósofos, es la fe, la cual, sabido es,  no se ubica en parte alguna del cuerpo. Y es la facultad de emocionarse ante una puesta de Sol tras las dunas. Y verlo aparecer de nuevo detrás de otras dunas en la dirección contraria...

 

 

 

 

 

 

                             

 

 

 

 

                                                                  7

                                                                   I

Se quedó dormido. A la mañana siguiente encontró la contestación de la muchacha:

- No están obligados a saber los filósofos occidentales de  Tezcatlipoca, Negro Rojo… Nos recuerda el nacimiento y el ocaso…O el ocaso y el nacimiento…

En la noche de ese día Cork le volvió a escribir y le previno del uso de los estupefacientes como alpinista. Son una muestra de incapacidad intentando igualar lo que de manera normal se ha hecho: “La historia alpina de una montaña así lo prueba en todo el planeta, le decía. En el principio esa cumbre era imposible para todos. Finalmente alguien “extraordinario” la conquistó. Después de eso pasó a ser el coto sólo de los mejores escaladores. Más adelante tuvieron acceso a ella un mayor número. El paso siguiente fue que la subió absolutamente todo el que quisiera hacerlo. Finalmente llegaron a su cima “los niños y las damas en ropa de domingo con un paraguas sobre su cabeza para protegerse del Sol”.

Este proceso, tan viejo como la historia del alpinismo, nos demuestra que no era cosa de enervantes sino de inspiración. De buena alimentación, de  constante preparación físico- técnica y de ideología. Solamente los alpinistas que carecían de todo esto, y querían hacer lo mismo, recurrían a las drogas. Tomaban el alpinismo como competencia, no como deporte. No se trataba, entonces, de hacer algo más allá  de lo normal, sino igualar a lo normal.

Le ponía como ejemplo la escalada de la pared norte del Abanico, en la vertiente  del Popocatépetl. Su primera integral a la directa, por el centro, fue hecha en los años sesentas, del siglo veinte, por cinco escaladores. Sin recurrir a estupefacientes. Desde entonces no se ha vuelto a lograr esa escalada ni siquiera bajo el influjo de la droga.

Finalmente le dijo que esto se aplicaba a la literatura. La gran  construcción del pensamiento lógico de la cultura occidental se logró, desde  Sócrates, bajo condiciones normales. Llevados por lo que de manera genérica se ha llamado “inspiración” o “musas”. Píndaro evocaba a las “Gracias” para escribir sus Odas. Así se lograron desde entonces grandes novelas y los memorables poemas. Pero también en este terreno hay  casos  de “licérgicos” que quisieron alcanzar la originalidad de los normales. Soñando siempre con invertir los términos de la moral aceptada. Caminando a contracorriente de la dirección en la que marchan las multitudes y, por lo tanto, ¡creyéndose especiales! El escritor podría tal vez frecuentar las drogas como manifestación de su libertad individual, pero es diferente si lo hace para poder escribir.

Y Cork aprovechó la ocasión para preguntarle qué sabía de Salgari…                          

Se le había terminado el agua y literalmente se dejó caer en el piso de su tienda apenas logró levantarla. Al día siguiente alcanzaría, hacia el medio día, un riachuelo en el cual volvería a acampar con la idea de dar tiempo a que sus tejidos se rehidrataran. Pero esa noche, con apenas dos postreros tragos de agua en su bolsa de líquidos, estaría marcada por la sed. No podía comer. Es algo que en la ciudad no se piensa jamás. No hay saliva para la masticación y esa falta de humedad impide pasar bocado. Lo más cercano a esta situación, en el terreno del sexo,  lo tendrían las mujeres de cierta edad cuando su vagina ya no se humedece. ¡Es simple mecánica del cuerpo humano!

Más tarde sintió la necesidad de leer algo. Su estado de ánimo en ese momento sólo podía leer a Bukowski. Lo abrió al azar. Se trataba de los agobiantes trabajos de un cartero que debía repartir su abundante correspondencia. Pero las condiciones del tiempo eran  tan tempestuosas que las calles estaban inundadas y era necesario meterse a la corriente que le daba a media pierna.

Lo que hizo reír a Cork fue que el pobre Chinasky, que tal era el nombre del cartero, recibía tanta agua de la lluvia que, escurriendo por la espalda, los calzones se le fueron cayendo hasta la entrepierna. No podía subírselos pues su mano sujetaba la correspondencia y con la otra se aferraba a algo para no ser llevado por el torrente. Y así fue por las calles trabajando con los calzones caídos. Cork iba a hacer una reflexión filosófica de alguien que se muere de sed en el desierto y otro que está a punto de ahogarse que hasta los calzones... En lugar de eso se rió a pierna suelta. Sólo que al abrir la boca para la carcajada una gruesa liga como de hule le quedó por dentro pegada al paladar y a la lengua. Era el resto de humedad que se había endurecido. Tuvo claro que sino bebía  líquido, en menos de doce horas, estaría  muerto. En el desierto así son las cosas.

Sin embargo siguió leyendo las aventuras de Chinasky. Y entendió por qué le gustaba Bukowski. Era audaz para escribir y, en ocasiones, no hacía mucho caso de la forma. En una parte se le podía encontrar la expresión “me metí en el agua” y  medio  renglón más  abajo “me metí las llaves al bolsillo”. O bien “subí para arriba” y también “salí para afuera”. Esas maneras de expresarse, impensables en los textos de otros autores, son los que le quitan lo plano a la redacción de Bukowski. Bukowski transgredía a propósito y eso es uno  de sus recursos literarios que mantienen en alto el interés del lector.

Pero lo sabe hacer. Cork conocía escritores que se hicieron famosos por brincarse las reglas. A falta de ideas llamaron la atención por apartarse de la redacción y hasta de la ortografía. Escritos de quinientas cuartillas sin punto seguido, sin coma y sin mayúsculas…Bokowski no era de esos. Sus recursos anarquistas no provocaban rechazo. Era como un niño al que se sigue con atención por sus travesuras. El manejo del fondo era también original. No eran los sendos, obsoletos y aburridos tratados de economía “entre opuestos” que agarran como modelo al pobre obrero. Ni los sistemas filosóficos llenos de escepticismo al estilo de Schopenhauer. Ni el furibundo rayo nietzscheano que fustiga al humano. Chinasky llega a las once de la noche a su casa sin haber  tenido tiempo para comer. Pero en lo que piensa es “pegarse al cálido culo de Betty”. Pero tan cansado se siente que cuarenta y cinco segundos después está totalmente dormido sobre la espalda de su amada.

Bukowski le mostraba a Cork un mundo lastimado pero no como Gregorio Samsa sino con el optimismo de un Mario Moreno Cantinflas. Chinasky se daba cuenta de las fuerzas que lo aprisionaban. Una de esas era el Jefe de Servicio “un sujeto con cabeza de buey llamado Jonstone”, el representante perfecto no de la burocracia efectiva , sino de esa súper burocracia inservible y costosa tan ciega que…sabido es desde el siglo antepasado que los Jonstone son las piezas que juega la civilización, cada vez más tecnificada, para hacer que la gente de la calle rechace el trabajo de la “baja burocracia” y justifica con ello el despido de miles, de millones, de empleados que serán substituidos por dos o tres que manejen las máquinas…”

Lo formidable de Chinasky es que tres horas después, todavía en la madrugada, está de nuevo listo para reanudar su tarea de organizar la correspondencia que habrá de repartir cuando llegue el nuevo día. ¡Cuando llegue el nuevo día! Esta era la clave de toda nuestra cultura occidental. ¡No un mundo perfecto que se desmorona, como le sucedió a Hegel y también a Milton, sino un mundo destruido que es necesario reconstruir! ¡Empezar desde las ruinas! ¿No es eso lo que hace la psiquiatría y la fe de las iglesias? Chinasky es el hombre  ejemplar que necesita dinero para comer y trabajo para vivir…Después de eso, se dijo Cork, mañana estaré de pie, otra vez dando la pelea al desierto. Si Chinasky lo hacía cada vez, yo también podré…                             

El invierno pasado había visitado Cacaxtla, la bella zona arqueológica de la región tlaxcalteca. Cork me pidió que se la describiera a la manera polifónica. En el primer instante pensé mandarlo al diablo. Pero el otro insistió. Dijo que en todas partes se ve la preocupación porque la gente pueda engancharse en el hábito de la lectura y la escritura.  Pero, ¿qué leo o cómo escribo? Es cuestión de gustos o de recursos culturales. Para expresarse tenemos la novela, o su versión corta de cuento de hasta una cuartilla, relato, reportaje, poema o ensayo. Muchos prefieren  el modo unilineal para decir sus cosas. Otros la manera polifónica. En el primero nada más uno habla, el autor. En el segundo hablan dos o tres o más y el autor.

Pasaba a decir que hay lectores pasivos que han visto mucha televisión y les gusta la exposición unilineal. Otros lectores son participativos con lecturas polifónicas porque se van a reflejar en alguno de los personajes del relato. Este es uno de los secretos del éxito de La Guerra y la Paz de Tolstoi. Tiene más de cincuenta  personajes y por fuerza con alguno de ellos se identifica el lector. Y hasta hay trabajos polifónicos en los que ni siquiera habla el autor. Las andanzas de don Quijote y Sancho no las relata Cervantes sino el moro Cide Hamete Benengeli.

Y luego decía sin miramientos que hay trabajos literarios excelentes unilineales que llegan a cansar cuando apenas vamos en la segunda página del libro. Están los casos de filosofía como Hegel, Heidegger, Husserl…Hay que leerlos por la necesidad de informarse pero no porque su lectura sea amena. Otros autores, en cambio, escogieron el modo polifónico. Daba un ejemplo y era Zaratustra. En lugar de que Nietzsche nos haya acatarrado con un discurso dogmático respecto de lo mal puesto que, según él, estaban  las cosas y costumbres de los humanos, buscó la polifonía. Inventó un personaje, lo sacó de su cueva, lo bajó de la montaña a las plazas de las ciudades y Zaratustra empezó a hablarles a los hombres. Y éste ser tan estrafalario se encontró, como Jesús al regreso del desierto, con otros hombres que también le replicaban o lo interrogaban. Otro filósofo del siglo veinte, Will Durant, puso a dialogar a Marx con Anatole France, a San Agustín con Napoleón, a Nietzsche con Voltaire…Se le atribuye a Cervantes esta manera polifónica de presentar sus ideas por medio de personajes como venteros, supuestos caballeros, mozas, sobrinas y frailes. Es una leyenda que le han fabricado a Cervantes pues contemporáneos antes que él ya lo habían hecho. Pero en realidad la polifonía viene desde más lejos. Recuerda que Sócrates y Platón desglosaban temas con dos o tres personajes. El mismo Cicerón, el romano, quinientos años después de los griegos, en Cuestiones Académicas,  se pone a dialogar junto con Varrón y otros sobre temas de arte e historia. Solamente les fealtó mover a sus personajes para allá y para acá como lo hizo Cervantes….

Me decidí y, mandándolo al diablo, cerré mi computadora y no le conté nada de Cacaxtla. Me estaba recomendando el recurso polifónico y él se iba por el modo unilineal… 

Cork sabía que para cruzar hasta Yuma  necesitaría unos trescientos litros de agua para beber, y sólo podía cargar diez sobre su ya pesada mochila. Se hizo una filosofía de emergencia. ¡Creía que podía cruzar el desierto! Era un pragmatismo casi religioso que necesitaría para cuando se le acabara el agua. Sabía de la enorme influencia que la fe tiene sobre las posibilidades mismas de nuestras acciones. Se lo había leído a William James y él lo había experimentado  muchas veces antes de leerlo. Por eso sabía que James estaba en lo cierto. Faltaba ver si la deshidratación también se lo creía… El invierno pasado, que es la temporada del año en que Cork se enferma de la tos, puso en práctica el remedio que Kant recomienda contra la tos: olvidarse que se tiene tos. No le dio resultado.

Familiarizado con el fenómeno de la evolución climática, Cork sabía que para finales del siglo aquello estaría por lo menos cuatro grados centígrados más arriba. Los veranos serán más calientes y secos. ¡Habrá que venir en invierno al desierto! Cuatro grados más en la mañana no es de mucha preocupación. Pero cuando el individuo, habitante de las ciudades del Altiplano mexicano, se mueve en la frontera de los cincuenta grados en las primeras horas de la tarde, un solo grado  puede ser de consecuencias desastrosas. En lo alto de las dunas podría superarse pero si hay que descender hacia una región encerrada… Y siempre hay que bajar hacia los valles de las dunas. En Samalayuca habían pasado, él y otros dos, Armando A.A. y Luis B. P. por una situación semejante. Pudieron superarla haciendo alto, organizaron una sombra con el delgado y amplio toldo de la tienda y bebiendo mucho agua. Hasta tres horas después, cuando avanzó la tarde y el termómetro bajó unos grados, pudieron seguir. 

Esa tarde leyó en su campamento una nota que yo le envié comentado los desastres que había ocasionado el huracán Stan en esta región centroamericana. Le decía enojado que son desastres producto de la negligencia pero que siempre se culpa a la naturaleza. Los gobiernos no quieren invertir  lo necesario en instituciones, como la Universidad Nacional Autónoma de México, para que estudien  las variaciones climatológicas y sistemas de planeación y social. Y cuando sucede el desastre tienen que destinar fondos  que probablemente no existen y hay que pedir al extranjero con sus consecuentes altos intereses que no se pagarán en un año y, mientras tanto, la otra temporada de ciclones ya está otra vez haciendo estragos sobre las poblaciones nuevas reconstruidas en los mismos viejos asentamientos…En 2005 México tuvo que destinar veinte mil millones de pesos para recuperar diversos bienes materiales y reactivar la economía de los estados destrozados por el “inesperado” fenómeno… Algunos mandatarios de  Provincias,  de países al sur de Bravo, esperan con ansia  que llegue el otro desastre “natural” para  pedir al gobierno del centro envié  recursos de una partida que se tiene destinada para estas contingencias…

Esa mañana se sintió optimista. Se dijo que el desierto era una especie de metáfora de la vida. Nada  en blanco y negro. Exigía ser un poco estoico ante los infaltables reveses. Para subir montañas el alpinista lo hace a base de resolver obstáculos. Nunca espera encontrar una escalera eléctrica que lo lleve suavemente hasta la cima. Y había que abrir los ojos para no perder lo que valía la pena del paisaje. Se acordó de la bella muchacha comanche. No quería sexo de formación de pareja o sexo de mantenimiento de pareja o de sexo de procreación de la pareja y ni siquiera era sexo comercial. En ella sólo era sexo por aburrimiento, por no tener otra cosa qué hacer. Y es que en aquella aldea se leía poco. Era la Madam Bovary india.

Pensó en la inmensa libertad del desierto. Pero también tenía sus limitaciones. Un recluso en su celda no podría imaginar siquiera las posibilidades de libertad que él tenía en el desierto. Pero aquel tal vez nunca considere la posibilidad de morir de sed. Y a Cork en el desierto eso podía sucederle, dentro de su inmensa libertad, en las siguientes veinticuatro horas.  Pensó en el estafador señor Calloway, el cuento mexicano de Graham Greene. Inmensamente rico pero que no podía moverse de aquel miserable pueblucho, careciendo de todo, por temor que la policía lo atrapara. En tanto observaba con nostalgia que un perro mestizo podía ir y venir libremente por las calles…

Como digo, dice que dijo, la vida no es en blanco y negro y es necesario abrir los ojos. El agua se me puede terminar, pero sino dejo de caminar es posible que alcance alguna fuente. Me faltan trescientos litros de agua para llega a Yuma y ya sólo me quedan seis. Creo que es hora de ir echando mano de esa fe de la que hablaba James…

Si el punto más alto de la deshidratación llegaba antes de alcanzar la fuente… Pensó en su encantadora Toci…Por un tiempo llorará. Espero que no sea más allá  de tres meses.  Pero como es muy hermosa  y está tan buena, tal vez dos semanas… Para qué la quiero yo lloriqueando sobre mi tumba en lugar de que viva la vida.

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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