Novela

 

ANTES QUE LA NOCHE ACABE

             Registro Público del Derecho de Autor Número  03-2008-030410220500-01 México, D. F. a 24  de marzo de 2008

                                                                      

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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                                                                 I

Toci volvió a decirle que las calles de Mendoza estaban solas de alpinistas. Las expediciones habían empezado a regresar  a sus países desde hacía varias semanas y ella estaba por terminar su último contrato con una expedición polaca rezagada. ¡Veámonos, sal de ese desierto y vayamos a Matlatzincatitlán! Me prometiste que acamparíamos una semana en el cerrito que está en el cercano sur de la zona arqueológica de Calixtlahuaca.  O vamos  a Irrititlán, entre tus dunas, o a donde quieras. Quiero estar contigo. Si quieres te espero con tu gente en Tlamatzinco. Dispongo de un buen plano del desierto de Chihuahua. Solamente son tres días entre las dunas a partir de Janos. No tengo experiencia en el desierto pero tus referencias al mismo me han servido lo necesario para efectuar esa travesía. Lo conozco  como si hubiera nacido en ese lugar. Después de terminar mi compromiso con los polacos asistiré a unas conferencias en Mendoza y regresaré   al glaciar Tolosa a desmontar mi campamento. Al día siguiente bajaré a Cuevas a despedirme de la familia en la que me alojaba cuando estaba de paso hacia Puente del Inca. De inmediato  regresaré a nuestro país. He empezado a sentir la nostalgia de México…Las totillas, los tamales, el chile, el pozole…Nos vemos en Tlamatzinco…O nos veremos en Coyoacán… Pero háblame…Sólo de estar escribiendo estas líneas se me han mojado las pantaletas, háblame, por favor…

Esa separación respecto de la vida del valle la unía más fuertemente con la gente. Tenía claro que lo cotidiano es como un velo que acaba por esconder lo valioso de la vida. ¡Si la gente fuera consciente de la enorme importancia que es el trato con la gente! Para ello necesitaría separarse aunque fuera por un día. Como eso no sucede, lo que sigue es la aparición del conflicto humano. Ese alejamiento permite vislumbrar un contenido para la existencia. Sin contenido sólo hay existencia y, como los viejos navegantes en alta mar, a los que les faltaba el ácido ascórbico, son presa del escorbuto existencial.

Lo cotidiano eleva y consolida pero también puede tener su antinomia. ¡Díganlo sino el altero de expedientes, de solicitud de divorcio, que llenan los escritorios de los jueces! Robert Redford, escritor, lo comprendió perfectamente, ya anciano y teniéndolo todo, sobre todo una mujer bella que lo amaba. Para que todo eso no perdiera su brillo se  reunió con su amigo de toda la vida. Hicieron su mochila y juntos emprendieron el camino de los Apalaches…

Mujer al fin, se dijo Cork, en realidad Toci era susceptible de reaccionar como las amarillas, blancas o negras. ¿Quién podría asegurar lo contrario? Después de todo hay libre albedrío por sobre cualquier ritual milenario de la etnia. No olvidaba su devoción de la muchacha por los escritores ingleses pero, que era a  Petrarca el que más leía. O que al manejar daba vuelta en sentido contrario en el que había puesto la señal. ¿Si así fuera en el amor? Fue cuando decidió hacer aquella prueba. Si resultaba, bien. Sería su esclavo étnico y amoroso. Le lavaría los platos después de la comida, traería la leña del monte, la llevaría a pasear y a bailar y procuraría hacerla gritar de placer en la cama o donde fuera, por el resto de su vida. ¡Hasta le permitiría montar el caballo, cuando fueran al pueblo próximo, y él caminaría! ¡Esto ya era el colmo! ¿Si no? Cada quien agarraría su gabardina y se iría por el boulevard en la dirección que quisiera. Después de todo, el mundo estaba lleno de mujeres solteras esperando a su hombre y no había por qué hacerse la vida pesada. Tampoco  olvidaba que, decía el Tonalamatl de sus abuelos del desierto, que cada cinco años se conoce una mujer con la que se estaría dispuesto a pasar el resto de su vida. Y si lo decía el Tonalamatl es que  así era.

Toci recordaba las costumbres de la civilización sólo cuando bajaba a Mendoza o a Santiago. En la montaña no se lavaba los dientes y hacía sus necesidades fisiológicas sentada en cuclillas. Por eso recién, cuando apenas tenía veintidós años, se dio cuenta que la taza del excusado era seguramente el mayor invento del hombre. Las personas después de los cincuenta años de edad se les dificultan estas actividades sino disponen de esa taza. Y dependiendo del grado de flexibilidad que se tenga en las piernas  por la edad, las hay más altas que el estándar. Comía de manera frugal carne roja, lo más que podía de pescado seco para prevenir intoxicaciones y todas las verduras y frutas posible. La sal en abundancia es el conservador del pescado seco, y hay el peligro con la hipertensión, pero ella sudaba en las largas caminatas y eso compensaba. Lo que más se le facilitaba eran las frutas deshidratadas. Desde luego que contaba con una buena reserva de comida deshidratada que los norteamericanos llevan en sus expediciones. De lo que no podía prescindir era de su baño diario. Como esto no es posible en la montaña, se las ingeniaba para lavarse con un hisopo la vagina, el ano y las axilas. Esta tarea se le facilitaba por la costumbre de disponer de una tienda para ella sola. Si era de campamento, muy amplia, y si de ataque, “ratonera”. Pero siempre tenía privacidad. Las únicas excepciones eran cuando escalaban y la noche les llegaba lejos de la cumbre y debían vivaquear. Algunas expediciones contaban con tiendas especiales para pasar la noche colgados del vacío y ella reclamaba una para sí.

 Solamente en tres ocasiones, durante esa temporada de andinismo, tuvieron que pasar la noche en una hamaca de vivaque colgados sobre el vacío. Fue en la sur del Ameghino. Era una cordada de tres. Dos se quedaron en una hamaca doble y ella en la individual. Le horrorizaba  oler los pedos de los otros y cuidaba de expeler los suyos lejos de los demás. A todo esto se prestaba la individualidad que siempre procuraba con respecto  al resto de los miembros de la expedición. Si bien, en el alpinismo, cuando se juega a los dados con la dueña de la casa,  esa cuestiones fisiológicas a todos los escaladores les tiene sin cuidado. Por lo demás, si podía lavarse las manos para comer, bien, sino comía como los salvajes, sirviéndose directamente de las manos. Esa era Toci.Se dijo que habría sido una buena mujer chichimeca. Y era lo que a Cork le gustaba de ella. Casi una neandertal, decía riéndose. Usaba toallas higiénicas de algodón u otro material degradable para sus menstruaciones. Las enterraba adecuadamente entre la tierra o la rocalla suelta de la superficie de la pendiente y apartadas de las corrientes de agua de la nieve que se fundía en las cotas superiores.   No   usaba pantaletas. Eso le facilitaba, si fuera necesario, como hacen las indias, orinar de pie…

Cuando regresó a las conferencias otro  se refirió al tema de la Edad Media de una manera más frontal. Lo desarrolló en dos partes. En la sesión matutina dijo que de mediados del siglo catorce, y durante los dos siglos que le siguen, Europa va a estar con el cristianismo llenando sus vidas en los más diversos sentidos. Monasterios llevando una vida de ascetismo y conservando todo lo que puede de la cultura de la antigüedad clásica. Pero también centralizando  la vida “laica”, si es que esto puede decirse de algo que está alejado de la Iglesia pero que es difuso algo que pueda parecer Humanismo. El modelo cristiano lo llena todo pero no todo es cristiano. Hay mucho paganismo procedente de los bárbaros germanos vencedores, de los otrora cultos romanos  y de los exóticos árabes. Por siglos se metieron todos  en un mismo caldero llamado Europa y circularon a la sazón las más diversas ideas y bullen todas las ambiciones que son de imaginar. Todos con sus vicios,  sus virtudes, sus prejuicios, sus mitos y supersticiones que cada quien había traído a través de los siglos   y desde sus paralelos. La única organización que tiene coherencia es la Iglesia. Y, como puede, la Iglesia tratando de enseñar desde el siglo tercero que Constantino dejó de perseguirla y la hizo religión oficial.  Esto crea malestar en algunos sectores de los pueblos. Hacia el siglo quince se hacen más acentuados los esfuerzos por comunicarse directamente con Dios, o con la razón, prescindiendo de la jerarquía eclesiástica.

Toci no tenía inclinación de “angustiosa”. Cierto que en ocasiones sentía miedo que la tempestad de nieve arriba de los cinco mil no le permitiera alcanzar la tienda de campaña o el refugio. Era cuando se acordaba de Peer Gynt: “El rigor de la angustia”. Las razas de la cultura occidental necesitan la angustia tanto como una buena fumada de opio”. O siquiera una taza de cafeína por las mañanas. Así fue como inventaron la duda teológica  y las megas ciudades. Al contrario de las reducidas aldeas de los indios, los  graniceros que, por su parte, a la sazón,   estaban muy ocupados haciendo sus ritos sobre el Teocuicani a efecto de que este año también lloviera…Los occidentales arrojaban, desde el avión, sustancias químicas para provocar la lluvia y los étnicos elevaban, desde el suelo, humo de copal para propiciar las lluvias. ¡Cuestión de métodos!

El orador seguía diciendo…al mismo tiempo se acentúa una inquietud en el seno mismo de la Iglesia. Quiere reproducirse el esquema que se está dando en la jerarquía civil y es una asamblea de representantes de la burguesía (todavía con fuertes tintes de feudalismo)  que se resiste por la supremacía del soberano. Y en el interior de la Iglesia empezó, desde entonces, a considerase la idea de ¿Pontífice o Colegio Cardenalicio? O ambos. Se revisan las Escrituras y se vuelven a encontrar a  Pedro y a los apóstoles... ¡Y a las mujeres religiosas, en medio de la milenaria dicotomía, de ser fundamentales en la historia y en el rito, y a la vez adyacentes en la práctica. El  arte pictórico, con ser creación de  humanos, no está al criterio de una asamblea.  Tampoco las cosas del cielo. La democracia más pura contempla el derecho de  las minorías.

El caso es que afuera, entre los señores feudales, se rechaza la “Iglesia como es”. Se suspira por la “Iglesia cristiana primitiva” aunque ello encierre una vocación escatológica de cuando los cristianos eran arrojados a los leones. Es una eterna tentación eso de la “Iglesia cristiana primitiva”. No hay que olvidar que  siglos más tarde, ya en el seno mismo de las iglesias cristianas liberales, se seguirá suspirando en “como debería ser la Iglesia”. Entonces algunos protestantes protestarán contra los mismos protestantes. Cansados de la intolerancia religiosa de los protestantes de Inglaterra, un grupo de ellos surcarán los mares, lejos, lo más lejos que pueden del Viejo Continente, en busca de la libertad religiosa. Son los que llegarán a fundar las primeras trece colonias del noreste de América, de lo que, andando el tiempo, serán los Estados Unidos.

A lo que dijo el conferenciante yo te comento que Cristianismo y Humanismo son los extremos de una misma cosa que componen lo que de manera genérica se llama “cultura occidental”. Los mexicanos pertenecemos, mal que bien, conscientes o no, de grado o de fuerza, a este mundo cultural desde el siglo dieciséis. Conocemos más a Virgilio que a Nezahualcóyotl, leemos más el Quijote de la Mancha que el Popol Vuh o sabemos más de Salustio que de Chimalphain. Laicismo y cristianismo son dos grandes dínamos que enriquecen la existencia muchos pueblos y ponen en movimiento la vida misma. Su famoso devenir y su famosa dialéctica. Los argumentos en ocasiones se exacerban y llegan a las pasiones. Wyclif se brinca toda mesura y acude al poder civil para emprender una acción directa. Es el exceso. Lo que te quiero decir es que, ya para entonces, había aparecido  el laicismo  no religioso, el cultural, a la par que el laicismo político antirreligioso. Este ya tenía tiempo pero se potencializó en los años finales del siglo dieciocho en Francia.

Se fueron a comer bifes toda  la expedición a un restaurante de la calle Coronel Plaza, dos calles al sur del Parque Central. Entre tanto servían los platos Toci salió  al patio y escribió a Cork relatando  algo de las pláticas de la mañana y que reanudarían luego de la comida.

Sabía que Cork no usaba celular y rara vez se comunicaba por computadora. Tenía reloj de pulsera que también era teléfono. Bromeando le decía que era de los que usaba James Bond en sus películas. Ahora esos relojes ya se conseguían en los puestos de baratijas sobre una manta  tirada en el suelo de las banquetas de Coyoacán. Cada vez que usaba el teléfono de pulsera le comentaba: “¡Lo que tendrá ahora Bond para que esto haya salido al “gran” público!” Marcó el número y de inmediato obtuvo respuesta luego de comentarle  el mecanismo y contenido de las conferencias:

-Te felicitó. Así me gustas, que sea feliz y disfrutes la vida. De las conferencias no creas todo lo que digan. Conozco escritores puritanos que escriben como si fueran Morrison la noche que, cantando, se sacó el pene. Eso les da tono de liberales y suben la venta de la editorial. Hablan de vaginismo y falismo que ni Sade se las creería. Parece que siempre ha sido así. Emerson y Schopenhauer ya en sus siglos alertaban contra esa maquinaria de propaganda diseñada para que hasta el más desconfiado caiga en las redes y compre el libro del momento. Siento los estragos de la deshidratación pero no te preocupes, sabré salir de esta. Por lo pronto toma a mi salud medio litro del vino tino de la provincia de San Juan…P.D.  Como te digo, no les creas todo. Recuerdas a Platón en el Teetetes: “Esos escritores han hecho más caso de quimeras y fantasmas que de la verdad, y han concluido por parecer ignorantes a sus propios ojos y a los de los demás”… Lo que salva estos escritores imaginativos  es la cultura. Si no fuera por la cultura con el puro vaginismo y el falismo mejor no hubiéramos quedado de lemúridos.

Por la tarde, el último orador de la mañana, siguiendo con el tema, se situó  en el siglo catorce europeo. Las ideas empiezan a sucederse a un ritmo  acelerado. Y  parecería que la fuerza del movimiento tiende a subestimar lo que ayer era sostén ideológico de la sociedad. No hay tal pero a la sazón se han acumulado una cantidad enorme de inventos que, definitivamente, da la impresión que se trata de una nueva época. En breve, cuando Constantinopla sea tomada por los turcos,  el hecho será aprovechado  por los historiadores como una pauta para declarar oficialmente terminada a la Edad Media. Idea por demás curiosa. Te imaginas que al día siguiente alguien se asome a la calle y exclame: “Anoche terminó la Edad Media”.

Entre tanto hay la moda de considerar todo como mito. El mensaje del cristianismo es clasificado como un mito y después, con la imprenta y la artillería, llegará el mito del progreso que, a su vez, será desplazado por otro mito. La euforia impide ver que se trata del desarrollo  de un todo y se cae en el error de pensar en “derribar” a otros logros aunque, uno sea de naturaleza material, propiamente del área de la tecnología, y el otro espiritual.

Se cree que se habla de antagonismos aunque un hito en la tecnología sirva para lo mismo. La imprenta suplió la tarea de escribir a mano las copias de la Biblia a los conventos y la reprodujo por miles de ejemplares. La construcción de los primeros relojes que llamaban desde las plazas públicas a trabajar, también marcaban la hora de asistir a la celebración de la misa. Es decir que los cambios se están dando en lo aleatorio, no tanto en lo fundamental.

Se trataban todas estas invenciones de la actividad de la burguesía pero ya no de “aquella burguesía” que seguía buscando la manera de ganarle la partida al soberano. Ahora era  “esta burguesía”, inquieta, práctica, que sigue creyendo en lo que se creía en los últimos dos mil años en materia de religión. Empero,  ahora inventa cosas prácticas como hacer mapas del cielo y otros  para cruzar los mares (se mencionan en este periodo los nombres del flamenco Vesalio, el italiano  Fracastori   y el polaco Copérnico) hasta  cacharros para la cocina de la casa. Pero pongan atención que al hablar “del mundo” se está hablando en realidad del mundo un tanto reducido de los burgueses, como ahora se habla de la clase alta. Con recursos materiales y conocimientos necesarios. Si bien, en esto de la ciencia, como en la filosofía, la pintura y la literatura, no se da nada de pronto. Eso es una mentira, dijo. La misma idea que la Edad Media terminó un día de 1453 y a la mañana siguiente la gente empezó a voltear para todos lados y decir: esta maña empieza la Edad Moderna, es más bien curiosa.  Para estos cambios se necesita tener una “atmósfera” de antes y después. Sócrates no apareció como filósofo de generación espontánea. En sus antiguos  tiempos ya se hablaba de “otros hombres remotos que empezaban a pensar cosas”.

Los tiempos de la antigüedad tuvieron sus propias exigencias y sus respectivos satisfactores: los carros de guerra, los puentes para los ejércitos, las naves, los escultores para las figuras de los dioses y los héroes, la arquitectura de la capital del imperio, los vestidos, las joyas, las incipientes medicinas, los versos de  Séneca... Los romanos, los germanos, los árabes,  movidos por el afán de conquista, a los finales todos vivían en Europa, como hemos dicho. Y llevaron sus respectivas aportaciones técnicas traídas de sus países o reinos. Eso les bastó para vivir   los mil años que duró la Edad Media.

Lo que marcó otra etapa, la del mundo moderno, en realidad no fue la invención de más cosas,  si no la manera de organizar esos conocimientos mediante el método especulativo de la duda metódica, de la experiencia, de la observancia y la medida. Así fue con estos innovadores al filo de la Edad Media. No es exacto hablar que de pronto aparecieron los hombres que dieron paso a una generación de inventores Y era tan de esa manera que ya a mediados del siglo quince, propiamente en 1474, se aprobó una “ley de patentes”. Es decir, ya para entonces proliferaban los inventos por todas partes. Muchas cosas eran cuestiones modestas. Otras no tanto, como la del terreno de la hidráulica que hacia correr el agua de abajo hacia arriba y que tendría una aplicación enorme en la extracción del agua de las minas, etc.

En rigor no se quiere prescindir de los valores espirituales y materiales de los siglos anteriores. En suma, lo que se busca es ampliar los recursos del mundo, llámese Antiguo, Medio, Moderno o Contemporáneo.

Otro conferencista le siguió con un aspecto muy importante relacionado con la vida de las universidades y que, de igual manera arranca con aspectos que nacieron desde la Edad Media, como eso del laicismo. Dijo que laicismo es una palabra familiar a los que trabajan, estudian y enseñan en la universidad pública. Algunos la  van a escuchar por lo menos durante treinta  años. Si bien, hay casos en que falta precisión del concepto. En rigor, laicismo no es una meta en si. Más bien se trata de un camino para llegar a un fin. Este  fin es el Humanismo.

Humanismo es  donde  el individuo puede vivir con toda libertad de pensamiento en el universo de las ideas y las artes tales como  la filosofía, el teatro, la literatura... En nuestros días resulta hasta desconcertante estar escuchando a cada rato la palabra “laicismo”. Si hay libertad  en la práctica del Humanismo, ¿para qué estar repitiendo que  se es libre?

Esto era necesario hace siete siglos, cuando en Europa se pensaba casi de una sola manera y era según el modelo cristiano. Se buscó entonces un sustento  ideológico que no fuera pura teología. Podría  incluir la teología, pero también otras disciplinas culturales.  Y lo que se encontró fue que faltaba mucho trabajo original  en ese sentido. Mil años de teología habían producido pocos filósofos.

No hay que malentender, se apresuró a decir. En todos los siglos de la Edad Media hubo filósofos centroeuropeos, árabes…, pero eran más los teólogos. En las universidades medievales existieron las cátedras de las llamadas ciencias humanistas pero por lo visto era el tiempo que se necesitaba más de ello. Fue cuando se volvió la vista a la filosofía de los griegos antiguos, su teatro, su tragedia, la escultura. La expresión “occidental” se compone de tres elementos esenciales que son lo griego, lo romano y lo religioso cristiano. Todo eso con su gran substrato de ciencia y tecnología recogida de todas las partes que habían sido conquistadas en el tiempo de los grandes imperios de la antigüedad y lo que más tarde ellos mismos, los europeos, inventaron y descubrieron.

Si había más cristianismo es que estaba faltando cierta nivelación de los otros  elementos.  Es lo que en líneas generales se conoce como “Renacimiento”. Ahora bien, es tesis limitada creer que el laicismo es el producto de la rivalidad entre el Pontífice y el Rey, situación que hizo crisis en el siglo catorce en Europa. El Humanismo es mucho más que un pleito entre jerarcas. Es el anhelo de libertad de pensamiento y de manera de vivir.

Si bien, el movimiento humanístico se dio en las capas pudientes de la sociedad europea de entonces. Por eso a ese Humanismo se le clasificará siglos más tarde como “humanismo burgués”. ¿Hay un humanismo proletario? Preguntó el conferencista. Ignoramos que alguien haya desarrollado alguna investigación en este sentido. Esperamos que nadie vaya a cometer la barbaridad de creer que lo que las masas ven en la actualidad  en la televisión sea  alguna especie de Humanismo. Pero sí, el  no creyente de las áreas populares de las ciudades, al estar alejado de la vida y la cultura de la Iglesia, pero al que también le faltan los fundamentos filosóficos de la antigüedad, quizá pueda llamársele “humanista de espejo o de reflejo”, porque va a reproducir los esquemas que la clase de arriba les haga llegar, pero con la limitación y distorsión que a ella convenga. La Constitución dice que la educación debe ser laica pero no prohíbe que haya materias de religiones. Y tampoco se enseña filosofía que sería propiamente el laicismo. El pensamiento lógico. El resultado es una pobre situación sin religiones y sin filosofías.

Los señores feudales de la  Edad Media, en los que se podían localizar áreas de conocimiento, ya para entonces se estaban trasformando en lo que más tarde se conocería como burgueses, capitalistas y  banqueros.  Señores feudales que absorbían la cultura que hombres acuciosos como Dante, Petrarca y Boccaccio, entre otros, habían rescatado de los conventos guardados hasta entonces por los frailes… Pero los señores feudales no sólo absorbían cultura sino que también la producían, y en grande, de una manera u otra, ya fuera directamente o bien como mecenas.

Cabe la aclaración, remarcó el orador, porque, cuando se habla de trasformaciones en el campo de las ideas, hay la tendencia a generalizar lo que en el origen sólo fue de grupos reducidos. La gran base social, es decir el pueblo estándar, por desgracia,  poco tuvo que ver, al menos en sus comienzos, en este movimiento debido a sus limitados recursos económicos y de preparación académica. Sigue sucediendo. En nuestros días las conferencias de personajes de la cultura y la ciencia se dan en los auditorios, como es en este momento entre nosotros, en este auditorio, entre tanto los trabajadores y obreros en general, oficinistas, etc., se encuentran afanados en otras áreas lejanas allá afuera, en la calle. 

Como sea, el laicismo en sus orígenes es no religioso, y de ninguna manera anti religioso. El laicismo  se ocupa de fortalecer los valores del Humanismo. Necesita paz y libertad para desarrollar sus ideas. En el caso de la Universidad Nacional, donde la educación es laica, Humanismo es sinónimo de autonomía frente a las ideas religiosas en general. Aunque eso no impide que en ella se estudien las religiones. En el caso de la Universidad Nacional, cuando se dice “educación laica”, se está expresando un anhelo humanista  en el campo de las ideas. Pero no se está diciendo que la universidad sea enemiga de alguien. Está a la defensiva, eso sí, de que las iglesias no metan mano en su institucionalidad. Y también de que al Estado o  los partidos políticos, y alguno de sus gobiernos, pudiera ocurrírsele influir en algún sentido.

Como el orador había estado viviendo algunos años en México, y desempeñando el cargo de profesor en una de las facultades de la Universidad Nacional, y como se percatara que yo era mexicana, se refirió a que en la universidad hay una preparatoria, o mejor dicho, un plantel de la Preparatoria Nacional, que se llama Justo Sierra, un auditorio que se llama Narciso Bassols, el escudo de la Universidad Nacional es idea de José Vasconcelos. A lo largo y ancho de la Universidad Nacional hay salas con  enormes pinturas de Fray Alonso de la Veracruz, de Felipe II, de Fray Juan de Zumárraga, de José María Luis Mora, un busto de Benito Juárez en la Biblioteca Nacional, de Maximiliano de Hapsburgo...¿Quiénes fueron, qué dijeron, qué hicieron? ¿Qué tuvieron ellos que ver con el tema que estamos tratando, que es el laicismo? Todos ellos han escrito respecto de los fines que persigue la universidad y de sus cómos o sus maneras.  

Normalmente la Universidad Nacional Autónoma de México, dijo con conocimiento de causa, vive en la larga espera Darwiniana, aprendiendo de la sociedad, enseñando, adaptándose y proponiendo. Pero nadie puede evitar que el catastrofismo, tan defendido por Cuvier, se haga presente en algún momento. Un meteoro puede volver a caer y ahora aplastar los esqueletos de los dinosaurios. O bien en la explanada de Las Islas, de Ciudad Universitaria, podría explotar otro Krakatoa y transformar radicalmente el campus.  Todo eso ha sucedido varias veces en la universidad a lo largo de los siglos. Y todo esto, tú lo sabes mejor que yo, Toci, tiene mucho que ver con el tema del laicismo.

Salimos a un descanso y tomar una taza de café. Sentía nostalgia por volver a México pero también empezaba a ser invadida por la tristeza de tener que despedirme en breve de aquella gente, de Mendoza, sus vinos y su ambiente vivo y de calidad. El estándar tenía buena cultura.

El último orador  se refirió a la novela de Tennessee Williams y empezó de esta manera: Alcohólico y, quizá homosexual, el personaje Brick Pollit es probablemente el alter ego de Tennessee Williams, autor de la obra. Esta novela,   más bien un libreto para la escena de teatro,  mereció dos premios: el Pulitzer y el de la Crítica.  Trata un asunto familiar que hace medio siglo (se publicó en 1955) causó mucho alboroto en la sociedad norteamericana pero que, salvo el innegable mérito del escritor, ahora pasaría como uno de tantos guiones de la televisión comercial argentina.

Una familia entra en una inusitada actividad de intriga, envidias y patadas en las espinillas porque el padre, dueño de una considerable fortuna y nada menos que de una plantación cuya extensión mide 28 acres del mejor  terreno en el delta del Misisipi, está a punto de morir de cáncer. ¡Y no ha hecho el testamento!

Son dos hermanos Gooper y Brick y sus respectivas esposas, Mae y Margaret. Es gente que no se anda por las ramas sacándose la lengua. El jaque mate por delante: Gooper y Mae tienen cinco hijos y otro que está por nacer. Además Gooper es abogado. Brick, en cambio, es alcohólico. Otrora un gran deportista pero que ahora es por completo indiferente a todo, incluida su esposa Margaret con la que ni siquiera se acuesta.  Margaret, además, no tiene hijos. El alcoholismo de Brick hace que duerman separados y una cierta incapacidad en la biología de ella no le permite concebir. En un momento ella le dice a Brick: “No estoy viviendo contigo. Ocupamos la misma jaula”. No hay duda  de quiénes son los que  van a  aparecer favorecidos en el testamento. El padre se inclina por Brick pero no ve claro. Alcohólico, tal vez homosexual, y sin hijos...

Es cuando se revela el carácter y la voluntad de Margaret. La vida la ha colocado en la posición más difícil. Exactamente como se encontraría una gata a la que hubieran  arrojado sobre un techo de láminas metálica que estuviera muy caliente: “Me siento todo el rato como una gata sobre el tejado de zinc caliente”, dice.

Y cuando el otro matrimonio echa las campanas al vuelo,  poniendo por delante su fertilidad, y por otro lado la esterilidad de Margaret, ésta anuncia que está embarazada. No le creen pero ella sigue sosteniendo su verdad. Finalmente hace que el otro matrimonio entre en duda y vea que ha sido derrotado. La herencia se irá para con Brick, el hijo favorito y que ahora, finalmente, va a tener descendencia.

No es cierto que Margaret vaya a tener un hijo pero se propone concebirlo para esa noche. Ha ido a ver al ginecólogo y le dice que es su día fértil. Le esconde las botellas de licor a Brick al tiempo que le dice: te las devolveré hasta que haya pasado esta noche. Cuando esté embarazada  los dos nos emborracharemos celebrando mi embarazo. Y como Margaret es bella, está buena y tiene un temperamento de esos que, proponiéndoselo no deja escapar ningún espermatozoide, el otro acepta. Un alcohólico es capaz hasta de acostarse con su mujer con tal de recuperar su botella de licor. Por lo demás, una de sus frases de Margaret es que “El fuego no se apaga si no nos enfrentamos a él”.

En realidad la herencia para Margaret está en segundos planos. Lo que  la hace tomar esa decisión es el gran amor que siente por su marido, aunque sea un alcohólico y tal vez homosexual. Pero hay algo más de fondo. Quizá  su  esterilidad se deba a cierto sentimiento de inferioridad de Margaret frente a Brick. Es cuando se da  cuenta que, el otrora fuerte atleta ahora es un ser no tan fuerte, le dice: “Solía pensar que eras más fuerte que yo y no quería que me dominaras. Pero ahora, desde que das a la bebida...soy más fuerte que tú y puedo amarte auténticamente”. Para ella todo está en función de amarlo, no de dominarlo. Y en toda la obra no se encuentra una sola mención que ese amor sea una inclinación masoquista por parte de Margaret.

Sí sale  a relucir lo que algunos sociólogos han escrito de los norteamericanos en el sentido que en esa sociedad la mujer es la que dice y los hombres los que hacen (“exactamente como en mi etnia”, pensó Toci). Como sea, la obra termina con estas palabras de Margaret hacia su querido marido: “Ah, ustedes los débiles, ustedes débiles y hermosos...Los que abandonan...Lo que quieren es alguien...que se encargue de ustedes...dulcemente, dulcemente, ¡con amor! Y...yo te quiero de verdad, Brick,¡te quiero!”

No hay final feliz en esta obra, concluyó el orador. Se trata de un mundo familiar que se pudre día con día. Sólo Margaret, con su gran voluntad, su enorme amor por el marido y su anhelo de tener un hijo, puede revertir todo. Pero, en tanto no lo logre, esta gran mujer se encontrará como una gata sobre el tejado de zinc caliente...

La historia de Margaret conmovió a la audiencia y lo que iba a ser la última exposición provocó la intervención de otros más.

Los oradores  siguieron hablaron de los temas más variados. Uno se refirió a Unamuno. En su novela Dos Madres. Otro conferencista relató los descubrimientos de pinturas que se fueron haciendo en las cuevas en ambos lados de los Pirineos en el siglo diecinueve. Arrancó con la de Altamira Y fue que  en 1868 se descubre esta cueva  en una somera  colina en Santillana del Mar, España. Tiene pinturas de enorme calidad artística, de la época glacial, con una antigüedad de hasta cuarenta mil - treinta mil años. Leído así, esto parece no decir algo especial. Pero, si  lo observan con detenimiento,  hallarán contradicciones que los científicos del siglo diecinueve no supieron cómo abordar. La lectura literal de la Biblia dice que el principio de la vida, al menos la antropomorfa, tiene unos seis mil años. Así se leía la Biblia en el siglo diecinueve ¿De dónde salieron esos cuarenta  mil años?...

Otro orador empezó diciendo que el humano tiene un millón de años, o dos, así como lo conocemos en  su capacidad craneana. Pero, ¿algo que lo acredite como tal? Quizá su morada sea la contestación: la cueva. El humano de entonces ya regresaba a la cueva donde había pernoctado, se iba al mar o al río a pescar o a la pradera a cazar. Y regresaba a su cueva. Es decir que esa criatura ya  tenía desarrollado el pensamiento cognoscitivo y estaba consciente que en cierta  cueva  ya tiene un lugar en el universo.  ¡Ya está! Ese humano, que todavía se cubre con pieles de animales, tiene todo para elaborar un poema o llegar físicamente a las estrellas. Pero, ¿desde cuándo se le puede seguir la huella a ese desarrollo? En Europa central los investigadores encontraron unas piedras a las que llamaron “eolitos”. Según el lugar en el que se hallaron tienen de doscientos cincuenta  mil años a ciento ochenta mil años. En el principio  dudaron mucho en que tuvieran alguna clase de tallado artificial. Pero también era difícil asegurar que no tuvieran algo de intervención intencional. Con el tiempo se descubrieron otros eolitos y ya no hubo duda  que estaban tallados. En las cuevas también se encontraron, junto a los esqueletos humanos, algunas especies de ofrendas. Pensaban que, después de morir, quizá las fueran a necesitar…

 

 

                                                                  

 

 

 

 

 

 

                                                                  2

                                                                    I

Dos horas  llevaba vagando por la ladera pedregosa este del monte Tolosa y cruzando en todas direcciones el  bello glaciar. Por la noche, cuando se metió a su bolsa de dormir, se dijo que necesitaba algo de cultura. Las conferencias la habían motiva  y ahora quería más. Lo mismo que su intestino le exigía comer verduras y frutas si no quería acabar en un drama de estreñimiento (estos argentinos son unos bárbaros, ¿cómo se puede vivir con una dieta a base de bifes y churrascos?). Igual su alma necesitaba asomarse a algo diferente. Recordaba las palabras de El Principito: “¡Lo más importante no se ve!”. Pero al fin se quedó dormida.

Cayó en la cuenta, mientras dormía, que en El Principito no hay mujeres.

Se necesitó que llegara la época del feminismo para descubrir que ahí no hay mujeres….

Toci era una muchacha india, de tez cobriza, hermosa como un cromo, con un cuerpo de diosa y que, a la hora de acostarse a dormir, tenía en su cabecera para leer a Chaucer, Shakespeare, Dickens, Kipling y Moro. Todos esos adjetivos llevan a  muchas mujeres, poseedoras de los mismos, a desarrollarse en otros tipos de ambiente de la sociedad. No precisamente a la práctica del alpinismo y a la lectura como necesidad vital. El que aspirara a tomarse alguna libertad con su trasero o cualesquier otra parte de su cuerpo, podía hacerlo, así fuera el hombre más horrible del planeta, a condición que tuviera un amplio conocimiento de alguno de estos escritores. Si así fuera, a lo mejor se trataba del hombre más guapo de la región. Si conocía a los cinco autores ella misma se ofrecía a bajar el cierre de su pantalón. Pero como ni siquiera entre los ingleses se podía encontrar a estos especímenes, y Cork sí llenaba el requisito, a eso se debía que a él lo buscara por todo el orbe. Además no era feo. La apetencia se da en los animales igual que en el hombre lo mismo que en la mujer. Pero la elección o determinación sólo tiene cabida en el humano.

 Estaba dispuesta a internarse en el desierto de arena y cincuenta grados arriba del cero, sin agua. ¡Si al menos supiera en qué parte localizarlo, lo haría! Ella podía cruzar cualquier sistema montañoso (era su oficio) pero en el desierto era cosa distinta. Esto se debía  a que pertenecían a etnias cuyos asentamientos correspondían a  entornos geográficos  diferentes. La región mazahua estaba ubicada en la región  fría y elevada del Nevado de Toluca. Tlamatzinco, que era el lugar en el que había nacido Cork, estaba en algún lugar  de la Gran Chichimeca, en el   desierto chihuahuense, al otro lado de la Sierra del Presidio, según le había dicho: “debajo de Ciudad Juárez”. Pero, se dijo, en cuanto se decida a decirme en dónde localizarlo, lo buscaré hasta el mismo infierno. Lo más probable es que todavía  se encuentre en el desierto de los navajos.  “¡Espero que no esté con alguna cabrona comanche!”

Esta aparente frivolidad suya correspondía en realidad a una situación compleja. Empezando porque ella y Cork tenían valores sexuales de su etnia, que no eran los mismos de los caras pálidas ni de los mexicanos mestizos (mal) occidentalizados. Estos tenían coitos que duraban siete minutos. Tienen propensión al aburrimiento. Recordó un personaje de Morris West: “ Si hoy se les daba el Paraíso, mañana, por puro aburrimiento , soñarían con el infierno”.  Los indios no son así. Ellos sólo esperan cerrar el ciclo para… empezar el ritual de otro ciclo milimétricamente igual. Era el “sueño tribal que unificaba sus voluntades”. 

Y, en último caso, pensaba, si a la mujer le corresponde en el mundo ladino de estos tiempos, determinado sitio en la sociedad, según se le trate sexualmente, Toci había diseñado la combinación para entrar en aquella mansión. La clave era el paquete que hacían Chaucer, Shakespeare, Dickens, Kipling y Moro. El que no conociera la respuesta, jamás vería a la montaña franquearle la entrada. “No quiero unir mi vida con la de un orangután”. Pero, en contrapartida, como no tenía vocación de abstinencia, el que supiera esa clave, la vería tras de sí, siguiéndolo por donde él fuera. ¡Y Cork conocía plenamente esa clave! Pero, cosa curiosa, no la utilizaba para ejercer sobre ella ninguna suerte de dominio. Y esto, ¡exactamente esto!, era lo que lo hacía doblemente necesario a los ojos de Toci. ¿Dónde estás? preguntaba en voz alta en la soledad de las altas montañas andinas. La respuesta era el silencio de la noche. Otras veces el ulular del viento helado al desgarrase en las aristas rocosas cercanas. O bien el terrible drama de los grandes bloques de hielo al romperse y que se precipitaban por el ventisquero. O glaciar, como decían sus clientes  de la expedición francesa.

Empezó a  bajar la cuesta helada desde temprano. A medio día alcanzó la morrena y dos horas después estaba en la carretera. Llegó a Cuevas en la primera hora de la noche. Al pasar frente a la casa de la familia Orrego vio ya encendidas  las luces de la sala que daba a la calle. Se asomó por la ventana y en seguida de saludarlos (estaban jugando ajedrez comiendo churrasco y tomando mate), mediante el recurso de dar unos golpecitos con el piolet en el vidrio, siguió a la puerta siguiente de la calle. Escuchó que contestaban el saludo con una suma de gritos de toda la familia que la llamaba para invitarle un churrasco. Pero estaba cansada y siguió su camino. Llevaba el piolet  en la mano.

Abrió y penetró en el ambiente cálido del departamento que alquilaba en la población montañesa. Eran apenas dos habitaciones y los servicio de cocina, baño y un patio posterior, para tender la ropa lavada, tan amplio como la misma cordillera. No necesitaba más. En ocasiones, cuando se hacía tarde, llevaba hasta ahí a los del grupo que había guiado y los alojaba en la habitación del fondo. Los que no cabían levantaban las tiendas en el patio, bajo las estrellas y la Cruz del Sur.

Un solo vistazo descubría que el lugar era habitado por una mujer ordenada. Pero como esta mujer era una alpinista, debido a eso se podía observar una casi absoluta escasez de cosas. En cierta manera, alguien que ejerce la profesión de guía de alpinistas, es como un militar en activo. Puede permanecer largas estadías en la montaña o, algún día, ya no regresar más. ¿De qué, pues, serviría acumular tantas cosas? Unos libros y cuatro  retratos: Cork, Ibsen,  Shakespeare y Jaeger. Pero era Epicteto al que le había leído que estuviera siempre al pendiente porque un día puedes ser “llamada Y procura no encontrarte lejos porque el barquero no puede esperar”. Procedente de una cultura donde  Mictlantecuhtli es el dios- muerte, Epicteto le era completamente familiar. Y Séneca la había enseñado a que se puede vivir sólo con dos o tres cosas. En broma Cork le decía: “Me vas salir barata”. Pero el muchacho pensaba en Schopenhauer cuando advierte: Una sonrisa, una sola sonrisa propia, y con eso basta para que la mujer se adueña de tu libertad, de tu dinero y de tu semen. ”Ah, y cuídate si tienes seguro de vida, tus días están contados”.  

Todo estaba limpio en la habitación. Esperanza, la señora de la familia que acababa de saludar, se encargaba de quitar el polvo de los muebles y del piso. Sin ninguna necesidad material, lo hacía por la amistad que habían desarrollado estas dos mujeres. Ella, de edad que se aproximaba a los cincuenta años, se preocupaba cuando Toci partía para la montaña. Le aseguraba que si algún día sufría algún accidente ella movería el mar y el cielo para sacarla de las montañas. Sin ánimo de lastimarla o preocuparla, Toci le respondía “Te lo agradezco pero, los cadáveres en la montaña no deberían preocupar a nadie. Más tarde o más temprano los vientos y las tempestades de nieve  y los cóndores acabarán por hacerlos desaparecer. Bajarlos, en cambio, significan una serie de molestias sin fin y pérdida de tiempo y recursos para los que quedan con vida. Un rescate suele costar mucho dinero. Estaría mejor que estos recursos se emplearan en servicios para los que nada tiene. Los muertos ya no tiene  prisa ni nada necesitan, en cambio ellos deben de seguir en la brega de la vida. Pero, no te preocupes, nada me pasará. Te lo aseguro. Siempre volveré y tomaremos mate y comeremos churrasco. ¿Estamos? Era una expresión que había aprendido en Argentan. ¿Estamos? Toci hubiera dicho: ¿De acuerdo? Además, lo que realmente quería estaba lejos, en el desierto de los hohokams o en el  navajo. O tal vez en el desierto hopi.

            - ¡Estamos!- respondía Esperanza. Pero enseguida preguntaba cómo podía estar segura que nada le pasaría.

            - En montaña no hay ninguna garantía pero probabilidades…Conozco uno de los más grandes  secretos de la montaña.  El mal tiempo. Este actúa como un guerrillero. Cuando menos lo esperas te pega por sorpresa y se retira tan pronto como llegó. Las tempestades son la causa del mayor número de accidentes mortales en la cordillera. Es el arma escondida bajo la manga que tiene la montaña para sorprender a los alpinistas.

            -¿Te has encontrado con esa situación?

            -Varias veces. Pero, ves este pequeño bulto? Es mi tienda tipo iglú de menos de un kilo de peso y tela especial de resistente para los aires violentos de las alturas. . Tiene dos arcos encontrados y desmontables  que soportan el peso de la nieve que le cae encima. Me meto en mi saco de plumas y hasta me doy el lujo de dormir mientras el guerrillero golpea y golpea. A la mañana siguiente puede que el sol vuelva a salir y continuaré mi ascensión o bajaré.

            -¿Y, si no sale?

- Esperaré otro día o lo que sea necesario. En dos ocasiones he tenido que salir corriendo, abriéndome paso entre las cortinas de nieve, camino del valle.    

A su regreso, Esperanza se apresuraba a platicar y preguntar cómo se encontraba. ¿Qué ruta de ascenso habían seguido, el estado del tiempo? Sobre todo le interesaba  saber de qué país había sido el grupo expedicionario que había conducido. ¿Cómo eran, la habían tratado bien? Esperanza también se encargaba de recibir los mensajes que le llegaban a la muchacha.

-¿Cómo es México?

-Es el lugar más bonito del planeta…después de Argentina y Chile…

-¿En política?

-Le abre los brazos a los perseguidos de  todo el mundo…Y los cierra frente a los suyos…De tal manera que si los perseguidos del mundo logran la nacionalidad mexicana, y se esperan dos generaciones, también estarán encontrando brazos cerrados… ¿Interesante, no?

-¿Cómo son los mexicanos?

-En México hay mexicanos…

- No entiendo.

-En México hay mexicanos. Mexicanos y mexicanos…Y entre más mexicanos tenga el individuo, menos dinero tiene…

            - Coquimbo- le dijo al entregarle la hoja de papel que había sacado de la computadora. Un grupo suizo quiere que lo lleves…

            -¡Alto – gritó Toci-. No más. Necesito reunirme con Cork. ¡Urgentemente! ¿Tú entiende Esperanza?...

            -Naturalmente…

            Toci vio hacia  el monte Tolosa. Resaltaba en toda su blancura sobre el cielo azul. De manera automática inquirió a dónde querían ir los suizos.

            Esperanza leyó:

            -A Las Tórtolas.

            Toci se dejó caer en el sillón. Después exclamó:

            -¿Sabes que por nada del mundo dejaría de ir a Las Tórtolas?

            -¿Qué hay ahí que tanto te interesa?

            - Trastos, ruinas y probablemente personas momificadas.

             - ¿Queda alto ese lugar?

Toci leyó el mensaje.

            - Arriba de los seis mil...Debo partir mañana temprano. Gracias Esperanza. Necesito descansar. Pero eso no impide que, después de bañarme (tengo dos semanas sin meterme bajo la regadera y apestó a león. Digo, a leona), tomemos mate. ¿Estamos?

            - ¡Estamos!

Cuando pasaba algún tiempo y Toci permanecía en  el glaciar, Esperanza le preguntaba, cuando volvía a verla:

            - ¿No te dan ganas de ir a la ciudad a divertirte y no sólo ha leer libros?-

             ¿A ver esos programas de televisión?

            - Bueno, hay algo más que la televisión...

            - En las ciudades del valle los individuos producimos, consumimos y, si podemos, acumulamos. A esto se reduce nuestra existencia. Los museos, las salas de conciertos, las bibliotecas están casi vacíos. Hay pocos y están vacíos. Las casas editoras de libros están cerrando en todas partes. Ya sabes que de cuando en cuando bajo a Uspallata o voy hasta Mendoza. O bien a Santiago en el lado chileno. Me instalo en algún buen hotel. Voy al cine, en ocasiones a cenar en la calle en un apacible restaurante. Si encuentro un sitio confiable me pongo a bailar. Veo alguna película y...Acabo por concluir lo mismo de siempre. Que en la montaña no hay lugar para los aguijones del remordimiento que tanto torturan a la gente del valle. Más bien no hay tiempo para regodearse en  conmiseración. No hay tiempo ni lugar para que el niño con su llanto atraiga los cuidados de los otros. Cuando esto empieza ya hay que agarrar de nuevo la mochila y emprender el ascenso por la cuesta empinada. El esfuerzo que eso implica va a hacer que el sudor expulse cualquier toxina de la  decadente idea. Allá enfrente espera un problema y necesitamos todas las fuerzas y toda la concentración posibles para enfrentarlo con éxito. El perfeccionamiento encierra el peligro de la frustración con posibles consecuencias morbosas. En la montaña no hay perfeccionismo. Ni siquiera técnico. Se acierta y se yerra. Se gana y se pierde. Y cuando regreso a mi hotel acabo por concluir que alguien  diseña nuestros gustos desde el otro extremo del cable eléctrico. La figura del maestro ha sido burlada y ridiculizada. Lo que él enseña durante todo un año la pequeña pantalla lo puede trastocar en  sólo un programa. Quiere decir todo esto que estamos divorciados de la naturaleza y, en mucha medida, de las corrientes religiosas. El gran barullo de los partidos políticos, que no acaban por salvar a ningún pueblo, es tan estridente que no dejan pensar en otra cosa.  Lo que tenemos en todo momento es la televisión. No es la tecnología la que nos inspira prevención si no el uso que  de ella se hace. Prefiero vivir allá, arriba.

Como tenían confianza, en una ocasión Esperanza le preguntó:

            ¿Prefieres tener relaciones con aquel muchacho que llamas Cork, por medio de la computadora, y a quinces mil kilómetros de distancia?

Sin pensarlo dos segundos la muchacha contestó:

-¡Prefiero así!

            - Conversas con él por medio de otros cables electrónicos. Es como si tuvieras como compañero a un holograma.

            No- contestó Toci-. Cork es de carne y hueso y nervios. Además es formidable. Si él quisiera mañana mismo estaría llegando a mi tienda en el glaciar. ¿Sabes que ha escalado la sur del Ameghino? ¡Eso quiere decir que ha estado en Punta de Vacas, cerca de aquí.

            - ¿Querrá alguna vez?...

            - ¡Puedes jurar que así será!

Cuando quedó sola trató de comunicarse con Cork. ¡Nada! La pantalla de la computadora estaba en blanco. Intentó otra manera y fue a escribirle algo. Después de hacerle un breve resumen de lo que había vivido en Mendoza durante esa semana de conferencias, empezó  su relato con un tema que sabía le gustaba:

-“Sófocles sometió a indecibles torturas a su personaje Edipo al hacerlo esposo de su madre y padre de sus hermanos. Su inmenso dolor (él mismo no lo soporta y se saca los ojos) nos informa de lo bien establecido que estaba hace veinticinco siglos el matrimonio monógamo entre los griegos y además que se mantenía lejos el incesto. De otra manera no se hubiera dado una experiencia traumática de esa escala, como nos la cuenta el comediógrafo…La ciencia  de los primeros tiempos también fustigó a Edipo sin piedad y casi con sadismo (recordarás que su trilogía se compone de las obras para  teatro de Sófocles y son Edipo Rey, Edipo en Colono y Antígona) al hacerlo proclive de incesto...Lo que veo es que estas obras de arte, en el que se desplegaba un verdadero ingenio de ir acomodando a los personajes y a las circunstancias, las aprovecharon de algún modo para ir desarrollando tesis de la incipiente ciencia sicológica. Así pasó con Sófocles y Shakespeare, no se les escaparon Plauto ni  Sor Juana Inés de la Cruz, ni Juana de Ardo ni Santa Teresa de Ávila…

A la maña siguiente lanzó un grito apenas hubo echado un vistazo a la pequeña pantalla ¡”Resultó!” dijo al ver, sin detenerse a leer todavía lo que era, a un montón de palabras.

Enseguida leyó: Sé que te encuentras en los Andes pero ¿concretamente en que parte del sur del continente? No me digas el nombre del lugar sólo escribe las coordenadas. Eres alpinista y debes estar familiarizada con los paralelos y los meridanos que estás pisando. No sólo en grados sino en minutos y segundos. Leí lo de las conferencias y te felicito. También seguí con interés lo que escribiste de la primera pieza del ciclo edípico.   Yo me encuentro en estos días en los 114’ 10`` y es otoño. Y para que veas que me mantengo al tanto de la literatura de aquellos tiempos te voy a contar lo de Antìgona.Y es que el único que sobrevive a esta prueba es Creonte, el rey, hermano ambicioso de Edipo. En los días que le quedan de vida, este rey deberá entender que, precisamente, él fue el perdedor. La mortal espada no puede herir tanto como enfrentar al gusano roedor de la conciencia de sus actos pasados. La locura o la muerte podrían ser su salvación. Pero él continúa con vida...

En tanto se preparaba para su viaje a Las Tórtolas, pensó de nuevo en la región de los ranqueles. Le interesaba saber si la lengua ranquela seguía hablándose. Entendía que la inmensa variedad de lenguas que se hablan en el planeta es muestra de la pluralidad genética, lingüística y cultural. Meter esto en una sola lengua es como eliminar del árbol todos los ecosistemas y sólo quedara una especie ¡Como para cambiarse de planeta! ¿Se acabaron  los ranqueles, se acabó esa cultura? Varias tribus norteamericanas se extinguieron y con ellas su lengua. Con la expansión azteca de los siglos catorce y quince el náhuatl había llegado hasta el centro del continente. Con la conquista española se había retraído de manera alarmante. En la primera oportunidad le preguntaría a Cork si a la lengua  navajo le espera largo tiempo…En México existen más de cincuenta lenguas originarias que fueron duramente combatidas por los mismos mexicanos mestizos después de la Colonia. Pero ese país tuvo la fortuna que, no obstante la espada de los conquistadores, llegó la locura de la fe en Cristo. En su afán de cristianizar a los indios de las diferentes regiones y lenguas, los frailes les enseñaban el español y aprendieron y escribieron diccionarios con lenguas autóctonas. Durante siglos los mexicanos mestizos, con algunas excepciones de hombres cultos que tanto sabían latín como náhuatl, etc, combatieron sin piedad la diversidad de lenguas precristianas. Estas pudieron sobrevivir hasta el nacimiento de lo que, con el tiempo, sería el Instituto de Investigaciones Antropológicas y las cátedras de la Facultad de Filosofía y Letras, todo eso bajo la protección actual de la Universidad Nacional Autónoma de México. Volvió a preguntarse: ¿existirá la lengua ranquela?

Recordó que Ikram Antaki dijo, en uno de sus programas semanales radiofónicos que tenía en Radio Red 1110 AM en México, que son las poblaciones mismas las que consideran sus propias tradiciones lingüísticas como arcaicas y aspiran a adoptar el modelo triunfador, aquel que defienden los medios.  Toci se horrorizó al pensar que Antaki tenía razón. Muchos campesinos de lengua náhuatl, y otras cuarenta y nueve lenguas propias, que se trasladan a vivir a la capital de México, esconden la propia lengua y se apresuran a aprender la espantosa jerga que escuchan en algunas  estaciones de radio y de canales televisivos. Es lo que se llama “lengua viva” que, años más tarde, desplazará en el diccionario al correcto español. Ella sabía lo que decía pues en la región matlazinca  les enseñaban el español y también el nahuatl de manera sistemática. Toci era decidida defensora de la lengua étnica, de la regional como lo era del español y del inglés, la última que en estos tiempos es la “internacional”. Recordó que en Estados Unidos ya no existían lenguas que todavía hace cien años se hablaban… Pensó más vivamente en  los ranqueles de Argentina.

Antes habían tenido un pequeño altercado. Cork le decía que no conocía ella la Divina Comedia porque… se la pasaba pintándose las uñas. Sabía que sí la conocía pero le gustaba hacerla enojar. En efecto, la contestación no tardó en llegar:

- En parte tienes razón y disculpo el tono insolente que acabas de enviarme, y esto porque se tiene la impresión de que ahora la lectura de La Divina Comedia ha quedado circunscrita a los salones de estudio. La expresión “dantesco” es muy familiar. Sin embargo, a diferencia de la enorme influencia que este gran poema tuvo en las literaturas europeas, en nuestro medio cultural no se deja sentir la misma opinión. En México se leen pocos libros por persona al año por lo que, es de suponer, se prefieren trabajos menos complicados. También se debe a que la obra tiene un enorme contenido metafísico. Al menos ese es el ambiente en que se desarrollan los acontecimientos de este trabajo. Es una visión épica que Dante tiene del más allá. Así, el contenido de La Divina Comedia se vuelve menos comprensible en la medida que la sociedad se aleja de los temas teológicos. En la Edad Media lo religioso llenaba  el panorama y el tema era de lo más accesible. Pero en nuestros tiempos, en los cuales  todo tiende a un  laicismo (laicismo pozolero, no filosófico), Dante es realmente una cuestión extraordinaria. El mismo Dante se refiere a este asunto ya muy avanzada la obra cuando, en el canto II del Paraíso, advierte: “no se internen  en el piélago, porque quizá perdiéndome yo, quedarán también perdidos”. Y la nota explicativa  correspondiente, que es la número mil cuatrocientos setenta y dos, dice que el apóstrofe lo dirige Dante a los lectores de su poema que le siguen sin más preparación que de las ciencias humanas.  Y para que veas que sí la conozco, y no nada más de oídas, te diré que se trata de un viaje imaginario de los poetas Virgilio y Dante a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraíso... Pero hay más de fondo en esto de Dante y la Divina Comedia. Debido a acontecimientos políticos de su tiempo, y conflictos armados, Dante se encontraba identificado con el bando contrario a la Iglesia. Perdida la partida, el poeta tuvo que huir por un tiempo al extranjero. A eso se debe que entre los personajes que colocaría en su extenso poema como habitantes del Infierno, se encuentren varios papas. Cuestionando de esta manera la vida del  cristianismo.  Es uno de los primeros grandes episodios documentados en que aparece por primera vez en la literatura el laicismo como arma punitiva contra la Iglesia.  Empezará como un laicismo meramente no religioso, pero no antirreligioso, que después sería la tónica de las expresiones políticas. Por eso es que en la Divina Comedia, dicha, o escrita en plena Edad Media, Dante va a ser el modelo temprano de Lutero que tardará casi dos siglos en llegar.

Dante nos parece como  el eslabón perdido entre el Eneas de Virgilio y el Dante (como viajero del submundo) de Dante. Nacido en el último siglo antes de Cristo, Virgilio escribirá dentro del paganismo su Eneida. En esta  obra Eneas, el personaje principal de la caída de Troya,  se introduce en una enorme cueva que, poco a poco,  va configurando al submundo habitado por muertos que Eneas conoció en vida.  De alguna manera hay una línea directa, literaria e histórica, entre Virgilio, Dante y Lutero... 

Y, como no quería volver a perder comunicación con Cork, le hizo enseguida la siguiente pregunta: Ahora que estoy en el sur del continente me ha surgido una cuestión a la que no le veo respuesta. Y es la siguiente:  ¿Como mexicana de estos días, ¿qué soy? Indoamericana, Hispanoamericana, panamericana, latinoamericana?

La respuesta le llegó esa misma noche:

Tú eres mazahua, ¿ya lo olvidaste? Tienes tu idioma, tu historia, tus costumbres y tu modo de ver el universo como otros no lo tienen. Esperemos que la famosa Ley Indígena, que para estas fechas está  traspapelada en algún “fólder” de la Cámara de Legisladores, sea aprobada antes que el ladino acabe con las etnias. Tú no eres de la etnia “mexicana”, o mexica, azteca, eres mazahua. Pero si quieres más precisión dentro de la actual generalidad que nos indica la Constitución, te diré que el sólo observar estos términos o clasificaciones, que me has mencionado, nos revela la riqueza racial, histórica, cultural, filosófica y religiosa del pueblo mexicano. Y es que, recuerda, que a lo largo de la historia de este país han llegado extranjeros de prácticamente todas las regiones del planeta. Unos en plan de guerra, pocos como aliados,  otros como asilados políticos y, los menos, como científicos. A los “legales” y a los “ilegales” de la región geográfica del centro del continente, que hay por miles en México, ya ni deberíamos contarlos como algo aparte, pues de hecho somos lo mismo en todo. Lo único que nos separa, y eso teóricamente,  es el Usumacinta.

Tu y yo sabemos que muchos de los extranjeros están añorando y escribiendo, y lo van  hacer toda su vida, respecto de la ruptura con su país de origen y el trauma del destierro. Pero, por una causa o por otra, ya no regresan a su tierra en donde les cortaron el ombligo y se quedan a vivir en México. De tal manera que ellos, como tú, algún día también acabaran por hacerse esas preguntas: ¿qué soy, de allá o de aquí y si soy de aquí  en cuál grupo o denominación me ubico?

Acuérdate que a  resultados de la Guerra Española, en mil novecientos treinta y nueve llegaron, aparte de los contingentes españoles y judíos,   por lo menos cinco mil internacionales de todos los países de Europa que también se quedaron a vivir en México. Unos lustros después también llegarían al país varios miles de los países del sur de América. Todo esto trajo una rica aportación de ideas y formas de ver la vida inmediata  y sus enfoques respecto de la trascendencia. Si bien, no sólo ellos, sino que también  sus hijos se estarán preguntando ¿qué soy? Para la tercera generación de ellos esto casi habrá desaparecido y  será ya una cuestión  académica, y  no más. 

Y entonces es cuando el “mexicano”, es decir, la suma de todo esto que te acabo de mencionar, se pregunta también: ¿quién soy? Y esto da igual que haga la pregunta  un huichol de Nayarit, un kikapú de Nuevo León, que un descendiente de alemán, de negro, de irlandés, paraguayo, español o armenio. Están a la misma distancia todos ellos. Esto porque el huichol, el irritila, el tlaxcalteca y cincuenta etnias más, ni siquiera son “mexicanos”. Es decir, no son aztecas. Los aztecas desaparecieron junto con su hermosa ciudad del lago y se integraron al Sol desde el primer tercio del siglo dieciséis. Según la antropología salieron de la nada, alcanzaron al Sol y regresaron a la nada. Tú y yo sabemos que, según la  cosmovisión azteca, desde entonces son parte de la trayectoria solar. ¡Son el Sol! Los otros siguen siendo huicholes u otomís. Acabamos de verlo en la última marcha de los que vinieron desde Chiapas a reclamar sus derechos de etnia. Ellos son chiapanecos. Sí, mexicanos, pero antes son chiapanecos. El internacionalismo está bien para el discurso pero reúnelos en un banquete y verás que el alemán buscará las salchichas, el indio mexicano los chilaquiles, el español la paella, el suramericano el churrasco y la pascualina... Recuerda   que los mexicanos de influencia del siglo diecinueve y principios del veinte, fueron los más vesánicos enemigos del mismo indio mexicano. Más aun que los despiadados españoles de la conquista y que los gringos de mil ochocientos cuarenta y siete. Más, mucho más.

Bueno, te comento que hay un libro excelente que responde con toda seriedad a muchas de estas preguntas. Yo te las puedo contestar como si las supiera desde antes de todos los siglos, como le hacen muchos escritores, pero quiero que tengas la bibliografía. Se llama “Las categorías de la cultura mexicana” y su autora es Elsa Cecilia Frost. Esta interesante obra la publicó en mil novecientos noventa el Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Para entrar en materia la autora dice, citando a Víctor Raúl Haya de la Torre, que los términos de hispanoamericana e indo latina corresponden a las distintas etapas históricas del continente. Hispanoamérica es correcto pero sólo se refiere a la época colonial, es decir, a la  etapa que va desde el descubrimiento hasta las guerras de independencia. Y ahí acaba. El que la siga utilizando es que sigue viviendo en ese periodo trasnochado o anhela que tal situación regrese. Latinoamérica es el nombre que se adopta en la época republicana del siglo diecinueve y, por lo tanto, también ahí acaba. Indoamérica es el nuevo concepto revolucionario creado por el aprismo. Pero solamente se aplicaría con propiedad a la región comprendida a los países de origen indio como son Perú, México, Bolivia, el centro de América, etcétera. Aunque en este etcétera también cabrían los Estados Unidos de Norteamérica,  Canadá y Argentina. Respecto del panamericanismo casi resulta innecesario añadir que tras este término se oculta la intención de los yanquis, dice la autora.

Más adelante se refiere Frost al mito de nuestro latinismo y se detiene con el nombre “América Latina”, que más bien parece referirse a los pueblos americanos colonizados por los ingleses pero que sin embargo tiene un origen francés. Te pongo otra vez  el ejemplo de Canadá. Después hace referencia a las categorías de nuestra complejidad cultural como son la “matizada”, “fusionada”, “de síntesis”, “mestiza” y “superpuesta”. Como ves, no es una tarea fácil desenredar la madeja para un “mexicano”. Pero se trata de un trabajo, el libro que te mencioné,  integrante, no excluyente, en el que todos los mexicanos, del México actual, podemos encontrar con más claridad nuestro lugar de tipo cultural. Ahora que, te diré,  hay orígenes extranjeros, habitantes permanentes en México desde hace varias generaciones, más mexicanos que muchos mexicanos. Viven en los principios, no precisamente  en los intereses pecuniarios.

Desde luego no hay que perder de vista que México vive, desde su nacimiento en el siglo catorce, y después se acentúa con el arribo  de los conquistadores y le sigue con la llegada del elemento negro, el “efecto tinaco”.   Entran ciudadanos de otras partes del mundo y salen mexicanos hacia otras partes del mundo. Esto es un fenómeno constante.  Te recuerdo que hay cuarenta millones de mexicanos viviendo en Estados Unidos  y otros contingentes en España, Canadá…Aparte de todo esto estoy seguro que te encantará leer a Frost. En una parte dice que “La verdadera cultura de México es la indígena que nos hemos empeñado vanamente en negar”. Entre ellas, desde luego, la bella Mazahuatitlan…Cuando la independencia había el noventa por ciento de indios en México. Queda el diez…

Fue cuando Tocí pensó si a Cork le podía alcanzar el peligro del fenómeno migratorio internacional que se da al cruzar la frontera con Estados Unidos. Quinientos individuos mueren al año. Los investigadores sociales acaban de publicar una estadística de población de habla española que ya vive en aquel país del norte. Treinta y seis millones. 21 mexicanos, 5 de centro y sur América, 4 de Puerto Rico, 2 de Cuba y 3 de otras partes del continente. ¡Y eso aumentará! Ahora la razón no es sólo económica o de la inconmensurable inseguridad social, sino que se han establecido lazos sociales, familiares y culturales muy fuertes que van y vienen a través de las vallas de contención. La gente sigue haciendo muros. En varios estados de la Unión Americana existe ya la reproducción, clonación, de poblaciones mexicanas que se llaman como en el sur: “Oaxaquita”, la “Nueva Gómez Palacio”, “Zamorita”. Las festividades religiosas y civiles se dan como en el lugar de origen. 12 de diciembre, 16 de septiembre, 6 de enero. Desde luego el 5 de mayo. Le recordó que esta festividad experimentó el efecto bumerang. Comenzó por los angloamericanos en suelo estadounidense. Festejaban la derrota de los franceses en suelo mexicano. La tomaron más tarde los mexicanos como imitación y ahora la siguen los mexicanos residentes ya en Estados Unidos…5 de Mayo es la historia del Destino Manifiesto pero, esa ya es otra historia.

También pensó Tocí que México, efectivamente, como país, está destinado a vivir eternamente el “efecto tinaco”. Su vocación es de ser el receptor de cuanta humanidad del mundo ya no cabe en sus países de nacimiento, principalmente por los conflictos políticos. Y a la vez  México es el país expulsor de su población autóctona. Ahí están las cifras. Cuando los frentes de guerra se hundieron en España y terminó así la República Democrática, en los años treinta del siglo veinte, 30 mil europeos llegaron a México para quedarse  definitivamente. 5 mil de todos los países de Europa y algunos asiáticos. 25 mil  españoles. En ese tiempo una cuarta parte de millón de campesinos mexicanos cruzó subrepticiamente la frontera norte. Los investigadores sociales no hablan del “efecto tinaco”.

También aumentará la población que llegará a México a refugiarse y quedarse a vivir en él. Antes se les llamaba  “refugiados”. Después “asilados políticos”. Más  tarde “asilo diplomático”, “asilo territorial”. Los investigadores sociales sensibilizaron el término y ahora es “asilo humanitario”. Crecerá porque hay 175 millones de seres humanos en el mundo que son emigrantes. Millones de individuos que finalmente encontrarán un país que les de asilo, como este se llame, e incidirán en la cultura local. Tal es el caso de los mexicanos  en Estados Unidos y los españoles en México.  Ambos añorando en todo momento su cultura madre y tardarán mucho tiempo, hasta la quinta generación, en asimilarse a la tierra que les da cabida. Y todavía hay ingleses, descendientes de los que vinieron  a explotar las minas de Hidalgo en el siglo diecinueve, que piden que al morir  los entierren  “viendo” hacia Inglaterra...Recordaba el delicioso relato de Ward en tierras hidalguenses.

Pensaba que Cork tiene razón al decir que debemos cuidar los adjetivos que hacemos hacia los gringos. ¿Cómo criticar un país donde viven realmente unos 40 millones de mexicanos? También los suramericanos deberían olvidarse de lo que les enseñó Sarmiento, al referirse a los “antropológicos indios mexicanos”. México es  ahora, y desde hace mucho,  la querida patria de millones de suramericanos. Sarmiento tenía razón al decir eso, pues jamás conoció Teotihuacán.

 Cada quien haciendo instituciones para humanizar  a los suyos. Los españoles del 39 fundaron en México instituciones que facilitan la migración europea hacia México, principalmente a los españoles. Sus hijos y nietos han continuado con esta labor. Los judíos. Los mexicanos en Estados Unidos han creado también instituciones que facilitan la migración de mexicanos  hacia los Estados Unidos. Los estadounidenses hacia México, en plan de residentes, lo hacen por medio de su embajada...

La muchacha se quedó mirando hacia la nieve del glaciar. Después se tranquilizó. El meridiano 114’ 10’’ en el que se encontraba Cork, estaba muy  al oeste de las rutas de la migración ilegal...

Muchas  veces en su campamento de la montaña había entablado  comunicación con Cork por medio de su computadora de bolsillo marca “Alaska”, de apenas cien gramos de peso y del tamaño de una caja de cerillos. Tecnología occidental, se dijo. Recordó que Cork  le había explicado que el hombre occidental, para ser occidental, necesita la tecnología occidental. Un árabe, un indio mexicano Kikapú, un africano, es occidental si utiliza la tecnología occidental. Desde chico él conocía la obra del pensador español Julián Marías, donde dice esto, y se refería a ella con frecuencia. Pero Cork gustaba añadir que ojalá ese ir y venir por los planetas y ganarle velocidad al tiempo, conquistando siempre el menor esfuerzo, llegue a hacernos tan felices como lo son los huicholes. Repitió aquello de que no porque el avión vaya más rápido que el caballo, el mundo está mejor, dijo Harry Street - Gregory Peck, en Las Nueves del Kilimanjaro. ¡Si ellos dos pudieran establecer más comunicaciones mentales, como lo habían logrado algunas veces,  sin necesidad del mundo digital. Es tan viejo como la humanidad que hay comunicación entre los humanos sin necesidad de hablar. Para lo cual, al estilo del pensamiento,  no existe la distancia ni el tiempo. La clave debía estar en lo afectivo. Lo habían logrado pero, al menos ella,  debía aceptar que  había acentuada  torpeza o mucho desconocimiento para ellos en ese terreno.

 Volvía a lo de la tecnología occidental.  Helenismo y cristianismo. Sin alguno de estos elementos será otra cosa, pero no cultura occidental.

            -¿Los japoneses, tan asiáticos, son occidentales?

            - Sin duda. Y, por el contrario, un individuo o comunidad puede vivir en el centro de Europa, o en Detroit, pero si es ajeno a la tecnología, no puede contarse como integrante de la cultura occidental.

            - ¿Grupos como los menonitas tradicionales son occidentales?

            - Ni pensarlo. La otra rama de ellos, sí.

El caso es que por fin había logrado comunicación digital con Cork. Toci pensó que si Cork tuviera idea de los cambios fisiológicos por los que pasa la mujer, y su consecuente cuadro psicológico, correría hacia ella para apoyarla con su amor. Su sola presencia cambiaría el color del horizonte cordillerano. Esa mañana en el fondo de su saco de dormir  se sentía fuerte en todos sentidos. Pero también pensó que para un disfrute completo de la vida era necesario llevar una vida sexual plena. ¿Qué hará Cork en estos momentos?

El coyote estaba muy lejos, en lo alto de una duna. Su figura imprecisa, casi ingrávida, a resultas de las vibraciones solares de la primera hora de la tarde. Su flaco cuerpo se hallaba orientado con la cabeza hacia el norte. Debía, dados los cuarenta y cinco grados calientes, estar echado en la sombra de algún chaparral. De ser un lobo  me habría alarmado-le escribió- por su modo de cazar en manada. Desde su elevado sitio estaría enviando una señal a sus congéneres. Pero un coyote es de existencia solitaria. En algún momento lo perdió de vista. Seguramente descendió por el lado de sombra de la duna, que es la pendiente más pronunciada.

-¡Ven- le habían aparecido de pronto, en la pantalla de su “Alaska”, las palabras tan esperadas por ella- .Ven y viajaremos por el mundo. Visitaremos lugares de interés para ambos. Tú conoces sitios y temas que me llaman pero de los que poseo poca información.

            - Sí – dijo ella, llena de alegría – “La única ventaja de estar sola es que la pasta dentrifica dura el doble” – recordó haberle oído al gran Bob Hope en una película.

            - Bueno, era el tiempo en el que el cine norteamericano incluía dos o tres frases dignas de guardar en cada película. Ahora con tanto balazos, y gritos orgásmicos, ya no hay tiempo de frases dignas de recordar.

            - Tienes razón. Desde que esa industria hace disparar doscientas balas en el primer minuto del film ya no hay lugar para frases memorables. Hasta los westerns encontraban la manera de decir algo interesante. “El hombre es como es y no hay manera de cambiar” dijo Shane al niño cuando acababa de salir por última vez de aquella taberna del pueblo. Hablaba como Schopenhauer.

            - Su estado de ánimo era de pronto de alegría y bienestar. Por fin encontraba plenitud en las cosas. Las mismas cañadas oscuras, nevadas y llenas de brumas densas y heladas, le parecían ligeras y maravillosas. Era la absoluta libertad para decidir su destino. El pleno libre albedrío para decidir ya no ser libre, pensó. Ese era el amor. Una sonrisa, una sola sonrisa masculina, pensó con picardía, y te convierten en su amante, sirvienta,  enfermera y administradora de su raquítico salario. Un acto de maravillosa obnubilación. Lo maldecirá o lo bendeciré en los días que estaban por venir. Su recuerdo acumulado le hará ver pajaritos en el aire o, de lo contrario, será una cosa horrible, como una fea mancha en la ropa que ya no se quita con nada. Sólo hundiéndose en la locura. Los manicomios están llenos de individuos que quieren olvidar. Pero ella era escaladora y estaba acostumbrada a jugarse todo en una sola decisión. Todo eso podía suceder, estaba consciente, pero esta mañana era como una mariposa absolutamente incapaz de resistir al llamado del Sol. ¿Cómo saber sino jugamos los dados? Y no quería resistirlo. ¡Anhelaba ir a su encuentro! Era necesario confiar. “Se vive solamente una vez”, decía una vieja canción romántica mexicana, “hay que tener valor y darse de una vez sin miedo porque... la juventud se va. Y se va aprisa como el viento”. ¡Lo óvulos se van! ¡La rigidez del miembro también se va! Recordó a Anaxágoras cuando decía que el mundo era obra de una inteligencia y por lo tanto ordenaría bien las cosas. Eso también lo dice Leibniz. Se rio. Aquel viejo griego pensaba como los dioses indios de su etnia. Ellos eran los creadores pero los humanos los llamados a conservar la obra de los dioses. De esa manera los hombres venían siendo coautores del mundo. Volvió a reírse. Gran cosa han resultado como cuidadores de la obra de los dioses. Todo está lleno de basura. Empezando por las ideas. La corrupción. ¡Los hombres! ¿Qué sabían ellos de cuidar una casa? Todavía ya viejos necesitan que les laven los calzones, como hacía mami, cuando eran niños. ¡Ella vigilaría por la buena  marcha de su hogar! ¡En lenguaje mazahua quería decir que ella dirigiría…!

                                                                       

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                         3

                                                                          I

           

           

            Así fue como Toci se situó esa mañana, ¡por fin!, en el lugar que, durante miles de años, las mujeres mazahuas ocupaban en su pueblo. Ellas eran el centro. Cuando a los hombres les daba por jugar canicas o jugar a la guerra, ellas eran las que barrían el campo y reconstruían el universo. Por ellas el pueblo mazahua no se había extraviado. Por ellas viviría para siempre...

Su madre  le había enseñado a Cork, con una vara de membrillo en la mano, cuando era niño, que la mujer es una educadora natural y que a ella había que preguntarle.

Pero, de pronto, la duda…  Toci empezaba a pensar, desencantada, que Cork la necesitaba como guía nada más. Quiere ahorrarse la paga del guía. ¡Maldito! ¡Así hacen muchos hombres cuando quieren una sirvienta. ¡Se casan con ella para no pagar sueldos ni días festivos  ni vacaciones  ni vales de despensa ni la tercera jornada que, por tratarse de horas nocturnas, deberían costar el triple! Pero brotaron las letras que iban conformando el propósito:

            - Sobre todo quiero verte. Escucharte. Olerte. Y cuando tu plática se haga incontenible, empezaré a desabrocharte la blusa (sintió que en ese  momento su clítoris se endurecía)... Si te interesa la idea, y crees en la sinceridad de mis palabras, y no piensas que sigo intereses mezquinos, nos vemos en cinco días en la plaza de Tezcatlipoca-Tlaloc, de Coyoacán, ahora conocida como de San Juan bautista, de México- Tenochtitlán. Te estaré esperando, a las cinco de la tarde, arriba del quiosco. Pero como no tienes manera de comunicarte conmigo, ni tampoco te voy a decir dónde me encuentro, te esperaré sólo el tiempo que necesito para tomar un vaso de café “El Jarocho”. Entretanto, te voy a recomendar que no veas televisión. Me han dicho que las mujeres están tan entusiasmadas viendo esos programas que ya ni en los hombres piensan.

            - “¡Maldito!” - volvió a decir- . Quiere utilizarme  de guía gratis- .Pero en tanto pensaba esto, decía al mismo tiempo: - ¡Ahí estaré. Te prometo que nos veremos, y a tiempo, en ese lugar. Antes que hayas tomado media taza de tu café, yo llegaré!

Ahora era la una de la mañana. Descender por el glaciar en esa oscuridad resultaba arriesgado y decidió esperar a que se aproximara el amanecer. De todas maneras se comunicó por medio de su computadora y apartó un boleto de viaje sencillo con destino a la Ciudad de México. Para dos días después en la tarde. Por fortuna no era temporada alta de turismo y le pareció que su idea de emprender el vuelo, en menos de veinticuatro horas, sería posible.

- Esos vuelos son en la mañana, no por la tarde-, le habían dicho.

- Bien, que sea para dentro de dos día (tendré que llegar a Coyoacán directamente del aeropuerto).

            Volvió a meterse en su bolsa de plumas. Consultó el termómetro sacando la mano de la tienda y encontró que marcaba cuarenta grados por debajo del cero. Pensó en los dos cadáveres que estaban al otro lado del glaciar. Una muchacha de veinticinco años de edad y un hombre de cuarenta. Tenían  ocho años en ese lugar. Ella tres meses viviendo con semejantes vecinos… Habían sido miembros de una expedición japonesa. Cuatro habían cayeron de quinientos metros más arriba, al cruzar la zona de grietas. Dos de ellos se habían perdido para siempre  entre el abismo y hundiéndose en la nieve  arriba de la zona de fundición.

            - En nuestras montañas, cuando tiene lugar un accidente de montaña, sale una partida del Socorro Alpino y en dos o tres días  bajan  el cuerpo. Pero en las cumbres andinas, de este apartado sector de la Cordillera,  mueren tantos alpinistas en sus laderas que ahí permanecen por un tiempo indefinido. El ejército es el que puede ir por ellos. Ellos son los únicos que hacen la labor de limpieza de cadáveres en las montañas. Para tal efecto necesitan organizar una recua de mulas y aprovechar el viaje para traer dos o tres muertos. Y pasará algún tiempo antes que vuelva a salir otra “expedición de limpieza” hacia las cumbres. Entre tanto, los muertos permanecerán en las mismas rutas por las que seguirán subiendo las expediciones futuras de alpinistas que llegan de todo el mundo. Sobre todo de México. Por lo general estos cadáveres no tienen ojos. A las aves de las tempestades les gustan los ojos de los alpinistas.

Los hombres, cuando  están sanos, piensan con horror y desdén en la muerte. Y, como patos que se regodean en derredor del estanque, hasta se dan el lujo de filosofar en torno de “Ella”. ¡Fríos, implacables, en sus desplantes racionalistas! La  vida tiene algo o mucho de hedonismo. ¿Por qué morir si se pueden tener tantas cosas deliciosas en la vida?  Y entonces se entra en una angustia por tener que dejar estas delicias. No es lo mismo cuando se ha entrado en la etapa terminal de cualquier enfermedad. Entonces  la muerte es una necesidad y entre más pronto llegue la dueña de la casa, tanto mejor. Toci conocía casos de inimaginable desesperación. Cuando en las noches cruzaba algún caserío perdido en la sierra, escuchaba, a mucha distancia, desgarradores gritos de dolor por el cáncer en los cuerpos de los hombres o de las mujeres. Faltos de todo auxilio de la morfina, suplicaban entre estertores que alguien les diera un balazo. Y llegó a ver cómo, hombres y mujeres, se arrodillaban a la entrada de esa casa, a rezar un rosario para...Pero, ¿aquella gente que moría en la montaña, precisamente en la plenitud de sus facultades? ¿Cuántos proyectos inconclusos y cuántas angustias inútiles? El miedo es una herramienta necesaria y muy útil para el escalador. A reserva que no pase de ciertos límites. Pero qué cúmulos de temores, y muchos de ellos muy agudos, que jamás se materializaron. Si alguien pudiera tener un control consciente de estos sentimientos viviría con placidez casi envidiable. No obstante, parecería que el humano tiene necesidad de esas angustias. El crea sus propios fantasmas que lo mantienen despierto en las horas de la madrugada. Y se despierta sudando frío. Un individuo de ochenta años de edad ya puede hacer el balance de los miedos de su vida y verá que muy pocos se materializaron. ¡Puras imaginaciones ¡ Los temores pasaron sin haber tenido razón de ser y sólo para dar lugar a otros temores. Son temores imaginados que, no obstante, dejan su huella en el  humano. Gastan su resistencia y lo envía al hospital. En ocasiones muy joven aun. Ahora ya nada de ello importa. Después de varias temporadas de fuertes tempestades de nieve, los cuerpos de esos alpinistas han pasado a ser parte de las rocas de la montaña. Y han quedado temporalmente ocultos por el hielo.

Esta noche todo esto perdía su atmósfera sombría para Toci. La llamada de Cork había vuelto a pintar el mundo de colores. Volver a comunicarse con él y la perspectiva de que se vieran, la había excitado. Pero era necesario dormir. Lo último que pensó antes de poder conciliar el sueño otra vez fue la ira que Cork manifestaba cuando se refería a la capital de su país: ¨ ¡Ese lugar se llama México- Tenochtitlán! ¿A qué caterva de legisladores se le ocurrió nombrarle “Ciudad de México”. Esto era cuestión de los medios de comunicación que buscan un efecto sensacionalista. Pero no de la gente. Los nombres nahuas corresponden a características geográficas. ¡Hasta hay despistados  que al Popocatépetl le llaman Gregorio! Y Toci sonreía al recordar su encantador rostro enojado cuando entraba en explicación de esos toponímicos.

Bueno, había una comunicación más y, ya media dormida, la leyó. Se trataba del tema favorito de Cork y era el de  esos tiempos  al filo de la Edad Media:

114’ 10’’ grados calientes- Leía con  felicidad-.Se dice que el arte girando en derredor del humano fue la esencia del Renacimiento. Más parece que fue la victoria de la representación de la idea divina agarrando como modelo la figura antropomorfa. A la expresión   que a Dios nadie lo visto, el Renacimiento respondió con un rotundo y magnífico Padre en su famosa pintura de La Creación, de Miguel Ángel. Príncipes del mundo y de la Iglesia fueron las grandes mecenas de los artistas de ese periodo. Sobre todo estos últimos: “A partir del siglo XIV y, sobre todo, en Italia, donde el interés por lo antiguo eran más activo, fue arraigando la idea de que los modernos (como se consideraban ellos) no sólo podían aprender  de los tiempos de gloria de Roma, si no que debían basarse en esos conocimientos para alcanzar unas cotas más altas en el terreno del saber y de la literatura, de la arquitectura, la escultura y el arte” Esto lo escribe Paul Jonson en su excelente libro “El Renacimiento”. Te lo recomiendo para que lo leas, desde luego, no sólo para que adornes tu biblioteca.

El caso es que ante el surgimiento de pintores de la talla de Rafael, Leonardo da Vinci, Masaccio, Brunelleschi, Donatello, Ghiberti, Della Robia... papas y obispos encargaban trabajos para sus templos y catedrales y el Vaticano mismo. “Los propios papas fueron a veces humanistas, como demuestra el caso de Pío II o en cualquier caso mostraron su simpatía hacia los objetivos que perseguía el Renacimiento. Podemos afirmarlo así de todos los pontífices de Sixto IV, elegido papa en 1471, a Clemente VII, elegido en 1523. Si tenemos en cuenta que el Renacimiento fue, en uno de sus aspectos más importantes, un canto a los valores intelectuales y artísticos de la Antigüedad pagana y a su aplicación a la vida civilizada de la época, el grado de tolerancia  de que hicieron gala fue muy notable. Que la cabeza de la Iglesia permitiera la plasmación de escenas de la mitología pagana y las pagase, se consideró una norma indiscutible”. Así fue como Italia, donde dio principio el Renacimiento, y gradualmente el visto bueno  de los países de Europa, vieron aparecer miles de pinturas de primer orden del tema religioso, y muchas de ellas  excelentes.

Y como el modelo eran los griegos y romanos antiguos, las figuras masculina y femenina eran hermosas y abundaban, prácticamente, en  toda la jerarquía celeste, los cuerpos casi desnudos. Algo parecido será en el terreno de la escultura. Esto terminó con la Reforma. Los puritanos se escandalizaron y, ante la tormenta que se vino encima, la Iglesia Católica cambió su actitud con respecto a las artes visuales. Aconsejó  a los artistas que no siguieran pintando como lo habían hecho hasta entonces. En adelante las figuras humanas que servirían como imágenes religiosas serían cubiertas con abundantes y hermosos ropajes que sólo dejarían ver el rostro y las manos.

A mi me parece que en el fondo hay mucha incongruencia en todo esto. Cantamos el Renacimiento los mexicanos porque a partir del siglo dieciséis tenemos mucho de la Europa meridional. Su perspectiva en la pintura, sus colores, la figura humana, esa manera tan hermosa de enfocar la arquitectura y la escultura. Ahora bien, dime Toci, ¿qué es lo que tenía enfrente todo este movimiento artístico?

-¡Nada menos que el gótico de la Europa nórdica! Este estilo había aparecido ya de manera definida hacia mediados del siglo doce. Se trata de un mundo igualmente hermoso en todos los aspectos. Esas bóvedas de crucería, los pilares y contrafuertes. Las paredes con enormes vidrieras ya fueran emplomadas o pintadas. ¡Y, qué belleza la de la representación visual con sus dibujos carentes de profundidad! O bien, muchas de las esculturas difícilmente desprendiéndose del plano de la pared. Es la belleza del Renacimiento enfrentándose a lo bello del gótico.

- ¿Qué tenemos aquí  Toci? Eso, el gran estilo de la Europa nórdica y la manifestación artística de la Europa meridional. Y sobre todo esto: el termómetro dictando sus leyes. Los países del norte con sus grados bajo cero cubriendo los cuerpos hasta el cuello. Y el sur con sus climas cálidos desnudando esos cuerpos, incluido el de Yavé y Adán de Miguel Ángel y las multitudes de ángeles ¡Y no se diga el enamoradizo Zeus! Hay, pues, una Europa gótica que hacía pensar en los dioses nórdicos y sus leyendas que anunciaban desde los bosques llenos de niebla y de nieve. ¡Y que llegó y se posesionó hasta la misma península italiana y perduró aun en los tiempos del Renacimiento! ¡Pero también tenemos  una Europa renacentista que aparece y conquista y cabalga sobre lo gótico! Y ambos movimientos, con sus respectivos siglos, son profundamente religiosos cristianos. Después llegó la Reforma de Lutero y hasta el iracundo Dios del Antiguo Testamento, y su Hijo, tuvieron que cubrirse con adustos ropajes, como te había mencionado, como si tuvieran frío. Así fue como la Reforma protestante “Supuso el fin de la Edad Media, y acabó de un plumazo con la infinita inventiva y la imaginación laberíntica  que había producido muchas obras de arte espléndidas, tanto de estilo gótico como renacentista, en las que el cristianismo se confundía  con la mitología pagana”.

Bueno, como te habrás dado cuenta, no he podido evitar la abundancia de adjetivos “hermoso” y “bello” que prevalecen en esta comunicación. Pero te aseguro que no me fue posible  permanecer indiferentemente libresco ante las manifestaciones artísticas y de pensamiento que representan estas dos corrientes. ¡Qué tontería separar a los pueblos  de la antigüedad clásica!,  exclama  Jaeger.

Pero Toci estaba en otras consideraciones y le escribió llena de celos: Ni sigas buscando entre las mujeres comanches. He ganado en lo que va de la temporada de montaña   lo suficiente  como para vivir varios años en cualquier parte sin preocuparnos. Después nos dedicaremos a confeccionar pintorescas muñecas de trapo y venderlas en las banquetas de México o de Nueva York,¿te parece?

Esa noche y parte del día siguiente cayó mucha nieve sobre el glaciar. De tal manera que se vio obligada a permanecer casi cincuenta horas encerrada en su pequeño refugio de tela. Desde el fondo de la muy confortable bolsa de dormir sacaba la cabeza para investigar respecto de las condiciones atmosféricas. Y preguntaba en voz alta: ¿Hola, ya empezó el  “Despuésdelposmodernismo”? Escuchaba al fuerte viento y a la nieve azotar su refugio. Entonces se volvía a perder en el fondo de su sleeping y, amodorrada por la inactividad, se quedaba otra vez dormida. Pero al día siguiente abrió su computadora  y empezó a escribir. Toci anhelaba que Cork le escribiera, a ella,  cosas de amor como hacen dos que no son indiferentes. Mejor aun, que le dijera de sexo, aunque fuera por computadora. Pero sabía que le gustaban los temas viejos. Resignada, empezó a escribir:

La figura de dictador, o emperador, debió llegar a ser repulsiva para los romanos de la antigüedad. Tal vez esta experiencia les venía desde Troya o de sus cercanos y antiguos enemigos y después aliados y finalmente romanos los etruscos.  El caso es que, como una opción democrática, el Senado llegó a ser órgano colegiado que gobernaba a Roma. Los senadores eran las salvaguardas de la república. Esto sucedió un poco más de medio siglo antes de nuestra era.

Pero con el tiempo, alcanzó tan gran medida la perversa voracidad de los senadores, tanto para los pueblos oprimidos por las guerras de conquista, como para los romanos mismos, que llegó un día que los romanos aceptaron la figura salvadora de un dictador. No se trataba de borrar al Senado si no de que, por encima de él, existiera una figura con el poder suficiente para hacerle equilibrio.

Como sea, la pugna entre los senadores de esa época de Roma  y el emperador no va ser muy diferente de la pugna que más tarde, en la alta Edad Media, van a sostener la monarquía y la nobleza feudal de los reinos romano - germánicos. Es decir los otrora senadores que habían quedado con vida después de la caída de Roma y que habían podido convivir con los conquistadores germanos. Recuerda que gustan de escribir “Edad Media” y hasta la dividen en tres. ¿Puede alguien decir dónde está el centro de una cadena circular de eslabones? Acuérdate que el devenir, en el mundo fenoménico, es igual hacia adelante que hacia atrás. No hay principio ni fin, como si hay en la metafísica.

                                                                     II

 Acababa de regresar con la expedición polaca de las agujas rocosas de la Tierra del Fuego. Tan pronto  alcanzó el emplazamiento de su tienda (mil trescientos veinticinco metros por encima de la última vereda), en el glaciar del monte Tolosa, consultó su saldo. Efectivamente, sus clientes polacos habían depositado en su cuenta el importe de sus honorarios por el trabajo de guía. Pero notó un pequeño retiro de dinero que ella no había hecho. Por la noche encontró un correo. Era de Mario Campos Borges. Estaba eufórico. Tenían dos horas de haber llegado, él y Salvador Alonso Medina, a su campamento base, en los cuatro mil, al pie del monte Ameghino. Acababan de trazar la tercera “directa” en el sector este de esa pared sur. Tres intentos en tres semanas. Primero una tormenta de nieve que los detuvo antes de poder superar el primer tercio. Luego de vivaquear una noche, soportando vientos fuertísimos y seguramente de cincuenta grados bajo cero, decidieron descender a su campamento base. Durante dos días más siguió cayendo la nieve y ellos permanecieron cuarenta horas metidos en sus bolsas de dormir. Su única actividad era preparar la comida, comer y descomer. Por fortuna tenían cerca un arroyo de deshielo, procedente del Glaciar de los Ingleses, vertiente noreste del Aconcagua, para abastecerse de agua. Enseguida el frío los obligaba a volver a los sleeping.

Su impaciencia les llevó empezar a subir tan pronto volvió a brillar el Sol. El resultado fue que una enorme acumulación de nieve se les vino encima cuando habían alcanzado  la mitad de la pared. Comprendieron que habían hecho una salida tempranera y que más arriba los couloirs y los diedros estaban llenos de nieve inconsistente. Casi veinte horas necesitaron para volver a alcanzar la base. Varios rappeles y más abajo  una marcha dificultosa entre un campo de torres de hielo cortado por el viento. En una altitud que el sólo estar quietos ya es un esfuerzo.

No quisieron cometer el mismo error y decidieron esperar al menos una semana para efecto de dirigir el nuevo intento. Pero (y aquí es donde entras tú, querida Toci, como entusiasta colaboradora en la conquista de esta vía) consideramos que los víveres se nos agotarían en breve. Fue cuando Salvador tuvo la  idea de comunicarnos por computadora con el banco en el que depositas. Como si tú ordenaras. Dimos el número de cuenta tuyo que nos proporcionaste para alguna emergencia…Enviaron una pequeña cantidad a Punta de Vacas, a nombre de nuestro baquiano, señor Orrego…Nos comunicamos con él, también por correo, diciéndole que de inmediato saliera con víveres para el emplazamiento de nuestro campamento base y una recua reducida de tres mulas como máximo. Una para los víveres y dos de repuesto para que él remontara los ríos Vacas y Guanacos y su regreso. Así lo hizo y al tercer día por la mañana el señor Orrego alcanzaba nuestro campamento. Como tenía compromiso para llevar a otra expedición, sólo descansó tres horas, almorzamos juntos y emprendió el regreso, dejándonos bien avituallados, como para otras tres semanas de asedio a la pared…

Cuando consideramos que la nieve de las alturas se habría endurecido lo necesario, volvimos a atacar. Nos llevó tres días y dos vivaques. Diedros, cornisas, extraplomos y planchas de hielo…Al final alcanzamos  la cumbre. Salimos tarde y de inmediato emprendimos el descenso con la idea de perder altura y así adentrarnos en regiones menos frías y con más oxígeno. Dormimos en algún punto de la ladera oeste que es por donde regresamos hacia el collado entre el Ameghino y el Aconcagua.

En agradecimiento de tu ayuda económica, a esta ruta le pusimos el nombre de “El camino de la Abuela”. P.D. No te preocupes, no volveremos a frecuentar tu cuenta bancaria y la cantidad retirada, te lo repetimos, en realidad fue insignificante. Por lo demás, el alpinismo mexicano se ha cubierto de gloria con este éxito que, estamos seguros, conmoverá al mundo alpino internacional…”

Al cerrar su computadora, Toci se quedó mirando hacia el cielo helado y lleno de estrellas de la alta cordillera andina. Sólo acertó a decir: “¡Par de hijos de la…! Me tiene sin cuidado lo que piense el alpinismo internacional…Mi cuenta…”

Ocho días más tarde, cuando ya casi había olvidado el episodio del Ameghino y su cuenta bancaria, recibió otro correo. Salvador y Mario tenían dos días perdidos de borrachos en un bar de mala muerte de Uspallata. Apenas tres líneas: “Estamos festejando nuestro triunfo sobre la sur del Ameghino. Algo, una bagatela en realidad, nos sobró de lo que retiramos aquella ocasión de tu cuenta…Apenas hemos podido comprar un par de litros de vino tinto, suelto para más barato, de la provincia de San Juan…Y unos bifes muy económicos, casi flacos…

 Toci bajó a Mendoza a despedirse de la familia del guía muerto en el Mercedario. Y de algunos  amigos andinistas de la localidad. Bebieron vino de la localidad, cantaron tangos y canciones rancheras de Jorge Negrete. De manera insistente la concurrencia le pedía cantara de Luis Aceves Mejía, que desde hacía décadas gozaba de increíble popularidad y que en México ya casi nadie cantaba. 

A la mañana siguiente les dijo adiós. Casi abordaba el autobús que la llevaría de regreso a Cuevas por última vez. La alcanzó el administrador del hotel Promenade.

- Sus amigos están en la cárcel - le dijo.

-¿Qué amigos?

- Un tal Mario y Otro Salvador.

- ¿Mario Campos Borges y Salvador Alonso Medina?

- Bueno, son muchos nombres para sólo dos individuos…

- ¿Sabe qué sucedió?

- Regresaron de la sur del Ameghino. Estaban felices del éxito de la escalada. La primera noche en Mendoza fueron  a cenar. Al salir los alcanzó una patrulla de policía cuando caminaban por la banqueta y a sólo una calle del hotel. Iban tranquilos  cuando los policías los pusieron contra la pared, parados sobre las puntas de los pies y apuntándoles con metralletas, como si fueran delincuentes. En el restaurante de seguro había algún agente de la policía. Se dio cuenta que no eran suramericanos. Además tenían una barba de tres semanas…Supusieron que eran guerrilleros o algo así y esa noche durmieron en la cárcel.

Toci pagó la multa y fueron a desayunar a un restaurante del centro de la población. Grandes trozos de churrasco y salsa chimichurri.

Cuando Mario levantaba su vaso de vino para brindar, lo bajó.

- Me sabría a vinagre. Saben – dijo señalando hacia la calle-. Creo que la policía de aquí ve moros  donde hay cristianos… ¡Estoy hasta la madre que me pidan el pasaporte cada dos calles… En México no es así… Creo que es hora de pensar en el regreso…Sólo dos litros más de vino y nos largamos. Ya tenemos apartados los boletos… ¡Directos hasta la ciudad que fundó Tenoch...!

-Como México no hay tres-dijo Salvador.

Dos semanas en Cuevas y volvía a su campamento del glaciar. Al tercer día, en la mañana, después del desayuno, se disponía levantar el campamento y emprender el descenso a Cuevas. Veinticuatro horas más tarde  abordaría un vehículo y bajaría a Santiago. Cuarenta y ocho horas después se encontraría  en Ojinaga, tomando una taza de café en compañía de Cork. A esa sola idea sintió como el ritmo cardiaco se le aceleraba, su cara se encarnaba  y su ropa interior se inundaba de un líquido orgásmico. Originalmente había dicho que se verían en Coyoacán de México- Tenochtitlán. ¿Por qué cambiaría de idea?

            Más adelante lo haremos - le había contestado -. A últimas fechas  han estado llegando noticias, hasta estos paralelos en los que me encuentro, que los pueblos serranos del sur del Valle de México han tomado la justicia en sus propias manos. Agarran a saltantes de microbuses y maleantes de toda índole y los matan sin más trámite.  El caso más reciente fue por el rumbo de Milpa Alta en donde mataron a tres asaltantes. A la otra semana cuatro asaltantes robaron a los pasajeros que iban a Toluca y al bajar, en La Marquesa, uno de los viajeros sacó la pistola y mató a los cuatro. Cuando el pueblo de México (muy propenso a las festividades y a las buenas relaciones comunitarias) se hace justicia directa, es muestra inequívoca que entre las instancias oficiales de justicia, y el hampa,  han desarrollado cierta empatía. Y, hasta que esa atmósfera se limpie, mejor nos vemos en Ojinaga.

            - ¿Por qué diablos en Ojinaga, apenas me imagino  dónde queda eso?

            - En el norte del Estado de Chihuahua, sin duda la tierra más bella del planeta. Y la idea es hacer una travesía en el desierto, caminando, de este lugar, a Villa Ahumada. Te mostraría cuántas estrellas hay arriba del desierto.

            - ¿Qué distancia es?

            Unos doscientos cincuenta kilómetros.

            - Ha ver si te entendí: ¿es una travesía a pie, caminando, de doscientos cincuenta kilómetros de desierto? ¿Qué temperatura promedio hay?

            - En realidad un poco más de trescientos kilómetros. Tú sabes, aunque sea desierto de todas maneras es necesario dar vuelta y más vueltas ya sobre el terreno. Y entendiste bien: es caminando, sin vehículo y si bestias de carga. Tú y yo solitos. Cuarenta grados promedio. En Villa Ahumada abordaríamos el autobús hacia Ciudad Juárez, de ahí al Paso y luego directos a Londres. ¿Qué te parece? ¿O tienes miedo?

            Y, aunque Toci no tenía experiencia en desiertos  y su etnia era de una tierra alta, fría y boscosa, cerca del Nevado de Toluca, contestó de inmediato:

            - ¡Aunque fuera el doble de distancia, y ochenta grados, estaría dispuesta a hacerlo! ¡Aquí entre nos está más caliente mi cuerpo que tu desierto!

El otro le contestó:

            -¡No esperaba menos de una hermosa india mazahua. Además una muchacha que puede vivir sola, durante meses, en los cinco mil metros, entre hielos en una temperatura de menos de treinta y cinco grados...Bien puede vivir en mi tienda del desierto en una temperatura de más de cuarenta grados.

            Esa noche volvió a pensar en   las rejas que tiene la mujer de la ciudad y que se llama fobia social. Uno de los padecimientos psicológicos de alcance mundial, no nada más de México, de tanta presencia que sólo es superado por la dependencia al alcohol. Un trastorno de interacción social. Hipersensibilidad para evitar situaciones con la gente. Un terror casi insuperable a tratar con otras personas. El desempeño laboral y la calidad de vida pueden ser devastadores. ¿Se ha enamorado de su cantante de la televisión pero evitaría a toda costa encontrarse con él? ¿Prefiere soñar que vivir en la realidad? ¿No quiere casarse porque teme que el amor desaparezca? ¿Ha tenido varias decepciones, por culpa de sus novios, pero aun así se siente impulsada hacia nuevas aventuras?¿Le atraen los hombres que tienen novias atractivas? ¿En el deseo de quitarle el marido a una mujer habrá alguna reminiscencia de su padre? ¿Siente que es más fuerte cuando odia? ¿Toma pastillas?

            Toci pensó y casi lo dijo en voz alta: esos barrotes deben caer… ¿Cómo ser fuerte con semejantes…? La liberación de la mujer no va más allá  de la última  calle de la ciudad.

              Por la mañana, todavía de noche,  consultó su correo por si había alguna indicación de última hora de parte de Cork. En efecto, la había…Pegó un grito que debió de haberse escuchado hasta la base del glaciar: “¡Dios mío!” Siguió leyendo y agregó: “¡No me hagas esto, por favor!” Después de eso cerró su computadora “Alaska” y se quedó viendo hacia las lejanas cumbres de la cordillera. Unas nubecillas blancas, perezosas, iban por el rumbo de San Juan a beber  un vaso de su delicioso vino.  

La comunicación empezaba con ciertos rodeos: ¿Sigues leyendo o ya te refugiaste en tu inspiración? Si no lees a escritores de otras generaciones, si no vives y si no envejeces, ¿no sé de qué me puedes hablar? Después de todo esto aun  te faltaría el genio. Recuerda a Cees Nooteboom:  ”Lo que importa es dejar entrar la poesía y aceptar el misterio”. Pero éste no lo puedes sacar de la Lámpara  de Aladino si no escribes todos los días. Sólo hasta que hayas reunido lo anterior no podrás contar por escrito las cosas que pasan por tus narices todos los días. Recuerda, la mujer es la gran educadora de sus hijos...

La pregunta concreta  que Cork le hacía, era en estos términos: “¿Antes de marchar a Ojinaga, dime, qué sabes de la Batalla de Stalingrado? ¡Porque no creas que voy a intercambiar mis líquidos seminales con una muchacha que no sabe nada de ese tema!”.

Nada sabía de esa batalla. Algo había visto en las películas. Después de un largo rato entendió  que era inútil  viajar a México. Tres veces abrió su computadora esperando que se reanudaran las epístolas electrónicas  y  se encontró con la misma pregunta: “¿Qué sabes de la Batalla de Stalingrado?” La cuarta ocasión que abrió la computadora  encontró estas palabras: “Cuando sepas  de lo que te estoy preguntando reanudaremos el diálogo  y en menos de una semana, te lo juro, subiré hasta ese maldito glaciar, o llegaré a donde te encuentres, así sea el fin del mundo, o nos veremos en Ojinaga. Iremos por todo el planeta. ¿Te gusta la idea de conocer Castel Gandolfo? El Papa Francisco ha decidido convertir en museo esta lujosa residencia de los papas, inaugurada en 1626 por su antecesor el papa Urbano VIII. Luego iríamos al visitar el Santo Sepulcro. Para estas fechas ya está abierto al público la tumba donde la creencia cristiana sitúa el enterramiento de Jesús. Tres confesiones guardan el lugar y son los franciscanos, los greco-ortodoxos y loa armenios.

 ¡Antes te besaré como no lo imaginaste ni  siquiera en tus sueños más volcánicos! Hasta entonces, adiós”.

Todavía logró una última contestación. Y era en el pensamiento que después de esto seguramente a Cork se le ocurriría otra cosa y sería el cuento de nunca acabar. Se acordó de Platón en el Teetetes: La lengua ha jurado, pero el corazón no ha prestado juramento

  “¿Qué se estará creyendo que tengo vocación de célibe?” Al caer la tarde fue cuando estableció contacto y le preguntó por medio de la computadora.

¿Después de esta maldita Batalla de Stalingrado, me   aseguras que nos veremos?

            -¡Desde luego!

            -¡Júramelo!

            -¿No crees en la palabra de un caballero?

            -¡Júralo!

            -¡Está bien, te lo juro!

Toci sabía que a las palabras se las lleva el viento. Sólo había algo por lo que Cork no juraría jamás en vano.

-¿Lo juras por Tezcatlipoca?

            -¡Lo juro por Titlacahuan!

            -¡Por Tezcatlipoca!

            -¡Lo juro por Teyocoyani!

            -¡Por Tezcatlipoca!

            -¡Lo juro por Moyocoya!

            -¡Por Tezcatlipoca!

            -Lo juro por Teimatini!

            -¡Por Tezcatlipoca!

            -¡Lo juro por Tlamazíncatl!

Y fue hasta que vio este nombre en la pantalla, que se dio cuenta que Cork se había estado refiriendo a los diferentes nombres del  mismo Dios. Tlamatzincatl  es el que habita Tlamatzinco, el pueblo en el gran desierto donde Cork había nacido. Precisamente en el centro del triángulo entre Ciudad Juárez, Ojinaga y Chihuahua, al otro lado de la Sierra del Presidio. Tlamatzincatl es el nombre que recibe desde hace setecientos años el lugar del Templo Mayor dedicado a Tezcatlipoca, en el lado sur de la gran pirámide a Huitzilopochtli, en México- Tenochtitlán. Pero, a riesgo de que se interrumpiera la comunicación de una vez por todas, volvió a decir:

            -¡Júralo por Tezcatlipoca! – se preparó para seguir leyendo otros nombres pues Tezcatlipoca tiene al menos otros diez nombres. Pero, lo que leyó en seguida, la llenó de felicidad: -

            -¡Lo juro por Tezcatlipoca!

            -¡Ya está!- gritó consciente de que, sin proponérselo, había hecho que  Cork jurara  nada menos que seis veces por el mismo Dios.  Ahora podría dedicarse, con toda calma y confianza, a estudiar la etiología de la batalla de Stalingrado. El cielo estaba limpio de nubes y las cumbres nevadas del horizonte inmediato resaltaba con sus grandes detalles blancos ahora entre la oscuridad.

Lo último que le había dicho Cork no podía ser más formidable:

            -Y ya que estemos en aquel continente, iremos al Museo Británico, en Londres. Te mostraré las dos miniaturas del Manuscrito Harley. Ya sabes que pocas cosas me causan tanto placer como poder contemplar las pinturas góticas. Con su ilógica distribución del espacio y la preeminencia de la línea. En especial esas miniaturas. Me refiero al placer estético, no te enojes...Estas obras se mueven en la tradición anglo - francesa, del siglo trece, cuando todavía la pintura italiana no lograba influir al gótico con su profundidad espacial y el volumen de sus figuras, las luces y las sombras...

            Ella lo tendría bajo su gruesa falda de lana negra por vida pero, acepto que él también le había tomado la medida…

En un esfuerzo por hacerle ver que ella también estaba interesada por lo gótico (aunque la verdad  prefería la pintura renacentista), le contestó que, ya que estuvieran en aquella parte del planeta, podrían aprovechar para viajar a Florencia, a la Galería de los Uffizi  y poder contemplar la Maddona Rucellai, de Duccio di Buoninsegna. La Virgen con su manto negro teniendo al Niño Jesús en sus piernas, en tanto ella está sentada en una silla de madera que parece una catedral de pura arquitectura gótica. Rodeada en primer término por seis ángeles y en el borde del marco treinta retratos en miniatura de personajes de la jerarquía eclesiástica. ¡Y lo que Cork no rechazaría por nada del mundo, sería visitar Chartres, considerada como la reina de las catedrales...¡Es decir, después de la de México - Tenochtitlán, claro!

            -¡Lo que tú quieras! – le había contestado Cork - ¡Acepto gustoso!  ¡Pero antes la Batalla de Stalingrado!-

             En efecto, la quinta vez que conectó la computadora, la pantalla estaba en blanco. Miró una vez más al cielo. Estaba sereno. Azul  y hacía mucho frío. Esperaba encontrar una señal. Dice que pensó en escribirme para que yo buscara que Cork cambiara de parecer pero desistió. Luego cerró los ojos. “Siguió durante largo rato con los ojos cerrados, sentada, creyéndose en el País de las  Maravillas, aunque sabía que con sólo abrir de nuevo los ojos volvería a la monótona realidad”. Tenía veintidós años. En su etnia mazahua una niña de trece años de edad ya es mamá. A los veinte tiene siete niños. Cuando ella decía veinticuatro años sabía que ya tendría la edad de una abuela. Era demasiado. Y estaba consciente de la connotación que le daba  a la  difícil palabra demasiado. Sus óvulos estaban frescos como para tener media docena de chilpayates.

Dice que en el primer momento pensó en la absoluta facilidad con que se le presentaba la cuestión. Había por lo menos dos mil versiones de esa historia. Tendría mucho material. Acto seguido ya tenía la conclusión que ese era precisamente el problema. Al menos mil novecientas de estas historias eran basura desprovistas por entero de episteme. Así había sucedido con la historia antigua de México y su conquista. Sobre ella habían opinado tipos llenos hasta las nalgas de prejuicios. Otros escribieron sendos volúmenes del tema sin siquiera haber estado en América. En la actualidad tal vez eso sea admisible pues con sólo apretar una tecla de la computadora ya se tiene abundante materia del asunto y buenos  mapas. Gosling, por ejemplo, no conoció a Platón y tiene un excelente trabajo crítico del filósofo griego. ¿Pero, en el siglo dieciséis, cuando ir de Europa a América era toda una lenta y por demás accidentada epopeya? Con que ella le ofreciera una versión “chatarra” de esta batalla no volvería a encontrar jamás a Cork.

De manera instintiva su pensamiento fue hacia la vez que Cork le contó de la Universidad Nacional  y su gran labor editorial. “pero necesitas ir a hurgar en sus departamentos de venta de libros. La Universidad Nacional de México es una potencia editorial en el continente. Pero es una pésima divulgadora de sus publicaciones. Algunas de estas no ven la luz jamás. Y no todo lo que ahí se hace es de fiar que tenga epistémica calidad. Busca ciertas series editoriales. Ahora  me acuerdo de Estudios Clásicos y de Biblioteca Scriptorvm Graecorvm Et Romanorvm Mexicana.

Después Cork se volvía fastidioso.

 Por desgracia estos excelentes trabajos epistémicos son para leerse en un atril. Sus proporciones no son para traerlos por la calle para allá y para acá. Yo, por ejemplo, leo en el metro. O los llevo en la mochila para abordar la lectura del día, cuando he alcanzado algún refugio de montaña. Entonces me doy cuenta de lo inconveniente que resultan las dimensiones de tales libros.

 Cork le comunicó que acababa de leer El Sofista, de Sócrates - Platón. Tuvo miedo que empezara con sus chingaderas de que el desierto estaba lleno de nada. Y que por lo tanto la nada llenaba todo. Es decir, la nada es algo. O si al decir que el unicornio tiene un cuerno es afirmar que el unicornio no es tan sólo un mito, etcétera. Estaba lista para contestarle que su vagina era la que estaba...y que era necesario que él acudiera a ella....

Como si el otro adivinara lo caliente que estaba su vagina, le había escrito diciendo algo de Parménides y las letras estaban ordenadas de este modo: “a lo varón este principio mueve a mezclarse con la hembra y de nuevo, en contrario sentido, la hembra impele, con el varón a mezcla”. Luego algo que a ella le pareció una burla: “El reloj vuela para una mujer”. Esto se lo oí a Woody Allen en una película. Sabía que Cork se deleitaba con el arte de aquel pequeño  judío gran actor.

Enseguida se puso tierno y le dijo que él estaba seguro que a Toci le gustaría conocer la estatua de Hildegard von Bingen, aquella mujer alemana de la que le había hablado algunas veces. La poetisa teutónica. Era una religiosa que nació al finalizar el siglo once. Fue nombrada por un Papa como doctora de la Iglesia. Decía que él también deseaba conocer el convento en el que la monja vivió en plena baja Edad Media. “No tengo por el momento una idea en qué parte de Alemania se encuentra pero de seguro lo encontraremos. Fue autora de dos tratados de medicina, tres obras de visiones místicas y compuso setenta y siete sinfonías ¡vaya mujer!”.

Y volvía a ponerse pesado. Te recuerdo un consejo que don Quijote dio a Sancho para que supiera conducirse cuando por fin estuviera gobernando su ínsula: Toci, cuando llegue el día en que nos encontremos “no comas ajos ni cebollas, porque no saque  por el olor tu villanía”. Era el colmo pues Cork sabía que las mujeres mazahuas, como las konk àk, del noroeste, no tenían halitosis y… ¡decididamente era el colmo!  

Toci buscó en su computadora: “El Papa Juan Pablo II dijo de ella: "Enriquecida con particulares dones sobrenaturales desde su tierna edad, Santa Hildegarda profundizó en los secretos de la teología, medicina, música y otras artes, y escribió abundantemente sobre ellas, poniendo de manifiesto la unión entre la Redención y el Hombre". Benedicto XVI la dedicó dos Audiencias Generales, los días 1 y 8 de Septiembre de 2010, y entre otras cosa dijo: Las visiones místicas de Hildegarda se parecen a las de los profetas del Antiguo Testamento: expresándose con las categorías culturales y religiosas de su tiempo, interpretaba las Sagradas Escrituras a la luz de Dios, aplicándolas a las distintas circunstancias de la vida [...] Las visiones místicas de Hildegarda son ricas en contenidos teológicos. Hacen referencia a los principales acontecimientos de la historia de la salvación, y usan un lenguaje principalmente poético y simbólico. No eran los primeros Papas en reconocerlo porque Eugenio III y el Concilio de Tréveris -1148- habían dicho lo mismo en vida de Hildegarda. Que tres papas y el concilio de Tréveris declararan a Santa Hildegarda, "auténtica, fidedigna y en todo semejante a los antiguos profetas", es un privilegio único, una garantía de fiabilidad que la Iglesia no había dado antes a nadie y que nunca más ha vuelto a dar.”

 

Cork pasó a justificarse en su última comunicación por lo de Stalingrado: “Era bastante obvio que el mundo no se iba a enderezar después de la Primera Guerra Mundial”, escribió William Carlos Willams. Este apriorismo te puede reafirmar en la idea de un mundo que no está fuera de la causalidad. Si investigas hacia atrás encontrarás la misma lógica de los acontecimientos. En la seguridad que donde se interrumpa la lógica ahí la historia ha sido cambiado por la mercadotecnia. “Hay que guardarse de la tendencia a mentir en aras de la propaganda”, añadía el poeta.

Con la deshidratación castigando todas las células de su cuerpo, por un momento Cork estuvo consciente que en algo era superior a todo: ni Dios, ni el Diablo ni la Novena de Beethoven podían morir, él sí. Los animales también pueden  mueren, pero no lo saben, él sí.

 

 

 

 

 

                                      

 

 

 

 

 

                                                                

 

 

 

 

                                                               4

 

                                                                     I

Por fin se decidió.

Se había acordado de lo que Jane Fonda dijo a Robert de Niro: “Todos aquí se levantan, trabajan, comen y duermen y se levantan al día siguiente, comen y duermen. Me gustaría que alguien fuera más allá.”

            - Creo que permaneciendo en esta montaña por más tiempo no encontraré el recurso desesperado del deu ex machina.  Tendré que marchar a esa biblioteca y construirme mi propio final...Tengo veintidós  años. Creo que esta investigación me llevará  unos dos años.

Se acordó de una frase que Cork había encontrado citada en Heidegger. Era respecto de la virtual duración de la vida del humano. Una vez que ha nacido, puede morir: “Tan pronto como un hombre entra en la vida, es ya bastante viejo para morir” ¡Y ella ya tenía veintidós años! Esto le hizo sentirse realmente como una abuelita! Lo que la hizo estar de nuevo, en punto, fue un pensamiento de Catón que le gustaba citar a Cork, a su oído, y lleno de picardía: “...invítame ya, si vas a hacerlo, que acabo de comer y, panza arriba, atravieso la túnica y el manto”.

- ¿No estaré muy vieja a los veinticuatro años? - Hizo una pausa. Siempre había pensado que el llamado “salto hormonal” es la manera en que la naturaleza empieza a preparar a los humanos para convertirlos en composta. Se preguntó qué lejos estaba ella de ese brinco hormonal.- .Después agregó decidida: - ¿Pero sólo por la estrategia de la cultura lograré sacarlo de entre las piernas de esa muchacha comanche o navajo o quien maldita sea! ¿Pero en realidad existe una mujer navajo o es mi imaginación? ¡Como sea, lo cierto es que hay un desierto de por medio! ¡En un año o dos  haré que me de sus coordenadas completas y lo encontraré en cualquier lugar  en ese abrasador mundo de las Grandes Llanuras! ¿El 114’ 10’’ pertenece a las Grandes Llanuras? Lo que recordaba es que era parte del territorio hohokam.

            El brutal medio geográfico de la Cordillera le hace pensar que en la ciudad se tardan sesenta años en aceptar las reglas de la libertad. Cualquiera puede reírse de la ética judicial que nos señala el conjunto de deberes para asumirlos y vivificarlos todos los días. La ciudad es un medio en el que los mejores suelen cambiar de parecer. Recordó un personaje de Irving Wallace: “La cuestión estriba en lo que tú busques”. Cuando se juega con estos criterios en la ciudad lo que se pierde es la libertad. En la montaña se pierde la vida. Aquí no hay que esperar sesenta años para aprender la lección.

            Difícilmente alguien podría explicarse cómo era que una muchacha podía vivir por varios días al borde del glaciar cerca de los cinco mil, desempeñar el oficio de guía alpino y asistir a reuniones literarias en su tiempo libre. El carácter  esencial de su etnia era el vulcanismo. Los pueblos mazahua vivían entre altas sierras frías de origen volcánico. Y desde niña había escuchado una rica tradición oral que era una mezcla de mitos indígenas, pensamiento lógico occidental  y vidas de filósofos y novelistas occidentales. Montañas verdes y blancas con tardes bucólicas del estío o barridas por el salvaje viento helado tempestuoso del otoño mexicano de la meseta mazahua cuando en los paralelos norteños tienen cuarenta arriba del cero.

            ¿Por qué tienes preferencia por los autores europeos o norteamericanos? Le había preguntado en cierta ocasión Cork cuando paseaban en una trajinera de Xochimilco. La literatura, dijo ella, debe tener en el centro la elevación del individuo y del pueblo. Pero la literatura de mi país huele demasiado al eterno pleito decimonónico de liberales y conservadores. Es una literatura que huele a secta.

            Coincidía con Hipólito Taine en que las producciones del espíritu humano, como las de la naturaleza viva, no se explican más que por el medio en el que viven. La fórmula observada en la Filosofía del Arte, como requisito para que aparezca una pintura, un trabajo de literatura, una escultura o una pieza musical, es la misma para las ciencias sociales. El medio ambiente que irá construyendo las condiciones necesarias para que se dé el prototipo. Sócrates, Tlacaelel, Schopenhauer, Beethoven, y Woody Allen, no surgieron en el centro de la nada. Los académicos de  nuestras universidades o los asesinos  que llenan las cárceles, tampoco. La cultura que significaba la vida con Cork era pensando en los hijos que ambos podrían tener: “Los padres deben formarse veinticinco años antes de que el niño nazca”. El último que dijo esto, después de veinticuatro siglos que se viene repitiendo, fue Napoleón. Un falo se puede encontrar a la vuelta de la esquina pero falo ya lo tenían los orangutanes…

            En el valle una flor es bella y delicada. En el medio agreste de la alta montaña necesita ser fuerte para sobrevivir, aunque no sea tan bella. “A veces no hay más que sudar y echar músculo” dijo Starrett en la película Shane. Toci era la que invadía medios geográficos. Era bella y delicada en la ciudad y también era fuerte en la montaña. Cuando sentía ablandarse se acordaba de Peer Gynt: “¿Acaso sería posible el triunfo en un rincón amable y tranquilo, junto a la estufa?”. Y por esa locura atravesó mares, defraudó a las mujeres que lo amaron, fue huésped de un manicomio en Egipto, vendió esclavos,  perdió su juventud, fue un solitario… 

            Encontró una nota mía que le enviaba desde el centro de América, “Rocamérica”, “Carboamérica”, “Petroamérica”, con la escueta expresión “¡No sé”. De esta manera contestaba a un requerimiento que la muchacha me había hecho en el sentido que le investigara una fecha. La fecha en la que Cork debería ir a México – Tenochtitlán. . México- Tenochtitlán no es la ciudad de México, es el centro, la parte antigua, de la ciudad que los aztecas habían fundado en memoria de su gran guía Tenoch. Hacía seis siglos que la familia de Cork visitaba, una vez al año, el sagrado templo de Tezcatlipoca, “el más grande de todos los dioses”, edificado en el lado izquierdo, sur, del templo de Huitzilopochtli. El primer ancestro suyo  que lo hizo se llamaba Tlacaelel. Cada cincuenta años en la familia había al menos un “Tlaca” (el que llega de día por la mañana). Ignoraba si el “Tlaca” de los aztecas…

            Para tal efecto recorrían  a pie  dos mil kilómetros durante cuarenta días desde el desierto del norte. Al llegar a la sierra de Tepeyacac, luego de visitar el santuario de Tonantzin, se internaban en el gran lago caminando sobre la calzada de diez kilómetros entre el agua. Ya al pie de la pirámide de Tezcatlipoca quemaban copal y oraban mediante la danza de las evoluciones circulares. A partir de la conquista la parte superior del edificio fue destruido y edificaron en su lugar el Palacio del Arzobispado. El rito quedó prohibido.

            Su familia, junto con gente de otros pueblos, siguió acudiendo al lugar, puntualmente, en la fecha que siempre lo habían hecho, que era el quinto mes  del Calendario Azteca, llamado Toxcatl. Pero ahora turnándose, como comerciantes que vendían en la acera de enfrente, pegada a la pared norte del Palacio Nacional. En la actualidad es un museo que conserva en exhibición una parte del antiguo templo de Tezcatlipoca. La gente sigue haciendo guardia desde su puesto en la banqueta, siempre bajo la apariencia de comerciantes, y llamándolo, para mayor discreción: “Titlacauan”, que es uno de los nombres menos conocidos del dios de dioses. Por turnos la guardia es relevada el día que le toca por calendario establecido en los grupos. Al final visitan el lugar, entrando a la izquierda y se despiden para regresar al año siguiente en la misma fecha.

            Entrado el siglo veintiuno el avatar original de Tezcatlipoca, el espejo, de unos quince centímetro, por diez por dos, desapareció al tiempo que el lugar pasaba por una remodelación. Trascurrió una década sin que nada se supiera de su paradero. Fue hasta el 2016 que las guardias de la etnia de Cork constataron que el espejo había regresado a su lugar original. Tú y yo haremos la guardia de 2017, le había dicho. ¡Apúrate con lo de Stalingrado!

            Desde niño Cork había asistido, entre la familia, a esa guardia. Y Toci sabía que dejaría de hacerlo hasta el día que hubiera muerto. Antes ni pensarlo. En una ocasión regresó desde Irlanda, “el   país más hermoso de la Tierra, después de México”, en el que tenía meses trabajando y haraganeando. Más bien lo segundo. Yo, que  sí había nacido en México y de padres irlandeses, estaba con una  pierna en Irlanda y otra en México y no sabría nunca qué decir y mejor guardaba silencio, con respecto al “país más bello”. Cork decía que estaba desarrollando en Irlanda  un programa de investigación respecto de las rocas sedimentarias (mientras su microscopio de investigación encontraba la salida de las bodegas de la aduana de México). La verdad es que vivía de ganar concursos de bebedores de cerveza.  Los rudos bebedores irlandeses no sospecharon  que Cork era un protegido del Tonalamatl y que tomara la cantidad que tomara no perdería la vertical jamás.  Ni cien Guinness lo emborrachaban.

            En esa fecha del mes  Toxcatl Toci  podría encontrarlo con toda certeza en la ciudad de Tenoch. Pero era el caso que yo ignoraba el día exacto de  esa veintena. “No sé”, le escribí. Aunque nunca me lo creyó. Sucedía que ese día “exacto” se “movía” según el Tonalamatl.

            Por la mirilla de mosquitero vio las luces de Cuevas, en el fondo de la sima de dos mil metros. Gente disciplinada. La naturaleza agreste de la Cordillera no sabe otra cosa que de disciplina, si es que quiere seguir viviendo. Y se divierte leyendo mundos kaput que inventaron los beats y los bukowski. Se sonrió al pensar que  en la primera borrachera beat  en la noche descubierta de la cordillera su cuerpo amanecería invadido por    treinta grados bajo cero. ¡Lindo para la ciudad de Nueva York pero en los cinco mil y en la lengua del glaciar!

            Salió una ocasión en la madrugada a obedecer  las leyes de su sistema digestivo. Pocos saben lo que significa dejar el trasero expuesto a treinta grados bajo cero, cuando los orines apenas llegan al suelo ya están convertidos en carámbanos de hielo amarillo. Sus ojos le dolían por el frío y los cerró. Al abrirlos de nuevo volteó hacia el cielo de la noche limpia y profunda.

            Por esta vez se detuvo a observarlo con cierto detenimiento. Cork le había escrito en su computadorcita que Lucía Adame y Paola D´ Alessio, dos astrónomas mexicanas de la Universidad Nacional, acababan de participar en el descubrimiento del primer objeto subestelar con masa planetaria rodeado por un disco de gas y polvo. Se trataba de un insólito objeto llamado Cha 110913-77344. Localizado a 500 años luz de distancia en la constelación de Camaleón. “Muy pequeño para ser estrella y tampoco es planeta, porque no orbita dando vueltas a ningún sol y tiene un disco de gas  y polvo en su alrededor”. ¿Dónde diablos  está la constelación de Camaleón? Sus ojos le seguían doliendo y parpadeo con frecuencia para evitar que se le congelara el cristalino. El universo se movía. Unas luces iban y otras venían en todas direcciones y en diferentes planos. Como aviones, le había explicado Heriberto Salazar, otro escalador que tenía treinta años surcando los cielos internacionales como comandante de trasportes de pasajeros,  siguiendo cada uno su propia ruta programada. ¿También los astros estarán programados? ¿Por quién y para qué? ¿La constelación de Camaleón? Percibió una inmensurable soledad entre las estrellas. Se dijo en voz alta que “aunque haya vida en esas estrellas, no cambiaría la mía por nada”… ¿Dónde podría encontrar otro Cork. Un muchacho que al verme,  ría de felicidad… Sin esa risa todo vale una chingada. Por cierto, mi intestino grueso es más importante que las constelaciones como se llamen. Como en las altas montañas no hay agua en cualquier lado puede llegar el estreñimiento. Con tres días y todo habrá acabado…Así de frágil es la vida”. Trató de recordar el nombre del filósofo que dijo que el estómago es el que da las órdenes, incluso al cerebro, para que le consiga comida, pero no logró recordar. En esa temperatura, efectivamente, las ideas se congelan.  Y el intestino grueso no siempre obedece al estómago mismo. ¡Qué lío! Limpiarse el trasero…Quién sabe si alguien, que no sea alpinista de las altas montañas, pueda imaginar que eso es todo una epopeya. Quitarse los guantes bajo treinta grados…

            Recordaba que Cork le decía que en el sótano de su casa del desierto chihuahuense, por debajo del nivel de las arenas, tiene un cuarto grande dedicado a coleccionar cervezas de cuantas partes del mundo pueda reunir. Y dos o tres toneles de vino Johnnisberg legítimo. Como diría Taine, es su biblioteca de grados Gay Lusac. En el otro único piso, el del “nivel de las arenas”, guarda su cava de libros. Dos o tres ediciones antiguas. Entre  ellos uno de proporciones minúsculas titulado “Historia de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel”. Una revista de deportes, editada en 1938, que explica las peripecias que debía hacer una expedición alpina para ir del Zócalo de la Ciudad de México hasta las Fuentes Brotantes de Tlalpan.

             En ambos niveles dispone de un espacio amplio para los “repetidos”. Cinco cartones de cerveza Guinness (draugth) o bien tres ejemplares del Gran Gatsby o cuatro biblias católicas y una de Valera más dos ejemplares de la obra de teatro de T.S. Eliot. De Shakespeare y de Ibsen tres montones de libros y  le regalaba uno a todo el que se asomaba por ahí.

            Por las tardes, cuando vuelve de Janos, tiene  costumbre, deleite y religión, asistir desde su cobertizo a la puesta del Sol.  Decía que solía preguntarse si es la puesta del Sol la que le daba tan agradable sensación, o había algo antes en él que le permitía  apreciar la belleza de la puesta del Sol. ¡Se acordaba de Platón! También recordaba que hay el criterio en algunos psiquiatras que los agresores sexuales ya estaban enfermos por otros motivos antes de leer un libro pornográfico. Lo mismo podía decirse tal vez de los adictos a los estupefacientes. Hay algo que los llevó a las adicciones. Para legalizar la venta de drogas (no el consumo) tendrían que observarse condiciones mínimas de salud en la sociedad. Es decir que ni los libros pornográficos ni los estupefacientes son peligrosos. Ni las armas de fuego. Todo depende del uso que se haga o no de ello. Shane ya se lo explicaba al niño, cuando le daba lecciones de rapidez al disparar una pistola. Creer que las cosas, drogas, películas o libros, nos influyan es permanecer en la etapa del ánimo. Cuando los legisladores se oponen a la legalización de la venta es que tienen conciencia de que están ante una sociedad que carece de bases sanas. O de una sociedad que no ha llegado a su mayoría de edad.

            Otras veces,   ya cuando el desierto había desaparecido en la noche y su lugar había sido ocupado por las estrellas, gustaba de complicarse la vida: ¿Y si los libros no enseñan al individuo, para bien o para mal,  entonces para qué tendría que leer libros? Al menos los libros de geología sí enseñan…

           

                                                                              

 

 

 

 

 

                                                                               5

                                                                               I

            La cabaña a la que volvía Cork, al principio del invierno de cada año, se ubicaba en pleno desierto de arena, a tres jornadas caminando y saliendo de Janos. Desde el cobertizo su padre le había enseñado a orientarse cuando apenas  tenía cinco años de edad: “Donde te encuentres mira hacia la Luna. Su “filo” va en dirección norte-sur. A la derecha el este y del otro lado el oeste. ¿Qué tiene en el centro?, recordaba haberle preguntado. Y la respuesta nunca la olvidaría: “¡Es un Conejo!”

La arena de las dunas, el sol inclemente y el frío de las madrugadas las llevan en la sangre la gente del norte mexicano. De cualquier modo los niños se asoman azorados hacia el  desierto que les parece infinito. Fue cuando Kiva, su madre, le dijo que el hombre sobrio es aquel que es afectado por los sentimientos de placer y pena y miedo, pero no se deja dominar por ninguno de ellos. “También recuerda, pues eso te ayudará mucho en la vida, que los libros tienen ánima.

            Siempre introducía una práctica que a Toci le costaba  conciliar con la belleza cálida y relajante de los ocasos del desierto. Gustaba de leer cada tarde dos o tres páginas de la Paideia, no más. Como si temiera llegar a la última página. Y cuando esto sucedía, simplemente anotaba la fecha en la última página del libro y, ¡volvía a empezar!

            - ¿Estás loco?- le decía Toci. Aunque no olvidaba que ella le había presentado a Jaeger.

            El reía. También leía cosas como El Agente 007,  La Filosofía del Futbol y veía El Chavo del Ocho.

            - Es bueno, para todo aquel que cruza el desierto comprobar, al finalizar el día, si la brújula no ha sufrido algún desperfecto…Todo cristiano tendría que comprobar su brújula leyendo a  Plotino. Pero si quiere evitar perderse en la mansión de los elementos atmosféricos, puede comprobar el funcionamiento óptimo de la brújula con Frederick Copleston.

            De todas maneras, Cork tenía sus limitaciones intelectuales. Apenas había leído cinco o seis obras de poesía en su vida (Shakespeare, entre ellos). Del primero decía que, leyéndolo, ya había leído a numerosos autores teatrales ingleses posteriores… “La poesía es una cuestión muy personal”. Frecuentaba poco el teatro por temor a encontrarse con una “adaptación”. Su género preferido era la novela pero  procuraba las “pesadas”, al estilo de Bajo el Volcán, de Lowry o Middlemarch, de Mary Ann Evans o La Guerra y la Paz de Tolstoi.. Se divertía con las de vaqueros pues: “a un mismo guion sólo le cambian los nombres de los personajes” .Y  no despreciaba las policiacas: “No vas a entender absolutamente nada hasta la última media página de la obra. Una novela policiaca son como caminar por  la ciudad de México en la actualidad: todos son sospechosos”.

            -¿Por qué no lees a Sade - le preguntaba Toci  queriendo introducir  un tema que lo hiciera pensar en su hermoso trasero.

            - Lo leo y me gusta su prosa. Pero no creo en personajes que tengan una potencia sexual capaz de hacerlo diez veces en una misma noche, menos, cien. Mejor leo a Superman sin kriptonita…   

            Otras veces las preguntas que se  hacía eran más locas. Le parecía que la técnica era semejante en Monet, Renoir, Loiseau, Pissarro, Vlaminck, van Gogh y Murillo (Dr, Atl). Pero esa técnica ya había quedado plasmada en las paredes de la cueva de Altamira, Pirineos, treinta mil años atrás…

            Y así seguía en su cobertizo bajo las estrellas, hasta que el intenso frío del desierto nocturno lo regresaba a la realidad. Apagaba la lámpara de petróleo, estilo ferrocarrilero que iluminaba el cobertizo, y se refugiaba en el interior de su cabaña.  Toci soñaba con esa cabaña entre dunas de arena, Sol de cincuenta grados y vientos fríos por la noche...

            “Bueno, se dijo Toci, basta de pensar esas cosas, creo que la temperatura ya ha bajado hasta treinta  y cinco, mi hermoso  trasero debe tener color azul y, es hora de quitarse los guantes…”

            Había pasado unos días en México y al regresar al paradisiaco país de Petroleoamérica, le envíe un mail a la escaladora de los Andes. Asistí a una conferencia de Richard Rorty en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional. El filósofo norteamericano decía que, fuera de los departamentos de filosofía en las universidades, la gente no sabe cómo es que los profesionales de la filosofía contribuyen a la cultura. Aseguraba que muchos intelectuales han llegado a convencerse de que es la ciencia,  y no la metafísica, la  que nos dice cómo funciona el mundo. Y que a la filosofía le ha quedado  o bien la tarea de hacer historia intelectual o crítica  cultural como antaño  Heidegger, Dewey, Arendt o Habermas.  O bien desarrollar un programa  de investigación en el cual está sea una disciplina autónoma, al modo de Kant o Frege.

Y mientras Rorty exponía, yo pensaba que   las “reservas”  del fútbol soquer, en el equipo Pumitas de la Universidad Nacional, son un ejemplo para los filósofos. Volver a empezar la vida leyendo a los niños cuentos como   Alicia en el País de las Maravillas, El Principito, los viajes de Julio Verne y las aventuras de Salgari. Salgari y sus  fieros bucaneros cuyas novelas eran ricas en relatos  ecológicos. A fuerza de describir  la flora, la fauna y la geografía de las selvas  que atravesaban los piratas, mientras iban a rescatar a alguna dama o a castigar al español malo del libro. La universidad siempre se ha preocupado por la formación de lectores. Le recordé que hacía  poco más de un año, el Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecológicas (CUIB), inauguró el Segundo Seminario de Lectura. Se dijo entonces que era necesario contar con un espacio grato para la lectura relajada y solitaria, la lectura de placer, esa que a veces invita a la charla, porque esto no es sólo responsabilidad de la biblioteca pública o escolar, también es un espacio que debería estar presente en todo tipo de bibliotecas, incluso las universitarias y especializadas... Recuperar el terreno perdido frente a las leyes del mercado y encontrar el equilibrio con los avances  tecnológicos. El equipo de futbol soquer tiene sus “reservas” o sea jóvenes encargados de hacer “ambiente futbolero”, impactar a las masas y que más adelante ocuparán los primeros lugares del equipo. Así los filósofos. Tener sus “reservas” entre la niñez, antes de convertirse en una especie en extinción. No sólo limitarse a enseñar a pensar a los  muchachos que tocan las puertas de la Facultad porque es un grupo reducido y ya predispuesto a aprender filosofía, sino a los de allá afuera que son la mayoría...Que las revistas de filosofía se vendan hasta en las carnicerías. En otro ciclo de conferencias que se llamó El que Sabe, Sabe, efectuado en el auditorio de la Biblioteca Nacional, Juliana González, profesora emérita, afirmó que “En los tiempos que corren, debe conciliarse la materia y el espíritu, la naturaleza y la cultura y la ciencia y las humanidades, así como propiciar un encuentro entre tecnología y humanismo e integrar la memoria y el proyecto, es decir, nuestro pasado y futuro”...

Te recuerdo que el Renacimiento  europeo fue aquel acontecimiento cultural importante  entre la filosofía y la teología. El Humanismo cultural se hizo un lugar dentro del sistema religioso que lo llenaba casi todo. La vida se enriqueció con la literatura seglar, la pintura, el teatro, la arquitectura y los viajes. Más adelante apareció el humanismo beligerante.  Entonces nos sucedió a los mexicanos  como a los nahuas del siglo dieciséis. Estaban tan ocupados combatiéndose aztecas contra tlaxcaltecas que no vieron llegar el enemigo que sojuzgaría a ambos. En nuestros días teólogos y filósofos han sido sorprendidos en su rancio pleito por el mercado, la tecnología y la informática. Ahora  parecemos una película de Los Tres Chiflados. El hombre tiene atenazada por el cuello a la teología y las  leyes del mercado están estrangulando el cuello del hombre. “La verdad ha dejado de tener importancia”, escribe Antony Beevor, historiador británico (diario El País, 29/10/16). Teocentrismos, antropocentrismos y tecno centrismos dándose de almohadazos unos contra otros, como en  el Gordo y el Flaco. Sólo que las leyes del mercado no conocen de juegos…. Ya no se trata de conocer, se dijo en el ciclo de conferencias de la Biblioteca Central, sino de dominar... Juliana González agregó: “Está ocurriendo la pérdida de lo humano a través de la hegemonía del mercado, de la tecnología, de la informática...Hay quienes no desean  el fin del Humanismo, quienes pueden generar un neo humanismo y un nuevo Renacimiento. Puede surgir una nueva idea del hombre que refundamente nuestra libertad, que nos ponga de nueva cuenta  en nuestro sitio de seres libres y con dignidad...”

Como si fuera la primera vez que lo hacía, Toci se asomó por la mirilla del mosquitero de la tienda. ¿Cuánto tiempo permanecerían aquellas torres de roca que adivinaba entre la noche más negras que las sombras? Era el mundo de la constante desintegración. El viento, la lluvia entre las fisuras que luego se congelaba y hacía estallar a los grandes bloques y los movimientos oceánicos transformando todo aquello sin interrupción. Un volcán siempre puede rehacerse. La franja de fósiles marinos en los seis mil metros de la ladera norte… Se dijo que esto se parece más a Spengler que a Darwin. ¿Y el hombre qué hace en este mundo tan abruptamente cambiante?

  Hacía mucho tiempo, apenas recordaba ya  las líneas generales, había asistido a una conferencia en la Facultad de Filosofía y Letras. La sustentaba Diego Sánchez Meca de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, España. Era el Primer Congreso Internacional El Retorno de Zaratustra con el pensamiento de Nietzsche frente al mundo contemporáneo y la crítica que  éste pensador hacía   a la ciencia moderna.

Nietzsche no acepta la idea de un perfeccionamiento creciente como sentido determinado y necesario de la evolución.  Solamente admite el azar que sirve tanto a  fuertes como a  débiles. Cualquier vía causante de un perfeccionamiento unilineal no es más que el fruto de una fe religiosa y por lo tanto  residuo de una superstición teológica.

Qué implicaciones tiene, la alternativa que Nietzsche plantea frente al concepto de verdadera  ciencia, se podría pensar en lo que su crítica  lanza a la teoría darwiniana de la evolución. Quedan enfrente la voluntad de poder y el mecanismo de la selección natural. Para Nietzsche no hay leyes generales que regulen uniformemente las relaciones entre los seres vivos y el medio, determinando cada variación siguiente.

 Prefiere una lucha entre diferentes centros  de fuerza que no se unifican, bajo ninguna tendencia global, hacia ninguna meta universal, a través del comportamiento de todos los individuos que aquella  teoría trata de englobar.

Por el contrario, cualquier situación alcanzada no es más que el resultado provisional de equilibrios dentro del enfrentamiento de fuerzas, las cuales no buscan la adquisición de su posibilidad. De ahí que el filósofo alemán no puede aceptar la idea de Darwin de una evolución de las especies guiada por el mecanismo de la selección natural, a modo de un progreso unilineal irreversible hacia formas superiores y más perfectas.

La lucha misma es la que se encuentra en el origen de las funciones lógicas y lo que preside el desarrollo y evolución del conocimiento científico. Y la elevación de la vida, a niveles cada vez mayores, de fuerza y poder, tiene lugar también a través de la superación de teorías  e interpretaciones científicas. Estas  se han visto cada vez más restringidas por otras capaces de incorporar más perspectivas que permiten vislumbrar nuevas cosas. 

Porque son esos momentos de creación, de nuevos conceptos y nuevas categorías para la organización de la experiencia, y de nuevos lenguajes que amplían el dominio y el poder sobre el mundo, lo que resulta de una confrontación intelectual en la que se expresa un nivel máximo de dominación y de dominio de la voluntad del hombre.

 Es decir que el nivel más elevado, de conocimiento científico, sería justamente aquel en el que la función ya no pretende valer abiertamente como una verdad definitiva, sino que comprende el devenir del mundo, como la cambiante expresión de una lucha de fuerzas creadoras y destructoras, que se satisfacen en una especie continua de recreación y de destrucción constante.

¿Pero dónde está el hombre natural negado por el apócrifo?  Para ello el conferencista se e refirió a lo que  Nietzsche entiende como lo que  es el arte de leer bien. Si es posible diferenciar de unas lecturas sobre las otras, será sobre la base de un arte de leer, capaz de descubrir determinados vicios de interpretación cometidos a partir  de la intervención de determinadas actitudes. Esa  es la falta de rigor filológico en la que se piensa a partir del modelo del palimpsesto. Es decir, cuando un texto segundo se sobrepone  al original hasta convertirlo en ilegible haciéndolo desaparecer para presentarse él mismo como el texto primero y verdadero.

Es el tipo de falsificación al que ha sido sometido el texto original del hombre, como hombre y naturaleza, al que otros textos secundarios están destinados a enmascarar su condición natural…

La conducta del humano, le decía yo a Toci,  es como la del péndulo y le cuesta trabajo encontrar el punto medio. Primero pura teología, después pura filosofía y ahora pura tecnología. Ahora ya todos traemos un celular en la mano en lugar de un libro. Alexis Carrel, aquel científico Premio Nobel de Medicina, nos dijo que las grasas las consumen las razas conquistadoras y los mexicanos comimos carne hasta quedar gorditos. Entonces fue necesario empezar a comer  veduras en la búsqueda de balancear la dieta. Ahora estamos anoréxicos... De la misma manera los filósofos se agarraron hablando entre ellos, tal como dijo Rorty,  y la sociedad, necesitada de ideas, volteó la cara para otro lado y lo que encontró fue la televisión...  Parece que es hora que los niños  empiecen otra vez leyendo las fantasías de Julio Verne y las metáforas de El Principito o las aventuras de Salgari...Sin “reservas”, los filósofos, es decir, el Humanismo cultural, acabarán tocando la armónica... Y ya sin esperanzas que la intelectualidad acuda a nuestro rescate, sólo nos quedará  hacer la pregunta de Will Durant: ¿A dónde tenderemos que ir  para encontrar cordura? ¿Cómo Don Quijote ridiculizando al Rey Arturo? ¿Es todo? ¿Sólo ridiculizar al de enfrente? ¿Exhibiendo lo que nos hicieron y callando lo que hicimos?

Se hizo una pregunta: ¿Quién  cabrones revolvió tanto las cosas? ¿Sade que empezó con su fábula de cien orgasmos en una sola noche?  Don Quijote es algo culturalmente inacabado. No es Homero ni es Hesíodo. El ideal aristocrático de los guerreros griegos de la antigüedad no lo lleva a plenitud. Y el ideal del trabajo, de Hesíodo, tampoco. Por andar en sus aventuras descuida su hacienda. También Sancho acabó pensando y hablando diferente de cómo hablan los trabajadores.  ¿Es un intento consciente o inconsciente de la España  de su tiempo para rebajar la legendaria Inglaterra del rey Arturo?

¿Quién revolvió todo? En relación con las guerras mesenias escribe Jaeger que “es también Tirteo nuestra  fuente, puesto que la crítica  moderna ha demostrado que la tradición de los historiadores posteriores es total o predominantemente ficticia”. Para Chesterton todo es claro:  “Es fácil ver por qué una leyenda es tratada, y debe ser tratada, con más respeto que un libro de historia”.  Sólo le faltó decir  que si se cree en los cien orgasmos de Sade, en una sola noche,  se puede creer en cualquier cosa. 

Antony Beevor dice que El código Da Vinci es el tope superior, para muchos, en cuanto a conocimientos de historia. ¡Hasta ahí llegaron!

 La Batalla de Stalingrado se le presentaba ahora intrínsecamente complicada. ¿No se volvería frígida por estar pensando en esas cosas de la historia? Y después ya ni gritos orgásmicos…

            Fue cuando, por primera vez, Toci  sacó a la luz un pensamiento que se le había atorado en ocasiones y que le daba miedo. Sabía que los psiquiatras hacen enormes esfuerzos frente a la mujer de la ciudad en el sentido de acostumbrarla a vivir sin su enfermedad. ¡Labor titánica! Primero enfrentarse a una enfermedad que hace infeliz pero a la que de alguna manera se le quiere y se le consciente. Después que ha sido erradicada la enfermedad hacerse el difícil hábito de ya no vivir  con esos bastones de la neurosis. Los mecanismos masoquistas son más complicados de lo que se cree. ¡Hay resistencia a ser normal! ¡Defender todo con el propósito de permanecer enferma e incurable, en caso de que llegara a ablandarse! ¡Eso la incapacitaría para el amor y para el orgasmo con Cork!

             Los de la ciudad nada más necesitan siete minutos para alcanzar el orgasmo. Después se sientan a comer palomitas frente al televisor. Ella tendría que lograrlo en no menos de una hora… ¡No te ablandes!, seguía escuchando la voz que le llegaba desde el desierto

Fue cuando tomó la decisión. Abrió otra vez su computadora y consultó la cantidad de  dinero que tenía depositado en el banco. La temporada de montaña había sido excelente en términos monetarios. Se encontró con que disponía de una reconfortante cantidad en dólares  y otra en euros. ¡Y como reserva la tarjeta que Cork le había entregado cuando se despidieron en el aeropuerto de México: “Por si llegara a morderme el monstruo de gila o el tornado subiera mucho en la escala Fajita y me enviara hasta las estrellas”...

-No tiene gracia lo que dices-le dijo ella.

-¡Ya vete a tus  churrascos y a tu vino de San Juan!

En tan sólo un minuto trazó su plan que consistiría en bajar al valle y estudiar, durante dos años enteros, todo lo relacionado con La Batalla de Stalingrado.  Sabía que  Cork no se limitaría  a movimientos de tropas, como lo había hecho con Waterloo. “Me va a preguntar por los antecedentes históricos. Esto probablemente me va a llevar al siglo prusiano. ¡Si no es que hasta el imperio romano! Esparta, Grecia, Troya… Algo le dijo que tenía muy presente y es que tendría que batallar duro en su investigación ya que, como escribe Copleston “La imparcialidad en historia es un mito.” Necesito vivir durante un año o más cerca de una buena biblioteca. ¿Cuál? Consultó su computadora: “bibliotecas del mundo”  Tenía los nombres de las mejores cinco. Era necesario decidirse por una. ¡Ya está- dijo, y en su voz se escuchaba la mayor determinación-, Londres, Inglaterra!

Al momento de meter su computadora en un envase de plástico, del tamaño de una caja de cerillos, me envió un postrer mensaje. Era en realidad una pregunta: Dime, Guillermo, por qué los habitantes de la ciudad se vuelven tan nerviosos y cambian sus valores de conducta en las sociedades, a veces tan radicalmente como cambia de dirección el polo magnético. Acuérdate. Ayax, el de la remota tragedia griega, lucha contra los toros en el campo y los degüella creyendo que son sus enemigos. Cuando se da cuenta se mata avergonzado de su locura. Siglos más tarde Don Quijote, también llevado por la locura, lucha contra molinos de viento pero aquí llevamos exactamente quinientos años alabándolo y hemos acabado por convertirlo en paradigma. Edipo, otro griego, se da cuenta de la tragedia que de manera involuntaria envuelve su vida y rechaza el parricidio sacándose los ojos. En cambio Macbeth, el de Shakespeare, busca y se solaza en el parricidio al matar a Duncan, su padre y rey de Escocia…Te cito otros dos casos, ahora al filo de la cultura precristiana. En el siglo dieciséis en México murieron muchos miles de guerreros resistiendo la espada del Apóstol Santiago que venía a esclavizar a los mexicanos. Y en la actualidad se venera a Santiago con todo y caballo y espada de bulto, en muchas partes del país. Asimismo, en Anáhuac, lo que ahora se conoce como Valle de México, las leyes de Nezahualcóyotl  señalaban pena de muerte  para el que cortara un solo árbol con fines mercantilistas…

Le contesté que no sabía. Yo extraigo petróleo, no soy etnólogo. No sé por qué cambian los valores de conducta de  los hombres. Es decir, con excepción de los pueblos étnicos de México. Ellos tienen todo claro. En teología todo está hecho y sólo en la filosofía todo se está haciendo, por siempre jamás…   Es la imagen del devenir que tanto gusta a los occidentales, y el olin para México. En el mundo del fenómeno hay devenir para adelante como para atrás. No hay principio, sólo eslabones de una cadena circular… El olin eterno que sucederá  la noche y   día.

-Al menos los 4500 millones de años del fechado radiométrico que dice el material de los meteoritos- pensó Toci divertida…

En las primeras horas del día siguiente, antes que la noche terminara, apenas pudo distinguir las formas de las montañas del  sector del lado este, abandonó su saco de dormir y salió a la nieve del glaciar. El termómetro, colgado a la entrada de la tienda, señalaba treinta y nueve grados bajo cero. “si no me muevo quedaré convertida en estatua de hielo”, pensó.

Recordaba las palabras de Cork que acabaron por derrumbar toda resistencia, de su parte, con lo de la investigación de Stalingrado: “El punto está en tu perfección. Si no dudas, si no piensas, no eres tú. Eres aquel, eres aquellos, eres los otros, eres la televisión, eres la radio, eres el diario, pero no eres tú.”

Luego de desbaratar el campamento y haber metido todo en la mochila miró por última vez el lugar, en el que había vivido durante semanas,  que era ya  parte de su vida. Se echó  la mochila al hombro y emprendió el descenso.

Más abajo, en el nivel que los hielos del glaciar se funden, hizo alto. Se quitó la chamarra de plumas y la guardó bajo la tapa de la mochila. Recogió  una flor blanca  de los primeros prados donde terminaba la morrena. Era una flor blanca, bella y muy resistente. Se la colocó en el lado derecho de su lacia y negra cabellera. Entonó una canción mientras bajaba dejándose deslizar a través de la arena negra.

 Abajo los valles se habían llenado de esa encantadora luz solar matutina y los colores inundaban de nuevo  al sector central de  la cordillera de los Andes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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