Ir en
bicicleta es la perfecta verdad contra la contaminación del aire atmosférico.
¡La verdad!
¿Y cuál es la verdad? le preguntó el general romano a Jesús. Este guardó
silencio mostrándole en las heridas de su cuerpo la manifestación del error. Si
el romano no era capaz de ver el error tampoco podía ver la verdad.
Si decimos que la contaminación causa cáncer, tampoco alguien nos creería.
La verdad es
un asunto de la subjetividad, algo que sólo pertenece al intelecto, dijeron
algunos escépticos durante siglos. Era la manera de poner en duda su
existencia. Y la cuestión se volvía algo sumamente escurridiza.
Con las llaves de su automóvil en la bolsa ahora van en bicicleta |
La verdad es como los IMECAS. No se ven, pero
ahí están. Se revelan hasta que, como en el caso de Jesús, se hacen evidentes
los daños. Pero, como en el lugar del romano, ni viendo el daño se puede ver la
verdad.
Jean Wahl,
en cambio, nos recuerda que la verdad, por contraste, no es tan complicada de
encontrar. Consiste en percatarnos que el error es real. Tan real que mucha
carga en la adquisición de nuestra formación personal, de nuestra experiencia,
es a base prueba y error.
Cualquier
fotógrafo (profesional) nos dirá que para llegar a la imagen nítida primero hay
que alejarse del “foco”, es decir, primero se va a la zona borrosa y de ahí se
parte hacia la nitidez.
Si el error
no se puede negar, es más sencillo aceptar su contraparte, la verdad:”La
experiencia de la verdad-dice Wahl-es primero una experiencia negativa, que la
verdad se manifiesta primero en su contrario, esto es, en el
error.”(Introducción a la filosofía, Cap. IX).
Pero no
todos aprendemos del error y sí seguimos
cometiendo el error. Otros, en cambio, obtuvieron la suficiente experiencia, o
estuvieron abiertos a la experiencia, que les dejó el error, y buscaron la
solución.
O bien hay
países, democráticos, en los que cada gobierno, cuando llega al poder, echa al
cesto de la basura los excelentes planes que estaban en desarrollo contra la
contaminación, en la administración pasada, y empieza de cero. Esos nuevos
planes, puede que también excelentes, van a durar lo que dure esa
administración, después serán de nuevo arrojados al cesto de la basura…¡Y otra
vez a empezar de cero!
¡Y entre tanto los IMECAS siguen subiendo! Los días en
que se declara la contingencia ambiental son cada vez más frecuentes. Si fuera
cuestión de sólo tener humo más o humo
menos en nuestras calles, nada pasaría. Pero sí pasa, da cáncer. O canceres.
Con la contaminación del aire que respiramos parece,
una vez más, que los filósofos griegos de la antigüedad pensaron en todo. El
axioma de Tucídides dice de la utilidad de la repetición, para aprender y, en
su caso, para remediar.
Se pensará que en nuestra deificación, del uso de la bicicleta, fuimos demasiado lejos (desde México hasta Grecia).
El caso es que unos países van tratando de resolver
sobre la marcha, en lo inmediato,
poniendo parches por aquí y por allá. Otros de manera trascendente, lo que se llama de manera estructural.
Decir
bicicleta queremos decir uso racional del automóvil. Nadie puede ir contra la
maravilla tecnológica que es el automóvil. Pero decir automóvil es como decir
un buen filete de carne. Ahora bien,
comete cuatro filetes en cada sentada y verás lo que te pasa. Tenemos amigos
poseedores de automóvil que, siempre que les es posible, lo más seguido
posible, andan en bicicleta. O bien en trasporte público como el “metro”, o
caminando para distancias cortas o buscan los vehículos eléctricos, etc.
No contamina y ellos hacen ejercicio |
Tampoco va contra la industria automotriz, que nosotros
traducimos como fuentes de trabajo,
contratos colectivos, prestaciones…
De este tema, de la contaminación ambiental, hay tanta literatura como para llenar el Golfo de California. Casi toda salida de voces calificadas académicamente. Nos llamaron los datos de un reportaje publicado en el diario El País, de España, del sábado 15 de marzo de 2014, Pág.22.
“Paris,
Milán o Bolonia-dice el reportaje citado- han luchado mucho a base de actuar cuando ya tiene un episodio de
contaminación.”
Y en seguida: “Berlín, Londres, Estocolmo y Copenhague, son más partidarias de cambios estructurales.”
Pero como
sea-lo dice la misma nota- la
Organización Mundial de la Salud (OMS) ya certificó, desde junio de 2012, que
esto de la contaminación del aire que respiramos causa cáncer de pulmón y
posiblemente también de vejiga…
“Jean Wahl nació en Marsella, en 1888. Falleció en
París en 1974. Filósofo francés. Tras ejercer como profesor en EE UU, regresó a
Francia (1945) para enseñar en la Sorbona y fundó el Colegio Filosófico de
París. Es recordado, sobre todo, por su estudio sobre La
desdicha de la conciencia en la filosofía de Hegel (1929). Otras obras a
destacar son, entre otros títulos, Filosofías pluralistas de
Inglaterra y América (1920), Hacia lo concreto (1932) e Introducción a la filosofía (1948).”
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