ÉTICA
BENEDICTUS SPINOZA
No actúo como soy. Intento comportarme como quiero que
los otros piensen de mí. De esa manera tan retorcida los otros están influyendo
en mi conducta.
Preocupa la
idea que los otros puedan tener de nosotros. A tal punto que de cien maneras
subyacentes los otros dirigen nuestros actos en el vestir, caminar, expresarnos
de temas de actualidad, creencias religiosas o filosóficas.
"Llamamos orgulloso al que se envanece demasiado,sólo habla de sus virtudes y de los vicios de los demás, quiere ser preferido a todos y se presenta con la misma gravedad e igual aparato que usan habitualmente las personas colocadas muy por encima de él", dice Spinoza.
"Llamamos orgulloso al que se envanece demasiado,sólo habla de sus virtudes y de los vicios de los demás, quiere ser preferido a todos y se presenta con la misma gravedad e igual aparato que usan habitualmente las personas colocadas muy por encima de él", dice Spinoza.
En especial cuando queremos proyectar cierta imagen en la mujer que queremos
conquistar. Es la causa que, pasado un tiempo, ella se da cuenta que “ya no es
como antes”. Es decir, ahora soy como
soy, no como aparentaba ser en la etapa de envolver con los hilos de la araña.
Y es que la mujer va buscando ciertos
estereotipos en el hombre que le dé seguridad y satisfacción como fuerte,
solvente, educado, etc. y hay que apresurarse, en el caso del hombre, a tratar
de llenar ese estereotipo: “nos esforzamos, en cuanto podamos en conseguir que
la cosa amada sea afectada de un gozo a que acompañe la idea de nosotros
mismos, es decir, que nos ame a su vez.”
Pronto se ve
que esto, que parece un juego frívolo, puede tener repercusiones sociales. Si
la impostura fue grande, y el desencanto sigue, todo acabará aumentando la ya
voluminosa columna de legajos en la mesa del juzgado civil demandando el
divorcio.
Benedictus
Spinoza se refiere ampliamente al tema de la impostura en la tercera parte de
su obra Ética, que él tituló Del origen
de la naturaleza de las afecciones. Spinoza llama ( hace tres siglos) afecciones a las patologías.
Cuando se descubre la impostura procurarnos retirarnos lo más lejos posible del amigo que resultó ser nada amigo. O del patrón que resultó ser explotador con métodos del outsourcing y no un honrado empleador.
Pero donde
se recrudece el sentimiento de separación, hasta alcanzar niveles patológicos,
es en la separación de la pareja de los otrora amantes. Spinoza dice que el
odio está en relación a como se dio la intensidad de la ilusión: “Si alguno
comienza a sentir odio hacia alguna cosa
amada, de tal modo que el amor desaparezca enteramente, experimentará hacia
ella en motivo igual, más odio que si no la hubiera amado nunca, y tanto más cuanto su amor haya
sido anteriormente más grande.”
No es una
cuestión académica sino algo que corre por nuestras calles todos los días. En
México basta con que alguien, que va manejando, le gane el paso al otro
conductor en el semáforo, para que saque la pistola y lo mate. Y si nadie
suspende su velocidad, de ambas direcciones se escuchan sentidos recordatorios
a sus respectivas madrecitas. Esto, de recordarle a su madre, en el país es la
peor ofensa imaginable. Igual, o peor aún, que si se hubiera recibido el balazo.
Se sabe
lo que esto significa, en todo su peso,
con echarle un vistazo a las hospitales,cárceles, panteones y juzgados de lo contencioso. Una
ofensa en México cobra más vidas que el mosquito anofeles ha hecho en la humanidad.
De la misma
manera en México un hombre no puede ver a la cara a algún desconocido. Digamos
a alguien con el que se cruza en la calle. Puede tratarse de alguien que se sienta agredido con sólo la mirada. Es como una grave agresión a
su ego. Es una falta de respeto, un tratar de reducir su orgullo de caballero
de honor que se lo imagina muy alto.
Traducido quiere decir que por las calles
van individuos tan inestables, anímicamente, que de hecho está buscando a
alguien que les dé el menor motivo para sacar la pistola o el arma blanca. Casi
están implorando que alguien les dé motivo para explotar por fin. En Estados Unidos y otros países frecuentar el doping ha hecho estragos en la sociedad. En México es el “honor”
lastimado.
Es la
versión populachera de cuando los caballeros limpiaban las ofensas, el honor,
en duelo de espada. “El orgullo nunca ayuda”, dijo el mafioso Wallas, al boxeador
Bruce Willis, en la película norteamericana Tiempos
Violentos, de Quentin Tarantino.
“Ladrillo” es un tango argentino que habla
de alguien que veía de manera libidinosa a su novia, con la que se iba a casar,
y sin más le atravesó el corazón. El
tango ya no lo dice pero la prometida después se casó feliz y contenta, con otro, en tanto
que Ladrillo se pasó veinte años en la cárcel. Una de las
frases que más repite Don Corleone, en la película El Padrino, es “No me tratas
con respeto”.
En realidad
eso de “lavar” las ofensas ya viene desde el tiempo de los Presocráticos. Después
Sócrates y Platón habían dejado caer el, incomprensible, pensamiento que en un pleito
el ofensor lleva la peor parte con relación al ofendido. El ofensor instala en
su cerebro, y en su alma, un pensamiento que de vez en cuando, cuando menos lo
espera, se hará presente, a lo largo de toda su vida. Sólo el Alzheimer lo
salvará de ese recuerdo patológico.
Los
mexicanos tenemos el dicho: “Ofender, o matar a alguien, es cargar en las
espaldas con el muerto en toda la vida.”Siglos
más tarde Jesús se refería a esta cuestión con las también incompresibles
palabras de “poner la otra mejilla”.
Se pensó que se trataba de una actitud
cobarde de parte del que no respondía el insulto. Lo que Jesús estaba buscando que su vida no se viera perturbada teniendo que cargar
sobre sus espaldas al muerto. Como en el aikido, donde su busca
neutralizar al atacante pero también protegerlo por medio de no lastimarlo.
Dos siglos
más tarde, de lo de Spinoza, Schopenhauer se refiere a esta patología de la
impostura con la palabra “honor”. Muy ligado a lo que conocemos como “orgullo”.
Que es cuando se le propina un coscorrón a nuestro ego, en su obra El arte de tener siempre la razón:
“el honor
caballeresco se subordina a lo que
dice o hace otro…El tribunal supremo de
justicia al que puede apelar todo individuo en cualquier diferencia
concerniente al honor, es el de violencia física, el de la bestialidad, en
tanto que declara incompetente la lucha de las fuerzas espirituales o del
derecho moral…Con el advenimiento del cristianismo se suprimieron las luchas de
gladiadores, más, en su lugar, surge el duelo…Cierta vez alguien propino una
patada a Sócrates y, urgido por otros para que lo demandara, les contestó “ ¿debo denunciar a un asno que me dio una
patada…?”
Spinoza se
refiere a cuando éste afán, de simular
para ser aceptado por los otros, agarra dimensiones sociales patológicas: ““vemos
de este modo que cada uno tiene, por naturaleza, el apetito de ver vivir a los
demás según la propia complexión, y como todos tiene apetito igual, se estorban
los unos a los otros, y queriendo todos ser alabados o amados por todos, llegan
a un odio mutuo.”
No actúo como soy, sólo finjo,dice Schopenhauer. Finjo para poder mimetizarme con ellos, para que me crean uno de ellos.Pero en este fingimiento,anota Spinoza,: " somos movidos de muchas maneras por las causas exteriores,y que,semejantes a las olas del mar,movidas por vientos contrarios,nos balanceamos ignorando lo que sobrevendrá y cuál será nuestro destino."
No actúo como soy, sólo finjo,dice Schopenhauer. Finjo para poder mimetizarme con ellos, para que me crean uno de ellos.Pero en este fingimiento,anota Spinoza,: " somos movidos de muchas maneras por las causas exteriores,y que,semejantes a las olas del mar,movidas por vientos contrarios,nos balanceamos ignorando lo que sobrevendrá y cuál será nuestro destino."
“Baruch
Spinoza (conocido como Baruch
de Spinoza o Benedict/Benito/Benedicto (de) Spinoza, según las
distintas traducciones de su nombre, basadas en distintas hipótesis sobre su
origen) (Ámsterdam,
24
de noviembre de 1632
- La Haya, 21 de
febrero de 1677)
fue un filósofo
neerlandés
de origen sefardí
portugués,
heredero crítico del cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas
de la filosofía
del siglo
XVII, junto con el francés René
Descartes y el alemán Gottfried
Leibniz.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario