Ni bárbaros
ni sabios, la filosofía busca otra meta…George Santayana escribió toda su vida
haciendo distinción entre la cultura del bienestar y el progreso cultural
humanista.
Vemos niños
de segundo año de Guardería, cuando apenas han aprendido a andar, manejar con habilidad impresionante su
“tableta”, como hace medio siglo ni siquiera el más hábil tecnócrata se hubiera
imaginado.
Así como la
niñez de antaño era diestra en hacer
girar el “yoyo” o “bailar” el trompo o jugar al “futbolito” de mesa. Lo que
tengan enfrente, los niños lo aprenden y lo aprehenden para dejarlo fijo en su
espíritu.
Con esa naturalidad podría el niño, dice Montaigne,
aprender filosofía. Le serviría como guía para practicarla en su vida como para repasarla con placer en
su ancianidad:
“La
filosofía es rica en conceptos, lo mismo para el nacimiento del hombre que para
su decrepitud.” (Montaigne, Ensayos
escogidos).
No sólo que
digan tópicos recurrentes, sino que busquen conceptos de experiencia.
Montaigne no
piensa en el niño patológicamente hiperactivo en la cultura, ni tampoco en el
niño tímido inactivo que irá camino de la barbarie.
Estudiar
quince horas al día cuando también debería jugar: “Cuantos hombres he visto
embrutecidos por su avidez cultural temeraria.”
Como tampoco
se pase quince horas trabajando cuando
debería estar estudiando y jugando:
“No quiero
que su espíritu se corrompa teniéndolo aherrojado, sometido al trabajo durante
catorce o quince horas, como un mozo de cuerda, ni aprobaría el que, si por
complexión solitaria y melancólica el discípulo se abandonara al estudio de manera
indiscreta, se despierte en él tal habito, pues éste los hace ineptos para el
trato social, apartándolo de provechosas ocupaciones.”
Entre la cultura del bienestar y el progreso cultural humanista. |
Montaigne
rechaza sobre todo la idea que el niño crezca dentro de una capsula de cristal.
El mundo se compone de bellos amaneceres y también está lleno de virus
patógenos. Y, a través de “eso”, debe aprender a caminar para al final poder distinguir
lo que es vivir:
“Debe
lograrse que el joven sea apto para
vivir en todas las naciones y en todas las compañías. Aún más: que no les sean extraños,
si es preciso, el desorden y los excesos. Que sus costumbres concuerden con las
usuales; que pueda poner en practica todas las cosas y sólo realizar las que
sean buenas.”
No hay que
asustarse por lo que dice Montaigne. Sabido es que al undergrownd ni siquiera hay que ir a buscarlo, sino que llega solo
en los años todavía de la enseñanza media superior, por medio de tímidas
presentaciones, al principio...
El autor se
pronuncia por observar las tendencias o aptitudes positivas naturales del niño
y en lo posible ayudar a desarrollarlas. Cita a Platón cuando se refiere a la
educación de los niños: “es preciso colocar a los hijos según los valores de su
espíritu y no de acuerdo con el talento de los padres.”
Para que no
se malentienda, los padres y los maestros son los responsables, en primera y segunda instancia,
de la educación del niño, pero no para hacerlos sus retratos. Como dice D. H.
Lawrence: “somos como nos hicieron nuestras queridas abuelas.”
En todo
caso, dice Montaigne, aprendemos tantas cosas en la vida, unas sustantivas y otras del basurero, por qué no acercar al niño a la filosofía:
“…dado que
la filosofía nos educa en la práctica de la vida y la infancia resulta propicia
a su lección como todas las edades ¿qué razón hay para que nos neguemos a
suministrársela?”
Se aleja a
toda prisa de los extremos. Ni bárbaro ni sabio. La deformación humana atisba
en cualquiera de esos extremos y para el caso recuerda:
“Cuantos
hombres he visto embrutecidos por su avidez cultural temeraria. Carneades
sufrió trastornos tales por el estudio que nunca se cortó el pelo ni las uñas.”
Porfirio nos relata que Plotino, su maestro,
por estar pensando, nunca se bañaba. Y hubo uno de los grandes Presocráticos
que, por estar observando el cielo, murió comido por los piojos, según apunta
Diógenes Laercio.
Recurriendo
al término medio aristotélico (ese
término medio que confundían tanto Ingenieros como Nietzsche), Montaigne
recomienda observar el cielo sin despegar los pies de la tierra:
“Valoricemos
los sencillos discursos de la filosofía, sepamos escogerlos y emplearlos con
eficacia puesto que son tan fáciles de comprender como un cuento de Boccaccio.”
MONTAIGNE |
“Michel Eyquem
de Montaigne (Castillo de Montaigne, Saint-Michel-de-Montaigne, cerca de Burdeos, 28 de
febrero de 1533 - ibíd., 13 de
septiembre de 1592) fue un filósofo, escritor, humanista, moralista y políticofrancés del Renacimiento, autor de los Ensayos, y creador del género literario conocido en la Edad
Moderna como ensayo.”Wikipedia
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