PLOTINO LLEGA A FTIA


 

Plotino llega a Ftia, no en la  región de Grecia, zona sur de Magnesia, patria de los mirmidones, sino en las Islas Afortunadas. Aquella misma Ftia a donde Sócrates había ido casi siete siglos antes que él.

El pensamiento de Plotino: Comemos para vivir como cualquiera criatura biológica, razonamos a modo de permanecer dentro del orden llamado Estado y soñamos para morar en un lugar donde el tiempo ya no existe.

 “Tuvo la visión del Dios que no tiene forma, que no es una idea, que existe sobre la Inteligencia y sobre todo el mundo inteligible.”

Ftia, la Asamblea de los espíritus familiares, el Tlalocan de los mexicanos, el Paraíso de los cristianos. El oráculo dice que Plotino llegó a Ftia el día que, a la edad de 65 años de vida mortal (205-270 d C), dejó su cuerpo y se fue a reunir con otros filósofos.

Dejó en el mundo formada a una multitud de filósofos y escribió incontables trabajos, de los cuales se conservan 54 libros  que han sido organizados en 6 Enéadas.

  Plotino fue alumno de Amonio Saccas y ambos fueron los fundadores del Neoplatonismo. Su trabajo, a través de Agustín de Hipona y otros pensadores cristianos y musulmanes posteriores, ha tenido una gran influencia en el pensamiento occidental y de oriente próximo. “Wikipedia.

 

Se le considera un pensador original porque hizo aportes suyos a lo mucho que ya se había escrito hasta entonces y que él conocía bien. De él dice Porfirio: “Plotino, el crítico más grande nuestros días, el hombre que había examinado casi todas las obras de su tiempo:”

La vida (y la obra) de Plotino la conocemos por Porfirio, discípulo suyo tan aventajado y dueño de luces intelectuales, que era el designado por Plotino para que  revisara  y escribiera sus trabajos: “Compiló cien libros con las notas recogidas en los cursos de Plotino.”

Filósofo de la antigüedad clásica, aunque vivió ya en el cristianismo, era, dice Porfirio, alguien que por estar pensando en los valores esenciales, principalmente  (pero también en los valores materiales), era descuidado con sus escritos, tenía letra casi indescifrable (como los médicos de ahora), de ortografía caótica sin puntos ni comas ni mayúsculas (como algunos revolucionarios del idioma de la actualidad) y además no se bañaba (como algunos existencialista de la actualidad). ¡Plotino fue pionero en muchos campos de la actividad humana!

Leer las Enéadas, trabajo extenso, es, sin embargo, una delicia, por la manera de exponer Plotino sus ideas y seguramente, por el orden que Porfirio puso en los  escritos de su maestro. Grandes hombres de letras han sido los traductores de sus obras a través de los siglos. En México José Vasconcelos fue uno de ellos.

Una primera edición que de las Enéadas hizo la Universidad Nacional Autónoma Nacional de México, fue en 1923  y una primera reimpresión en 1988, ésta  de 30 mil ejemplares, tiraje increíble para México, país donde los editores procuran, dado el escaso de lectores de libros de cultura,  tirajes precavidos de mil ejemplares.

Conocedor de las obras de Platón y de Aristóteles, en los que apoya sus ideas (Plotino es de los llamados neoplatónicos), es desde luego, un pensador original:

“Aceptó la doctrina metafísica de Platón, pero aplicó a ella las enseñanzas de Aristóteles, los principios neopitagoricos y algunas doctrinas orientales, sobre todo las de la emanación.”

Sus ideas sobre el Absoluto, el alma y el Bien, encontraron una enorme acogida entre el cristianismo de la celosa Edad Media: “para el Cristianismo su existencia fue de tal modo esencial, que, como dice Eucken, exceptuando a San Agustín, ningún pensador ha influido tanto en el movimiento cristiano como Plotino.”

Plotino impartía  clases de filosofía que eran frecuentadas por un grande número de oyentes, tanto de hombres como mujeres. Este dato es importante porque en las historias de la filosofía se habla de autores, como si la filosofía fuera una disciplina masculina.

Con excepciones, como  Diotima que   hasta le enseñaba ideas a Sócrates. Porfirio hace mención de algunas mujeres discípulas de Plotino: “Las tres  amaban mucho la filosofía. Varios hombres y mujeres de elevada posición, antes de morir, le confiaron a sus hijos de uno y otro sexo, con todos sus bienes como a un depositario irreprochable, y por eso su casa estaba siempre lleno de jóvenes y de niños.”

De su llegada a Ftia lo dice el oráculo  y Porfirio escribe:

“Plotino escapa a las ondas amargas de esta vida, y aborda las Islas Afortunadas, en donde lejos de la multitud de los impíos, el coro de los demonios goza de una alegría continua en medio de fiestas.”  (Los demonios del paganismo griego no son los demonios del  cristianismo).

Más acá Dante, en su Divina Comedia, colocaría en el infierno cristiano a varios grandes filósofos de la época griega clásica. Porfirio se adelanta   y escribió con motivo de la llegada de Plotino a Ftia:

“En efecto, ahí es donde se encuentran Platón, Pitágoras y los otros sabios que han formado el coro del amor inmortal. Ahí es también  donde los espíritus bien aventurados tienen a los suyos, que pasan su vida  en medio de fiestas y de alegrías continuas goz
PLOTINO
ando de la beatitud perpetúa que les otorga la bondad  divina.”

Plotino “Nació en el 204 ó el 205 en la ciudad egipcia de Licópolis, hoy Assiut. En el 232entró en el círculo de Amonio Saccas (o Sakkas) en Alejandría, de quien también fueron discípulos Orígenes (no el cristiano)[cita requerida], Longino y Erenio. Se embarcó en 244 en la expedición del emperador Gordiano III contra los persas con el propósito de conocer la filosofía de los pueblos orientales. Fracasada la expedición y asesinado el emperador, logró dificultosamente refugiarse en Antioquía. Abrió en Roma una escuela de Filosofía (246) y llevó una vida severa: era vegetariano, no se casó ni se dejó retratar "para no dar lugar a una sombra de otra sombra". Se le atribuyeron dotes místicas de visionario y se dice de él que recogía niños huérfanos y les daba educación. Su discípulo Porfirio, autor de su biografía Vida de Plotino y de la sistematización y publicación de su obra central Enéadas, refiere que en los seis años que estuvo con él tuvo hasta 4 uniones místicas”WIKIPEDIA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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