Escalada Rosendo de la Peña







Plano general de la región alpina al norte de Pachuca, Hidalgo, México.
El área de rojo comprende el gran "terreno de juego" para escaladores y resistentes andarines.
Las cotas sobre el nivel del mar van de los 3,000 a los 2,400 de Chico.
El dibujo está sobre la hoja topográfica Pachuca F14D81,escala 1: 50,000
de la SPP (Programación y Presupuesto)
Equidistancia entre las curvas de nivel:20 metros.


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 La pared norte Rosendo de la Peña su ubica en el Macizo de las Monjas, en su
lado oeste, conocido en el alpinismo como Circo del Crestón. 






PLANO DEL SECTOR GOTERAS- CIRCO DEL CRESTON (MONJAS)

 

1-2-3 LEÓN ALADO/4-GOTERAS/5-COLORADA/6-PANALES/7-CUEVA DEL MUERTO/8 - AGUJA RAÚL PEREZ(GUÍA ALPINO DE PACHUCA)/9- AGUJAS/10- CAMINO DEL CIRCO DEL CRESTÓN/11-PRESA DELVALLE DIEGO MATEOS/12-CARRETERA HACIA EL PUEBLO DE ESTANZUELA/13 VALLE LARGO ( EL SUR LLEVA A ESTANZUELA)/A-MODO DE LLEGAR A LA PARED LAS GOTERAS/B-CAMINO CORTO PARA LAS GOTERAS A PARTIR DE LA CARRETERA AL PUEBLO DE  CHICO, EN EL PUNTO LLAMADO TLAXCALITA (HAY UNA CAPILLA AL BORDE DE LA CARRETERA)

 

 DE LA  "Y GRIEGA" CARRETERA CHICO-ESTANZUELA, AL CIRCO DEL CRESTÓN, HAY 4 KILÓMETROS DE DISTANCIA (2.5 KM. EN LÍNEA RECTA DEL PLANO)


 Vía Hernándo Manzanos.. Mide 140 metros de alto. Se sube en cuerda sencilla.

La ascensión comienza a la altura del collado del Crestón A. Se ganan 5 metros en línea ascendente hacia la izquierda, en dirección a la arista NW de la pared. En el vértice se coloca una clavija en la que puede asegurase al escalador para hacer un giro hacia la pared del norte. 1 Es un descanso en el que los escaladores pueden hacer la primera reunión. 1-2 Un tramo de 20 metros, libre, que conduce al pie de una grieta. 2-3 La primera travesía de la ruta. Para alcanzar la altura de la travesía es necesario ascender con un pie en cada pared de la grieta y, de preferencia, de cara al valle. El tramo transversal se prolonga 4 metros en sentido horizontal a la izquierda. Puede hacerse en cuerda sencilla o, si se prefiere, en doble para mayor comodidad. 3-4 En este tramo, de 30 metros, se sube libre. El terreno es abundante en apoyos. En 4 hay un accidente rocoso parecido a una chimenea, de unos 2 metros de alto. Habitualmente se pasa por la derecha. Aunque también puede desviarse el escalador hacia la izquierda, como está marcado en el esquema.4-5 De la pequeña chimenea hay que recorrer 25 metros para llegar a la repisa 5.



















El punto 5  es un lugar espacioso en el que caben sentados cómodamente unos cinco individuos. Con ánimo de encontrar un ambiente terapéutico propio del escalador, en los años ochentas se hizo frecuente ir a “acampar” tres o cuatro días en este lugar a cordadas de montañistas de la ciudad de México. Desde entonces al sitio se le conoce como “La Suite de Zaratustra”.

5-7 Desde la repisa puede asegurarse al primero que se interna en la segunda travesía de la pared 6. La travesía, que ahora parte a la derecha, es de unos 8 metros en terreno que se presenta cortado de tajo a la vista del escalador. Es impresionante. El que Hernando Manzanos se haya decidido a enfrentar este paso, a tal altura, habla de una mentalidad ya muy desarrollada para abordar escaladas de cualquier tipo.

No obstante, ya enfrentado con la roca, se ve que no faltan los apoyos, pequeños y consistentes. Después de la travesía hay que avanzar unos metros hasta meterse en la chimenea 7. Aquí se coloca un dado o nuez o clavija desde donde se asegura al segundo de la cuerda. Se recomienda prestar atención a la seguridad, del que a su vez está asegurando, para efecto de prevenir una caída del que sube en ese momento. Un desprendimiento en el tramo 6 difícilmente se aguantará desde el punto7 sino se toma esta precaución
Manuel García,al regreso de El Colmillo de Actópan

 Manuel García, excelente escalador que estaba familiarizado con esta escalada, a través de haberla logrado en varias ocasiones, en una de esas estuvo apunto de “volar” debido a uno de sus compañeros de cordada que se había desprendido de este tramo. La experiencia de Manuel salvó la situación. “De todos modos, comenta, de tres clavos colocados en la chimenea para el seguro, dos de ellos no resistieron y se botaron. Pero gracias a eso la brutal sacudida se atenuó y logré sostenerme asegurado por el último clavo”.



De la chimenea se sale ascendiendo derecho hacia arriba hasta llegar a un lugar seguro, como collado. Este pequeño collado debe recorrerse en dirección al sur. De ahí a la cumbre hay unos 20 metros de terreno sencillo. Las dificultades de la ruta  terminan exactamente al quedar superada la chimenea 7.

Hernando Manzanos fue ese excelente escalador del Club Exploraciones de México. A él se debe  parte la solución a los problemas alpinos que planteaba el flanco norte de la Cabeza de la Iztaccíhuatl, ya en los 5 mil de altitud, entre nieve, hielo y roca muy erosionada. Varias ocasiones emprendimos juntos escaladas en la Sierra de Hidalgo. Era un individuo de porte distinguido, culto,  estatura tal vez de los 1.80 m y su plática era por demás amena.
Lado norte del Circo del Crestón. La pared de la extrema derecha es la Rosendo de la Peña.

 Murió en los años sesenta a consecuencia de una afección de las vías respiratorias, contraída en una de sus ascensiones en la norte de la Cabeza de la Iztaccihuatl. Fue al baño y el aire helado le cubrió los pulmones entre la ropa y el cuerpo. Algunas semanas más tarde esperaba en la calle, sentado en su automóvil, a que su esposa saliera del mercado a donde habían ido de compras. Murió solo, en silencio, entre la multitud de la  ciudad.


Esta pared, a la que él puso el nombre de “Rosendo de la Peña”, en recuerdo de otro escalador del club Exploraciones de México, la conquistó al finalizar los años cincuenta del siglo veinte.

Directa Eulalio Rivera. La perspectiva  está tomada desde el oeste.  La idea de una directísima a la pared norte Rosendo de la Peña se logró el 3 de junio de 1957, al abordar un pequeño desnivel ascendente arriba de la Suite de Zaratustra. Hay que salir a la izquierda de la repisa 5. Es un tramo de unos 5 metros exento de clavos, con asideros pequeños y firmes. Al abandonar la repisa el escalador se  enfrenta con un ligero desplome o desnivel de terreno para quedar situado más arriba, en un lugar  vertical. Este tramo se sube derecho para voltear finalmente a la izquierda y llegar a la repisa  C en la que hay algunos arbustos muy firmes para fija la cuerda de ataque del segundo. C-D El tramo, de unos 50 metros, conduce directamente a la cumbre. Hay apoyos de buen tamaño y la línea se suaviza un poco. 10 Lado este del Crestón.
 Época para escalarla: invierno y primavera.
La pared Rosendo de la Peña, vista desde el noreste.

En el desarrollo de la ascensión Eulalio Rivera, escalador de Pachuca, perdió la vida en el punto marcado con la letra A  y yo seguí solo hasta la cumbre, en medio de la tormenta, misma que había sido la causa de que mi compañero se precipitara en caída mortal, al efectuar una maniobra de cuerdas para abordar el paso clave, arriba de la repisa.
Eulalio Rivera,excelente escalador de Pachuca, Hidalgo. Al regreso de El Colmillo, de Actópan.

 Grupo de Las Monjas en el caminoa Chico-Capula. La figura 5 es la Rosendo de la Peña

En esta figura  se ve, marcada con la letra B, la impresionante travesía por la pared oeste que conduce hacia la chimenea 7.

En el recuadro Manuel García ejecuta una complicada maniobra de doble cuerda (en La Whymper, del Chiquihuite, Sierra de Guadalupe, D.F.). Perteneció al Club Exploraciones de México, en la generación de escaladores que abrió  primeras, en las paredes norte de la Cabeza de la Iztaccihuatl. A él se deben varias rutas del flanco oriental del Chiquihuite, en la Sierra de Guadalupe.

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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