Frailes, enclave alpino



En el mundo alpino mexicano se conoce como “Región de los Frailes”. Situada geográficamente al noroeste de Pachuca Hidalgo, al sureste de Actopan y al NNE de San José Tepenene. La gente de la localidad le llama “Órganos de Actopan”.Su altitud anda en los 2,800 metros.



agujas de la zona "A"




Carta topográfica Pachuca 1: 50 000  F-14D81 de la Secretaría de Programación y Presupuesto ( de San José Tepenené a San jerónimo hay 5.5 kilómetros en línea recta y 700 metros de desnivel)..La linea continua-interrumpida es el camino de terracería que lleva a la zona alpina)



Es un auténtico enclave alpino por las numerosas agujas y paredes rocosas que encierra. En el plano que ofrecemos están localizadas solamente algunas de sus cumbres ya escaladas.


Menos conocido es su sector noreste (marcado en el dibujo con la letra “A”), en lo alto de la sierra y al borde de la carretera de terracería que conecta con Actopan. A esta subprovincia alpina, con atmósfera propia, se le llama “Los Chamanes”. Tendrán sus rocas, como promedio, unos cuarenta metros de altura. Dos o tres están ya recorridas y el resto permanece sin escalar.

La Región de los Frailes es un paraíso para el escalador. En otro tiempo muy frecuentado por los escaladores de Pachuca y la ciudad de México. Los escaladores ahora permanecen más en la ciudad y poco frecuentan la montaña. Esto es dicho teniendo como referencia la enorme actividad de los años 50-60 del siglo pasado.

1-Colmillo,2-Carbonera,3-María Magdalena,4-Fraile,5-Acolito,7-camino terracería a San Jerónimo


Se debe no a la presencia de los gimnasios en las ciudades en los que se practican escalamientos de salón. Toda actividad de gimnasio es terapéutica. Y si se hace con programa, tanto mejor. Más corresponde a un fenómeno psicobiológicosocial.
En la medida que la ciudad se hace más cómoda, el confort aumenta y se dificulta salir de ella. La psiquiatría todavía no nos dilucida si el niño al nacer llora para ejercitar y echar a funcionar su sistema respiratorio o bien porque se resiste a salir de donde se encuentra muy cómodo y seguro que es su lugar de gestación.





 Como sea, ofrecemos un plano de distribución de rocas del lugar y fotos de algunas rocas de la región.

 Los dibujos antropomorfos son  autoría de Manuel Sánchez.
Agujas de la zona "A"






 
agujas de la zona "A"
 
 
 
 
 

Agujas de la zona "A"

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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